Para desgracia de Tom, Emma no había podido conseguir llegar a tiempo para el viaje a Brasil. Lo cual se había traducido en un Tom que se deshacía de los nervios en la sala de espera del aeropuerto de Los Ángeles, California; porque para colmo, había tenido que trasladarse de Chicago a Los Ángeles para tomar el dichoso vuelo hacia su destino en Sudamérica, vuelo que estaba auspiciado por Stark Industries. Vuelo que se había visto obligado a aceptar por las obvias razones, e insistencia, de Clark.
Así que estaba ahí, sentado en medio de una sala privada completamente vacía a excepción de su agente, siendo devorado despiadadamente por los nervios ante su inevitable encuentro. Sabía que era estúpido estar nervioso, pero no podía evitarlo. Su último encuentro con Hemsworth no había salido del todo bien, o al menos todo lo bien que resultaban todos sus encuentros.
Si bien Tom no temía las represalias de Chris, a decir verdad estas eran algo que realmente no le importaba mucho, lo que le asustaba, y a sobremanera, era enfrentarse con aquellos ojos indecentemente azules y ver ese destello de dolor que percibió tan claramente aquel día en Laguna Seca después de decir lo que dijo. Ese día Thomas vio claramente como hería a Chris con sus palabras, y le aterraba encontrarse con que ese dolor aun persistiera en esos ojos que, y nunca admitiría en voz alta, amaba. Sobre todo cuando ese dolor tan intensó lo había provocado él mismo.
Bien sabia Thomas que esa había sido la razón por la que no se había defendido del golpe de Chris, sin importarle en lo más mínimo como quedaría su cara después de aquello. Ese estallido de dolor había sido bien recibido como pago por sus palabras, incluso la marca marrón que le quedo en el rostro durante dos semanas bien valió la pena por todo aquello.
Pero ahora, ahora no sabía qué demonios hacer para alejar toda esa culpa que le azotaba el cuerpo y le causaba todos esos nervios. Si tan solo su hermana estuviera con él tendría alguna forma de liberar todo el estrés, aunque fuese defendiéndose de sus burlas. Sus burlas eran mil veces preferibles a enfrentar a Chris.
- Cálmate, parece que te va a dar un ataque cardiaco. - la voz de Gregg, su representante, le regresó de ese mundo de angustia en donde estaba comenzando a meterse sin remedio alguno.
- Créeme que lo intento, pero… no puedo. - susurró en un hilo de voz.
- No va a comerte, es más, estoy casi seguro de que te ignorara todo el camino. William me aseguró que iba a portarse bien durante todo el tiempo que dure esto. - intentó consolar el agente, colocando una manos sobre el tembloroso hombro de Thomas.
- ¿William? - preguntó Tom sin entender.
- William Ward, su agente, me prometió que Chris se comportaría contigo. Así que por eso me atrevo a decir que te ignorara todo el tiempo.
- ¿Desde cuándo llamas William, al agente de Christopher? - preguntó Tom nuevamente, incapaz de asimilar su asombro ante aquello. Clark siempre había sido especialmente reservado, no tenía muchos amigos y por lo que había notado, evitaba casi por completo fraternizar con otros de sus colegas agentes.
- Desde que nos vimos envueltos en la penosa situación de salvar los culos de nuestros representados para estas carreras. - respondió Clark con cierta seriedad, pero sin apartar su mano de Tom.
- ¿Negociaron juntos?
- Fue la única manera de que entraran, Tom. Ningún piloto quería relacionarse con ustedes después de lo que paso. Mitad por culpa de Chris y la otra porque los que podían emparejarse contigo ya tenían compañero. Era la única salida y la tomamos.
- Y se volvieron amigos. - afirmó el piloto.
- Mas bien, cómplices. - corrigió el representante.
- Y créeme Hiddleston, era necesario para hacer que ustedes dos firmaran los contratos sin hacer una rabieta. - la voz de William Ward le llego desde su costado izquierdo, introduciéndose sin más en la conversación.
Thomas giró su cabeza para dar encuentro al hombre con su mirada, pero prácticamente se quedó congelado en su sitio cuando se encontró con la imponente figura de Christopher mirándole fijamente tras el cuerpo del hombre que se decía su representante. Casi se ahoga con su propia saliva cuando le vio sentarse a su lado sin la más mínima muestra de hostilidad en su rostro, o emoción alguna.
- Yo no hago rabietas. - fue lo que dijo Chris en una queja malhumorada, dejando que su profunda voz llenara la sala y erizara cada vello del cuerpo de Thomas. William solo rodó los ojos y se apartó, tomando asiento junto a Clark y desentendiéndose de los pilotos, al menos por el momento.
Tom estaba seguro que moriría aplastado bajo la imponente masa de músculos de Chris en cualquier momento, si es que la tensión que se podía percibir entre ellos no lo hacía antes, pero fue salvado de su casi muerte segura por el efusivo abrazo de Jaimie, quien entró momentos después y le tomó desprevenido.
- ¡Thomas, que gusto volver a verte! - le dijo la mujer de cabello castaño, mientras le levantaba de su asiento para abrazarlo. - Al menos todo este viaje se me hará más llevadero estando a tú alrededor.
- Jaimie… que gusto. - dijo Thomas, aun sorprendido por la efusividad de la mujer. - ¿Creí que tu no vendrías al estar Ward? - agregó cuando la mujer le soltó, tan asombrado estaba por el afecto de Jaimie que ni siquiera notó la molesta mirada que Chris le dirigió a la mujer y que esta ignoró aposta.
- Lo mismo pensé yo, pero dado que será un viaje largo William decidió llevarme pues manejaremos todos los asuntos a distancia. - se quejó la mujer. - Pero ven conmigo, alejémonos un poco de gente indeseable.
- Cuida tu lengua. - siseó Chris, al escuchar el comentario de la asistente.
- ¿Por qué habría de hacerlo? Tú no cuidas la tuya. - le devolvió esta, tomando del brazo a Thomas y alejándolo de donde se encontraba Christopher. - ¿O que, planeas golpearme también? - escupió de nuevo la mujer castaña, y esta vez a Tom no le pasó desapercibido el evidente tono venenoso que desprendía su voz, y en general, todo su cuerpo.
Todas las personas en esa pequeña sala aguantaron la respiración ante aquellas palabras, ese nuevo y reformado odio que parecía tenerle Jaimie a Chris ocasionó que todo en el lugar se congelara a la espera del estallido de furia que seguro tendría el piloto de cabello rubio. Y sin duda hubo una contestación retumbando en la sala a los pocos segundos, un grito enojado que sobresalto a más de uno, pero no fue la de Christopher.
- ¡Basta! - retumbó la voz de Tom por el reducido espacio delimitado por paredes de cristal, tomando a todos por sorpresa debido a esa expresión de enojo que muy pocas veces se notaba en el semblante del piloto inglés. - Aquella situación fue por completo mi culpa, y no está bien que lo ataques de esa manera, el solo se estaba defendiendo.
- Pero Tom… - intentó decir Jaime, pero Thomas la interrumpió antes de que pudiera decir algo más. La mirada de Chris estaba concentrada en ambos, en Tom, mostrando su completo asombro y confusión.
- Nada de peros, yo tuve la culpa de todo y merecía ese golpe. Ahora te agradecería mucho que olvidaras todo el asunto, si quieres desquitar tu molestia hazlo conmigo, no con él.
- ¿Cómo puedes defenderlo? - acusó Jaimie, aun incapaz de encontrarle sentido a todo aquello. Para la mujer era evidente que la culpa de todo ese asunto en Laguna Seca era completamente de Chris, y no entendía cómo es que Thomas podía culparse a sí mismo cuando la imagen de ese día le mostró a ella, y a todo el mundo, algo muy diferente.
- Te dije que todo es mi culpa. - le contestó Tom, en un bajo susurro que apenas y se alcanzo a oír. - Y realmente agradecería que no pelearas con él, al menos no delante de mí. - casi rogó el hombre de cabello oscuro a Jaimie.
- Hare lo que pueda. - concedió la castaña. - Pero casi te mata en esa curva por su ineptitud y de eso si que no eres culpable. No sé lo que pasó en esa conversación, pelea, lo que sea que tuvieron en la pista ustedes dos, pero no esperes que me mantenga impasible ante todo lo que él haga, eres mi amigo Tom y no puedo tolerar que lastimen a la gente que quiero. No importa si son culpables o inocentes.
- Eso fue solo un accidente, y los accidentes pasan, no es culpa de nadie. - defendió una vez más Tom.
- No puedes estar hablando en serio. - replico atónita Jaimie. - ¿Sabes qué? Olvídalo, no quiero pelear contigo por cosas… así. - dijo Jaimie, después de un momento en el que miró a Thomas como si se hubiera vuelto loco.
De hecho, todos en esa sala observaban al piloto de cabello oscuro como si hubiese perdido la cabeza, sobretodo Chris, que ahora más que nunca no entendía la actitud de Tom. Sinceramente esa parte recién descubierta de la personalidad del hombre ingles no cuadraba en lo absoluto con la imagen que tenia de él y eso le confundía demasiado. Chris estaba preparado para recibir un trato frío e impersonal dado lo sucedido, y en cambio se había encontrado con Tom sumamente nervioso a causa de su presencia y que a la menor provocación acabó defendiéndolo de su autoproclamada peor enemiga.
- Yo tampoco quiero pelear contigo… - dijo Tom, con voz suave que contrastaba completamente con su anterior exabrupto. - …ni con nadie. - añadió, brindándole una fugaz mirada a Chris. Una mirada que claramente gritaba “Lo Siento” y que terminó confundiendo a Christopher aun más de lo que ya estaba; de la misma forma en que sus propias acciones en Laguna Seca y los días posteriores le habían confundido a lo largo de todo ese tiempo.
- Jamás creí vivir para ver este momento. - soltó de pronto, un todavía sorprendido Clark por la escena antes presenciada. - ¿Qué sucedió con todo ese… rencor que sentías por él? - preguntó el agente a Thomas, señalando con un dedo a Christopher. Tom simplemente le miró y se encogió de hombros como toda respuesta.
- Este viaje va a ser más interesante de lo que imaginé en un principio. - dijo William, mirando de Tom a Chris alternativamente con una expresión burlona y complacida en el rostro. - Parece que tu pequeña maniobra fue en tu beneficio, Chris. - añadió Ward, sonriendo a Chris un momento después.
Chris hizo un gesto de disgusto ante el comentario pero se mantuvo callado para sorpresa de todos. Thomas notó la expresión de tortura que se dibujo en las facciones de Chris durante apenas un segundo, solo para después volverse en una de indiferencia pura.
Tom pudo ver que aquel accidente en la pista aun atormentaba a Christopher, aunque no entendía el por qué de tal remordimiento, si es que podía llamarlo de esa forma. A final de cuentas solo había sido un accidente. ¿No?
- ¿Podemos dejar el tema, por favor? - rogó Tom, un momento después, ya incapaz de tolerar aquello por más tiempo.
- Esta bien, no recordemos cosas deprimentes. - cedió Jaimie, al ver la expresión suplicante en Tom y la indiferente de Chris, reafirmando su agarre sobre el brazo del primero. - ¿Y Emma? Creí que vendría contigo. Debes explicarme porque me llamó encomendándome tu protección. - Thomas se sonrojó ante el comentario final, su hermana a veces exageraba con sus cuidados.
- No pudo librarse de las obligaciones de la editorial y las agencias a tiempo para venir, pero me aseguró que nos alcanzará en algunos días. - respondió Tom, agradeciendo el cambio de tema; aunque la repentina mirada que Chris mantenía en él lo inquietaba.
- Bueno, al menos no estarás solo durante todo ese tiempo, pero supongo que no podrá acompañarte para las otras cinco carreras, ¿Verdad?
- No, supongo que solo podrá venir a Brasil durante unas dos semanas o asistirá a alguna de las otras carreras si se efectúan cerca de Londres. - respondió un tanto resignado. - Pero iré a visitarla cada vez que pueda para librar un poco de… estrés. - añadió trémulamente, lanzando una fugaz mirada a Chris, quien aun lo observaba fijamente.
- Si pudiera escaparme también lo haría, eso de estar todo el día alrededor de… bueno, tú sabes de quién, también me estresaría hasta la muerte. Es una lástima que tengas que estar con él casi todo el día. - obviamente Jaimie había tomado su comentario de una manera equivocada, y Chris pareció haberlo hecho de igual forma pues inmediatamente después de que Jaimie hablara lo hizo también el rubio. Las últimas palabras de Tom, aunque malentendidas, lograron desvanecer por un momento la confusión de Chris convirtiéndola en rabia y algo más.
- No te preocupes, Hiddleston, lo último que tengo pensado es agobiarte con mi presencia más de lo necesario. - soltó Chris, de forma arrogante y enojada. - Además, supongo que aquí Jaimie, hará un excelente trabajo entreteniéndote para que no pases un mal rato. - señaló el piloto, observando fijamente la manera en que la mujer de cabello castaño ahora sostenía la mano de Tom.
- Oye, yo no… - Tom quiso decir, intentar remediar ese malentendido, pero antes de que siquiera pudiera terminar la frase les llamaron para que tomaran su avión y Chris se largó hecho una furia sin siquiera dignarse a darle una mirada cuando hasta hacia unos momentos sus ojos no se habían despegado de su persona.
Tom cerró los ojos con la frustración a flor de piel. No le quedo más remedio que comenzar a andar en la misma dirección que Christopher cuando les volvieron a llamar para que abordaran.
Sin duda aquel viaje iba a ser toda una odisea.
Tomar asiento dentro del avión privado que les había facilitado Stark Industries fue un completo horror para Tom, más que nada porque no pudo sentarse junto a Jaimie dentro del reducido espacio dedicado a los pasajeros.
La asistente del agente de Chris se había tenido que sentar junto con éste y con Clark para arreglar unas cosas antes de que el avión despegara. Lo cual lo dejo a él con la incómoda situación de decidir si sentarse en el asiento contiguo a Christopher o en el que se localizaba justo tras este. Ambas opciones no le agradaban ni un poco, ya que si estaba a su lado bien podría morir debido a los nervios y a la tensión que ambos desprenderían; o bien sentarse atrás, ofenderlo y perder quizá la única oportunidad que tuviera para intentar arreglar un poco esa extraña relación que ambos habían mantenido hasta ese momento.
Sin contar, claro está, que no podría despegar la mirada del cabello rubio del piloto y comenzar a fantasear con tocar su cabello, tan solo imaginando como se sentiría pasar sus dedos por las hebras que se extendían hasta rozar el poderoso cuello.
Así que en un arranque de resolución absoluta, y estupidez completa, por parte de Thomas, éste decidió tomar el asiento tras Chris; excusándose a si mismo diciendo que eso al menos le serviría para prepararse mentalmente para el encuentro definitivo. No valía la pena adelantarlo si, según él, lo terminaría arruinando por no saber expresarse debidamente como había sucedido en la sala de espera del aeropuerto.
Una vez que estuvo en su asiento, suspirando por su cobardía, percibió una mirada de disculpa de Jaimie desde su asiento al otro lado del pasillo que los separaba, y quien silenciosamente le prometió sentarse con él una vez terminara lo que tenía que hacer. Tom sonrió en respuesta, agradeciendo el gesto con un asentimiento solo para después perderse nuevamente en sus pensamientos; sus ojos azules se fijaron en la ventana a su lado, contemplando el asfalto gris oscuro de la pista que se extendía bajo el avión, llevándolo irremediablemente hacia ese único pensamiento que poblaba su mente desde hacía unos meses, Chris, siempre Chris Hemsworth.
Aun no entendía porque ese hombre le despertaba tantos sentimientos encontrados, por un lado estaba esa sensación de querer protegerle de todo dolor imaginable, y por otro esa sensación de rencor que no le abandonaba nunca, haciéndole desear herirlo de la misma manera en que este le había lastimado en Glasgow.
No entendía aquellos sentimientos, esas necesidades completamente contrastantes la una de la otra hacia el mismo hombre y que lo único que conseguían provocarle era un agudo dolor de cabeza cada vez que intentaba desentrañar sus orígenes.
El sonido de las turbinas al encenderse le sacó de sus pensamientos, devolviéndolo a esa realidad de la que por un momento logró escaparse, el movimiento del avión consiguió ponerle rígido en su asiento, volar era una de las pocas cosas que conseguían ponerlo nervioso. A lo largo de los años su pequeña fobia había sido bien disimulada y sobrellevada gracias a unas cuantas visitas al psicólogo de la familia, pero aun así, en ocasiones de gran estrés, como la que vivía en esos momentos, su cuerpo aun respondía a ese miedo íntimamente arraigado en su subconsciente.
Sin siquiera llegar a pensarlo del todo, una vez que el movimiento del avión se detuvo un poco, sacó el pequeño reproductor de música que llevaba en el bolsillo delantero de su chaqueta, colocándose de manera casi automática los audífonos de éste en sus oídos y encendiendo el aparato para así distraer a su mente de lo que sucedía a su alrededor. La música durante el vuelo siempre conseguía mantener a raya sus nervios, Emma se lo había sugerido la primera vez que tuvo que viajar solo debido a su naciente carrera como piloto. Por lo que siempre llevaba el pequeño reproductor color negro a su alcance cuando se acercaba la hora de un viaje, lo cual era muy seguido.
En más de siete años el malestar nunca había sido tan intenso como en esos momentos, y cuando el avión despegó ni siquiera la música en sus oídos consiguió apartar el temblor nervioso en su cuerpo; tenía los ojos tan fuertemente cerrados que podía ver pequeñas luces tras sus parpados cerrados debido a la tensión en ellos.
No fue hasta que sintió el movimiento de alguien sentándose a su lado que consiguió calmarse, el ir con alguien a su lado siempre le tranquilizaba un poco más. Tom inmediatamente supuso que la persona a su lado no era otra más que Jaimie y decidió no abrir los ojos, no quería perturbarse más si lo hacía; por lo que simplemente emitió un suave gracias a la persona a su lado.
Prácticamente al instante de decir aquello una mano se colocó sobre la suya, haciendo pequeños círculos sobre la piel pálida, el confort y alivio que Tom sintió fue casi instantáneo al toque. Tal fue su alivio que por un momento se olvidó del motivo de su nerviosismo y sus actuales problemas.
No fue hasta pasados unos minutos que Thomas notó la aspereza en el toque contrario, la caricia en su mano no se parecía a ningún toque femenino que hubiese experimentado anteriormente y estaba seguro de que las manos de Jaimie no eran ásperas, y por supuesto no eran tan grandes como para tragar la suya por completo.
El nerviosismo volvió a su cuerpo retorciendo su estomago hasta casi hacerlo gruñir de dolor, aspirando profundamente abrió lentamente sus ojos, solo para encontrarse con una imagen que ya se esperaba.
A su lado, sentado en un porte orgulloso y un tanto distante, que contrastaba por completo con el toque en su mano, se encontraba Christopher Hemsworth, mirando hacia el frente con un semblante completamente indiferente; como si las acciones cometidas por su mano derecha fueran por completo ajenas a él. El glorioso e imponente piloto no tardó en captar su mirada, dejándolo aun mas conmocionado al ver esos ojos azules que lo miraban con demasiada intensidad tan cerca de los suyos.
El “¿Por qué?”, que Tom intentó pronunciar, murió en su garganta incluso antes de que siquiera pudiera mover los labios, pero la pregunta debió ser evidente en su rostro porque Chris respondió después de unos segundos.
- Mi hermano también se pone nervioso cuando viajamos en avión, y esto... - dijo, señalando sus manos unidas sobre el reposabrazos. - … es lo único que lo tranquiliza lo suficiente como para no desmayarse. Me levanté cuando el avión despego para ir al WC y te vi temblando como una hoja, supuse que necesitabas algo de apoyo antes de que te diera un infarto o algo. - explicó el rubio, encogiéndose de hombros pero sin detener la caricia sobre Thomas.
Tom aun no podía asimilar aquellas palabras, realmente nunca esperó que Chris tuviera una atención con él, mucho menos después de todo lo vivido entre ellos. Thomas simplemente decidió cerrar sus ojos una vez más, incapaz de mantener la mirada de Chris por un segundo más y de manera involuntaria se replegó sobre si mismo lo más que pudo, el movimiento en si pareció como si se estuviera alejando del piloto rubio, y Chris, al percibir el aparente rechazo apartó su mano.
- Si te molesta tanto que te toque entonces te dejo en paz. - acusó el hombre más grande, quitando su mano de manera brusca.
- ¡No! - el lamento, casi grito, salió de manera automática de su cuerpo al sentir la frialdad envolver su piel cuando Chris se apartó, su mano inevitablemente lo buscó capturando el calor de Christopher a los pocos instantes, deteniendo al piloto mucho antes de que lograra levantarse del todo. - Por favor, no te… vayas. - rogó en un hilo de voz, la consciencia del vuelo lo golpeó casi al instante haciéndolo temblar nuevamente y con más violencia que antes. En parte porque tenía un irracional y repentino pánico de que Chris se apartara de su lado.
Christopher miró la reacción en Thomas y se sentó nuevamente, reiniciando la calmante caricia en la mano visiblemente más pequeña, solo que esta vez en lugar de colocar ambas manos sobre el reposabrazos, lo hizo sobre su muslo. Ambos se sumieron en un silencio extraño, un silencio que no hablaba de incomodidad o complicidad, era un silencio que simplemente se respiraba como un bálsamo para dos almas lastimadas, que sin saberlo, se necesitaban la una a la otra por simples caprichos de casualidades y tragedias. El único sonido que reinaba entre ellos era el tenue murmullo de la música que se desprendía de los audífonos que habían caído al regazo de Tom cuando se levanto en busca de Chris.
Sin darse cuenta siquiera, Tom dejó de temblar y su respiración se normalizó, acompasándose de manera inadvertida a la de Chris. Ambos se relajaron en el toque del otro sin siquiera darse cuenta, sintiéndose cómodos y ajenos a lo que los rodeaba.
- Lo lamento. - dijo Tom, en voz baja después de casi una hora de completo silencio. Su voz atravesó la niebla en la que se encontraba Chris llamando su atención, logrando que sus ojos se clavaran en el rostro del hombre ingles que aun mantenía sus ojos firmemente cerrados. -Lamento lo que te dije en la pista, realmente jamás quise decir algo así. No tengo excusa para ello y espero que puedas perdonarme… si es posible. - agregó Thomas, después de un momento de vacilación. Chris miraba al hombre a su lado sin entenderlo en lo absoluto, después de años de rivalidad y ofensas ¿Por qué ahora se le veía tan perturbado y arrepentido por algo que muchos considerarían una nimiedad?
- ¿Por qué? - fue todo lo que Christopher consiguió decir, sucumbiendo a la necesidad de dar respuesta a la pregunta en su mente, de repente su garganta se había cerrado a tal grado que ya casi le era imposible hablar, en parte porque en serio necesitaba una explicación a todo aquello y en otra instancia porque necesitaba comprender al hombre a su lado. Tom abrió los ojos ante la pregunta, la confusión era evidente en su cara.
- ¿De qué hablas? ¿Por qué… qué? - devolvió.
- ¿Por qué me defiendes? ¿Por qué te disculpas, si siempre nos hemos peleado? ¿Por qué… ahora? - soltó, incapaz de detener las preguntas que le habían asaltado durante ese tiempo. Tom le miró fijamente, sus ojos azules suavizados debido a esa extraña devoción que sentía por el rubio y a ese inquebrantable e innegable instinto de protección para con Christopher.
- Si te digo la verdad, no lo sé. - respondió, dejando escapar un suspiro por sus finos labios a causa de su mentira, ya que si era completamente sincero y respondía, su respuesta hubiese sido “Quizá porque creo que me enamore de ti desde que era un niño”. - Desde que nos vimos en Glasgow hace dos años siempre he buscado la manera de alejarme de ti, y de devolverte todo ese desprecio que mostraste hacia mí ese día. - confesó. - Siendo sinceros nunca supe el porqué de esa instantánea aversión hacia mí cuando nunca te había hecho nada, y en lugar de preguntarte el motivo me limité a atacar de la misma manera en que tú lo hacías.
- Mi aversión como tú la llamas, no es gratuita. Ese día en Glasgow yo intenté acercarme a ti antes de la carrera, yo admiraba tu manera de conducir y quería saludarte, fuiste mi ejemplo a seguir durante un tiempo ¿Sabes?, pero en cuanto me acerqué y te salude tu simplemente apartaste tu cara como si te diera asco, después te marchaste y fingiste que no existía. Para cuando todo terminó y quedé en segundo lugar, vi que te acercaste y simplemente reaccioné a tus actos anteriores. Nunca me había ido la hipocresía. - respondió Chris, deteniendo el movimiento de sus dedos sobre la piel de Tom, pero no apartó su mano.
Tom guardó silencio, recordando los detalles de ese día y lo sucedido. El no recordaba haber visto a Chris ese día antes de la carrera. Después de un par de segundos comprendió todo.
- ¿Sabías que esa era la primera carrera a la que me presentaba después de anunciar públicamente que era gay? - preguntó un momento después, clavando sus ojos azules en los de Chris. Por la cara del piloto adivinó la respuesta antes de que este la expresara en voz alta.
- No, realmente ni siquiera estaba muy consciente de tus… preferencias. - alcanzó a decir, sintiéndose nervioso de repente.
- ¿En serio? Fue todo un escándalo. - confesó Tom, con una amarga sonrisa en sus labios. - El asunto es que no te vi ese día, al menos hasta que todo acabo. Y la reacción que me describes es la misma que le hice a un piloto alemán que me estaba molestando. En realidad ese día estaba muy a la defensiva, me habían acosado como no tienes una idea; no fue fácil salir adelante con toda la nueva clase de obstáculos que se me pusieron en el camino. Así que supongo que en mi afán de no hacer caso ignoré a casi todo el mundo; no me creo capaz de tratar a una persona de esa manera si no me atacan antes. Siento eso.
- Yo… yo no sabía, creí que pensabas que eras demasiado bueno para tratar con un novato. Al menos esa es la explicación que me di después de aquello.
- Nunca me he considerado mejor que nadie; he luchado demasiado para estar donde me encuentro y ser quien soy. Jamás pasaría por mi cabeza hacer menos a alguien sabiendo lo que hay que pasar para ganar algo de respeto. Y si te defendí hoy con Jaimie es porque sé que me equivoque. Lo supe en cuanto vi la cara que pusiste cuando dije lo de tus padres. No sé bien a bien que es lo que te pasa con respecto a ese tema, pero fue muy evidente para mí que es algo que te hiere demasiado. - justo cuando terminó de decir aquello, Tom sintió claramente como el cuerpo de Chris se tensaba a su lado, incluso la mano que le sostenía se apartó. Al sentir el frío nuevamente Tom se aterró, pero se contuvo de buscar la mano Chris, en lugar de eso optó por retirar su mano también.
Después de la confesión Chris estuvo callado por un largo rato, manteniendo su mirada obstinadamente lejos de Tom, y en más de una ocasión estuvo tentado a retirarse a su asiento original, pero se contuvo. Más que nada por ese sentimiento agrio y abrasivo que se extendía por su pecho al notar la mirada ansiosa que Jaimie les dirigía, y por la posición que esta tenía se notaba que estaba esperando que Chris se apartara para saltar hacia el lugar vacio. Por eso no se apartó, por mucho que le confundiera su situación con el piloto, no quería a esa mujer cerca, lo consideraba incorrecto y ni siquiera sabía el porqué. Solo estaba consciente de que no debía apartarse.
Unos minutos más de silencio se extendieron entre ellos, permitiéndole a Christopher analizar toda esa información que Thomas le había brindado, dándose cuenta que quizá, si todo hubiese sido diferente y Tom no hubiese sido acosado y lo hubiera visto, tal vez en esos momentos ambos fueran amigos de años.
- ¿Crees que podamos dejar todo atrás y comenzar de cero? - preguntó Chris, rindiéndose a buscar la mirada de Thomas. Tom por su parte levantó los ojos de su regazo para encarar a Christopher, meditando su respuesta mientras observaba el rostro tranquilo del piloto rubio.
- Yo… yo supongo que podemos intentarlo. - respondió después de un momento en el que dudó de su propia convicción; si bien toda su rivalidad y enemistad se debía a un estúpido malentendido algunas cosas aun le dolían. - Siento que ese día será difícil de olvidar, al menos para mí. - añadió Tom, refiriéndose obviamente al día del malentendido.
- Bastardo prepotente. - dijo Chris, sin venir a cuento, logrando sobresaltar a Thomas quien inmediatamente se puso a la defensiva. Ya se imaginaba que no todo podía ser tan sencillo.
- ¿Qué dijiste? - siseó el inglés.
- Bastardo prepotente, eso fue lo que te dije aquel día. - reiteró Chris, rememorando aquel día y las palabras que le dirigió a Tom. - Te dije que eras un maldito bastardo que no tenía sentido, ni percepción alguna de lo que era ser un buen piloto. Que solo eras un tipo con suerte tras el volante, que eras un verdadero estúpido si creías que eso te iba a durar para siempre… que no merecías siquiera estar delante de mí o estar bajo mi suela.
Tom se le quedó mirando, incapaz de decir algo ante las mismas palabras que en el pasado lo habían lastimado tan solo por provenir de la única persona a la que consideraba su amigo aun sin conocerla del todo, y a la cual solo había visto una vez en su vida.
- Quisiera retirar esas palabras ahora que se todo lo que paso. Lo lamento. - añadió el rubio con la sinceridad pintando su expresión, una emoción que Thomas no había visto en él desde que eran niños.
Thomas inspiró profundamente en un intento de controlar sus emociones y la incipiente amenaza de las lágrimas en sus ojos. Después de un momento en el que cerró sus ojos en busca de ese valor que jamás había sentido correr por sus venas, por fin habló.
- ¿No crees que todo es muy sencillo? - preguntó, mirando a Christopher.
- ¿A qué te refieres?
- A esto. - dijo, señalando todo el espacio a su alrededor y a ellos mismos. - ¿No crees que esta disculpa, y esta… reconciliación después de años de apatía y rencor es demasiado sencilla y fácil? - preguntó de nuevo.
- Un poco, creí que me tomaría más tiempo. No pensé en creer tus palabras, y sin embargo lo hago. - ambos hombres se miraron fijamente durante unos momentos, incapaces de hacer otra cosa ante esa oleada de incertidumbre que los invadía por la inesperada situación en la que se vieron envueltos.
Misma situación que les había hecho descubrir, o redescubrir, que ambos eran más parecidos de lo que se imaginaban, pues al final de todo, después de las familias, las carreras, los autos y relaciones que morían con la misma rapidez que la noche, ambos, Tom y Chris, eran tan solo dos almas en busca de un refugio, de un amigo honesto que les comprendiera y escuchara sin importar que. Al final de todo ambos eran dos personas solitarias que se buscaban mutuamente en medio del desastre de una vida martirizada por la tragedia, y de otra que simplemente nunca se consideró lo suficientemente valiente como para salir y encontrarse a sí mismo.
Al final Thomas sonrió, con esa misma sonrisa honesta que por años Chris le vio regalar a todo el mundo, menos a él, y en un movimiento que jamás espero, Tom le ofreció su mano.
- Mi nombre es Thomas, es un gusto conocerte. - la sonrisa subsecuente que le sobrevino a Chris fue inevitable, tan inevitable como el verse a sí mismo estrechando la mano que se le ofrecía y respondiendo al saludo.
- Un gusto Tom, yo soy Chris.
Continuara...
Sigue al Capitulo Seis >>