Los últimos romántios (5/?)

Oct 01, 2010 19:29

Los últimos románticos, capítulo V | Anteriores
Longitud: 11.500~ este capítulo | 44.000~ totales.
Rating/Advertencias: M | Situaciones sexuales, vocabulario soez, Gerard Piqué en general.

Nota de autor: Con este capítulo se nos ha ido la mano, hay que reconocerlo. Es muy largo, pero es casi todo diálogo, y no se puede decir que sea uno de esos capítulos de relleno ;) ¡Esperamos que os guste!

V.Parte I

Raúl acababa de salir de la ducha cuando llamaron al telefonillo.

-David, ¿abres? -gritó desde el baño-. ¡Eeeh! -Salió enrollándose la toalla alrededor de la cadera y fue a abrir la puerta. -Cago en la leche. ¿Sí?

-Comida china -contestaron.

-Eh… Pony, ¿has pedido comida china?

-¿Qué dices? -replicó Silva desde su habitación.

-Chori, abre, gilipollas, que somos nosotros -se rieron desde la calle.

David asomó la cabeza por la puerta de su cuarto.

-¿Te han vuelto a engañar con lo de la comida china?

-Vete a la mierda.

Abrió la puerta de entrada y, mientras ellos subían, se puso sus pantalones buenos de salir a ligar, los que le hacían buen culo.

Sus amigos entraron en tropel a casa, riéndose como locos.

-Macho, ¿cuándo has visto tú a un chino con acento sevillano? -preguntó Torres, saludándole con una palmada en la espalda.

-Es que sois idiotas.

-¿Aún estás sin vestir?

-Hay tiempo. Relájate.

-Sólo estoy emocionado. Es la primera vez que el Pony nos saca por ahí. ¿A dónde crees que iremos, a la biblioteca?

-Peor, seguro que nos droga y nos usa como sujetos de experimentos. -contestó Fernando, tratando de sonar como recién salido de una película de terror.

Desde su habitación acababa de oír como sus amigos cuestionaban ese acto totalmente impropio de él. David proponiendo un plan de fiesta. David saliendo un jueves por la noche, cuando al día siguiente tenía clase y prácticas en el hospital. Entendía la sorpresa, las bromas, porque ¿quién pensaría en él haciendo algo así? ¿Qué rocambolesca idea había surgido para que él hiciera algo como eso? ¿Quién le había arrastrado a tomar dicha decisión?

-Muchas gracias, vuelva cuando quiera. -David dejó salir a una madre que empujaba el carrito de su bebé mientras sostenía la puerta. -Buenos días, ¿puedo ayudarte?

Tras el mostrador le sonreía una mujer entrada en carnes, con rizos cobrizos alrededor de su rostro redondo. Llevaba un vestido de flores grandes y llamativas, y traía puesto también un delantal azul. Esperaba encontrarse con David, como Carlos le había dicho, tendría que recoger las llaves y darle una respuesta a la invitación que él y su amigo le habían formulado la tarde anterior. Pero no estaba, y Silva se sintió aliviado, no tendría que pasar por el mal trago de decirle que no, no tendría que escabullirse de la invitación.

-Yo… trabajo para el profesor Marchena, me dijo que había dejado unas llaves para mí.

-Pues no sé nada, espera seguro que mi hijo tiene que saber. ¡David, cariño! ¿Puedes venir un momento?

-¿Ahora? -gritaron.

-Sí.

Durante un largo minuto, David se quedó allí, parado con las manos en los bolsillos balanceando su peso de un pie a otro, mientras que la madre de Villa le observaba tamborileando los dedos sobre la superficie de madera.

-No sé como quieres que coloque la mercancía si no haces más que llamarme -protestó mientras salía.

-¿Sabes algo de unas llaves de Carlitos? -su madre señaló en dirección a David y fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaban solos.

-Hola… ¡Hola! -exclamó de repente haciendo que su madre estrechase la mirada-. Esto, llaves… sí, claro -se dio la vuelta para rebuscar en uno de los cajones que tenía a mano- ¡Aquí! Toma.

-Gracias -respondió alargando la mano para que Villa dejase las llaves en ella. Durante un par de segundos nadie dijo nada más. Ellos siguieron mirándose mientras Dori, la madre de Villa, permanecía atenta a los movimientos de ambos-. Será mejor que suba, tengo mucho trabajo que hacer. Buenos días.

-Buenos días -respondió Dori ante la ausencia de palabras de su hijo.

Salió de allí lo más rápido que sus pies le permitieron, directo al portal, le temblaban ligeramente las manos y tardó más de la cuenta en abrir la puerta.

-¡Oye! -David acababa de salir de la tienda.

-¿Sí?

-Bueno, no me has dado una respuesta.

-¿Respuesta? -preguntó haciéndose el sorprendido.

-No cuela -dijo sonriendo-. Sé que sabes de lo que hablo.

-Yo… -David se mordió ligeramente el labio y suspiró pesadamente-. Mira, gracias por la invitación pero tengo clase el viernes y, bueno, no puedo faltar.

-Nadie te pide que te quedes hasta el amanecer.

-Ya, pero…

-Entiendo. Eres de esos.

-¿De esos?

-Sí, los mojigatos que se quedan en casa, recogiditos estudiando y sin vida social.

-Si estás intentando picarme con eso, te advierto que no va a funcionar. Me quedo en casa, estudiando, sí. Pero es que a diferencia de muchos, me importa mi futuro.

Se dio la vuelta empujando la puerta ligeramente con el hombro. No había tenido una buena razón hasta ese momento para negarse a ir con ellos, pero ahora lo tenía más que claro. No le gustaba la gente que se permitía el lujo de hacer juicios sin conocerle, y parecía que David estaba dispuesto a ello.

-Eh, espera -le dijo poniéndole una mano en el hombro-, vamos, no era para tanto. Sólo era una broma.

-Muy gracioso -espetó.

-Vamos, no seas así. Es sólo, bueno, una invitación. Puedes decir que no si no quieres. No tienes que inventarte excusas.

-¿Excusas?

-Bueno, es lo que parece. Nadie te obliga a venir, puedes decir que no.

-Bien, pues no.

-¿Por qué? -preguntó poniendo la mano para impedirle que abriera el ascensor.

-¿No acabas de decirme que puedo simplemente negarme?

-He dicho que no tienes que dar excusas, y que puedes decir no. Pero quiero saber cuál es la razón.

-No me apetece -mintió encogiéndose de hombros.

-¿Seguro? Porque creo que esa no es la verdadera razón -le dijo dando un paso, obligándole a recular.

-Sí - David no dejaba de mirarle a los ojos y a Silva estaba empezando a inquietarse-. Tengo que subir a trabajar.

-Bien.

-Y no puedo hacerlo si tú invades mi espacio personal y bloqueas la puerta del ascensor.

-Ya.

-¿No vas a moverte?

-No.

-¿Por qué?

-Porque quiero que vengas mañana.

Villa le sonrió ligeramente haciendo que David frunciese la nariz. La verdad es que estaba molesto por la situación, no se encontraba cómodo, pero por otro lado, en el fondo, no podía negar que ese interés estaba llamando su atención.

-Sí digo que iré, ¿me dejarás subir?

-Claro, soy una persona razonable.

-Seguro -murmuró-. Está bien,

-¿Eso es un sí? -Silva asintió. -Estupendo, cuando bajes a dejar las llaves concretaremos hora y lugar. ¿Te parece bien?

-Qué remedio -respondió sonriendo ligeramente. Villa se separó entonces de él permitiéndole abrir el ascensor-. Avisaré a mis amigos, estoy seguro que estarán encantados de apuntarse.

-¿Amigos?

Entonces había llamado a Raúl y le había propuesto el plan. Le costó hacerle entender que no era una broma pero cuando lo hizo no tardó en arrastrar a sus amigos con ellos. Al menos así se sentía algo más protegido.

---

Raúl se acercó sigilosamente a Álvaro. Lo principal era actuar como si no hubiera pasado nada. Eso llevaba haciendo más de un año, podía seguir haciéndolo después de la conversación con él el otro día, y después de la conversación con David, que fue casi peor. Su lema en esas situaciones, que últimamente se repetían más de lo conveniente, era ‘pase lo que pase, que no cambie nada’.

-Ey -dijo, sobre su hombro.

-Hola -contestó él, dándose la vuelta perezosamente para encararle.

-¿Qué pasa?

-No sé, ¿qué pasa?

-No… quería decir que qué tal.

-Ah. Bien.

-Vale.

-¿Tú?

-También -replicó. Sonrió forzadamente y miró a sus dos amigos, que cuchicheaban como las dos marujas que eran, tirados de cualquier manera en el sofá. Se había hecho un silencio denso e incómodo entre los dos, que Albiol rompió con lo primero que se le ocurrió-. Oye, ya me he bajado Dexter, mañana lo vemos…

-Ah, ya lo vi el martes -le cortó Álvaro.

-¿Qué?

-Sí. Se me olvidó decírtelo.

-Joder -masculló Raúl.

-Bueno, puedo volver a verlo, si quieres. El episodio es una pasada.

-Eres un gilipollas.

-Raúl, macho…

-No. No puedes ver Dexter sin mí -sentenció, como si fuera una ley de la naturaleza, como la gravedad o cualquier rollo de esos-. Tenemos un trato.

-Bueno, se me olvidó. No es para ponerse así.

-¡Tenemos un trato! -exclamó, ofendido-. Esto no se hace.

-Venga, tío -trató de relajar los ánimos Arbeloa, dándole un golpe amistoso en el hombro.

-Cállate, estamos teniendo una bronca.

-¿Qué? Tú estás teniendo una bronca conmigo. Yo sólo estoy aquí en plan: ¿WTF? -exclamó, gesticulando con los brazos sobre la cabeza-. ¿Y qué clase de bronca es si yo no puedo hablar?

-Eres gilipollas.

-¿Algo más?

-Sí. -Álvaro se cruzó de brazos, esperando. Albiol trató de formar una frase coherente, pero sólo boqueó un par de veces, demasiado cegado por el odio para ser capaz de pensar nada. -Vete a la mierda.

-Genial.

-Y como me sueltes un spoiler te diré quién muere en Anatomía de Grey en el capítulo de esta semana.

-Eres una mierda de persona -le espetó Álvaro, cabreándose al fin.

-¿Sí? Adivina de quién se me ha pegado -replicó, dándose la vuelta para meterse en el cuarto de David.

-Le he dicho a mi madre que hoy duermo en tu casa, así que más te vale que se te pase la tontería esta noche.

-Ya veremos -dijo entre dientes, antes de cerrar la puerta tras él.

David tenía la cabeza metida dentro del armario cuando Raúl accedió a su habitación, cerrando la puerta de malas maneras.

-Es que joder, más tonto no puede ser -masculló Albiol.

-¿Perdona?

-Nada… nada -gruñó.

-¿Quieres algo? -Por la cara de perro que arrastraba, sabía que necesitaba hablar. Qué, como siempre, la causa tenía de nombre Álvaro y, como de costumbre, no iba a ser nada fácil. A no ser que se repitiese el extraño episodio de la horchata.

-Una camiseta -dijo de repente.

-¿Qué?

-Una camiseta, para salir.

-¿Mía?

-No, de tu padre -espetó molesto-. A ver, quita -dijo, empujándole y observando el interior de su armario-. Tío, tienes un gusto pésimo. Aquí sólo hay negro, con sus variaciones en gris, y gris más oscuro.

-Raúl, mides como 15 centímetros más que yo. ¿En serio piensas ponerte esto? -preguntó arrebatándole el polo negro que tenía en sus manos.

-Bueno, tengo tableta que lucir -dijo enseñándole los abdominales.

-Déjate de decir tonterías -puso una mano en cada hombro y le dio un empujón- siéntate y dime, ¿ha pasado algo?

-¿Algo de qué? -preguntó sentándose en la cama.

-No te hagas el tonto.

-Siempre decís que lo soy, ¿no?

-Mira, no tengo mi mejor día, así que iré directo al grano.

-¿Estás nervioso por el tío ese? -le interrumpió Raúl apoyando las palmas de las manos sobre el colchón.

-¿Tío, qué tío?

-Pues con el que has quedado.

-No he quedado con nadie, me… nos -se corrigió-, ha invitado a un botellón.

-Un tío que conoces hace un par de días. Tú nunca sales si no es con nosotros.

-Voy a salir con vosotros -replicó.

-Porque me lo suplicaste. No es que me importe salir de fiesta un jueves, pero bueno, al menos podías decirme la verdadera razón. Si hay que echarte un cable con un tío, pues ya sabes… aquí estoy. Aunque estás tú muy suelto, ¿eh? Cesc, ahora este…

-¿Quieres dejar de decir tonterías? -Gritó nervioso-. Aquí no hay nadie que explicar salvo la verdadera razón por la cual estás en mi cuarto y no haciendo el pijo con tus colegas.

-Quería una…

-Es por Álvaro, ¿no? Sé que no habéis hablado desde el otro día.

-Tienes razón, tu camiseta no me sentaría bien, iré a por algo decente a mi armario.

-Raúl, no seas imbécil. ¿Qué ha pasado?

-Nada… -murmuró-. Venga, que vamos a llegar tarde. -Se puso de pie, pero David extendió una mano, y tomándole del antebrazo le impidió ponerse en marcha-. Es… es una tontería, ¿vale? Teníamos un trato y ahora… encima de la estupidez del otro día, y parece que el ofendido es él, y ¡joder! Siempre igual. Puedo dejarlo pasar, ¿vale? Pero me jode ser el que siempre recula, ¿sabes? El que se calla siempre.

-Pues no lo hagas.

-David, en serio. Conozco a Álvaro, mejor que él mismo. Y sé, sé que las cosas tienen que ser… pues como tienen que ser.

-Raúl, yo… mira creo que necesitáis hablar. Esta situación se os va a ir de las manos.

-¡Anda ya! -exclamó-. Se pasará, y seremos como siempre. Como hermanos.

-Pero…

-Venga, ponte guapo para ese chico. Y espero que me dejes darle el visto bueno, que por lo nervioso que estás…

-¡No estoy nervioso! -gritó de nuevo.

-Ya, seguro…

Raúl consiguió zafarse del resto de preguntas, de las palabras que no quería escuchar y que sabía que David iba a decirle. Porque le conocía, Silva no era de los que se callaba, como él. Y pondría sobre la mesa las cosas que en ese momento no podía manejar.

---

-Yo sólo digo que es una mala idea -masculló Torres, cruzándose de brazos.

Álvaro y Sergio estaban inclinados sobre el teléfono móvil de David, que había cometido el error de dejarlo en el salón.

-Tú eres un aguafiestas. Venga, antes de que salgan.

-Déjame un momento -murmuró Arbeloa-. Esto tiene método.

-Qué método ni qué hostias -metió prisa Sergio-, coge el número y san se acabó.

-Shh -le mandó callar-. Apunta.

-Yo sólo os aviso, si a mí me hacéis algo así alguna vez, os mato.

-El Pony nos lo va a agradecer, ya verás -le aseguró Álvaro.

-¿Llamamos ahora?

-No, mañana -replicó, sacando el móvil del bolsillo de sus vaqueros y marcando el número.

-La vas a liar parda, tío.

-Niño, cállate un poquito -le cortó Sergio, acercando la oreja al teléfono.

-¿Hola? ¿Cesc? -preguntó Álvaro hacia el otro lado de la línea, abriendo mucho los ojos-. No sé si te acuerdas de nosotros. Yo. De mí, quiero decir. Soy un amigo de David. -Un silencio. -Sí, el mismo. Oye, que me ha pedido que te llame…

-Madre mía…

Álvaro le mandó callar con un gesto.

-…porque esta noche vamos a salir a tomar algo y dice que le apetece mucho verte.

Sergio levantó los pulgares, aprobando la elección de palabras de su amigo.

-Bueno, es que él está… en la ducha, y no puede hablar, pero me ha dado tu teléfono -mintió. Otro silencio, esta vez más largo-. ¿Sí? Pues como en… media hora, o así. Es un poco precipitado, sí, pero…

-El chaval no es tonto, ¿eh? Se va a oler que hay algo raro.

-¿Sabes llegar hasta Torre Europa? Perfecto -dijo, con una gran sonrisa de satisfacción-. Entonces te vemos allí.

-Toma ya -exclamó Ramos en cuanto colgó el teléfono.

-Sois unos cabronazos.

-Vas a ver. Esta noche va a ser legendaria.

---

Habían llegado con bastante tiempo, cargando con las bolsas de bebida que habían comprado a buen precio en la tienda de David, caminando desde la estación de metro de Bernabeu cumpliendo con la rutina de antaño, y que hacía ya bastante que no repetían. Pero que debido a las intenciones de Gerard de conseguir que Villa mojara habían vuelto a repetir. Esperaron en el fondo de la plaza, haciendo un pequeño corro en torno a las bebidas, hablando del último coche que había entrado en el taller. Piqué asentía a las explicaciones de Sergi acerca de las posibilidades que tenía el motor de salvarse mientras se llevaba el vaso de plástico a los labios. Unos metros a su izquierda un chico acababa de llegar, siguiendo, al parecer, el camino marcado en una hoja de papel que doblaba con cuidado para meterla en el bolsillo trasero de su pantalón. Gerard sonrió sin darse cuenta, dedicando toda su atención hacia él.

-¿Ya estás oteando a tu nueva presa? -preguntó Sergi al darse cuenta de que su amigo ya no le prestaba atención.

-Pobrecillo, parece perdido. Necesita un guía.

-Si, un guía directo a tus pantalones -se mofó Villa.

-Tranquilo, que esto no me distraerá de mi cometido -dijo colocándose tras de él, dispuesto a masajearle los hombros-, hoy follas.

-¿Qué me estás contando? -Se aventuró a exclamar Sergi-. ¿Y esa buena nueva?

-¡Hostia, es verdad! Qué no te hemos contado lo mejor. Querido Sergi, estamos reunidos para que aquí el paleto saque el sable a pasear.

-¿Y no me habíais contado nada? -preguntó ofendido-. Yo movilizando a las amigas de mi hermana y ya tenía plan hasta el Tato.

-Intenté explicártelo ayer por la tarde -se defendió Gerard-, pero tu atención estaba centrada en cierta parte de la anatomía de mi jefe.

-¿Qué cojones dices?

-¡Qué le estabas mirando el culo!

-Eso no es… eso es… ¡vete a la mierda! Me voy a buscar a estas porque si las planto mi hermana me degüella.

Mientras Piqué seguía riéndose de Busi, David se apoyó en el murete cercano, con las manos metidas en los bolsillos. Trataba de parecer sereno y distante, como si volver a ver a Silva no le importase lo más mínimo, pero sus ojos le delataban, miraba de reojo a cada persona que avanzaba desde la Castellana por los bajos de Torre Europa y se abría paso hasta la plaza dónde habían quedado.

-Oye, tío, creo que le voy a entrar a ese -dijo Piqué, señalando hacia el chico que había llegado unos minutos antes.

-Cabrón, no puedes esperar ni cinco minutos.

-Hay que tantear el terreno. -Villa le miró de malas maneras recibiendo una sonrisa socarrona como respuesta. -Cuanto antes empiece, antes acabo.

-Macho, no tienes vergüenza ni la conoces…

Entonces un grupo no muy numeroso llegó hasta el centro de la plaza. No le vio la primera vez que puso sus ojos en ellos, flanqueado como estaba por dos de sus amigos, pero cuando se paró en seco, David se incorporó de repente, dándole un golpecito a Piqué en el hombro para que se diese la vuelta y los viese.

---

Silva se había empapado del buen humor de sus amigos, incluso se venía riendo con las anécdotas de Sergio sobre la última vez que había estado pinchando en Fuenla; estaba bastante más tranquilo y relajado de lo que había estado en todo el día, y casi había olvidado la razón por la que estaban allí. Aunque era cierto que no podía dejar de pensar en Raúl, en lo ausente y callado que estaba, pero sobre todo en el estúpido de Álvaro que no parecía tener intención de arreglar las cosas.

-¿Ese es Cesc? -preguntó Raúl.

-¿Qué? -exclamó Silva. Se detuvo observando al sobrino de Xavi que acaba de verles y les saludaba con la mano.

-¿Qué hace Cesc aquí? -Albiol se puso junto a David, que se encogió de hombros. Las risitas de sus amigos le dieron la respuesta.

Al otro lado, Silva pudo ver a sus anfitriones. Villa hizo un extraño movimiento de cuello a modo de saludo, junto a él Gerard hacía verdaderos esfuerzos para no empezar a carcajearse. Silva le respondió con una tímida sonrisa; tras unos largos segundos dirigió sus pasos hacia Cesc.

-¿Qué cojones habéis hecho? -les dijo Raúl airadamente.

-Joder, macho, echarle una mano al Pony -se defendió Sergio.

-Para una vez que nos invita, queríamos devolver el favor -añadió Álvaro.

-Mira que sois marujas, ¿quién coño os creéis que sois? ¿Pensáis que lo sabéis todo?

Y aunque había lanzado las preguntas al viento, Álvaro intuía que iban dirigidas a él.

-Mira que os lo dije, pero nada, vosotros erre que erre… -les regañó Fernando.

-Joder, ya empezamos -dijo Sergio bufando.

-No podéis meteros en el vida de los demás sin consultar -dijo siguiendo los pasos de Raúl que ya se había acercado hasta Cesc y Silva.

-Pero, ¿ha pasado algo que no sepamos? -preguntó Ramos a nadie en particular.

---

Tras unos saludos embarazosos y las intensas miradas que sentía en su nuca. Silva se disculpó y reunió con Villa y Piqué.

-Hey -saludó.

-Hombre -dijo Gerard pasándole un brazo por encima de los hombros-, ¿qué tal, chaval? Así que te has traído amiguitos, ¿eh? Pues me parece muy bien, creo que voy a conocerlos. Y, si me permites, a unos más intensamente que a otros.

-Perdónale -se disculpó Villa- es que es así de silvestre por naturaleza, lo llevamos a un adiestrador pero no sirvió de nada.

-Ya…-dijo forzando una sonrisa, un poco incómodo-. Pues se ha quedado buena noche ¿verdad?

-Sí -contestó él-…¿Una copa?

-Por favor -replicó inmediatamente-… ¿tienes cerveza?

-Claro. -Se agachó para coger una litrona de las que habían traído y se la tendió.

-Gracias -dijo tras abrirla, llevándosela a la boca-. El alcohol, ese gran lubricante social.

-¿Qué? -preguntó, escupiendo la bebida.

-Eso dicen -dijo Piqué apareciendo de nuevo, justo para salvar a Villa- Aunque yo prefiero otro tipo.

-Macho, es que contigo no hay quien pueda -protestó David.

-Si lo hago por vosotros, que os noto un poco… tensos.

-Gracias. -Silva se mordió el labio y echó una mirada a sus amigos-. Bueno, pues… ¡Raúl!

---

Mientras Albiol acudía a la llamada de David, sus amigos arrinconaron a Cesc.

-Oye, empanao, pero de colegueo ¿eh? -le dijo Sergio, amistosamente- ¿Ha pasado algo?

-¿Qué?

-Sí, ya sabes entre el Pony y tú.

-Pero, chico, déjale… -le interrumpió Fernando, poniendo los ojos en blanco-. Vamos con esos, que se ve que van bien servidos.

Se acercaron hacia el murete dónde se encontraba el resto, con Piqué empezando a servir copas. Era obvio que Villa estaba más callado de lo habitual.

-Bueno pues estos son mis amigos -dijo Silva señalando a los recién llegados -Ramos, Torres, Cesc y el Trufas.

-¡Tu puta madre, pequeño Pony! -protestó Álvaro, ganándose una mirada furibunda de Silva por desvelar su mote.

-Ellos son David y Gerard.

-Villa y Piqué -interrumpió el más alto- que noto yo que aquí va a haber feeling -dijo mirando directamente hacia Cesc.

-Hostia, macho, que gilipollas eres -protestó David.

-No, no… yo también lo notó -le apoyó Ramos emocionado.

-Sergio, tío… a veces eres muy tonto -le regañó Torres.

-Y creo que es el momento perfecto para empezar a beber -anunció Álvaro.

Con las primeras copas servidas las conversaciones empezaron a fluir, se hablaba de fútbol y mujeres como casi siempre que se reunían al menos un par de hombres. Había bromas y anécdotas que relajaron el ambiente y permitieron que se fueran conociendo poco a poco. Silva se acercó a Cesc y comenzaron una charla más privada.

-Así que no sabías que me habían llamado -comentó Cesc casualmente.

-La verdad es que no.

-Vaya, pensaba que había sido idea tuya.

-Bueno, quería hacerlo pero…

-No surgió la ocasión, ¿verdad?

-Lo siento, yo…

-Vamos, no pasa nada -dijo amistosamente-. Yo también podía haber llamado.

-Lo pasé bien el otro día -señaló David llevándose la mano a la nuca.

-Yo también.

El silencio volvió a adueñarse de ellos. Haciéndoles sentir incómodos como la mañana que habían despertado juntos.

-Sólo que bueno… -comenzó Silva.

-Puede que no sea el momento oportuno para repetir, ¿verdad?

-Es sólo que estoy muy liado con las clases, las prácticas…

-Te entiendo, a mí me pasa casi igual.

-De verdad que yo…

-Sí, yo también.

-Y a vosotros ¿no os gusta el fútbol? -Piqué se acercó a ellos, colocándose en medio.

-Sí -respondieron al unísono.

-¿No se nota que solo vengo a interrumpir? -se sinceró.

-¿Cómo? -preguntó Silva.

-¡Ay! Es que lo tengo que explicar todo, a David no le hacía muchas gracia que estuvierais tan solitos… es que… ya sabéis, le gusta que la gente se integre en el grupo.

-Seguro -respondió, ligeramente hostil.

-Pero ve, vamos, únete a ellos -le sugirió.

-¿No teníamos que integrarnos todos?

-Sí, pero a tu amigo ya le integraré yo, ¿verdad? -se dio media vuelta, dándole la espalda a Silva, mirando directamente a Cesc quien le sonrió ampliamente, haciéndose a un lado para que Piqué se colocase junto a él, rozándose hombro con hombro.

David, un poco más aliviado tras la conversación con Cesc, aunque molesto por las formas de Gerard, volvió con el resto del grupo.

-¿Todo bien? -le preguntó Raúl cuando llegó junto a ellos.

-Y tú, ¿todo bien? -replicó, extrañado de que Álvaro no estuviese al lado de su compañero de piso.

-Dejémoslo en tablas.

-¡Coño, cuanta gente! -exclamó Busi al llegar -¿Y cuál es el que te quieres tirar? -le preguntó disimuladamente a Villa.

-Pues supongo que al Pony -interrumpió Álvaro, que estaba junto a ellos.

-¿El pony? ¿Quién es el pony? -preguntó levantando la voz.

-Este -dijeron Ramos y Torres a la vez, señalando a David.

-¿Qué? ¿Qué pasa conmigo?

Busi apretó con la mano el hombro de Villa, asintiendo vehementemente.

-Anda, quita -protestó-. ¿Y las amigas de tu hermana?

-Allí -señaló a un grupo de chicas cercano-, vía libre con todas menos con la morena de pantalón rojo. Es mi hermana -puntualizó.

-¡Coño, tías! -le dijo Ramos a Torres, y ambos se pusieron en cambio- Me pido a la rubia.

-Venga, yo la de azul -respondió.

-Ya está, se han quedado con las mejores -murmuró Álvaro.

-Pues aquella del abrigo negro no está mal -comentó Raúl.

-Cómo si fueras a conseguir algo -le picó.

-¿Sí?- dio un trago largo a su ron con redbull y se encaminó hacia ellas, justo antes de llegar se dio la vuelta- Va por ti, Trufas.

Él sólo rodó los ojos y se escondió tras su bebida.

-Joder tíos, ya no hay un puto hielo -se quejó Busi.

-Hay un chino por aquí cerca -apuntó Silva-, puedo ir si queréis.

-¡Cojonudo! -le animó Sergi.

-Espera, voy contigo -Villa apuró su copa y ambos emprendieron el camino.

---

Álvaro se quedó allí con Sergi, observando la desbandada del grupo, y tuvo un poco la sensación de que era una caravana de mujeres parando en la plaza de un pueblo lleno de hombres viejos y feos y desesperados. Aunque ninguno de ellos era viejo ni feo. Lo de desesperados sí que casaba más con la realidad.

Sergio y Fer arrinconaron a dos chicas que parecían ir también en pareja, y cada uno se puso a trabajar con una. Era su modus operandi habitual, eso de cazar en pareja. Elegían a dos que fueran tan amigas inseparables como eran ellos, y si ligaban, ligaban los dos seguro, porque entre ellas se animaban a seguirles el rollo. Tenían el método totalmente dominado.

Lo del Chori era un poco más prueba y error. Si encontraba el público adecuado le funcionaba muy bien, pero siempre daba con alguna de esas zorras amargadas con cara de acabar de comerse un limón que ya le estaban dando calabazas antes de que pudiera presentarse. Álvaro rezó para que la chica de esa noche fuera de esas, pero se le veía en la cara que era un encanto.

-Mierda.

-¿Qué pasa? -preguntó Sergi, que era el único que quedaba por allí.

-Nada. ¿Tú no vas a la caza del abejaruco ibérico?

-Que va, las tengo a todas muy vistas. Cuando se pasan el día en tu casa depilándose las piernas en tu baño como que pierden encanto.

-Es lo que tiene -contestó Arbeloa, que lo había vivido en sus propias carnes, ya que su casa era como el club social de Fuenlabrada, en la que paraban todos los amigos de sus hermanos y hermanas.

Ella estaba sonriendo. Raúl también. Gilipollas.

-Así que… parece que hay rollito entre estos dos, ¿eh?

-Sí, creo que sí -dijo, sin realmente haber escuchado la pregunta. Estaba demasiado ocupado tratando de oír lo que se estaban diciendo.

-Conociendo a David, parece que le gusta mucho David. Mi David y el tuyo, quiero decir. Aunque claro, nunca se sabe desde fuera, ¿no? Pero lo parece.

Raúl había cogido las manos de la chica entre las suyas. ¿De qué coño iba eso?

-Sí, nunca se sabe -contestó Arbeloa mecánicamente.

Sergi seguía hablando sobre las relaciones y la atracción y no sé qué teoría que tenía un dueño de un taller de coches que era el jefe de Fulanito, que aparentemente era un tío súper listo, y Álvaro no le hacía ni puto caso, pero a él no parecía importarle demasiado.

Raúl. Y esa chica. Y él miraba las manos de ella y ella se reía como una tonta y se ponía colorada hasta las orejas.

-Vale, tengo cuatro teorías, y voy a descartar… dos -dijo Raúl, mirándola por fin a los ojos.

-¿Sólo con ver mis manos?

-Te he dicho que soy muy bueno.

-A ver si es verdad -replicó ella con picardía.

-No, la tercera también la descarto. Ya lo tengo claro -presumió él, haciéndose el interesante-. Estás estudiando enfermería.

-Vete por ahí -gritó-. ¡Quién te lo ha dicho?

-Te he dicho que era bueno.

-Alguien te lo ha chivado.

-Te juro que no. ¿Quieres que te explique cómo lo sé? -dijo, volviendo a coger sus manos-. Tienes las uñas muy cuidadas, muy bonitas -sonrió-, y pintadas, pero están cortas. Y eso significa que necesitas llevar guantes de látex.

-Qué fuerte. Eres como Sherlock Holmes.

Algunas chicas rieron a su espalda.

-Así que estudias enfermería.

-¿Y por qué sabes que es enfermería y no otra cosa?

-La otra opción era veterinaria, pero no tienes arañazos ni nada en las manos, así que…

-¿Y por qué no medicina?

-Porque los médicos no tienen cara de ángel.

Ella se mordió el labio y apartó la vista, ruborizándose.

-¿Cuál era la última opción?

-Asesina en serie, pero esa no puedo demostrarla. Aún. -La chica soltó una carcajada limpia y franca. Estaba en el bote. -Ahora te dejo que adivines qué estudio yo. Te aviso que nunca lo vas a saber.

Álvaro quería matar a alguien. ¿Cómo podía haber caído con un juego tan barato como ese? Y esa noche iba a dormir en casa de Raúl, y no pensaba usar el puñetero sofá cama que le destrozaba la espalda mientras él y esa idiota redomada se montaban una fiesta privada en la habitación. Además seguro que era de las escandalosas, de las que repetían ‘Raúl, oh, Raúl, no pares’ hasta quedarse sin voz.

Necesitaba más vodka.

-... Y tiene razón -seguía Busi-, porque la intimidad que existe entre dos personas en la cama, ¿sabes?, no se puede comparar con nada. ¿No te parece?

-¿Perdona? -reaccionó al oír la palabra cama.

-Yo creo que no conoces a alguien hasta que te has acostado con él. Esa es la prueba de fuego. Puede que sientas atracción pero luego no haya fuegos artificiales. El sexo lo pone todo en perspectiva.

No estaba muy seguro de qué estaba hablando, o de si estaba tratando de ligárselo, o de si estaba un poco drogado, porque parecía estar poseído por el espíritu del indio que escribió el Kamasutra. Todo era un poco confuso.

-¿A si que crees que todo el mundo tendría que follar con todo el mundo?

-No. Creo que el sexo es algo esencial en una relación de pareja. Que si el sexo funciona, todo lo demás puede funcionar.

-¿O sea que tengo que acostarme con él?

-¿Con quién? -preguntó, totalmente desubicado.

-Hipotéticamente, con alguien. Con… -carraspeó-. Ya sabes.

-Ya. ¿Supongo? -replicó, encogiéndose de hombros.

---

Continua aquí: Parte II

fic: los últimos románticos

Previous post Next post
Up