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May 12, 2010 01:28


Título: Afectos Rivales
Autora: Alexis Kemp
Clasificación: R
Resumen: Forzan a Harry a ofrecerle un trabajo a Draco y a que lo lleve a su casa. Cuando descubre que empieza a sentir algo hacia su rival de la escuela... ¿Draco corresponde a sus sentimientos o seguirá resistiéndose hasta que Harry se de por vencido?


Afectos Rivales
Escrita por: Alexis Kemp
Traducida por: Nalero y Val

Capítulo 4: El Producto de la Ociosidad

Draco se aburrió mucho antes de la cena, pero tenía temor de abandonar su habitación por miedo a encontrarse a Potter y verse forzado a sostener otra conversación cargada de sexualidad. Pero sí quería ver a su tía y a su sobrino, por lo que decidió probar su suerte.

Salió silenciosamente de su habitación y se percató de que la puerta de la de Harry estaba bien cerrada y que Potter no lo esperaba en el pasillo para acecharlo. Primero se dirigió a la puerta de Teddy en donde tocó suavemente.

Nadie contestó.

Volvió a tocar un poco más fuerte pero nadie le contestó. Sujetó el pomo y pudo comprobar que no estaba cerrada con llave, por lo que lo terminó de girar para asomarse. Las luces estaban apagadas y no había señales visibles de vida dentro de la habitación del niño.

Se dirigió a la sala y cruzó las puertas francesas dobles que daban al jardín trasero.

Éste era un paisaje tan hermoso como lo era el de enfrente. Había un pequeño patio de piedra con una fuente en el centro. La fuente era de una sirena sentada sobre una roca echando agua proveniente de un cántaro a un estanque.

Alrededor de la fuente había bancos de madera con unos cojines que se veían bastante cómodos. Y por todo el contorno del patio se podían encontrar todo tipo de flores que Draco pudiera imaginar. De hecho, aunque detestara admitirlo, la variedad que había aquí quizá podría rivalizar con la de la mansión.

En el fondo y por un sendero que salía del patio, había un pequeño chalet tal y como Harry le había indicado. Era igualito a la casa grande pero a menor escala. A juzgar por el tamaño, sólo debía tener una recámara, una sala y un baño.

Draco avanzó y llamó a la puerta que tenía en el centro una corona hecha de plumas de pavo real de un turquesa brillante.

Una vez más, nadie contestó.

Draco tocó una última vez y esperó, pero nadie le contestó. Estaba comenzando a sentirse frustrado. ¿A nadie le importaba que se estuviera quedando en la casa de Potter? ¿Nadie de su familia deseaba visitarlo?

A estas alturas quizá hasta le alegraría la compañía de Harry.

Caminó de regreso a la casa principal y la encontró sumamente tranquila. Se dirigió de puntitas hasta la cocina en donde robó otro pedazo del delicioso pastel de Harry y luego comenzó a vagar. Al parecer la casa estaba vacía, quizá todos se habían marchado a la villa.

Se paseó sin prisa alguna por la sala. Resultaba muy acogedora con sus muebles excesivamente grandes y la chimenea chisporroteante. Se sentó un momento junto a la ventana que daba al frente para observar a una mariposa que volaba ociosa sobre unas flores del jardín.

Por el rabillo del ojo pudo ver unas escaleras estrechas que habían llamado su atención cuando entró y se aventuró a echar un vistazo por el pasaje. Desde abajo podía ver un tragaluz y un par de libreros.

Subió las escaleras, le emocionaba la idea de encontrar algo para leer que le quitara el aburrimiento. Seguramente a Harry no le molestaría que tomara prestado un libro.

El cuarto era cautivador. Era como estar dentro de un árbol de hadas. La rica madera a su alrededor olía a sabiduría que se veía acentuada por la fragancia de rollos antiguos y libros encuadernados.

Los libreros habían sido labrados directamente dentro de las paredes y alineada a cada cavidad había incrustaciones doradas de hiedra y flores que subían por las paredes hasta el marco del tragaluz. El techo por sí sólo era algo impresionante, estaba hecho de paneles individuales cada uno con vidrio emplomado en el interior.

En el centro del cuarto había un escritorio y un sillón junto con dos sillas de brazos adicionales y una mesa al fondo. El escritorio estaba cubierto de rollos y Draco frunció el ceño. Debía ser el estudio de Harry. Se sintió repentinamente celoso de la casita feliz de Harry.

“¿Te gusta?” le llegó una voz baja desde detrás del escritorio. Draco se sobresaltó y volteó para encontrar a Harry mirándolo desde el sillón de su escritorio, hasta ese momento no se había dado cuenta de que cuando entró, el sillón había estado volteado mirando de frente a la pared del fondo. “Hice que construyeran la casa alrededor de este cuarto,” dijo.

Draco entrecerró los ojos. “¿Cómo fue que hiciste que construyeran toda una casa alrededor de un cuarto que está en el primer piso?” preguntó escéptico.

Harry sonrió recargándose en el enorme sillón de piel. “Era un árbol con un hueco en la parte superior y aparte del hecho de que no tenía techo o dosel seguía vivo. De hecho sigue vivo, ¿puedes olerlo?” preguntó aspirando profundamente.

Por supuesto que Draco podía olerlo y encajaba perfectamente con lo que había pensado del cuarto al verlo. “Es... agradable, lo admito. Es un poco chico, pero -”

Se vio abruptamente interrumpido por la risa de Harry. “Eres completamente incapaz de decir solamente un cumplido, ¿verdad?” preguntó.

“No siento con frecuencia la necesidad de hacerlo,” resopló Draco molesto.

“Bueno, yo sí,” dijo Harry. “Por ejemplo, tienes unos ojos encantadores. No estoy seguro por qué no me di cuenta antes,” dijo casualmente, como si no fuera importante y quizá para Harry no lo era.

Draco sacudió ligeramente la cabeza y la inclinó como un pequeño gesto de apreciación, tan sólo para lograr que Harry se volviera a reír.

“Ni das ni aceptas muy bien los cumplidos,” lo bromeó. “Tendré que trabajar en ello,” añadió sonriendo.

“No trabajarás en nada, a menos que sea en tus propios hábitos que me molestan,” se burló Draco. “No necesito la asistencia personal del maldito Harry Potter.”

Harry se limitó a encogerse de hombros y regresó su atención al rollo que tenía en la mano. Draco sentía una curiosidad insana por el contenido de dicho rollo, pero no podía obligarse a preguntar. En cambio hizo otra pregunta que lo apremiaba. “¿En dónde están Andrómeda y Teddy?”

“En el mercado de Andiron,” contestó Harry casualmente. “Fueron a comprar algunas cosas que les pedí para la cena de esta noche.”

“¿Así que los mandas a hacer tus mandados?” preguntó Draco molesto.

Harry entrecerró los ojos. “Si vas a decir disparates, ya puedes irte de aquí,” contestó.

“Bueno, es que parece -” comenzó Draco, pero Harry lo interrumpió nuevamente.

“Lo haría todo yo si pudiera, pero Andrómeda insiste en que si yo cocino lo menos que ella puede hacer son las compras. He intentado persuadirla, pero al parecer, al igual que todos los que llevan la sangre Black, es bastante necia,” terminó con una mueca.

Vaya, eso sí concordaba con lo que conocía de su tía. No le gustaban las dádivas y si Harry ya estaba haciendo tantas cosas en la casa, exigiría tener algo qué hacer. En ese sentido era diferente de sus hermanas. Bella y Narcissa siempre se mostraban bastante satisfechas con dejar que los elfos domésticos hicieran todo. Y hablando de eso, “¿Tienes un elfo doméstico? No he visto alguno desde que llegué,” preguntó Draco.

“Y no lo verás. No, no tengo ninguno ni pretendo tenerlo jamás. Aquí todos hacemos nuestras cosas, todos compartimos la carga y todo se hace bastante bien sin tener que emplear a un esclavo,” añadió Harry.

“¿Esclavo? ¡Los elfos no son esclavos! Tan sólo son sirvientes que cocinan, lavan y limpian,” protestó.

“Entonces ¿cuál es tu definición de esclavo, Malfoy? Te quejaste de que Hogwarts te estaba tratando como a un esclavo cuando tuviste que cumplir un castigo miserable en el bosque prohibido,” le recordó Harry.

Draco hizo una mueca al recordar eso y ya no dijo nada más. Comenzó a revisar los tomos que cubrían los enormes estantes preguntándose cómo habría adquirido algunos de ellos ya que la mayoría eran raros por decir lo menos.

No fue si no hasta que llegó a un librero solo en una esquina que vio varias copias de un mismo libro que no le pareció importante. “Potter,” preguntó, “¿en el nombre de Merlín, por qué tienes tantas copias del mismo libro?”

“¿Hm?” preguntó Harry distraído. Había regresado a su trabajo mientras Draco revisaba los estantes y hasta ese momento se percató de lo que estaba mirando.

“Estos libros,” los señaló Draco molesto, “debes de tener más de cincuenta copias,” añadió.

“Sesenta y dos,” lo corrigió Harry. “Todos son copias de un libro muggle que tenía cuando era niño. The Velveteen Rabbit,” le informó.

“¿Y por qué tienes tantas?” preguntó Draco que sentía curiosidad por entender cómo funcionaba la mente retorcida de Potter.

“Cada vez que veo una copia en alguna tienda de libros usados, la compro,” dijo en voz baja al parecer perdido en sus pensamientos. Estaba haciendo otra vez eso de deslizar la mano por el cabello ya despeinado y morderse el labio inferior. Draco luchó contra el impulso de sacar a ese pobre labio rosado de su tortura antes de que Harry lo lastimara severamente.

“Eso parece una tontería, no es posible que sea tan bueno,” comentó Draco. “Y dudo mucho que la historia cambie de libro a libro.”

“El libro que yo tenía de niño había sido de mi madre cuando era niña. Mi tía no sabía que lo tenía y solía leerla toda la noche en mi alacena,” dijo.

“¿Alacena?” preguntó Draco.

“Fue mi cuarto hasta que tuve once años, era la alacena que estaba debajo de las escaleras,” dijo casualmente como si no fuera importante.

“¿Qué? Hasta nosotros tratamos mejor a nuestros elfos domésticos,” gritó Draco escuchándose completamente ofendido. “¡Eras un mago! ¿Cómo se atrevieron esos muggles -?”

Harry lo interrumpió moviendo la mano. “Ni siquiera sabía que era un mago, y pasó hace mucho tiempo, deja el asunto en paz, ¿sí, Malfoy?”

Respiró profundo y contó mentalmente hasta diez. “De acuerdo. ¿Qué estabas diciendo? Sobre tu rara colección de libros,” lo instó.

Harry le dirigió una sonrisa torcida. “Sí, bueno el libro que yo tenía había sido de mi mamá y tenía algo escrito en la primera página. Era un pequeño mensaje de mi abuela a mi madre.”

“¿Qué decía?” preguntó Draco encontrando fascinante la historia repentinamente.

“Para mi querida Lily, que el mundo te conceda el más precioso de los regalos de la vida y que algún día puedas pasarle este libro a tu bebé,” recitó de memoria Harry. “La firma decía, ‘tu madre que te quiere, Rose’,” añadió.

“¿Y entonces por qué todos estos?” preguntó Draco.

“Bueno, cuando mi tío me encontró con el libro, me lo quitó y lo vendió en una venta de garage y nunca lo volví a ver. Sé que nunca lo encontraré, sin embargo no puedo evitar comprar todos los libros que encuentro,” comentó encogiéndose de hombros tristemente.

“Oh, creo... bueno creo que ahora tiene más sentido. Siento haberme burlado,” añadió. La pérdida que sentía por el hecho de que Lucius estuviera en prisión era un tormento para él, y eso que podía visitar a su padre ocasionalmente. No podía imaginarse el dolor que debía ser no poder volver a ver nunca a cualquiera de sus padres.

Los ojos de Harry brillaron una fracción de segundo, pero pronto se volvieron a calmar. “Es una tontería; no eres la primera persona que me hace bromas al respecto.”

“Pero aún así,” dijo Draco, no sentía muchas ganas de volver a decir ‘lo siento’ y menos que nada a Potter. Con una vez era suficiente.

“¿Lo has leído?” preguntó suavemente Harry.

“¿Un libro muggle? No, mi padre me hubiera azotado si me hubiera encontrado con una baratija como esa,” replicó Draco.

Harry se levantó para dirigirse hacia donde estaba parado Draco. Se inclinó y durante un momento pareció como si fuera a besarlo, pero en el último momento se giró para dirigirse hacia uno de los libros. A Draco el corazón le latía aceleradamente por la cercanía, pero se obligó a permanecer calmado observando sus movimientos.

Le dio uno de los libros más nuevos sonriendo. “Deberías leerlo... si tienes la oportunidad,” le ofreció.

Draco tomó el libro asintiendo y Harry hizo el ademán de salir del estudio. “La cena estará lista en una hora, acabo de escuchar a Andrómeda cruzar las protecciones, deberías ir a verla,” dijo antes de desaparecer por la escalera estrecha.



Sus opiniones son apreciadas.

afectos rivales, novelas, alexis kemp

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