(no subject)
El Callejón Knockturn siempre había sido un lugar ideal para comprar aqellas cosillas necesarias para la vida cotidiana, sin ser visto por todo el mundo mágico respetable. ¿Pero que hacía Remus Lupin allí?
El sujeto en cuestión avanzaba con paso nervioso a través de la angosta callejuela, pasando de largo unas cuantas tiendas antes de entrar en la famosísima Burgin & Burkes. ¿Qué pretendía? ¿A qué se debía su visita? Entré después de él, haciéndome el desentendido, revisando las estanterías repletas de cabezas encogidas, anillos malditos y demás porquerías.
-Sí, este... Necesitaría uno de esos... De esos... Collares que... que convierten a la persona en... en licántropo... por una determinado lapso- se calló abruptamente, deteniendo el balbuceo apenas entendible que el vendedor, Burgin, intentaba entender. Algo fastidiado, le contestó:
-Sí, espéreme un minuto.
Jugueteaba con sus manos, inquieto y sudoroso, lanzándome miradas furtivas con sus ojos miel a través de su cara marcada. ¿Qué querría hacer con aquel collar? ¿Es qué no era suficiente ser un licántropo el mismo? Lo miré extrañado mientras cerraba el abrigo negro un poco más sobre mí.
Por fin Burgin regresó.
-Aquí está señor- Mirándolo con una sonrisa insana extendió la mano para que le entregase el dinero. Lupin contó las bolsas rápidamente y se las entregó. Lanzándome una última mirada histérica, se retiró del local y literalmente corrió hacía el Callejón Diagon. Me encogí de hombros y me acerqué al mostrador.
-Hola Burgin, ¿cómo está? Necesitaría que me facilitara un bastón maldito para regalarle a mi padre.- El viejo sonrió complacido.
-Enseguida, señor Malfoy.
El sujeto en cuestión avanzaba con paso nervioso a través de la angosta callejuela, pasando de largo unas cuantas tiendas antes de entrar en la famosísima Burgin & Burkes. ¿Qué pretendía? ¿A qué se debía su visita? Entré después de él, haciéndome el desentendido, revisando las estanterías repletas de cabezas encogidas, anillos malditos y demás porquerías.
-Sí, este... Necesitaría uno de esos... De esos... Collares que... que convierten a la persona en... en licántropo... por una determinado lapso- se calló abruptamente, deteniendo el balbuceo apenas entendible que el vendedor, Burgin, intentaba entender. Algo fastidiado, le contestó:
-Sí, espéreme un minuto.
Jugueteaba con sus manos, inquieto y sudoroso, lanzándome miradas furtivas con sus ojos miel a través de su cara marcada. ¿Qué querría hacer con aquel collar? ¿Es qué no era suficiente ser un licántropo el mismo? Lo miré extrañado mientras cerraba el abrigo negro un poco más sobre mí.
Por fin Burgin regresó.
-Aquí está señor- Mirándolo con una sonrisa insana extendió la mano para que le entregase el dinero. Lupin contó las bolsas rápidamente y se las entregó. Lanzándome una última mirada histérica, se retiró del local y literalmente corrió hacía el Callejón Diagon. Me encogí de hombros y me acerqué al mostrador.
-Hola Burgin, ¿cómo está? Necesitaría que me facilitara un bastón maldito para regalarle a mi padre.- El viejo sonrió complacido.
-Enseguida, señor Malfoy.