fandom: Naruto
claim: Sabaku no Gaara/Matsuri.
otros: Neji/Hinata, Sasuke/Sakura, Shizune, Tsunade, Temari, Chiyo.
reto: Andersen | DAC
extensión: 8,110 palabras.
géneros: Drama, Tragedy, Romance, Angst.
notas | advertencias: Semi-UA. Gaara no es Kazekage ni ex-portador del Shukaku. | Hay muerte de personaje, Incesto.
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ff@net disclaimer: Naruto no me pertenece, es de Masashi Kishimoto y la trama es basada en la historia de la pequeña vendedora de Fósforos de Hans Christen Andersen.
Parte I El día era oscuro y tormentoso, nevaba. No sabía ni que día era, todo lo que sabía era que era la primera nevada del año y ella estaba frente a esa piedra… La que minutos atrás acababan de colocar, la que había venido a ver la doctora que no pudo salvarlo con su esposo, la mujer que le dio trabajo para pagar las medicinas con el hombre que le dijo que no apostara nada a las probabilidades… las mujeres que la habían dado la mala noticia a ambos y que habían presenciado la última mirada que él le había dedicado y la hermana de su esposo.
Todos estaban presentes para ver el mejor espectáculo de sus vidas como una chica joven enviudaba, como se deshacía en llanto y sollozaba en silencio, mordiéndose los labios para evitar soltar los alaridos de dolor que deseaban brotar desde lo más profundo de su alma.
Su mente la torturaba lentamente repitiendo inflexible cada minuto aquel momento en que se enteraron de la verdad.
- ¿Estará bien? -preguntó la hermana mayor de quien estaba en terapia intensiva. Los ojos castaños estaban fijos en el demacrado y frágil cuerpo de su esposo. Todo el amor que había en su mirada se tinturaba de preocupación al enfocar aquella triste escena. Gaara lleno de cables y tubos, por todos lados y máquinas a sus costados que monitoreaban sus latidos y su respiració
-Por el momento sí, hemos recuperado y estabilizado su pulso cardiaco -respondió Sakura-. Pero debemos mantenerlo en cuidados intensivos puesto que está muy delicado y el grado de su enfermedad es muy avanzado.
-Gracias doctora -dijo Temari con evidente alivio. Para luego dirigirse a Matsuri como si se tratase de una niña pequeña, posó una mano en su cabeza-. Tranquila, él es fuerte ¿recuerdas?
Ella asintió y Sakura sintió que se le partía el corazón.
Horas más tarde, el corazón de Gaara repiqueteó inconstantemente tras el cristal y el de Matsuri dio un salto al observar el cambio en el diagrama de sus latidos. Sakura llegó corriendo antes de que Temari fuera capaz de abrir la boca siquiera y ella entró. Tras ella corrieron varias enfermeras y unos cuántos médicos que corrieron la cortina mientras le daban descargas con electroshocks. Temari y Matsuri se abrazaron, y no respiraron hasta que diez minutos después salieron todos los médicos y enfermeras siendo la que se quedara en el umbral, la doctora Haruno.
Ella les llamó y ambas se adentraron a la habitación; ya allí Sakura sólo negó con la cabeza y Matsuri se soltó de Temari y corrió hasta el cuerpo de Gaara, su querido Gaara.
Después de aquello, Temari prácticamente la sacó a rastras de allí. La pena embargaba ambos corazones pero por honor a la memoria de su hermano no podía dejar que ella se perdiera allí. En la soledad y el frío, en el límite entre la cordura y el amor, tenía que cuidar de ella.
El patriarca Hyuuga aprovechó que su esposa cayó en cama para echar a la castaña por no presentarse en el trabajo, mientras la rubia luchaba por alimentar a ambas con el salario que había obtenido en la misión anterior. Matsuri no quería comer, dormía poco y estaba muy deprimida; la empezó a ver Shizune y Sakura como sus médicas y poco a poco lograr sacarla de la depresión convenciéndola de que Gaara no querría verla así… y ella tomó la bolsa de kunais que metió en una canasta, era su único sustento hasta el próximo invierno y salió a vender, en parte para alejarse de Temari y de sus conocidos, en parte para sufrir en privado.
.
Tres meses después Matsuri estaba sentada a mitad de la calle, la canasta estaba llena aún y hacía un frío inaguantable pero a pesar de eso seguía testarudamente sentada allí… No quería regresar a aquel lugar, no desde aquello pese a que ya no estaría sola. A su lado pasó la doctora Sakura con su esposo, no estaba enterada de que ella estaba de descanso pero al parecer a él le tocaba una misión de noche y ella salía a despedirlo; caminaron rápidamente calle abajo.
La castaña se levantó del suelo con rapidez, sacudiéndose la nieve pegada a la ropa ya húmeda y corrió hasta ellos. Al escuchar los pasos tras Sakura, Sasuke volvió la cabeza con sigilo. La vendedora que había instalado sus pertenencias bajo su ventana en la mañana corría hacia ellos, al percatarse del atuendo y las mejillas sonrojadas de la joven, tomó de la mano a Sakura y la atrajo hacia él, recordando su estado y cubriéndola del frío. Ambos se detuvieron para esperar a que la chica les diera alcance.
- ¡Doctora! -saludó ella. Y con una breve inclinación de cabeza hizo lo propio con Sasuke, se frotó los brazos con fuerza para desentumecerlos-. No sabía que hoy era su descanso; de hecho, tampoco sabía que vivía por aquí.
Sakura sonrió y asintió. Realmente ella le tenía mucho cariño a la joven de cabello rosa, ella había sido la que había intentado salvar a Gaara cuando falleció.
-Matsuri… ¿qué haces a esta hora fuera de tu casa? -regañó ella con voz levemente ronca. Sakura la miró con un poco de desaprobación, tocó su mano con la suya y la diferencia de temperaturas le provocó un escalofrío-. Deberías estar junto al hogar, estás helada.
-Usted también está enferma doctora y está en la calle -replicó la chica.
Sasuke sonrió al ver la peculiar pelea entre su esposa y una de sus pacientes. Matsuri se percató nuevamente de la presencia del esposo de la doctora, y se sonrojó aún más.
-Qué descortés he sido -murmuró bajando la cabeza. Sakura la miró con curiosidad, y luego volvió la vista a Sasuke recordando que él estaba allí-. Soy Matsuri, una paciente de la doctora Uchiha.
-Llámame Sakura y también yo he sido descortés contigo, él es mi esposo Sasuke -dijo amablemente la mujer mientras señalaba al susodicho que sólo movió la cabeza en gesto de reconocimiento. Sakura le dio la espalda un minuto a la castaña para despedirse en voz baja de Sasuke.
-Prométeme que tendrás cuidado -dijo Sakura con la voz débil y en un hilo.
-Eso debería decírtelo yo -respondió el último Uchiha. Separó sus brazos de Sakura y dijo en voz muy baja-: Cuídate.
Acto seguido se alejó rápidamente y lo último que ambas mujeres pudieron ver del moreno fue su silueta oscura, con el viento azotándole y moviendo aquella extraña bufanda que llevaba al cuello. Su vestimenta que resaltaba ligeramente con la iluminación de la luna, el típico uniforme plateado mientras el Uchiha se colocaba algo parecido a una máscara.
Para Matsuri había sido particularmente terrible haber estado presente en aquella escena de despedida. De alguna manera la entristecía porque conocía el uniforme y era consciente de lo que implicaba, era aquello que a Gaara le habían negado y deseaba como nadie pero también era peligroso y poco confiable ese puesto. Estaba segura de que la doctora entendía a la perfección aquella sensación de pérdida que ella había sufrido, pues cada que su esposo se iba seguramente se quedaba con el corazón en un puño. Exactamente como se encontraba la castaña tras la muerte de Gaara.
Además, ella no había tenido la oportunidad de despedirse de él.
Cuando sus ojos aguamarina se cerraron por completo a este mundo, desapareciendo en ellos toda evidencia de haberlo cruzado; cuando su profunda voz dejó pronunciar aquellas palabras cortantes y monosílabos carentes de significado para quienes no los sabían interpretar. Incluso su sufrimiento se volvió paz y silencio para él, su alma se alejó por completo de la de ella… se había ido. Gaara se había ido para siempre.
Unas gruesas corrientes de lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Matsuri, que reprimió los sollozos al morder sus labios. Tanto la Uchiha como Matsuri estuvieron allí paradas, cada quién sumida en sus propias ensoñaciones, tristezas y anhelos, observando fijamente el lugar en el cual había desaparecido Sasuke. Fue un estornudo de Sakura las sacó de su letargo.
-Lo siento Matsuri, estaba muy preocupada por Sasuke. -La garganta de la doctora sonaba más cerrada cada vez y la castaña la notaba terriblemente pálida y ojerosa-. ¿Qué te sucede? ¿Por qué lloras?
-Lo extraño tanto, doctora. -Sakura abrazó a Matsuri que se deshacía en llanto. Acarició su cabeza con cariño, y la apretó todo lo fuerte que pudo para que la chica supiera que no estaba sola. Finalmente cuando sus sollozos bajaron de intensidad se separó un poco y le dijo:
-Ve a casa, seguramente la señorita Temari está esperándote. -Por alguna razón que Sakura no comprendió Matsuri se mostraba reacia a ir a casa. Ella pensaba que se llevaba bien con la hermana mayor de Gaara, pero quizá también era doloroso verla… por esa razón Sakura no agregó más.
-No se preocupe doctora, Temari no está en casa -respondió la chica con una sonrisa triste; para sí añadió: “menos en estas fechas” -. Vamos la acompaño, aún debo recoger mi mercancía.
Estuvieron caminando con lentitud hasta que la médico dándose cuenta de un detalle que había pasado por alto, se detuvo. Se quedó parada mirando a su paciente con la boca abierta.
- ¿La dejaste botada? -chilló Sakura incrédula pero Matsuri sólo se encogió de hombros con indiferencia.
-Las ventas son malas, así que no importa.
Sakura refunfuñó y echo a andar con mayor velocidad, a la castaña se le dificultaba seguirle el ritmo pero aún así lo intentó, hasta que la médico la tomó de la muñeca y casi la arrastra alegando primero que uno nunca debía dejar las cosas tiradas y segundo que el frío arreciaba y Matsuri se helaba cada vez más, cosa que era aún peor que dejar la mercancía botada.
Ya allí, la castaña recogió sus pertenencias y fue obligada por la médico a entrar a su modesta casa a ponerse ropa seca y tomar algo de chocolate caliente pero se hizo tarde. La noche pasaba con normalidad, pese a que la plática les hacía pensar que había pasado con mucha velocidad. Matsuri insistió en irse, ya que Temari y ella habían quedado de encontrarse como a las doce para terminar el recorrido a casa juntas.
-Bien, pero prométeme que volverás con mucho cuidado y no volverás a salir tan desabrigada -exigió Sakura con aquella voz más ronca que antes a causa de su resfriado y aquel tonillo de madre regañona que hizo reír a Matsuri.
-Lo prometo doctora -al instante se tapó la boca y corrigió-: digo, Sakura. Nos veremos otro día, que te mejores pronto.
-Gracias. -Sakura la miró. La chaqueta le quedaba un poco grande pero al menos era lo suficientemente abrigada como para el frio de la estación, hacía ver un poco gorda a Matsuri, ya que era bastante delgada pero eso impediría que ella se enfermara y debiera medicarla después, al verla parada en el marco de la puerta con el rostro con las mejillas sonrosadas por el aire helado, añadió-: Sigo pensando que deberías quedarte a dormir…
- ¡Estaré bien!
-Si tú insistes...
- ¡Adiós! -La chica movió la mano como despedida al salir del antejardín, una canasta colgaba de su otro brazo. El gesto fue correspondido por la mujer, en realidad la chica de cabellos rosas, sólo era un par de años mayor que ella. Algo que le pareció curioso fue que en ningún momento se mencionó la fecha. Quizá la médico había pensado en ella o quizá sólo lo había olvidado, o no quería recordarlo ya que su marido estaba de misión… al menos se habían hecho compañía mutua.
Caminó por la parte de atrás de la casa de la cual acababa de salir, ya que ese era el camino que debía tomar para ir a casa, un sonido la sorprendió pero al concentrarse en él, notó con cierto alivio que sólo eran pasos de una persona perdida por las calles en aquel extraño día.
Tomó su canasta, donde llevaba los kunais que había intentado vender ese día. La persona que iba tras ella la tomó del brazo y ella brincó por la sorpresa. El hombre sonrió, el aliento que le llagaba a la chica le confirmó que estaba borracho, apestaba a sake.
- ¿Dónde te habías metido? -le preguntó sin soltarla. Matsuri no le contestó-. Te estaba buscando…
-Quizá me confundió con alguien más, yo no lo conozco.
Y con un movimiento muy brusco logró zafarse. Comenzó a avanzar con rapidez pero él la atrapó antes de que ella pudiera ponerse fuera de su alcance. Matsuri resopló con frustración y estaba dispuesta a golpearlo para que la soltara cuando él habló.
-Tú eres la vendedora de kunais ¿no?
-Sí -respondió con voz defensiva.
No había tenido ventas ese día, pero tampoco por eso estaba dispuesta a darle uno a esa persona, estaba borracha. Sin duda, podría ser un peligro para cualquiera y se notaba a leguas que sólo era un civil ya que no llevaba la banda ninja. Hablando de eso, ni siquiera estaba segura de que fuera alguien de la Hoja. ¿Cómo pudo pensar en poner esa clase de negocio? Era peligroso y ella había evitado pensar en algo que negara su fuente de alimentación.
-Quiero uno. -Su voz estaba ordenándole. Ella no estaba dispuesta a ceder a estas alturas, su integridad moral estaba por encima de su hambre.
-No.
La voz de Matsuri era fuerte y sin espacio para las dudas. Él la miró incrédulo, y con algo de furia.
-Te voy a pagar. Dame uno -replicó de mala gana.
-Ya te dije: No.
-Bien, muérete de hambre entonces -contestó con furia, soltando a la chica que casi cayó al suelo. Matsuri intentó moverse con la mayor dignidad que sabía que tenía. Cuando de pronto sintió que le quitaban la canasta, pero como la tenía agarrada fuertemente fue jalada con ella.
Ella y el hombre forcejearon largo rato hasta que Matsuri se percató de que aún llevaba el regalo de la abuela Chiyo en el cuello, tomó la botellita en un descuido del tipo y la apretó fuertemente. Toda la arena cayó sobre su mano y ella la aventó hacia los ojos del agresor. Mientras el atacante trataba de quitarse la arena de los ojos, ella pudo arrancarle la canasta de las manos, no estaba dispuesta a dejar que la conservara. Era un tipo peligroso y no sabía manejarlos.
En un segundo, él arremetió contra ella. Cayendo encima de Matsuri y quitándole la canasta en el acto. Se sentó a horcajadas sobre ella y con un kunai le rasgo la chaqueta y se la quitó, echándose la prenda al hombro para después asentar el kunai en un golpe certero al corazón de la chica.
La sangre salió a borbotones y el tipo se asustó, se levantó temblando y con el kunai en la mano salió a la carrera. Quería apartarse de ahí a como diera lugar, no olvidaría los ojos cafés de la chica abiertos de par en par y los jadeos que salían de su boca ensangrentada. Miró su ropa manchada de escarlata, y llevándose las manos a la cabeza gritó. Fue un alarido de terror que alertó a los vecinos, pero estaba demasiado lejos de la chica y seguía corriendo...
Matsuri seguía en el suelo respirado dificultosamente y dejando que la helada nieve bajara su temperatura corporal y nublara sus sentidos. Cerró los ojos suavemente para abrirlos en el acto, una estrella fugaz pasaba por el cielo en ese momento, su resplandor iluminó las dilatadas pupilas de la chica y también su mente…
-Cuando una estrella cae es porque un alma está siendo llevada al cielo… -Sonaron en su mente aquellas palabras que le había dicho su querido Gaara.
Ella estaba congelándose, y en ese momento olvidó todo lo que había sucedido. Todas sus cavilaciones se removieron en una sola dirección y cerró los ojos, con un nudo en la garganta pensó: Que Dios se apiade de aquel que esté muriendo. Aquellas fueron las palabras que usó pero sus sentimientos expresaban otra cosa: el deseo de que a esa persona la viniera a buscar un ángel…
Sus párpados pesaban, y el frío entumecía sus miembros, uno a uno. La calle estaba desierta y la soledad era palpable; como un si un líquido espeso le quemara recorriendo todo su cuerpo con suavidad, brotando desde su corazón. De pronto, sintió que era levantada y unos brazos tibios la estrecharon; pero dentro de ella la calidez se abrió paso rápidamente al reconocer la fragancia de la persona que la había levantado.
-Gaara… -susurró ella con dificultad, la voz le fallaba ya que quería llorar.
Alzó una mano y tocó el rostro del susodicho y con la misma velocidad con la que había sido levantada al vuelo su dolor cesó. Ya no estaría marcándola la soledad, se sintió ligera, sin peso y sin cansancio. Unas lágrimas cayeron por su rostro al comprender lo que él hacía allí, pero aún así le preguntó:
- ¿A dónde vamos?
Silencio. Él se tomó unos segundos para meditar su respuesta, pensaba que en cuánto ella se enterara de lo que sucedía intentaría hacer todo lo posible por regresar. Siguió caminando absorto en aquello; la miró de reojo, aún tenía los ojos cerrados pero ya no hacía fuerza en ellos. Finalmente respondió:
-A casa.
Ella sonrió, y cual fue la sorpresa de Gaara cuando las lágrimas de la castaña se transmutaron en una bella y resplandeciente sonrisa. Matsuri se acurrucó en sus brazos, después de exhalar el aire que le quedaba con un profundo y suave suspiro; susurró un quedo: -Gracias.
.
Sasuke cercó la zona con la cinta amarilla, cuando regresaba a casa se encontró con aquello. Frente a él, en medio de la nieve descasaba el cadáver de la vendedora, amiga de su esposa… Recogió la evidencia, sintiendo mucho pesar por aquella chica que justo había muerto bajo la ventana de su casa. No podía apartar la mirada azabache de la triste escena.
Sakura se había levantado por inercia, era la hora de llegada de Sasuke al parecer. Miraba desde la ventana, cuando sus ojos semi dormidos procesaron la escena bajo su ventana. Se tapó la boca para contener un grito y Sasuke notó su presencia. Ella le señaló algo a Sasuke, con los ojos brotados de la impresión.
El moreno siguió la dirección que la médico le indicaba, para encontrarse con los seres más confusos y extraños que habían estado en su presencia. La chica del cabello rosa sintió una abrumadora nostalgia al observar aquellas siluetas; sus tonalidades borrosas, etéreas y grises eran contrastantes con el aura de paz que los rodeaba.
Un hombre pelirrojo llevaba en brazos una mujer de complexión pequeña y cabellera castaña, y ambos iban caminando sobre la nieve, la última que cubriría la tierra ese año. Bajó la mirada a sus pies y corroboró sus pensamientos.
Ellos flotaban con tranquilidad entre la ventisca, hacia la nada y el todo, el principio y el fin, hacia un lugar al cual no se permite ir de visita… pero así se dirigieran a un lugar no grato, irían juntos.
Fin.