CAPÍTULO13 | Puro
Luhan se apoya contra la pared que separa su cuarto del de Baekhyun. Los martes siempre han sido unos de los días más complicados de atravesar. Solían estar llenos de nada más que una emoción impaciente por el día siguiente, pero ahora están colmados de ansiedad porque, mientras espera con impaciencia a que llegue el día próximo, aún está lleno de temor por lo que verá cuando Sehun finalmente llegue. ¿Serán sólo moretones o algo peor? ¿Marcas de sogas en sus muñecas, o arañazos profundos en su espalda?
Cada semana le aterra pensar que Sehun haya abandonado su mundo.
El joven se pasa los dedos por su cabello sedoso y trata de ignorar los gritos eróticos de su amigo al lado. Sabe que justo ahora Baekhyun está entreteniendo al hombre desagradable que lo deja todo sucio y llorando. Se pregunta si tal vez podrán hacer una visita al mercado más tarde, para que cierto vendedor de vegetales le ayude a levantar el ánimo del más joven.
Tras aquella contemplación, como si hubiera estado esperándolo, dicho granjero asoma la cabeza por el umbral de la puerta abierta de Luhan. Su cabello luce más prolijo de lo normal, y su sonrisa más amplia también. No tiene que pensar mucho para adivinar lo que lo tiene exultante.
Luhan entra en pánico y se pone de pie.
-¡¿Qué haces aquí?! -sisea, y el otro hace un ligero puchero.
-Tienes una forma muy cómica de saludar a tus amigos.
Luhan empuja al hombre alto hacia su habitación y sus ojos revolotean hacia la pared, con nerviosismo, y le reza al cielo para que Baekhyun se mantenga callado por un rato.
-Vine a ver a Baekhyun. Sé que es inesperado, pero pagué para entrar y pensé que sería una linda sorpresa.
-E-está ocupado -dice Luhan justo cuando el sonido de unas uñas arañando la pared y un gemido estrangulado, que es inconfundiblemente el de Baekhyun, se hacen oír. Chanyeol luce desconsolado.
-Oh… Supongo… supongo que debí saber que no tenía que venir sin avisar. Lo siento tanto.
El más bajo siente que los hombros de Chanyeol caen un poco, así que los sujeta con más fuerza.
-Te agradezco que vinieras, en verdad. Fue un muy bello gesto, pero ahora no es…
Un vistazo de un abrigo oscuro y un cabello grasoso pasan frente a su puerta, y sólo un momento después se oye un sollozo del nombre de Luhan, suave y quebrado. Hay toses y más lloriqueos, y la cabeza de Chanyeol se levanta, con los ojos grandes por la preocupación. Antes de darse cuenta, los brazos de Chanyeol se sueltan de sus manos y el hombre alto se precipita hacia la puerta.
Esto no está pasando. No está pasando. Es lo último que Chanyeol necesita ver, y está seguro de que es lo último que Baekhyun quiere que Chanyeol vea. Luhan es rápido y le da un empujón, haciéndolo ir más allá de la puerta abierta de Baekhyun, y toma su lugar. Los ojos del pequeño muchacho están abiertos por la sorpresa, y el espeso kohl que los delinea se encuentra borroneado, como cada vez que llora. Hay algo de la sustancia de su cliente en sus labios, y el resto le ensucia su pálido cuello y el pecho. Sus piernas están dobladas a cada lado y se encuentra encorvado sobre el colchón, y sus pequeñas manos vuelan para cubrirse, en un pobre intento de modestia.
Luhan sólo consigue articular un ahogado «¡Chanyeol…!» antes de que dicho hombre recupere el equilibrio y corra de regreso hasta la puerta.
-¿Está lastimado? -pregunta con urgencia, y cuando finalmente ve a Baekhyun, su frente se arruga con preocupación y se aproxima hacia él. Baekhyun se sonroja intensamente mientras Chanyeol extrae un pañuelo de su bolsillo trasero y le limpia la sustancia ofensiva-. ¿Estás bien?
Baekhyun asiente con los ojos abiertos del asombro, y mira por sobre el hombro del otro hacia Luhan.
-Vamos a limpiarte.
Chanyeol le pregunta a Luhan si está bien que lleve a Baekhyun hacia los baños para ayudarlo a asearse. Está a punto de negarse, pero piensa que aquello será bueno para su amigo. Piensa que será una buena oportunidad para mostrarle que, a pesar de toda la maldad con la que tienen que lidiar diariamente, aún queda un pequeño destello de bondad en el mundo que consigue llegar hasta sus vidas. Cuán afortunado es su Baekhyun por haber encontrado a alguien tan puro como Chanyeol. Para él, Chanyeol es la persona que salvará a su querido amigo.
-No tengo mucho tiempo hasta que tenga que irme a… -Mira nervioso al alto vendedor, inseguro de cómo decirle lo que hace en la calle frente a la casa-. A buscar más clientes. Pero haré vigilancia hasta entonces.
Baekhyun se mete corriendo para empezar a preparar el baño. Luhan sujeta a Chanyeol por la muñeca y le susurra un agradecimiento sincero, a lo que el alto granjero responde con una sonrisa radiante, y luego sigue al pequeño chico del que está claramente enamorado. Luhan cierra la puerta y deja que su cabeza caiga hacia atrás y se apoye contra ella, disfrutando del poco tiempo que le queda antes de que tenga que ponerse su atuendo más provocativo y enfrentarse a la crueldad del aire frío y los igualmente fríos hombres de afuera.
Baekhyun mira por encima de su hombro y ve que Chanyeol tiene la vista apartada con vergüenza, como si notara por primera vez que el otro está desnudo. Encuentra su modestia increíblemente sincera, especialmente cuando su cuerpo está constantemente expuesto a miradas hambrientas y lascivas. Roza con su mano la superficie del agua, ahora tibia. Se endereza, hunde un único dedo primero y luego se introduce con cuidado.
Manda a la precaución al cuerno.
-¿Te me unes?
La cabeza de Chanyeol se levanta con una expresión alarmada, antes de sonrojarse y declinar la oferta con timidez. En vez de eso, se ubica junto a la bañera y limpia la piel tersa del otro, enviándole escalofríos por todo su ser. El modo en que Chanyeol lo lava contrasta completamente con la forma en que Baekhyun mismo se friega la piel, y no puede evitar dejar escapar los pocos suspiros de placer que sueltan sus labios, los cuales Chanyeol también ha limpiado.
-¿Por qué regresaste? -le pregunta el pequeño tras una larga pausa-. Realmente no deberías ser visto aquí. Conmigo. Podría dañar tu reputación.
-Reconozco a una mala persona cuando la veo, Baekhyun, y tú estás muy lejos de ello. Quiero que me vean contigo.
Baekhyun lo mira como si no estuviera seguro de que aquel muchacho sea real. ¿Cómo diablos puede alguien ser tan…?
-Amable. -Baekhyun expresa en voz alta sus pensamientos, mientras le estudia el rostro a Chanyeol y trata de memorizar detalladamente sus facciones, así tiene algo en lo que pensar la próxima vez que necesite fuerzas. -Increíblemente. Apenas nos conocemos, y eres tan… -Deja que su oración incompleta flote entre los dos, sin ser capaz de encontrar la palabra perfecta para describir al hombre frente a él.
El granjero toma con las manos algo de agua tibia y la lleva hacia el pecho de Baekhyun, para lavarlo.
-Siento como si te conociera de hace mucho tiempo. ¿Es eso extraño? -Chanyeol le sonríe. -Tal vez nos conocimos en una vida pasada, ¿mm?
Baekhyun sonríe, fija la vista en la superficie del agua y se encoge de hombros.
-¿Qué relación crees que teníamos? ¿Conocidos? ¿Compañeros de trabajo? ¿Amigos?
-Amantes -lo interrumpe Baekhyun súbitamente. El intenso rubor en su rostro no tiene nada que ver con el agua tibia en la que se halla inmerso, y sus ojos revolotean para encontrarse con los de Chanyeol. Está acostumbrado a intimar físicamente, no emocionalmente. El hombre alto se inclina con cautela hacia él, tomándose su tiempo para apoyarse por encima del borde de la tina, y atrapa los labios de Baekhyun en un beso suave y tierno. Baekhyun no tuvo en toda su vida más que unos bruscos e implacables, y los besos y toques de Chanyeol son todo menos eso. Son revitalizantes. Estimulantes. Le dan un nuevo chispazo de pasión por la vida, y piensa que aquel hombre alto debe haber sido enviado desde el cielo sólo para él.
Chanyeol vacila antes de romper el beso, y presiona su frente contra la de Baekhyun.
-Es muy posible que lo fuéramos -dice con una sonrisa amplia, y le toma a Baekhyun un momento para procesar a qué se está refiriendo porque aquel beso no le quitó sólo el aliento, sino también sus pensamientos.
Han pasado varias horas desde la cita programada de Sehun. Ya debería haber aparecido. Luhan espera pacientemente afuera de la Casa Bermellón, junto al hombre alto que está posicionado en la puerta frontal. Oscurece más y más, y antes de darse cuenta, el tiempo ya mermó hasta ser las primeras horas de la madrugada. Los últimos clientes se van de la casa luciendo bastante satisfechos.
Luhan siente que no puede respirar. Parece no poder pensar con claridad porque, incluso cuando Sehun se había ausentado de su otra cita, había aparecido más tarde aquella noche.
El hombre de la puerta le dice que es hora de entrar, y se siente agradecido de que al menos no lo interrogue sobre por qué se quedó inmóvil durante horas hasta el final, nada más mirando hacia la calle, queriendo desesperadamente ver al muchacho con la expresión holgazana y desinteresada, la que siempre se transforma en una de pura dicha cuando Luhan aparece ante su vista. Hace que su corazón palpite cada una de las veces que lo presencia.
Pero hoy no consigue presenciarlo.
Una vez dentro, Luhan se planta junto a su ventana, y no hace más que mirar hacia la calle adoquinada hasta el amanecer, cuando el sol se asoma por detrás del horizonte. Sehun no va.
Luhan se despierta de un sacudón más tarde ese día, mucho después de lo normal, y se encuentra con que se ha quedado dormido, bastante incómodo, sentado en la ventana. Su cuello está entumecido y le duele la espalda. Por mucho miedo que sienta ahora, y a pesar del hecho de que los peores escenarios posibles siguen atravesándole la mente, recuerda lo que Sehun le dijo lo que parecieran ser años atrás: que lo encuentre en el puesto de flores el jueves, justo cuando se ponga el sol, si es que alguna vez no puede ir.
Aquel simple recuerdo es lo único que lo mantiene cuerdo durante las horas restantes, hasta que se le permite excusarse para ir al mercado.
Sehun no sabe con seguridad por cuánto tiempo ha estado secuestrado en aquel infierno subterráneo. Duerme mucho para pasar el tiempo y no perder la cordura, pero como consecuencia, ha perdido la noción del tiempo. Hace días, o quizá semanas (no puede estar seguro de cuál), no ha conocido más que oscuridad y crueldad. A la oscuridad ya ha conseguido hacerle frente, pero a la crueldad…
La puerta del sótano se abre y su mentor desciende por la escalera de madera. Está oscuro afuera.
No, se niega a seguir llamando a aquel hombre su mentor. Jamás había sido cierto, pero ahora, más que nunca, aquel humano despreciable no se merece tal título.
Ya puede sentir las lágrimas de miedo y humillación acumulándose en sus ojos, mientras hace lo que últimamente se ha vuelto su rutina habitual: echarse sobre su espalda y aguantar. Sólo hace eso.
Cuando el hombre queda finalmente satisfecho, Sehun araña la rústica cuerda atada de modo intrincado alrededor de su cuello, y se rasca la piel irritada debajo, de un color rojo brillante. El extremo de la cuerda está atado de modo igualmente intrincado a la estructura de madera que sostiene las botellas de alcohol. Es una precaución, sólo en caso de que Sehun trate de escapar.
Una vez que el mayor está vestido nuevamente y se dirige de regreso por las escaleras, llevándose consigo la linterna, la única fuente de luz de Sehun, éste inquiere con voz ronca:
-Por favor, ¿qué día es?
-Jueves. Has estado aquí casi una semana. -Tras eso, cierra de un portazo el sótano, y Sehun empuña la manta sucia debajo de él, se envuelve con ella y pretende que es la de Luhan. Espera que Luhan no se dé por vencido con él.
Luhan se muerde su rosado labio inferior y tirita bajo el frío. Kyungsoo lo ojea con curiosidad antes de correr hacia él con la pesada cobija que utiliza para cubrir su carro cada noche. Luhan le hace una reverencia en agradecimiento.
-¿Esperas a alguien? -pregunta el vendedor de flores mientras el otro se cubre la pequeña contextura con la manta y vuelve a temblar con violencia. Luhan ha estado parado en el puente de piedra, que no está muy lejos de su puesto, durante una o dos horas, sin hacer más que observar el arroyito debajo sumido en sus cavilaciones.
-Sí -responde inmóvil. Kyungsoo no insiste cuando ve que sus pestañas están húmedas por las lágrimas que derramó.
-En verdad deberías ir adentro. Se vuelve muy frío al anochecer.
Luhan de pronto explota en llanto, y los intensos sollozos le sacuden el cuerpo entero. Kyungsoo luce pasmado.
-Es de noche -deja salir entre jadeos-. El sol se ha puesto, y él no está.
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