fandom: Chrno Crusade
claim: Rosette Christopher/Joshua Christopher.
reto: Encrucijada | DAC
extensión: 988 palabras.
géneros: Drama.
advertencias: Un incest muy ligero, no hay spoilers.
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ff@net disclaimer: Chrno Crusade no me pertenece, es de Daisuke Moriyama.
"El mejor fuego no es el que arde más rápidamente."
George Eliot.
Le sorprendió cuando lo escuchó del Ministro, pero más que nada le dolió. Rosette conocía a Joshua a la perfección y aquellas palabras no iban en absoluto con su hermano. Jamás pensó la vida de un monasterio estaba hecha para el pequeño que deseaba ser explorador; por un momento su mente se detuvo, presa del caos.
Una magnífica idea se hizo espacio dentro de su mente.
Podría escapar con Joshua, irse muy lejos… a un lugar donde nadie los conociera y pudieran empezar una vida diferente. No importaba si tenían que estar solos, estaban acostumbrados a tenerse el uno al otro, siempre juntos. Incluso si de mayores tendrían que vivir en la misma casa, ella lo aceptaría y él no diría nada; lejos se harían falta. Él no podía querer esa vida, no.
Sin pensarlo dos veces Rosette corrió hasta donde estaba su rubio hermano jugando con otros niños, no hubo mediación de palabras. Ella simplemente encontró su mano y la asió firme, arrastrándolo con ella hasta que sus piernas no les dieran más, cayeron por un hueco hasta llegar a una cañería.
La sorpresa inundó sus facciones cuando las manos de Joshua se posaron en su rodilla, curando la sangrante herida que se había hecho al caer. Frente a ellos una puerta. Magnífica, gigante, elaborada, de madera tallada en símbolos antiguos, un poco desgastada pero de belleza tétrica… espectacular. Por un momento, no pudo dejar de pensar en que esa puerta era sobrenatural y que entrar por ella marcaría una diferencia trágica en su vida.
Casi pudo ver la vida que se extendía ante ellos como los siguientes párrafos de un libro.
Joshua trabajaría desde mediodía y saldría hasta por la tarde; ella procuraría estar antes que él en casa para preparar la cena. Su trabajo no sería tan holgado porque saldría muy de madrugada para estar antes de la cena en casa; la enfermedad de él habría retrocedido gracias a sus medicinas y cuidados. Al llegar se quedaba en el umbral del portón sólo para escuchar sus palabras de bienvenida; dejaba su portafolio en el suelo y gritaba al interior de la casa, llamándola.
─Rosette, llegué a casa.
Ella sonreía, dejando inconcluso lo que fuera que estuviera haciendo y salía a recibirlo.
─Bienvenido ─le diría entre un abrazo caluroso y un corto beso en los labios.
Le contaría su día en el hospital detalle a detalle, le mostraría los progresos de sus pacientes; él hablaría de su libro y de la editorial, se quejaría del hermetismo y sequedad del periódico pero al final recordaría lo mucho que le agrada escribir (lo que sea que fuera y cómo su trabajo mantenía informadas a multitudes de personas). Realmente Joshua viviría para el público, Rosette bromearía acerca de los detalles del libro que no le han sido revelados mientras él la amenazaría con no ponerle una dedicatoria si seguía hablando de eso.
Luego él admitiría muy serio (tanto como cuando ella admitía que era médico a causa suya) que temía decepcionar a su fan número 1 con el final y ella mortalmente seria (como cuando antaño se jugaban ese tipo de bromas) le diría que ni siquiera le gustaba leer. Ambos reirían al mirar atrás y ver los libros de Rosette desperdigados en su sillón favorito de la sala (quizá más de uno de él estaría entre sus favoritos, Joshua no lo sabía pero lo creía). Pero no podía ser, porque no era correcto.
Aún así fue Joshua quién se acercó a la puerta, Rosette quiso gritarle que no pero se le congeló la voz en la garganta. Cuando la tocó un brillo extraño salió de ella, la rubia sintió una zozobra extraña algo que le decía que aquella puerta esperaba que fuera ella quién la tocara, como si un ánima reclamara su presencia.
Con su cuerpo trémulo de miedo se acercó a pasos pequeños e inconstantes, Joshua se había quedado paralizado desde que la puerta brilló a su toque. La rubia avanzó los pasos que su corazón le decía que deshiciera, sabía que las cosas serían diferentes de no ir hacia allí, una vida tranquila y difícil pero allí una posibilidad que no podría tener. La puerta se abrió con un chirrido cuando estuvo delante de ella.
Rosette entró allí, y Joshua la siguió.
Los recibió una estancia en penumbra y con olor a moho, parecía demasiado vieja. En la parte superior se vislumbraba una cruz muy grande, bajo ella había una especie de caja enorme. Un ruido los sacó de sus cavilaciones, ambos llevaron la vista hacia un costado para ver a un individuo de su misma altura ─si no es que unos centímetros más alto─, de cabello largo y ojos brillantes.
─ ¿Quién está ahí?
Su voz profunda y ronca resonó en el lugar, llenando el vacío que sus ruidosos pensamientos habían ocupado segundos antes, se escuchaba como si hacia tiempo no pronunciaba nada.
─Soy Joshua y ella es mi hermana, Rosette.
Él sostuvo su mirada unos segundos, antes de trastabillar.
─Toma.
No supo que fue lo que le impulsó para buscar en sus ropas la poca comida que tenía. No dudó un segundo en ofrecérsela, estiró sus manos hacia él… con la adrenalina estancada en su ser, sintiendo como si de alguna manera retorcida le estuviera otorgando su alma ─aunque quizá así era porque dar su comida era como vender su alma─. Él la miró atentamente y ella notó que sus ojos eran carmesí.
─Soy Chrno.
La voz de Joshua no tenía comparación con la de aquel individuo. Había sido baja, lo suficiente para no escuchar más que un murmullo, aún así tuvo la fuerza suficiente para hacer eco en su mente. Y Rosette tuvo la sensación de que esa voz pastosa y reseca ─quizá por el no uso─ allí se quedaría por mucho tiempo; finalmente ella había cruzado la puerta, una que sabía la llevaría a un sitio al que no deseaba ir todavía.