Título: Calor suizo
Fandom: Axis Powers Hetalia
Claim: Liechtenstein/Suiza
Género: Romance
Advertencias: Extra fluffy. Tanto que asusta. Y empalaga.
Calor suizo
Liechtenstein tiró de las solapas de su bata en un intento de evitar que el frío se colara por su camisón. Miró por la ventana y observó caer los copos de nieve arrastrados por la fuerza de una ventisca. Ver aquello le daba aún más frío. Las sábanas de su cama estaban gélidas y la joven no conseguía entrar en calor, motivo por el cual ahora se dirigía despacio a la habitación de Vash.
Las manos de Liechtenstein, pequeñas y delgadas, se enfriaban con mucha rapidez, pero Suiza, aún a pesar de no ser tan fornido como Alemania, solía mantener una temperatura corporal muy agradable en aquellos días fríos. Tiró lentamente del pomo de la puerta y ésta produjo un ligero crujido al abrirse, lo suficiente como para que Liechtenstein pudiera asomar poco más que la nariz.
-Hermano... -susurró. Recibió un suave gruñido en respuesta.
-¿Qué ocurre, Liechtenstein? -la voz ronca y somnolienta de Vash cruzó la habitación.
-Hace demasiado frío y no puedo dormir... ¿puedo quedarme contigo esta noche? -dijo la muchacha, en un dulce tono de súplica.
-¿Eh? -el joven hizo una pausa, procesando la pregunta- Ah... claro.
Pero, aun a pesar de haberse metido en la cama, bajo las gruesas mantas y con la espalda de Vash pegada a la suya, Liechtenstein seguía con los pies y las manos heladas, y no dejaba de moverse inquieta, cambiando de postura y frotándose los pies para calentarlos.
Debían de haber pasado unos treinta minutos cuando notó cómo se movía la cama a su espalda, y Vash susurraba.
-¿Aún no te duermes? No paras de moverte.
-Lo siento, hermano, pero esta noche estoy destemplada -se dio la vuelta en la cama, boca arriba para ver mejor a su joven protector- Mira, tengo las manos frías.
Liechtenstein posó su mano derecha en la mejilla de Suiza, y al instante notó una cálida sensación. Vash tocó la mano de Liechtenstein, y con una expresión de preocupación, tomó la otra mano y cubrió las dos manitas de la joven con las suyas propias.
-¿Mejor? -preguntó el chico.
-Sí... gracias, hermano -se giró de nuevo hacia un costado, dándole la espalda a Vash.
Pero aún la figura de Liechtenstein tiritaba ligeramente bajo las mantas. Sorprendida, la chica notó primero la mano, deslizándose con delicadeza por su brazo y cubriéndole los hombros, y luego el cuerpo, pegado a su espalda. Se puso un poco tensa, hasta que comenzó a sentir una ola de calidez que comenzaba a envolverla. Abrió los ojos y vio la mano del suizo sujetando con fuerza la suya, protegiéndola del frío. Sí... ahora podría dormir.
No recordó cuándo cayó dormida. Un aroma a jabón, mezclado con algo que no sabría describir, y que se le hacía familiar le entró por la nariz al despertar, pero no abrió los ojos. La luz del día le molestaba en los párpados y le insistía en que se desperezase. Se removió, incómoda y se acurrucó, hecha un ovillo entre dos brazos que igualmente se le antojaban conocidos. Escuchó un suspiro y el aliento de Vash le revolvió el flequillo. Liechtenstein abrió los ojos; su hermano aún estaba dormido. Podía ver su barbilla y su cuello a pocos centímetros.
Así que era eso lo que olía tan bien...-pensó, dibujando una sonrisa- no sólo el jabón... era él.
Colocó la mano izquierda en la mejilla de Vash, y sin necesitar moverse apenas, le dio un suave beso en la comisura de los labios. Suiza, aunque aquello parecía haberlo sacado de un profundo sueño, no logró despertarlo del todo y éste se dio la vuelta en la cama, gruñendo y resoplando.
Liechtenstein rió por lo bajo y se agarró al tronco de Vash. Si él no se levantaba aún, ella podría dormir un rato más con él, conservando el calor.
FIN