Hora española
Resopló. No podía creer que estuviese haciendo esto. Si mi madre se entera, solo le quedarán dos hijas para presentar en sus fiestas…
La puerta se quejó cuando la empujó con rudeza, aparentando la seguridad que la había abandonado para quedarse al otro lado de la casa. Sus tacones resonaron urgentes y desesperados sobre el suelo de madera. Forzó la vista y allí estaba, hecho un ovillo. Le dieron ganas de escupirle y besarle a la misma vez. Bellatrix odiaba la indecisión, y Sirius Black no hacía más que exasperarla, volverla loca.
Ni si quiera levantó la cabeza de entre sus manos cuando ella le habló.
-¿No crees que ya has vomitado sobre el apellido Black lo suficiente, primito?
Nada. Seguía moviéndose espasmódicamente bajo el inflijo del llanto, pero la ignoraba.
-Joder, Sirius, eres como un niño pequeño.-suspiró sentándose a su lado, esforzándose por mantener el orgullo Black mientras estaba de rodillas.-Sabes que en algún momento esto tenía que acabarse.
-¡Vete a la mierda!-aulló Sirius mostrándole por un momento su rostro surcado de lágrimas.
-Eres insoportable…No sé cómo puede fijarme en ti…
El comentario de Bella le llamó la atención.
-¿Fijarte en mi? Lo dices como quien se fija en un cuadro colgado de una pared, o cuando mi madre se fija en mi nueva travesura y me traspasa con los ojos. No Bella, si solo te hubieras fijado en mi, nunca me habrías besado. O nunca me habrías acariciado por debajo de la mesa mientras todos los demás cenaban y hablaban de gilipolleces.-parecía que se ahogaba con cada palabra. Un puñal se enterraba más y más hondo con cada sílaba que pronunciaba.- Nunca te habrías dejado hacer el amor aquella noche, después de la cena de navidad. ¿Te acuerdas de los comentarios a cerca de un fantasma que gritaba hasta desgarrarse en el último piso?-Sirius sonrío travieso y Bella tuvo que mojarse los labios, pues le dolían al estar tan secos.-Eras tú, Bella. Eras tú la que gritabas buscando que te penetrara más y más fuerte; más y más profundo…
-¡Basta! No quiero oír más.-ella se incorporó con furia.-Puedes quedarte ahí y lamentarte porque lo nuestro se terminó.-de ninguna manera iba dejar que Sirius la retara y saliera ganando.-Puedes quedarte ahí y llorar como el mocoso que res, Sirius. A mi me da igual lo que hagas…-murmuró y empezó a alejarse decidida.
-Te da igual…claro.-añadió con un tinte escéptico.-Por eso viniste. Por eso hay lágrimas en tu voz…Acéptalo, Bella, me quieres.
-Yo nunca te querría, Sirius.-susurró sin darse la vuelta.
Y, con un portazo, se fue, con los pensamientos inundándola hasta no poder respirar.
Yo nunca te querría, Sirius. Yo te amaría…
La puerta se quejó cuando la empujó con rudeza, aparentando la seguridad que la había abandonado para quedarse al otro lado de la casa. Sus tacones resonaron urgentes y desesperados sobre el suelo de madera. Forzó la vista y allí estaba, hecho un ovillo. Le dieron ganas de escupirle y besarle a la misma vez. Bellatrix odiaba la indecisión, y Sirius Black no hacía más que exasperarla, volverla loca.
Ni si quiera levantó la cabeza de entre sus manos cuando ella le habló.
-¿No crees que ya has vomitado sobre el apellido Black lo suficiente, primito?
Nada. Seguía moviéndose espasmódicamente bajo el inflijo del llanto, pero la ignoraba.
-Joder, Sirius, eres como un niño pequeño.-suspiró sentándose a su lado, esforzándose por mantener el orgullo Black mientras estaba de rodillas.-Sabes que en algún momento esto tenía que acabarse.
-¡Vete a la mierda!-aulló Sirius mostrándole por un momento su rostro surcado de lágrimas.
-Eres insoportable…No sé cómo puede fijarme en ti…
El comentario de Bella le llamó la atención.
-¿Fijarte en mi? Lo dices como quien se fija en un cuadro colgado de una pared, o cuando mi madre se fija en mi nueva travesura y me traspasa con los ojos. No Bella, si solo te hubieras fijado en mi, nunca me habrías besado. O nunca me habrías acariciado por debajo de la mesa mientras todos los demás cenaban y hablaban de gilipolleces.-parecía que se ahogaba con cada palabra. Un puñal se enterraba más y más hondo con cada sílaba que pronunciaba.- Nunca te habrías dejado hacer el amor aquella noche, después de la cena de navidad. ¿Te acuerdas de los comentarios a cerca de un fantasma que gritaba hasta desgarrarse en el último piso?-Sirius sonrío travieso y Bella tuvo que mojarse los labios, pues le dolían al estar tan secos.-Eras tú, Bella. Eras tú la que gritabas buscando que te penetrara más y más fuerte; más y más profundo…
-¡Basta! No quiero oír más.-ella se incorporó con furia.-Puedes quedarte ahí y lamentarte porque lo nuestro se terminó.-de ninguna manera iba dejar que Sirius la retara y saliera ganando.-Puedes quedarte ahí y llorar como el mocoso que res, Sirius. A mi me da igual lo que hagas…-murmuró y empezó a alejarse decidida.
-Te da igual…claro.-añadió con un tinte escéptico.-Por eso viniste. Por eso hay lágrimas en tu voz…Acéptalo, Bella, me quieres.
-Yo nunca te querría, Sirius.-susurró sin darse la vuelta.
Y, con un portazo, se fue, con los pensamientos inundándola hasta no poder respirar.
Yo nunca te querría, Sirius. Yo te amaría…