Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando,
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Comments 23
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muasss!!!!
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muass!
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Me recuerda cuando intenté leer a Joyce...traumático...claro que con 13 años no se puede esperar mucho al respecto...
Besos
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Un Saludo.
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un besito
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besitosssssssssss
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:*
desayuuuuuuuuuuno yaaaaaaaaaaaaaaaa
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muasss!
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