Título: No estoy hablando de Rufus.
Fandom: Fringe.
Personajes: Peter, Olivia y Walter.
Advertencia: K. Situado en la S2.
Disclaimer: Fringe no me pertenece.
Resumen: Walter recuerda la infancia de Peter.
Nota: Fic para el
Reto 1 de Bishop's Madhouse. He usado la segunda foto.
Peter aprovechó la animada charla entre Walter y Olivia para escabullirse de la cocina. Era agradable verlos en ese plan, riendo y olvidando durante unos minutos el caos que les rodeaba a los dos, pero el tema de conversación no era precisamente su favorito. Fue hasta el salón y se asomó por la ventana, a lo lejos pudo ver rayos que caían sobre Boston. Se quedó hipnotizado por el espectáculo de luces pero al oír acercarse a Olivia salió de su ensimismamiento.
-Parece que va a llover -le dijo cuando ella estuvo a su lado.
Olivia inclinó la cabeza para mirarle a él.
-¿Estás bien?
-Sí -contestó Peter no muy convincentemente-, solo necesitaba descansar un rato del monotema de Walter.
Ella se apoyo en la ventana, muy cerca de él.
-Bueno, no debería sorprenderte, es un clásico: un chico trae a una chica a casa y el padre le avergüenza con historias de su niñez.
Peter se encogió de hombros sin dejar de mirar al exterior.
-Walter no es precisamente el clásico padre.
-A veces sí... esta noche sí. Es adorable lo entusiasmado que habla sobre tu niñez.
Peter se giró hacia ella con la sonrisa puesta.
-Si estuvieras en mi situación ¿te parecería adorable?
-Claro que no -le dijo riéndose-, la gracia está en ser espectador y no el protagonista de las historias.
Peter volvió a mirar por la ventana. Olivia estaba a un suspiro de él. Notaba como le examinaba, como intentaba descubrir que le pasaba de verdad. Decidió hablar para ahorrarle el esfuerzo y ya de paso para detener el escalofrío que estaba atravesando su cuerpo desde que ella había aparecido.
-A veces me duele lo mucho que echa de menos a ese niño -confesó con voz trémula.
La agente se acercó más a él y en susurros intentó animarle.
-Peter, ese niño eres tú.
-Ya no, ahora soy un adulto que no ha cumplido las expectativas de su padre.
-Estás describiendo a todos los hijos del mundo. Decepcionar a los padres es ley de vida. Siempre hacemos algo mal. Hey, piensa que podría ser peor. Podría haberme enseñado fotos tuyas de bebé.
Peter replicó con una media sonrisa.
- He escondido bien ese álbum.
-Una lastima. Seguro que eras una monada.
-¿Era? -preguntó Peter arqueando una ceja - ¿Ese es tu sutil modo de decirme que ahora no soy una monada?
Olivia se puso colorada pero Walter acudió al rescate sin pretenderlo.
-¡Lo encontré!¡Lo encontré!
La agente se separó de la ventana, y de él, y Peter bufó temiéndose lo peor.
-¿Qué has encontrado?
-El álbum de fotos de cuando eras un bebé.
-Genial -vio por el rabillo del ojo como Olivia intentaba contener la risa-, ¿no hemos tenido ya suficiente sesión de cursi nostalgia?
-Estaba dentro del piano -continuo diciendo su padre ignorándolo-, no sé que hacía ahí. Ven Olivia, siéntate a mi lado.
La agente echó un vistazo a Peter como pidiéndole permiso y éste se lo dio con un pequeño gesto de cabeza. Sus ojos verdes brillaron de alegría y se sentó en el sofá. Walter levantó la vista hacia su hijo.
-¿Peter?
-Tengo muy vistas esas fotos.
Pero Olivia estaba usando su mejor cara de súplica y Peter se vio obligado a sentarse al otro lado de su padre.
-Mira, Peter y su primer baño. Que morado estaba.
-Creo que necesito un trago.
-Oh, y aquí que mono con su chubasquero amarillo.
-Mejor cojo la botella -dijo levantándose del sofá.
-Recuerdo una noche de tormenta como la de hoy.... Yo solía cantarle una canción para calmarle de sus pesadillas.
-Genial, ahora me confunde con el perro -exclamó Peter sirviéndose un generoso vaso de whisky.
-No estoy hablando de Rufus. Verás querida, esa noche la canción no funcionó. Estaba bajo su cama, temblando de miedo, no había manera de sacarle de ahí y no paraba de hablar de la tormenta.
-Walter -se quejó el joven Bishop mientras volvía a tomar asiento-, yo nunca he tenido miedo a las tormentas.
-Tenías 3 años -exclamó con fastidio su padre-, ¿cómo vas a recordarlo?
Y volvió a centrarse en Olivia quien sonreía encantada y no perdía detalle de sus palabras. Walter estaba entusiasmado con tan fiel oyente. Peter sonrío para si. Era un idiota, aquello no estaba tan mal.
-Ya era muy orgulloso a esa edad -seguía diciendo su padre-, y no quería admitir que tenía miedo. Y le pregunté: «¿qué haces bajo la cama?». «Nada», me dijo. «Vamos, sal de ahí ya, la tormenta ha terminado». Y me contestó gritando: «Eres un mentiroso».
Olivia dejó de sonreír.
-«Eres un mentiroso Walter...» -prosiguió el hombre-, «...la tormenta no ha terminado...»
-«...ni siquiera ha empezado»
Peter y su padre se giraron hacia Olivia. Hablaba con la mirada perdida y una solitaria lágrima recorría su pálida cara.
-Y tú me dijiste: «Todo va a salir bien, cuando llegue el momento estaremos preparados. Tú estarás preparada, Olive». Salí de debajo de la cama, te di un puntapié y corrí hasta perder el aliento.
La agente pestañeó como recién salida de un trance y secándose la mejilla se levantó del sofá. Peter intentó acercarse a ella pero se detuvo a medio camino, ella negaba con la cabeza suplicándole que se alejara. Muy a su pesar le hizo caso. Walter no se movió, el álbum de fotos temblaba en sus manos.
-Gracias por la cena, nos veremos mañana -dijo Olivia atropelladamente y corriendo desapareció del salón.
Peter se sentó al lado de Walter y de un trago vació su vaso de whisky. Alargó el brazo para coger la botella.
-¿Por qué no vas tras ella? -le soltó su padre de repente.
Peter temblaba.
-Porque me lo ha pedido y porque no sé que decirle.
-Lo que ahora necesita no son palabras. -Miró por la ventana- Va a empezar a llover. Ve a por ella, hijo.
Peter le miró preguntándose si todavía seguía contando su historia.