Pareja: AiMiya
Clasificacion: 17+
Aiba y Nino se quedan encerrados en un elevador y comienzan a fantasear... todo por una galleta
Notas de la autora: La idea de todo esto comenzó por mi necesidad irracional de galletas de chocolate y me pregunté que pasaría si alguno de los de Arashi tuviera hambre. El resultado es esto, espero que les guste. Pueden leer más fanfics y/o traducciones
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-¿Alguna vez has visto a un gatito bostezar?
-No- “quince minutos” pensó frustrado.
-Yo tampoco, pero ayer en el programa dijeron que haríamos un especial de felinos. ¿imaginas a un gran león y a un pequeño gatito juntos, Nino-kun?
-No- respondió apretando los dientes. “Dieciséis minutos”
-Mira esta foto- le pidió el mayor entregándole un paquete de fotos con cientos de felinos en distintas poses. Niño las tomó frunciendo el ceño.
-¿Enserio es necesario Aiba?- preguntó desesperado.
-Oh, por favor, solo míralas- le pidió Aiba ganándose una mirada molesta por parte de Nino. “Diecisiete minutos”
El estómago de Nino se quejó mientras Aiba se metía una galleta a la boca. Nino pasó las fotografías lo más rápidamente posible mientras su estómago gruñía de nuevo.
“No te atrevas a llegar tarde” le había ordenado Jun mientras los demás lo miraban severamente, apoyando la orden
“Haz llegado tarde las últimas tres semanas” había dicho Ohno
“El trabajo sigue acumulándose y tenemos que terminarlo ya” añadió Sho, cruzándose de brazos. Aiba no había dicho nada pero lo miraba con los ojos entrecerrados.
Nino había intentado defenderse pero el mensaje era claro: tenía que llegar temprano o tendría problemas.
Por eso había suplicado que cambiaran sus grabaciones para la tarde, así como la reunión con su manager y los miembros de la nueva producción con la que iba a trabajar, además había salido de su casa con una hora de anticipación e incluso se había saltado el desayuno con tal de llegar a tiempo (todos sabían que si Nino no desayunaba pasaba algo muy serio)
Nino tenía planeado comer algo en la agencia, pero una vez ahí vio decepcionado que había olvidado su cartera. Estaba de pie, mirando molesto la máquina expendedora y maldiciendo su suerte, cuando Aiba había llegado.
-¡Vaya! Lo hiciste- había exclamado sorprendido en cuando vio a Nino, este había sonreído al escuchar su voz, era imposible no sonreírle a Aiba. El mayor había insertado un billete en la máquina y después tomó un paquete de galletas. Nino había seguido con la mirada el paquete mientras su estómago gruñía.
-Oye Aiba, ¿crees que podrías…?- intentó preguntarle pero él lo interrumpió.
-Neee, tenemos que irnos ya- dijo- el entrenador siempre llega a las 9
Nino suspiró y miró la hora. La ocho apenas, siguió a Aiba a la sala de ensayos. Nadie había llegado, entonces Nino lo intentó de nuevo.
-Aiba, ¿me darías una galleta?- le pidió, juntando las manos a modo de súplica.
-Oye Nino-kun- dijo Aiba como si no lo hubiera escuchado- ¿podrías darme tu opinión de esto? Tengo que hacer un reportaje y bueno, no estoy seguro de si debería hablar de gatos o de osos.
Y fue así como Nino se vio envuelto en una charla de media hora de porque los gatos podían ser considerados el mejor tipo de felino (explicar porque eran el mejor animal del mundo le llevó a Aiba otra media hora) Nino tuvo que luchar por no gritar que los gatos eran tontos y quitarle a Aiba el paquete de galletas. Nino estaba desesperado, casi una hora y media y nadie había llegado, además Aiba no parecía querer dejar de hablar de gatos.
-Sí, sí, si los gatitos son lindos- interrumpió Nino molesto, miró el reloj- ¿Los demás tardarán mucho?
-No creo- respondió Aiba tranquilamente- Los martes Ohno-san trabaja hasta las diez, Jun-kun llega siempre a esa hora y Sho-chan…
-Aiba- dijo Nino pálido- Hoy es miércoles.
Aiba parpadeó, confundido.
-No Nino-kun, hoy es martes.
-Te digo que es miércoles- dijo Nino mostrándole el calendario de su celular. Aiba también palideció- ¿Dónde están los demás?
-No lo sé- respondió Aiba sacando su teléfono- Se terminó la batería, ¿por qué no intentas llamarles?
-Cambie de teléfono, no tengo sus números- dijo Nino tomando sus cosas y corriendo a la salida. Aiba lo siguió.
-Nos van a matar- dijo Aiba preocupado
-¿Qué no ensayan siempre en el mismo lugar?
-Generalmente sí, pero hoy íbamos a ensayar en un lugar más grande.
-¿Dónde?
-No sé, Jun-kun dijo que nos íbamos a ver aquí.
-¿Y por qué no me enteré?- preguntó Nino mientras corría hacia la recepción.
-Porque siempre llegas tarde- dijo Aiba poniendo los ojos en blanco.
-Disculpe- llamó Nino a la recepcionista- ¿Ohno-can ya llegó?
-Me parece que si- respondió ella checando datos en su computadora- Hoy tienen reservado el salón ocho en el…
-Cuarto piso- dijo Nino antes de salir corriendo hacia el elevador.
-Gracias- le gritó Aiba a la desconcertada recepcionista mientras corría tras de Nino.
El pelinegro oprimió el botón repetidamente, nervioso. Ya podría escuchar el reclamo de Ohno por llegar tarde, los pondrían a hacer ejercicios extra… y todo lo que le había costado llegar temprano se iba a ir al caño.
El estómago de Nino volvió a quejarse mientras las puertas del elevador se abrían. Cuando Aiba oprimió el botón del piso cuatro, Nino no pudo contener un suspiro.
-Tranquilo, ya no podemos hacer nada, ahora tendremos que esforzarnos más- dijo Aiba. Niño asintió apesadumbrado. Su estómago no dejaba de quejarse.
-Oye Aiba, ¿te importaría…?- Nino no pudo terminar la frase porque en ese momento el elevador hizo un ruido metálico y se detuvo. Tanto Aiba como Nino se mantuvieron en silencio, esperando que el elevador se moviera.
-Creo que nos atascamos- murmuró Aiba.
-NO- gritó Nino, lanzando una patada a la puerta-¿Por qué demonios me están haciendo esto? ¿Creen que es muy divertido? ¿Saben todo lo que tuve que hacer para poder llegar a tiempo?
-Nino-kun, calma- le pidió Aiba poniendo su mano en el hombro de su amigo, quien no dejaba de patear y golpear la puerta. Aiba escuchó un crujido proveniente del pie de Nino antes de que este se dejara caer al piso.
-Genial, lo único que me faltaba- gruño Nino mientras se frotaba el pie.
-No creo que debas hacer eso- le dijo Aiba sentándose a su lado
-Grandioso- murmuró Nino, cerrando los ojos. Durante un rato se quedaron sentados sin decir nada, Aiba porque no tenía nada que decir y Nino porque comenzaba a sentirse débil, tenía mucha hambre.
-Aiba, ¿me darías una galleta?
-¿Gaffeta?
Nino abrió los ojos y volteó a ver a Aiba.
-Por favor dime que no es la última- pidió Nino suplicante al ver al mayor con la mitad de la galleta en la boca. Aiba lo miraba arrepentido, sin moverse.
-Fo fiento Fni…- comenzó a decir Aiba, pero entonces Nino se le abalanzó intentando morder el pedazo de galleta que asomaba de entre los labios del mayor.
Aiba lo miró con los ojos como platos y se llevó la mano a la boca.
-¡Me mordiste!- dijo ligeramente molesto
-No es para tanto
-¿No lo es? Mira, estoy sangrando
-No seas exagerado
-No lo soy, mírame- Nino gritó la cabeza y esta vez fue Aiba que se le lanzó encima y le mordió levemente el labio. En cuanto sintió los labios del otro sobre los suyos, los ojos de Nino se abrieron de par en par.
-¡Oye!- se quejó.
-Ya estamos a mano
-Eso fue incómodo- dijo Nino llevándose la mano a la boca.
-Tú empezaste
-Yo solo quería la galleta, pero tú y tu tonta charla de los gatos y luego esta estúpida cosa que no se mueve- el puño de Nino se estrelló contra el piso en cuanto terminó de hablar.
-Bueno, yo solo quería morderte y lamento que estés amargado…- dijo Aiba cruzándose de brazos.
-¿Amargado?- preguntó sorprendido Nino.
-Nadie va a regañarte por llegar tarde- dijo Aiba seriamente- Fue culpa mía y del elevador, así que relájate.
La sorpresa de Nino se hizo mayor. Eran de esos momentos en los que Aiba hablaba seriamente pero sin que fuera demasiado serio, simplemente como… Aiba. Nino suspiró y sonrió.
-Lo siento Aiba-chan-dijo con cariño- Han pasado muchas cosas y además tengo hambre y sueño.
-Puedes dormirte, no parece que esto se vaya a mover pronto.
Nino asintió, se movió con cuidado de no colocar el pie en mala posición (había comenzado a dolerle horrores) y recargó la cabeza en el hombro de Aiba cerró los ojos, intentando dormir.
-Había imaginado esto…- dijo Aiba
-¿Ah sí?- murmuró Nino.
-Sí, pero me quedaba encerrado con Angelina Jolie
Nino rió.
-No es tan guapa como dicen
-¿La conoces?
-De lejos- respondió Nino.
-Entonces tengo suerte de estar aquí contigo- dijo Aiba sonriendo
-¿Estás diciendo que soy guapo?- preguntó el menor, burlón. Aiba rió.
-Bastante, no puedo negarlo- respondió. Nino sonrió levemente, era buen indició ¿no? Después de todo, todos sabían que Nino creía que Aiba-chan era bastante adorable.
-Entonces, ¿por eso intentaste besarme?
-No, no lo hice
-¿Ah, no?
-No- repuso Aiba firmemente- si hubiera querido besarte habría sido así…
Tomó suavemente la barbilla de Nino, obligándolo a abrir los ojos y deposito un beso en sus labios, suave pero profundo. Los ojos de Nino, que en su momento se abrieron debido a la sorpresa, comenzaron a cerrarse lentamente.
Cuando se separaron, ambos estaban sonrojados. Aiba no sabía que decir, así que desvió la mirada a sus manos.
-Lo bueno es que no querías besarme-dijo Nino sin aliento, intentando bromear.
-Nino-kun, lo lamento- murmuró Aiba.
-No, está bien, quiero decir que no estoy molesto contigo pero…
Aiba lo miró confundido.
-¿Pero?
-Quiero saber qué pasaría si de verdad quisieras besarme- respondió con una sonrisa traviesa. Aiba lo miró ligeramente nervioso, sus ojos se detuvieron en los labios de Nino, que estaban ligeramente rojos, y luego subieron hasta encontrarse con sus ojos. Después de eso no lo dudo, se abalanzó sobre él, besándolo salvajemente.
Nino se aferró a la ropa de Aiba mientras él lo abrazaba por la cintura. Las manos de Nino recorrieron el cuerpo del mayor y se detuvieron en su entrepierna.
-Eh, tienes un problema acá abajo- dijo el pelinegro mientras Aiba besaba su cuello
-Y no soy el único- murmuró Aiba a su oído. Nino rió- ¿Crees poder solucionarlo?
-Mmm, podría intentarlo- respondió Nino, sonriéndole de manera provocativa mientras bajaba su cierre. Su mano se coló en su ropa interior y comenzó a masajear suavemente el miembro del mayor haciéndolo gemir.
-¿Crees que… haya cámaras aquí?- preguntó Nino mientras escuchaba a Aiba gemir en voz baja. Aiba intentó contestar pero la mano de Nino subiendo y bajando por su miembro se lo impedía. Acabó por correrse ante la mirada satisfecha de Nino. El mayor se tomó un instante para recuperar el aliento.
-Si las hay- dijo Aiba mientras Nino sacaba su mano de su pantalón- espero que disfruten el espectáculo.
Nino lo miró confundido mientras Aiba bajaba el cierre de su pantalón y dejaba a su miembro expuesto. Al ver que Aiba se acercaba a su entrepierna se puso nervioso aunque lo olvidó todo en el instante en que sintió la lengua del mayor recorrer toda su extensión.
-¿Sabes… que podrían… despedirnos por esto?- consiguió decir Nino antes de enredar sus dedos en el cabello del mayor. Después de eso solo se podían escuchar los suaves gemidos de Nino, quien terminó corriéndose en la boca de Aiba.
-Si es así habrá valido la pena- dijo Aiba limpiándose la barbilla. Nino aún tenía la respiración agitada pero puso los ojos en blanco al escucharlo decir eso- ¿Tú habías imaginado esto?
Nino sonrió.
-Varias veces… Fue mucho mejor
Aiba se sonrojó ligeramente mientras Nino arreglaba su ropa. Se escuchó un sonido procedente del exterior y el elevador comenzó a moverse.
-Así que ahí estaban ustedes dos- suspiró Ohno en cuanto las puertas se abrieron. Aiba sonrió y se puso en cuclillas, pasó su mano por la cintura de Nino y lo ayudó a incorporarse.
-Oh, genial- gruñó Jun al ver que Nino no apoyaba el pie- ¿Ahora que te pasó?
-Nino-kun tiene un mal temperamento- respondió Aiba- no me sorprendería si hubiera dejado una abolladura en la puerta.
-Bueno no podremos hacer nada- dijo Sho molesto- Será mejor que vayas a casa.
-No, yo me quedo.- se negó Nino- Ya estoy aquí.
-Sí, pero no puedes practicar los bailes entonces no tiene ningún sentido que te quedes- respondió Sho.
-Pero tengo que ir a grabar…
-Deja de quejarte- dijo Aiba- Te llevaré a casa.
Nino lo miró y sonrió ligeramente.
-Está bien, vámonos- dijo intentando sonar molesto- Tendrás que invitarme el desayuno.
-No puedo creerlo, te rompes el pie y en lo único que piensas es en comer- dijo Aiba poniendo los ojos en blanco. Comenzó a encaminar a Nino al elevador.
-Estás loco no planeo entrar ahí- dijo Nino frunciendo el ceño.
-No puedes bajar las escaleras, no tienes otra opción- respondió Jun- Ahora entra ahí y más te vale que cuando vuelvas estés completamente recuperado y a tiempo.
Nino puso los ojos en blanco.
-Tal vez podamos divertirnos un rato ahí adentro- murmuró Aiba. Nino sonrió y ambos entraron de nuevo al elevador. Las puertas estaban a punto de cerrarse cuando Nino las detuvo.
-Oh-chan,- llamó al mayor- de casualidad sabes si hay cámaras en el elevador.
Ohno parpadeó confundido.
-No, creo que no- respondió- ¿por qué?
Nino le sonrió a Aiba.
-No, por nada. Nos vemos luego- y las puertas se cerraron, dejando a los ojos tres desconcertados. A penas marcaron el botón de la planta baja, los labios de Nino y Aiba volvieron a unirse. Nino prefirió no decir nada, pero la verdad era que la fantasía de Nino de tener a Aiba cuidándolo era un tanto interesante.