Bueno, que conste que esto es culpa todo de joanne y que yo no he escrito nada en mi puta vida. Asi que, ahi va.
Nadie lo entendía. A pesar de que estaban siempre juntos y que era evidente que él la apreciaba mucho no eran capaces de comprender como esa gata y su dueño se comunicaban tan facilmente.
Al fin y al cabo, era un animal. O eso pensaban.
Fred y George estaban acercándose al despacho de Filch tras haber escuchado unas voces mientras pasaban por delante. En el mapa del merodeador aparecian sólo él y la señora Norris. Justo cuando estaban llegando a la puerta, a punto de atisbar a la voz desconocida, ésta paró abruptamente y Filch se acercó a la puerta.
Tuvieron que hacer un buen castigo por “merodear por los pasillos de noche”, pero pensaron que había valido la pena, teniendo en cuenta lo que habían descubierto.
En fin.