Fandom: Original
Tema: 1# Primera vez
Autor:
espgomharRating: pg_13
Personaje: Sandrine Gollan y Daniel Schuman / Cliff Illinois y Becky Landom
Reto: No
Tala: Sí
Tabla 1
Advertencias: en realidad no hay sexo explícito, pero sí lo suficiente para entender la situación
Notas de autor: son periodos de tiempo diferentes, Sandrine tiene casi 16 años y Daniel tiene los 16 (Daniel es un muggle que conoce en el verano de 5º a 6º); en la primera vez de Cliff, él tiene 17 y Becky 18, es decir, que durante la primera vez de Cliff, Sandrine tendría aún los 13 años... ¿me explico? Bueno, no sé si lo he conseguido, si no es así, aclararé todas las dudas que sean necesarias :)
No era como había imaginado, al menos no del todo. El trastero no era el lugar más cómodo del mundo, pero tenía cierto encanto. Ese día hacía bastante calor, algo que aumentaba el deseo de estar desnudos. La inexperencia de ambos alimentaba aún más sus nervios.
Miedo a decepcionar, miedo a no saber, miedo a lo desconocido. Y al mismo tiempo todas las ganas de descubrirse, de conocer, de sentir el placer.
La tarde ocultó al sol a base de besos, al principio algo tímidos, luego más descarados. Algo ardía en su vientre, y sabía qué era, a pesar de no haberlo sentido hasta ese momento.
Unas manos, que no eran las soñadas a los trece años, jugaban con su blusa y liberaban a su cuerpo del botón del pantalón vaquero. Esos mismos dedos separaban sus mechones negros, haciéndola estremecer en cada aliento.
Y ella, más pasiva que activa, se dejaba saborear cada rincón de su piel. Se dejaba recorrer por esos labios húmedos y ardientes. Dejó que su mirada se enfrentara a aquellos ojos verdes. En un dulce gemido sus párpados cayeron y se aferró a la espalda que cubría sus pechos.
Tras el dolor inicial su cuerpo se rindió al placer. Fueron breves minutos, intensos pero breves. Ella abrió los ojos y sonrió. Luego volvió a cerrarlos… y también sonrió.
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No era como había imaginado, al menos no del todo. La cama sobre la que yacía de espaldas olía a lavanda, inmensa y aterciopelada. El frío comenzaba a llamar a la puerta de ese otoño, lo que aumentaba el deseo de estar muy juntos. La inexperencia de él contrarrestaba con la experiencia de ella.
Miedo a decepcionar, miedo a no saber, miedo a lo desconocido. Y al mismo tiempo todas las ganas de descubrirse, de conocer, de sentir el placer.
La luna los pilló entre besos, a cual más profundo. Algo ardía en su vientre, y sabía qué era… porque ya lo había sentido… aunque todo terminara en su imaginación.
Unas manos, que no eran las soñadas desde hacía tres meses, jugaban con su camiseta y liberaban a su cuerpo del botón del pantalón vaquero. Esos mismos dedos jugueteaban con su pelo, mientras él separaba unos mechones del color del sol. Ambos se estremecían en cada aliento.
Y él, más pasivo que activo, se dejaba saborear cada rincón de su piel. Se dejaba recorrer por esos labios húmedos y ardientes. Dejó que su mirada se enfrentara a aquellos ojos azules. En un intenso gemido sus párpados cayeron y se aferró a las caderas que cubrían su sexo.
Tras la batalla, ella se desplomó sobre él, quien abrió los ojos y sonrió. Luego volvió a cerrarlos… y también sonrió.
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A ella, la morena, le hubiera gustado sentir los ojos castaños. A él, de ojos castaños, le hubiera gustado acariciar los cabellos negros.