Reto #44
Se sentía atraída por su serenidad, su, a veces irritante, seriedad. Le fascinaba su rostro siempre impasible, que emanaba belleza y paz. Aunque su miraba cambiaba, se alteraba con facilidad, solo que muy pocos se daban cuenta. Ella estaba entre ellos. Solía darse cuenta rápidamente de alguna inestabilidad en él. Las largas horas de observación daban frutos, pensaba.
Aquel día, estaba angustiado sin razón aparente. Ella sospechaba de la soledad. Es que, Remus estaba solo, le dolía estarlo, pero creía que así debía ser. Y no permitía discusiones al respecto. Miraba al vacío y el vacío lo miraba a él. Se reflejaba en la nada y la nada se reflejaba en él.
Y ella lo contemplaba. Necesitaba verlo para saciarse, tenía hambre y sed de Lupin. Se permitía quererlo, pero no decírselo. Prefería vivir de sus sueños y sus fantasías. Sin embargo, sabía que eso no seguiría así, porque cada vez más grande era el deseo de que él lo supiera. De que él supiera que ella lo había amado desde siempre y en silencio. Lo amaba en secreto y con sigilo. Callando y ocultando la pasión, tapando la locura. Sabiendo que todo terminaría algún día.
Y un día terminó, se develó un misterio, habló un amor y besó un corazón.
Ese día, ella se le acercó y despacio, lo besó. Lo besó diciendo, desde la mudez “te quiero”. Y el respondió también besando diciendo “esto no puede ser, será la última vez, pero necesito de este beso, para silenciar mi soledad”.
Y se separaron y ella lo dijo de nuevo, ahora con palabras, de forma más dulce.
-Te quiero y te necesito. Tu dolor es el mío, acaba mi sufrimiento y trataré de aliviar el tuyo.
-No puedes quererme, no debes necesitarme. Mi dolor es solo mío y no mereces sufrir por mí.
-Quiero quererte y seguiré haciéndolo, aunque sea por lo bajo. Necesito amarte y necesitas que te ame. Lo sabes -y no permitió que la discusión siguiera. Con su boca suprimió cualquier réplica.