Y de repente alguien contesta a tus gritos ahogados, furtivos, desprendidos de tus cuerdas vocales. Gritos que vacían las extrañas entrañas de las que te compones, pero que llenan el aire de suspiros, de preguntas sin respuestas, de “te quieros” sin sentido, de horas, minutos y segundos del pasado y sin la certeza de que ocurran en el futuro.
Y la
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