Autor:
x_cursiveReto: #105
Rating: G
Summary: Unos beben para divertirse, pero otros para olvidar. Pensad en un personaje que ahogue sus penas en alcohol.
Aclaraciones: No he puesto nombres. Para mí, ambas personas tieien nombres y apellidos, y pensé en ellos nada más leer este reto.
Abro los ojos lentamente. El lugar, donde quiera que sea, está oscuro. Aparto un mechón de mi rostro y miro al frente. Fuego. La chimenea palpita en desamor, en miseria y soledad. Como yo, aquella noche ella no duerme. Se embriaga de mí, me abrasa, me quema, y el humo negro flota en el viento.
Se diría que vuelo, que la corriente me lleva, pero mi dolor me mantiene anclado a los maderos, a las ascuas de mi obsesión. No puedo volar, no mientras el fuego arda. Su fuego.
Miro el vaso que tengo delante. Un líquido transparente lo llena y se expande por mis entrañas. Rotas, desangradas en carne viva. No quiero beber más. En realidad, deseo acabar con todo esto. Acabar por siempre, sofocar el fuego, pero el alcohol sólo lo aviva, mantiene los troncos ardiendo, las llamas ululando, en una noche fría como aquella.
Sus ojos me persiguen allá donde quiera que vaya. Mantengo mi mirada fija en las llamas y los veo. Mirándome, sintiendo lástima por mí. No quiero esos ojos. Quiero tener los que él tiene. Miradas de deseo, de amor. No de lástima.
He acabado el vaso. Mientras lo relleno, me doy cuenta de que poco dura todo. Brevedad.¿En que instante acabo? ¿Cuándo comenzó todo? No soy capaz de diferenciarlo. Entusiasmo y agonía. Amor y desamor. Traición.
Ni siquiera me he dado cuenta cuando me he puesto en pie. Camino hacia la chimenea. Siempre con sus ojos persiguiéndome, siempre con el vaso en la mano. Porque ni quiero ni puedo apartarme de ello. Deseo permanecer para siempre así, condenado al infierno de su fuego, de su malquerer, alimentándolo con alcohol. Con mi vida.
Porque moriré y sus ojos seguirán allí, serán lo último que vea, con mi cuerpo inundado en veneno, tras noches frías con vodka al calor de una chimenea.
Y así ha de ser, porque yo, mísero pecador, no merezco honor ni loa alguna, no merezco volar ni ser arrastrado con la corriente del aire. Nada de eso quedará para mí.
Seré como los restos de la hoguera, como la ultima gota en el fondo de la botella. Nadie se preguntará por mí, porque ya habré muerto. Porque ya estaba muerto cuando sus ojos verdes me miraron con lástima, y nada podría haberme hecho volar.