MANIOBRAS PELIGROSAS (12-1/12 Prólogo + Epilogo) [ReverseBang!_es 2012]

Jun 11, 2012 09:21








A lo largo de todos los años que lleva a cuestas, Bethany Collin ha visto muchos corazones romperse, incluido el suyo, pero nunca había presenciado tal desolación en una persona como de la que fue testigo cuando Chris llego hasta ella hecho una furia, molesto con el mundo, consigo mismo y destrozado por haber perdido al hombre que, unas horas antes, le había hecho sonreír como ella nunca había visto.

El dolor en los ojos de aquel hombre que había visto crecer, y madurar en medio de las más horribles situaciones, fue algo que jamás llegaría olvidar. Porque a pesar de todo lo que había vivido, Beth jamás se había encontrado con la completa desilusión y falta de fuerza en la mirada de Christopher. Mucho menos le había visto llorar en su regazo como lo hizo aquella tarde en que llegó con el traje mal puesto y la corbata deshecha para inmediatamente abrazarle al cruzar el umbral de su casa, repitiendo de manera incesante un "Lo perdí, Beth, y no puedo perderlo, no puedo" sin importarle que todos los empleados le vieran en ese estado.

Tampoco estaba preparada para la llegada de un Liam frenético y molesto minutos más tarde, que terminó golpeando a su hermano en un arranque de ira que en su vida había visto, mucho menos cuando esa ira era por proteger a alguien más que no fueran sus propios hermanos; un golpe que fue contestado con palabras y mas lagrimas, gritos y una discusión que acabó con el abrazo de ambos hermanos.

- Juro por dios que no se qué paso, Li, estaba por marcharme cuando ella apareció, me ofreció una copa y después… después desperté y ella contestaba mi teléfono. - explicó Chris, observando a su hermano con toda la intensidad y desesperación de la que era capaz, buscando que éste le creyera, necesitando que lo hiciera.

- ¿Estás seguro, Chris? Porque medio salón te vio abandonar la cena con esa mujer, y no iban precisamente en plan de amigos. La puta prensa esta vuelta loca, el encabezado del día es "Hemsworth vuelve a las andadas" en toda la puta primera página de los tabloides de hoy. ¡Chris si me estas mintiendo…!

- ¡No lo estoy! ¡No me acosté con ella! O… no lo recuerdo. - le interrumpió Chris, desesperado por conseguir que su mente se aclarase lo suficiente como para averiguar qué demonios había sucedido la noche anterior como para que terminara en un cuarto de hotel con una mujer desnuda a su lado.

- ¿Y Tom? ¿Lo sabe? - se atrevió a preguntar Liam, esperando que el piloto aun no se hubiese enterado de aquello, aunque por las pintas de su hermano suponía que ya había sucedido tal cosa.

- Marcó en la mañana y… esa mujer contestó. - respondió Christopher, con el dolor marcado en cada línea de su rostro. - ¡Esa estúpida contestó el teléfono! Y él no me dejo explicar… me colgó y…

- Sera mejor que los dos se calmen, esto no los va a llevar a ningún lado y tienen un vuelo que abordar. - intervino por fin Beth, incapaz de mantenerse al margen como lo había venido haciendo hasta ese momento.

- ¿De qué hablas, nana? - preguntó Liam, observando a la mujer de cabellos canos sin entender de que hablaba.

- De que no voy a permitir que ambos se queden aquí buscando excusas en lugar de ir a arreglar las cosas con ese joven, antes de que sea tarde. Toda mi vida les he visto salir de problemas mucho peores que este y nunca se dieron por vencidos, tú menos que nadie, Chris, siempre luchaste por tus hermanos y ahora no voy a dejar que no luches por ti mismo y lo que quieres. - Chris en esos momentos observaba a la mujer que le había criado con algo que iba más allá del cariño o el respeto, la miraba con admiración y amor. - Si dices que nada pasó entre esa mujer y tú, yo te creo, mi niño. Después de todo, no eres tan buen actor como para engañar a esta vieja.

- Oh, nana. - dijo Chris, abrazando a la pequeña mujer sin poder evitarlo.

- Anda, no pierdas tiempo, ve y recupera a ese joven que te ha hecho sonreír como llevo años esperando. - le despidió Beth con una palmada en su espalda.

- Gracias, nana.

La mujer solo chasqueó la lengua en respuesta, liberándose del abrazo y azuzando a ambos hermanos para que se apresuraran.

En todos los años que lleva a cuestas, Bethany Collin nunca había visto a su niño tan enamorado como ahora lo hacía, y en ella no iba a quedar que este perdiera, al que parecía, era el amor de su vida.

No cuando era el mismo niño que años atrás lo había hecho sonreír cuando nadie más había podido.



Quizá había algo mal en él, algo que simplemente no encajaba con ese suntuoso termino de felicidad, quizá ese algo era su excesiva bondad, como le llamaba Emma, quizá era demasiado bueno y optimista para estar en un mundo donde la bondad y la confianza cada vez tenían menos cabida. Pero fuese lo que fuese, el punto era que simplemente no había manera de que él fuera feliz, y ciertamente no con la persona a la que quería.

El saber que Chris simplemente había estado jugando con él fue un golpe demasiado duro para él, demasiado humillante como para comentárselo a alguien y ser objeto del "Te lo dije" que de seguro Emma le escupiría en la cara por su completa estupidez al permitirse confiar en Christopher Hemsworth. Así que optó por callar y marcharse del cementerio, pasando de largo por la casa de su madre y siguiendo el rumbo que la carretera le dictara.

Se encontraba demasiado entumecido, triste y molesto como para siquiera decidir a donde ir a esconderse. Demasiado dolido como estaba como para siquiera tomarse la molestia de leer las indicaciones de la carretera a la que había ido a parar cuando el paisaje urbano de Londres quedo muy atrás. Siendo sustituido por tramos llenos de bosques y otros tantos de paramos interminables donde el verde se fundía con el gris del cielo en el horizonte. Muy enajenado como para notar el incesante timbrado de su teléfono en el asiento de junto por las llamadas de Emma, Chris y los alarmados mensajes de Clark y Liam.

Tom simplemente conducía el auto de su padre, ese Rolls Royce clásico que muy pocas veces había sido utilizado y que, por voluntad de su padre, ahora le pertenecía. De cierta forma al conducirlo Tom se sentía más cerca de su padre, aunque no por ello el ardor en su pecho disminuyera en lo más mínimo a causa de la traición que había sufrido. En su trayecto hacia ninguna parte, cuando el embotamiento le abandonaba por cortos periodos de tiempo, Thomas se recriminaba el haber sido tan tonto como para dejarse engañar por Chris, sintiéndose traicionado no solo por este, sino también por su hermano y la historia que le conto, haciéndole sentir demasiada empatía y cariño hacia un hombre que no las merecía. Avivando un amor que jamás debió haber nacido.

Recriminándose a sí mismo el haberse permitido caer en un juego cruel que solo buscaba humillarle y destrozarle.

Y aun así, Tom no podía evitar sentirse estúpidamente enamorado de Chris, albergando un amor en su pecho que, a pesar de lo sucedido, se rehusaba a morir para solo dejarle con un hueco justo en el centro de su alma.

Dejándolo imposibilitado para olvidar aquel penoso episodio de su vida que dio inicio en medio de un bosque, con lagrimas en los ojos y el temor de no ser amado por nadie más por causa de sus acciones.

Acciones que desde un comienzo supo, no debía llevar a cabo.

Que en el horizonte comience a aparecer aquel bosque de su niñez, es tan solo una bofetada del destino, un juego cruel de su mente, que al parecer, también está en su contra, conduciéndolo sin que él lo notase hacia aquel lugar al cual jamás debió haber huido años atrás.

Aunque por otra parte, y como su padre solía decir, quizá era tiempo de cerrar ese círculo de su vida para poder continuar adelante; no importaba si las heridas en su corazón jamás llegaban a cerrar del todo.

El sonido del motor del auto, ruidoso como siempre había sido, rompió la quietud que envolvía la casa de campo de los Hiddleston, sacándola de esa sombría atmosfera de soledad que la habitaba siempre que sus habitantes la abandonaban. El chirrido de las bisagras fue el saludo que recibió por parte de la construcción cuando abrió la pesada puerta de madera, el oxido comenzando a hacer de las suyas en el metal a causa del tiempo sin ser atendido.

La oscuridad de la casa no era en su totalidad absoluta gracias a la débil luz solar que se colaba por las persianas de madera en las ventanas, los débiles rayos resbalando entre las rendijas solo para terminar reposando en un piso polvoso y en sabanas blancas que cubrían el mobiliario victoriano que su madre se empeño en conseguir para ese sitio en especifico. Es un poco relajante como todo aquello, el polvo y la oscuridad, consiguen adormecer un poco el ardor en su pecho, haciéndole olvidar por un pequeño momento todo por lo que pasa en aquel momento, sintiéndose nuevamente como aquel niño, que con siete años, jugaba a las escondidas con una Emma de cinco, cuando en cada invierno toda la familia se trasladaba a ese lugar para pasar las fiestas, ambos terminando cubiertos de polvo y telarañas para exasperación y molestia de su madre, quien se volvía una completa maquina de precisión y gritos, a la hora de ordenar a los empleados el modo en que debía ser aseada la casa.

Para Tom son recuerdos gratos, todos ellos, incluidos los gritos de su madre y el ceño fruncido de su padre, que perdía toda autoridad e intimidación a causa de la sonrisa que luchaba no se formara en sus labios, y que obviamente terminaba perdiendo, a la par de que minutos después el también se unía a sus juegos.

Y es ese pequeño recuerdo infantil el que le devuelve un poco a la realidad, la imagen de un James Hiddleston joven y vigoroso jugando con sus dos pequeños, riendo y mostrándose falsamente arrepentido cuando Diana le reñía, el que le recuerda el motivo de su presencia en aquel sitio. La sonrisa nostálgica que se había formado en sus labios transformándose en una mueca de consternación y determinación que guían sus pasos hacia la planta de arriba, avanzando con paso decidido por la enorme escalera que descansaba en medio del recibidor, esa misma que le vio pasar cada navidad cuando decencia en una carrera frenética hacia el árbol donde le esperaban los regalos que Santa había dejado para él y su hermana.

Tom no se detiene en ninguna de las habitaciones restantes en el piso superior, ignorando los remanentes recuerdos que cada detalle hacen saltar a su mente; más concentrado en llegar a su propia habitación, a su armario, donde aun hoy, descansa aquel pequeño saco oscuro que le cubrió del frío en el peor día de su vida.

No es de extrañar que sienta una punzada en medio del pecho cuando lo encuentra, colgado en el mismo sitio desde hacía años, cubierto por la bolsa plástica que lo resguardaba del deterioro como su más preciado tesoro. Tom se ríe de sí mismo, de su propia estupidez y sentimentalismo por haber guardado aquella prenda durante tanto tiempo, recurriendo a su tacto cada vez que las cosas se ponían difíciles, rememorando sus días felices y que hoy lo único que hace por él es abrir más la llaga en su corazón.

El tomarla no es tan difícil como pensó en un comienzo, lo que es verdaderamente difícil y doloroso es sentir nuevamente la tela bajo sus dedos, inhalar el aroma infantil de Chris que aún perdura en el interior de los pliegues de la tela; lo cual es imposible debido al tiempo que ha transcurrido, pero para Tom es como si el aroma aun persistiera en ella, como si en ese trozo de tela viviera el último vestigio, o quizá el único rastro, del Chris del cual se enamoró siendo un niño.

Pero si realmente quiere terminar con aquello y continuar con su vida, lo más sensato es acabar de lleno con lo que lo inició todo. No importa si en el proceso una parte de él también desaparece.



En el trayecto hacia Londres, Chris solo podía repetir en su mente los sucesos de la cena, estudiando cada momento transcurrido desde su llegada en busca de algún detalle que le diera la mas mínima pista sobre lo que había pasado con él y esa maldita mujer.

Una mujer que por su estúpida arrogancia anterior y su completo desapego, o interés hacia las personas, no había reconocido en el momento. Martilleándose así mismo por su estupidez cuando por fin pudo recordarla al calor de la discusión que tuvieron tras de la llamada que acabó con su mundo en cuestión de escasos cuatro segundos.

Cabello oscuro, largo y sedoso, ojos marrón y piel aceitunada que le volvió loco aquella primera vez por lo exótico de su constitución, piernas largas, dedos finos y pechos que desaparecían bajo su palma; la misma mujer que meses atrás corrió de su cama con palabras hoscas y en plena desnudez, desestimando aquella amenaza que le había hecho.

De no haber sido tan arrogante quizá hubiese tomado en serio ese "¡Eres un maldito desagradecido, pero algún día alguien te hará lo mismo que tú le haces a todo el mundo!" que la mujer le gritó en su arranque de furia y desprecio.

Hoy simplemente puede arrepentirse de no haberlo hecho, y continuar buscando ese detalle en su memoria que le dé una esperanza de recobrar aquello que más le importa en el mundo.



Los Ángeles, California.

Unas horas antes.

Sus manos sudaban, y no por nerviosismo o alguna cosa así, Chris Hemsworth en su vida había estado nervioso, al menos no hasta que conoció a Tom Hiddleston, pero ahora el motivo porque las manos le sudan y su quijada este más tensa de lo nunca ha estado en su vida, es por la necesidad que tiene por abandonar aquel lugar y montarse en el jet privado que su hermano a dispuesto para él para poder llegar a Londres y estar con Tom.

Pero para su desgracia, su partida se ha visto aplazada por la insistencia de los invitados especiales de su hermano por conocer mejor al piloto capaz de ponerse al nivel del "rey de Mónaco", cosa que no ha hecho más que poner de nervios al rubio ante las preguntas, a la cual más estúpida, que esos hombres le han hecho con inquietante y molesta insistencia.

Christopher simplemente se ha mantenido dentro de los cánones de cordialidad por su hermano y las miradas de disculpa que éste le dirigía cada vez que se observaban en la distancia. De no haber sido así, ya les hubiese dejado con la palabra en la boca sin el más mínimo miramiento o cortesía y hubiese abandonado el lugar sin más. Aunque para esos momentos realmente estaba empezando a considerar seriamente esa opción, ya hubiese un Luke de por medio o no. Estaba a segundos de hacer lo que su impasible temperamento le dictaba cuando una mano se poso en su hombro, acompañada de una sonrisa deslumbrante por parte de Jeremy Renner, a quien aun se le notaba el pequeño tono verdoso junto a su ojo izquierdo que le causo aquel golpe en la cena de Industrias Stark.

Una parte de Chris se regodeó perversamente en ello, sonriendo como un gato orgulloso por su labor de cacería, o en este caso, de marcar su territorio.

- ¡Jer! - saludo jovialmente Chris, llamando a posta al empresario por aquel diminutivo que tanto aborrecía. - No sabía que asistirías esta noche. - continuó el rubio, colocando uno de sus fuertes brazos por los hombros de Renner como si fueran los grandes amigos, aprovechando la intervención de este para zafarse, inadvertidamente, de los hombres a su alrededor.

- Christopher. - devolvió a modo de saludo el hombre más bajo, aunque con menos jovialidad que el anfitrión, más bien forzando aquel tono de falsa apatía. - Me gusta hacer obras de caridad de vez en cuando, tú sabes, hacer el bien sin mirar a quien. Justo como tu ahora que estas en esa pseudo relación con Hiddleston, buenas relaciones publicas si me lo preguntas, por todo eso de las carreras. Bien pensado, Chrisy.

Y algo en el tono de Jeremy, aunado al comentario despectivo sobre su relación con Tom, hizo que toda la cordialidad de Chris se fuera de paseo, apretando con mayor fuerza de la necesaria el hombro del empresario, alejándose del centro del salón, y de los inversionistas, con una sonrisa forzada que más bien parecía una mueca desagradable.

- Mi relación con Tom no es un acto de caridad, imbécil, así que más vale que vayas midiendo tus palabras si no quieres que te parta la cara aquí mismo, y sabes muy bien que lo hare. - siseó Chris, mientras arrastraba a Jeremy por el salón; el empresario haciendo gala de un estoicismo que Christopher le tuvo que reconocer, no cualquiera aguantaba que le trituraran el hombro sin hacer un solo gesto de dolor o incomodidad.

- Vaya, debe chupártela de maravilla como para que te pongas así. - escupió Renner sin poder contenerse, su voz sonando lo mas mínimamente afectada por el brutal agarre, al tiempo que soltaba todo el veneno posible.

- No voy a repetírtelo otra vez, si sabes lo que te conviene vas a cambiar de tema. - enfatizó Chris, deteniéndose delante de uno de los fotógrafos que andaban por el salón para que les tomaran una foto. Ambos hombres sonrieron espléndidamente cuando el flash de la cámara estalló delante de sus ojos.

- ¿Sabes una cosa, Chrisy? No puedo esperar el momento en el que lo dejes para poder comprobar por mi mismo si en verdad vale la pena esa boca suya, ha de hacer maravillas para que te pongas de esta forma tan… territorial. O es que su culo es mejor que su boca. - continuó Jeremy sin importarle las amenazas de Chris.

- ¡Te lo advertí maldito idiota, cierra tu puta boca! - alcanzo a gritar Chris, al tiempo que levantaba el brazo dispuesto a golpear al hombre de traje, atrayendo la mirada de todas las personas en el sitio.

- ¡Chris, No! - gritó la voz de Luke tras él, al mismo tiempo que detenía el brazo con el que Chris se disponía a golpear a Renner. - No le hagas caso, en primera no sé ni porque está aquí, su invitación fue revocada, así que ahórrate la pena de humillar más a este… hombre. - añadió Luke, evidenciando a Jeremy y su presencia no deseada.

- De cualquier manera, ¿Qué hace aquí? - preguntó Chris, serenándose apenas bajo el agarre de su hermano mayor.

- Solo vine a hacerle un favor a alguien, ya que cumplí mi propósito, y de paso me divertí un poco, me marcho. - se despidió Jeremy con una sonrisa en el rostro. - Solo recuerda mandarme el número de Tom, Chris, no sé porque presiento que lo voy a necesitar muy pronto. - añadió el hombre cerca de la salida, despidiéndose con un gesto de su mano de todos los presentes. La sonrisa que nunca le abandonó le causó una mala sensación a Chris, pero decidió ignorarla al ver que se marchaba, después de todo, más daño no podía hacer.

- ¿Qué fue lo que pasó? - intervino Liam, uniéndose a sus hermanos después de haber presenciado el espectáculo montado por el empresario y su hermano.

- Nada, solo un idiota buscando que lo golpee. - contestó Chris, acomodándose el saco cuando Luke por fin le soltó.

- Creí que este tipo de cosas iban a terminar ahora que Tom esta en tu vida. - comentó Liam, mesándose el puente de la nariz mientras intentaba ahogar la sonrisa que se formaba en sus labios.

- Tom no hace milagros, Liam. Mucho menos con animales como nuestro hermano, confórmate con saber que al menos ya no habrá un desfile de desconocidos cada mañana. - añadió Luke, uniéndose al esfuerzo de Liam por no reír.

- ¡Hey! - protesto Chris al verse atacado por dos frentes. - Se supone que son mis hermanos, no mis enemigos.

- Chris, somos tus hermanos, pero no por ello vamos a obviar las cosas. - devolvió Luke, esta vez sonriendo ampliamente al ver como su hermano les observaba con los ojos entrecerrados. - Da igual, hermanito, ahora que ya te has librado de todo tu séquito de fans… - dijo Luke, refiriéndose a los empresarios de antes. - …será mejor que te vayas apresurando si quieres llegar a tiempo con Tom.

- Tienes razón, será mejor que me vaya de una buena vez. Los veré en unos días - concordó Chris, despidiéndose de sus hermanos con un gesto de su mano mientras ya avanzaba hacia la salida.

- ¿Crees que debería acompañarlo? - pregunto Liam, cuando Chris se detuvo cerca del bar, seguramente para tomar algo antes de marcharse.

- No creo que sea necesario, además creo que esto es algo que necesita hacer solo.

- Supongo que tienes razón. - Liam estuvo de acuerdo con su hermano, al menos en parte. Algo le decía que Chris iba a necesitar ayuda y pronto. Y el que una mujer se le estuviera colgando del brazo unos minutos más tarde no ayudaba en nada a ese presentimiento que tenia.



-  Te drogó. - fue la sentencia que arrojó Liam en cuanto subieron al auto que les esperaba fuera del aeropuerto, sacando a su hermano de ese bucle de recuerdos en los que se había sumergido.

- ¿Lo crees? - pregunto a su vez Chris, sabiendo de inmediato a que se refería su hermano. No por nada venia pensando en ello desde que partieron de California.

- Es la única explicación que encuentro, dijiste que no habías bebido más de dos copas a lo largo de la noche, y después de la que esa mujer te ofreció no recuerdas nada, ¿No? - dijo Liam, buscando que su hermano corroborara aquello.

- Así fue, no bebí más que un vaso de whisky y un poco de champagne, y después de que bebí lo que ella me dio me sentí mareado, como si estuviera borracho y los ojos me pesaban.

- Debió haber sido algún tipo de droga somnífera, por eso no recuerdas nada. Lo más seguro es que te quedaras dormido al llegar a tu auto.

- Quizá…, lo que no me explico es que hacia ella ahí. Que yo sepa no tenía más dinero que el de su familia, y no es que esta fuera muy adinerada que digamos. - precisamente ese era uno de los aspectos que tenían preocupados a Christopher, el saber cómo esa mujer sin los medios, ni el status necesario para estar en una cena como aquella, había terminado a su lado en aquel bar.

- Quizá si los tuviera, Chris, no podemos estar seguros de ello dado que tú nunca te preocupabas de saber algo más de las personas con las que te acostabas más que sus nombres, y a veces ni eso.

- Si, ya se, soy un bastardo desconsiderado. ¿Podríamos dejar de lado mi falta de consideración por la gente y centrarnos en esto, Li? - se defendió Chris ante el comentario de su hermano, que aunque merecido, no era el momento para afrontarlo.

- Esta bien, después nos centraremos en reparar esa moral tuya. - concedió Liam, centrándose nuevamente en esa mujer. - Debió haber entrado con alguien que si estuviera invitado, es la única posibilidad que encuentro viable si es que no disponía de los medios para estar por su cuenta. - medito Liam.

- O con alguien que no estaba invitado. - soltó de improviso Chris, golpeándose la frente con la palma de su mano, pateándose mentalmente por no haberse dado cuenta antes.

- ¿De qué hablas, Chris? - preguntó Liam, perdido ante el repentino arrebato de su hermano.

- Entró con Renner, ¡La maldita entró con ese idiota! - dijo en voz alta, casi en un grito, maldiciendo al hombre al que debió haber golpeado hasta el cansancio. - Luke revocó su invitación a la cena, pero siendo quien es, y con el dinero que se carga, nadie debió haberle pedido invitación asumiendo que estaba en la lista.

- Cierto, Luke no notificó de la revocación, simplemente la revocó. Pero no entiendo, ¿cómo es que piensas que ella entro con él? Jeremy se marcho mucho antes de que ella apareciera, y en ningún momento lo vi acompañado. - se atrevió a decir Liam.

- Jeremy dijo que había ido para hacerle un favor a alguien, y que más pronto de lo que me imaginaba él iba a estar en busca de Tom. No sé de donde se conocieron, pero estoy seguro que esos dos tienen toda la culpa de esto. Esa perra quería vengarse de mí, y Jeremy también después de lo sucedido en Sao Paulo.

- Pues si es así, el maldito tuvo mucho tiempo para planear esto, y realmente te acabó con ello. - una mirada especialmente severa de su hermano hizo que Liam se lamentara un poco de su última frase.

- Como sea, de todas formas no pienso perder a Tom por culpa de ese idiota y de la cabeza hueca que es esa mujer. Intentó insinuárseme después de la llamada de Tom ¿Puedes creerlo? Ya decía yo desde el comienzo que no era muy inteligente. - mascullo Chris,  indignado por el atrevimiento de esa mujer, y por la situación en general.

- Ahora ya no importa lo inteligente o estúpida que sea, tienes cosas más importantes que hacer que estar perdiendo el tiempo con ese tipo de detalles. La hermana de Tom no va a ayudarnos fácilmente, Emma ya te odiaba antes, y después de esto dudo siquiera que te permita acercarte a Tom a más de tres kilómetros de distancia.

Chris tenía muy claro que Emma no sería una aliada para su causa, es más, era el obstáculo a vencer más importante de todos, el único se atrevería a decir, si no contaba a Tom. Aunque también tenía entendido que Emma seria el menor de sus problemas una vez se enfrentara con Thomas.

- Lo sé, pero si quiero llegar a él, Emma es la única oportunidad que tengo.

Apenas hubo terminado de decir aquello, el conductor se detuvo frente a la casa de los Hiddleston, manteniendo ese semblante estoico y ajeno que caracterizaba a todos los ingleses, haciendo una pequeña inclinación de cabeza cuando los hermanos le dieron las gracias por el viaje y le pidieron les esperara. O al menos Liam lo hizo, Chris ya estaba a medio camino hacia la puerta de la casa cuando su hermano apenas y había bajado del auto.

Los golpes continuos y un tanto desesperados que Chris le propinaba a la puerta de la casa solo se detuvieron cuando esta se abrió de repente, dejando a la vista a una mujer de cabello castaño oscuro, un tanto más baja que él, con el ceño fruncido en señal clara de desaprobación vestida con un traje negro que denotaba a todas luces el luto de la familia. A Christopher no le hizo falta mucho para adivinar de quien se trataba, los ojos azules de aquella mujer eran idénticos a los de Tom.

- ¿Se puede saber a qué se debe tal despliegue de falta de respeto hacia mi casa, jovencito? - le reprendió Diana nada mas al verle. - ¿Con que derecho se atreve a venir a golpear mi puerta como un animal? Alterando la paz de mi hogar y el duelo por el que pasamos mi familia y yo.

- Yo… yo lo siento, no era mi intención… - masculló Chris, sin saber qué hacer ante esa mujer que le regañaba como si fuera su profesora de matemáticas o algo.

- Ya lo creo que era su intención, es inconcebible como es que ya no existen los modales en estos tiempos. Haga me el favor de marcharse y no volver a profanar mi casa, jovencito. - terminó de decir Diana, haciendo amago de cerrar la puerta ante un impotente Chris, que terminó reaccionando al notar lo que hacia la mujer.

- ¡NO! ¡Necesito hablar con Thomas! - grito al tiempo que detenía la puerta con su mano. - Por favor, necesito hablar con Tom. - terminó suplicando bajo la atenta y sorprendida mirada de Diana Hiddleston.

- No sé qué asuntos tenga usted con mi… - Diana abrió los ojos tan grandes como eran al reconocer al hombre en su puerta, sintiendo algo en su pecho que no supo descifrar del todo; ante ella se encontraba el novio de su hijo. Y quizá, de haber estado enterada de todo lo sucedido, hubiese abofeteado al hombre delante suyo por haber traicionado a su hijo, aunque eso fuera en contra de todos sus principios. - Mi hijo no se encuentra aquí, señor Hemsworth. - dijo después de un momento, conservando el tono desaprobatorio en su voz, aunque luciendo menos rígida que antes.

- ¿Cómo que no está? Se supone que estaría aquí para el entierro de su padre. - preguntó Chris, sintiendo la desesperación crecer en su interior al darse cuenta que quizá Tom se hubiese alejado de ahí, de Londres, previendo que le fuese a buscar, cortando todo rastro para que lo siguiera. Porque estaba seguro de que su familia no debía tener idea de a donde se había ido. - ¿A dónde ha ido? - añadió antes de que la madre Tom pudiese responder, salvo que la respuesta que obtuvo no fue por parte de Diana Hiddleston.

- Eso es algo que a ti no te importa en lo más mínimo. - la voz dura y enfurecida de Emma fue como un golpe a su estomago, ya que probablemente, de no haber estado ella, hubiese podido conseguir algo de la madre de Tom, pero ahora esa esperanza se diluía en el viento al ver la mirada de odio que la hermana de Tom le dirigía.

- Emma, esa no es forma de hablarle a la gente, muestra algo de respeto. - reprendió Diana a su hija, al instante en el que la escuchó.

- Ese hombre no merece el más mínimo respeto, madre. No cuando solo ha jugado con mi hermano. - acuchilló Emma con sus palabras, causando un rictus de dolor en el rostro de Chris, porque aunque no fuese cierto lo que decía a Chris le dolía el desprecio con el que era tratado, sobretodo porque estaba seguro seria un reflejo del de Tom.

- ¡Yo no he jugado con tu hermano! ¡Lo Amo! - le gritó sin importarle nada, ni la mirada sorprendida de Diana o el agarre de Liam en su brazo en un intento de calmarlo.

- Cálmate, Chris, así no conseguirás nada. - le instó Liam, al notar como Emma se colocaba al lado de su madre.

- ¿Se puede saber de que están hablando ustedes dos? ¿Quién ha jugado con Tom? - preguntó Diana, incapaz de encontrarle sentido a tan irrisoria discusión a las puertas de su casa.

- Este hombre ha estado jugando con los sentimientos de Tom durante semanas, diciendo que le ama y que es lo único en lo que puede pensar, pero a la primera oportunidad que tuvo se fue a meter en el primer par de piernas que se le cruzaron en frente. - le acusó Emma con todo el desprecio del que era capaz, sus ojos destellando en una furia que, Chris sabia, no era ni una mínima parte de la Tom.

- Si eso es cierto lárguese de mi casa. - ordenó Diana, ese sentimiento que momentos antes no supo identificar volviéndose furia al enterarse de la bajeza de la que fue víctima su hijo. - Como es que se atreve a venir hasta mi puerta a pedir hablar con mi hijo. Lárguese de aquí, Hemsworth, y no vuelva. - siseó Diana, defendiendo a un ausente Tom.

- Por favor, todo esto ha sido un malentendido, mi hermano jamás le ha faltado a Tom de ninguna manera, puedo asegurárselo. - intervino Liam, al ver el enfrentamiento que se estaba armando, y notar que su hermano tenía todas las de perder.

- ¿Y de que me sirve tu palabra, Liam? Es tu hermano y dirías lo que fuera por hacerlo quedar bien. - acusó Emma de vuelta.

- Así es, haría lo que fuera por mi hermano pero nunca mentiría por él, al menos no en esto. Es cierto que Chris fue un desconsiderado con todas las personas que conoció en el pasado, también sé que su falta de escrúpulos le ha creado más enemigos de los que pudiese desear, pero nunca le he visto tan enamorado como lo está de Tom. No miente en esto, puedo jurárselos. - defendió Liam a su hermano, esperando que sus palabras llegasen a Emma y la ablandaran lo suficiente como para escucharlos.

- Por favor… no puedo perderlo, no puedo. - suplicó Chris con la voz quebrándose en algún punto de la frase, dejando traslucir todo el daño que aquello le estaba haciendo.

- No vas a convencerme con tus…

- Se marchó después del funeral, se llevo el auto de su padre pero no dijo a donde se dirigía, simplemente se fue. - interrumpió Diana a su hija, callándola con un simple movimiento de su mano. La sola mirada que Chris le dirigió le hizo saber que aquel hombre no mentía, y ella podía ser una mujer sumamente estricta e intransigente en algunas cosas, pero para eso, para notar la agonía en la mirada de Chris, no lo era. Diana podía reconocer el amor gracias a sus años, porque sabía que a veces el amor te llega de las maneras más extrañas, rompiendo todos tus estándares. Lo sabía porque eso fue lo que le sucedió con el padre de Tom.

- Madre, ¿Cómo puedes ayudarlo cuando…?

- Emma por el amor de dios, por una vez en tu vida cállate y haz lo que te digo. - volvió a interrumpirla Diana, sorprendiendo tanto a Emma como a los dos hombres en la entrada. - Se que quieres proteger a tu hermano, pero a veces ese mismo sentimiento te ciega, este hombre lo ama de verdad, y no voy a permitir que tu falta de criterio les arruine la vida a ambos. - Emma solo pudo fruncir los labios en una mueca de molesta contrariedad ante las palabras de su madre, manteniéndose al margen de todo aquello ahora que Diana había dicho la última palabra, y si algo sabia Emma, era que no era conveniente contradecirla en nada.

- ¿No tienen alguna idea de a donde pudo haber ido? - preguntó Liam, al ver que Chris solo podía darle las gracias a la madre de Tom con la mirada.

- No dijo, solo se fue. - contestó secamente Emma, devolviéndose en el proceso al interior de la casa.

- Muchas gracias, señora, de veras, gracias. - por fin dijo Chris, acercándose a Diana, tomando sus manos para después besarlas.

- Llámeme Diana, Hemsworth. - respondió la madre de Tom, sonriendo al hombre de ojos azules.

- Llámeme Chris, entonces. - un asentimiento después por parte de ambos y Chris ya estaba corriendo devuelta al auto, sacando al chofer del asiento, para después desaparecer tras dar la vuelta en una esquina con el sonido del motor inundando los oídos de los presentes, que ahora miraban estupefactos la calle vacía.

- ¿Acaba de abandonarme? - preguntó un incrédulo Liam, observando el rastro que habían dejado las llantas al ser quemadas contra el asfalto.

- Los hombres hacen cosas muy estúpidas por amor, jovencito, disculparas mi vocabulario, pero es lo más acertado que puedo decirte dada mi experiencia. - mencionó Diana, después de un suspiro que encerraba el recuerdo de sus años de juventud. - Pero pasa, déjame invitarte algo de comer, tu hermano va a tardar un buen tiempo en volver y no creo que quieras esperarlo aquí afuera.

Un poco turbado por la reciente situación, Liam tardo dos segundos en aceptar el ofrecimiento de Diana, entrando en la enorme casa, esperando que su hermano encontrara a Tom y arreglaran de una vez por todas todo ese asunto que le tenia de los nervios.

- Suerte, Chris. - susurró antes de cerrar la puerta de la casa, poniendo toda su esperanza en ello.

Sigue al Capitulo Doce Segunda Parte

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