1. Ilusión
Para empezar, Frank y Alice.
Alice estaba radiante. Sus ojos azules desprendían un brillo especial, como si toda la luz del cielo se hubiera concentrado en ellos. Frank la veía avanzar, del brazo de su padre, por el pasadizo formado entre los bancos llenos de invitados. Hasta ese instante se había sentido nervioso, inquieto. Pero ver a Alice sólo dejaba lugar para la felicidad, la esperanza y la ilusión. El miedo y los crecientes ataques por parte de mortífagos habían desaparecido de su cabeza. El vestido blanco caía con sencillez entorno a su figura menuda y ligeramente rolliza y la cascada rubia caía en suaves bucles por su espalda y Frank se moría por enredar sus manos en ellos. Y al llegar ante él, Frank apenas escuchó una palabra de lo que decía el funcionario del ministerio, sólo podía mirar a Alice, devolverle sonrisas cómplices y darle suaves apretones en la mano. Y cuando se besaron supo sin lugar a dudas que haría feliz a aquella mujer hasta el día en que muriera. Que al caminar entre aplausos junto a Alice, Alice Longbottom, había tomado la mejor decisión de su vida.
Bueno, pues aquí está. Un beso.