Letra 4 - Tabla Bon Jovi
Tabla: Bon Jovi
Fandom: Harry Potter
Claim: Bill Weasley/Fleur Delacour
Personajes: Fleur Delacour (y Bill visto desde fuera, por supuesto)
Tema: #4 I finally found my way, said goodbye to yesterday
Nº de palabras: 718
Advertencias: Femslash (sólo mencionado).
Letra 4:
I finally found my way, said goodbye to yesterday
Para Fleur Delacour siempre había sido perfectamente razonable el que se sintiera más atraída- incluso sexualmente- por mujeres que por hombres. Era algo hasta natural. Si bien el refrán universal reza que los opuestos se atraen, ese axioma rara vez se cumplía para las veelas. Al menos en esa primera etapa de una relación en la que la atracción es apenas un chispazo en la piel, y no algo más profundo- la atracción puede ser reducida casi a lo puramente químico-, las veelas necesitan un atractivo, un aliciente, una obsesión. Necesitan alguien con quien competir, alguien que sea capaz de mantenerlas con el corazón en la garganta y la boca llena de saliva por el deseo.
Por eso, y aunque a simple vista prácticamente nadie fuera capaz de imaginarlo, en Beuxbatons, sus verdaderos romances habían sido todos con mujeres. Algunas de ellas habían sido dueñas de una belleza angelical que se acercaba a la suya, y otras pertenecían a esa raza de seres estrambóticos y sensuales; no era exactamente belleza física lo que Fleur buscaba, aunque en todas ellas ese hubiera sido un patrón común. Todos los hombres- que no habían sido pocos- con los que Fleur había tenido algo que ver, llevaban su recuerdo grabado a fuego en la mente y susurraban su nombre con ojos alucinados, porque creían que habían obtenido el cielo de ella- y la verdad era que Fleur no les había dado absolutamente nada. Porque la rubia ponía todo su encanto y su maravillosa inteligencia en función de capturar una presa que le resultaba especialmente atractiva- y esa presa era, por definición, mujer, y, casi con seguridad, una mujer homofóbica o que nunca jamás se hubiera planteado enredarse con otra mujer- pero nunca había necesitado poner el corazón. Y no le dolía. Simplemente, solía pensar que el amor no estaba hecho para ella.
Durante los pocos ratos libres que encontraba durante su estadía en Hogwarts, se complacía en imaginar terribles torturas para el plomazo de Roger Daivies- porque Fleur tenía que soportarlo para mantener las apariencias, pero la verdad era que le resultaba más desagradable que la leche agria- y en buscar hipotéticas víctimas ideales, que jamás encontraba- porque aquella pelirroja era la voluptuosidad hecha mujer, pero era aún muy niña; porque aquella muchacha de rizos castaños tenía unos labios que parecían forrados en seda, pero sus ojos lánguidos dejaban muy en claro que hubiera sido completamente inútil cualquier intento. Hasta que un día, caminando por los pasillos vacíos, tratando de hacer caso omiso de los murmullos que se despertaban a su alrededor desde que tenía memoria, su vida dio un giro de 180 grados. Porque delante suyo se encontraba el hombre más hermoso que se pudiera imaginar- y era curiosamente parecido a aquella pelirroja que hacía que Fleur suspirara de anticipación.
Porque esa primera vez que Fleur Delacour vio a Bill Weasley- alto, pelirrojo, incapaz de contener el encanto que parecía escapársele en cada exhalación-, fue plenamente consciente de que jamás nada podría volver a ser lo que era. No podría volver a besar apasionadamente chicas detrás de las cortinas aterciopeladas de Beuxbatons, ni a coquetear descaradamente con cualquier hombre que se le cruzara en el camino. Todo acababa de cambiar para ella.
Por supuesto que no había sido amor a primera vista- y si lo hubiera sido, Fleur estaba casi segura de que hubiera corrido lo más lejos de él que hubiera podido, espantada como una niña chiquita. Había sido una atracción casi magnética, la seguridad fatal de que atrás de esa sonrisa se escondían misterios que ella sabía que valían la pena ser descubiertos. Que ese hombre ocultaba lo inefable, lo místico, lo maravilloso. Fleur presintió, sin temor alguno a equivocarse, que ese hombre con belleza y sensibilidad de mujer, sin ser por ello menos hombre, representaba aquello que inútilmente había buscado durante toda su vida y que equivocadamente había creído que era sólo factible de ser encontrado en una mujer, porque sólo lo encontraba en si misma. Presintió que él sería capaz de mantenerla una vida entera con el corazón en la mano y los labios tensos de anticipación y placer.
Fleur Delacour sintió, paralizada luego de la fugaz aparición de Bill Weasley en su vida, que él era el núcleo de tormenta por el que deseaba ser arrastrada.
Fandom: Harry Potter
Claim: Bill Weasley/Fleur Delacour
Personajes: Fleur Delacour (y Bill visto desde fuera, por supuesto)
Tema: #4 I finally found my way, said goodbye to yesterday
Nº de palabras: 718
Advertencias: Femslash (sólo mencionado).
Letra 4:
I finally found my way, said goodbye to yesterday
Para Fleur Delacour siempre había sido perfectamente razonable el que se sintiera más atraída- incluso sexualmente- por mujeres que por hombres. Era algo hasta natural. Si bien el refrán universal reza que los opuestos se atraen, ese axioma rara vez se cumplía para las veelas. Al menos en esa primera etapa de una relación en la que la atracción es apenas un chispazo en la piel, y no algo más profundo- la atracción puede ser reducida casi a lo puramente químico-, las veelas necesitan un atractivo, un aliciente, una obsesión. Necesitan alguien con quien competir, alguien que sea capaz de mantenerlas con el corazón en la garganta y la boca llena de saliva por el deseo.
Por eso, y aunque a simple vista prácticamente nadie fuera capaz de imaginarlo, en Beuxbatons, sus verdaderos romances habían sido todos con mujeres. Algunas de ellas habían sido dueñas de una belleza angelical que se acercaba a la suya, y otras pertenecían a esa raza de seres estrambóticos y sensuales; no era exactamente belleza física lo que Fleur buscaba, aunque en todas ellas ese hubiera sido un patrón común. Todos los hombres- que no habían sido pocos- con los que Fleur había tenido algo que ver, llevaban su recuerdo grabado a fuego en la mente y susurraban su nombre con ojos alucinados, porque creían que habían obtenido el cielo de ella- y la verdad era que Fleur no les había dado absolutamente nada. Porque la rubia ponía todo su encanto y su maravillosa inteligencia en función de capturar una presa que le resultaba especialmente atractiva- y esa presa era, por definición, mujer, y, casi con seguridad, una mujer homofóbica o que nunca jamás se hubiera planteado enredarse con otra mujer- pero nunca había necesitado poner el corazón. Y no le dolía. Simplemente, solía pensar que el amor no estaba hecho para ella.
Durante los pocos ratos libres que encontraba durante su estadía en Hogwarts, se complacía en imaginar terribles torturas para el plomazo de Roger Daivies- porque Fleur tenía que soportarlo para mantener las apariencias, pero la verdad era que le resultaba más desagradable que la leche agria- y en buscar hipotéticas víctimas ideales, que jamás encontraba- porque aquella pelirroja era la voluptuosidad hecha mujer, pero era aún muy niña; porque aquella muchacha de rizos castaños tenía unos labios que parecían forrados en seda, pero sus ojos lánguidos dejaban muy en claro que hubiera sido completamente inútil cualquier intento. Hasta que un día, caminando por los pasillos vacíos, tratando de hacer caso omiso de los murmullos que se despertaban a su alrededor desde que tenía memoria, su vida dio un giro de 180 grados. Porque delante suyo se encontraba el hombre más hermoso que se pudiera imaginar- y era curiosamente parecido a aquella pelirroja que hacía que Fleur suspirara de anticipación.
Porque esa primera vez que Fleur Delacour vio a Bill Weasley- alto, pelirrojo, incapaz de contener el encanto que parecía escapársele en cada exhalación-, fue plenamente consciente de que jamás nada podría volver a ser lo que era. No podría volver a besar apasionadamente chicas detrás de las cortinas aterciopeladas de Beuxbatons, ni a coquetear descaradamente con cualquier hombre que se le cruzara en el camino. Todo acababa de cambiar para ella.
Por supuesto que no había sido amor a primera vista- y si lo hubiera sido, Fleur estaba casi segura de que hubiera corrido lo más lejos de él que hubiera podido, espantada como una niña chiquita. Había sido una atracción casi magnética, la seguridad fatal de que atrás de esa sonrisa se escondían misterios que ella sabía que valían la pena ser descubiertos. Que ese hombre ocultaba lo inefable, lo místico, lo maravilloso. Fleur presintió, sin temor alguno a equivocarse, que ese hombre con belleza y sensibilidad de mujer, sin ser por ello menos hombre, representaba aquello que inútilmente había buscado durante toda su vida y que equivocadamente había creído que era sólo factible de ser encontrado en una mujer, porque sólo lo encontraba en si misma. Presintió que él sería capaz de mantenerla una vida entera con el corazón en la mano y los labios tensos de anticipación y placer.
Fleur Delacour sintió, paralizada luego de la fugaz aparición de Bill Weasley en su vida, que él era el núcleo de tormenta por el que deseaba ser arrastrada.