cucurucho: Digimon
jarabe de: Yamato Ishida/Mimi Tachikawa
carta | sabor:
Helados | 013. Limón.
prueba: Eres Mimi, la princesa. Y Matt jamás quiso nada contigo, es el príncipe que siempre deseaste tener pero que no pudiste conservar.
chispas de: Drama, Romance.
pote | cuchara: T| Insinuación de lemmon muy leve.
sevilleta:
ff@net ticket: Digimon no me pertenece, es de Akiyoshi Hongo.
"Sparkling angel I believe you were my savior in my time of need.
Blinded by faith I couldn't hear all the whispers, the warnings so clear."
Angels ~Within Temptation.
Posaste tus ojos miel en él, maravillándote secretamente con su hermosura y galantería.
Delineas con los dedos su masculino y sobrio perfil, la nariz recta, los labios llenos y claros, su piel pálida, el lugar donde se forma un hoyuelo cuando sonríe con esa arrogancia que te desespera, incluso tenue línea que divide su barbilla y las ojeras que delatan su desordenada vida. Los suspiros escapan de tus labios mientras las memorias invaden tu mente, imágenes sus manos recorriendo tu cuerpo procurando caricias con infinitesimales partes de amor regadas por doquier; devoción y entrega.
Mientras tú le dejas tu cuerpo, él te concede su alma.
Su sabor te inunda lentamente y pareciera que lo estás probando de nuevo, es ligero. El punto medio entre la dulzura y la acidez, porque sus labios exclaman pertenencia y los tuyos despedida. Limón con azúcar, y la desesperación consume tu ser. Cubres su boca dejando reposar un beso helado, como el resplandor que inunda su mirada y que te hace estremecer de anticipación, como aquel brillo frío que te gustaría calentar.
Acaricias su cabello con delicadeza procurando no incordiar su sueño; mientras que celosamente prolongas el propio. La sedosidad de sus alborotados cabellos te sorprende, éstos yacen en la almohada desperdigados por doquier; una pizca de envidia te invade, no puedes evitar ser vanidosa pero lo sientes más guapo que tú. Cuando lo miras allí tendido, con las piernas entrelazadas con las tuyas y su brazo reposando en tu vientre piensas que los papeles se han invertido.
Ya no eres princesa, pronto serás bruja pero sabes que es lo correcto. Sabes que le otorgas la libertad al príncipe que amas de abandonar la torre y te destroza por dentro esa decisión pero quieres evitarle la penuria que podría pasar, porque tú no eres su princesa.
Eres Mimi, la princesa. Y Matt jamás quiso nada contigo, es el príncipe que siempre deseaste tener pero que no pudiste conservar; porque quedarte significaría derrumbar todos sus sueños, borrarlos, aniquilarlos, pisotearlos. Y quieres que sea feliz, al fin y al cabo eso es lo que sucede en los cuentos de hadas.
Levantas su brazo y desenredas las piernas, te pones de pie sin prestarle atención a tu desnudez dejando una almohada en tu lugar. Imaginas la mirada azul escaneando tu rostro, tus labios y toda tú tiemblas, cuando escuchas la petición de que te quedes; tu corazón te lo dice y lo ignoras.
Rozas por última vez la silueta de su faz, cierras los ojos con resignación mientras te vistes en silencio. Casi puedes ver su ácida mirada mientras el dulce se congela en sus labios. Y su voz; Matt que te proclama su odio, amargamente suave.