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30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Kakashi Hatake.
☂ 11/30 | Pecado.
✖ Nada. | √ Romance. Gen.
(11) Pecado.
Kakashi no la miraba.
La verdad, no. Seriamente, no la miraba jamás porque no había nada que físicamente le atrajera. Al principio, al menos. Después ella creció lentamente y Naruto estaba entrenando y Sasuke alimentando la venganza en su imaginación así que, bueno, alguien debía de perdonarlo o lo que fuera. Dios, probablemente. Estaba seguro, completa y totalmente de que era por el pelo rosa. ¿No era un pecado o algo así tener el cabello de ese color?
Era lo primero que llamaba la atención en ella. Cuando le informaron que aquel sería su equipo Kakashi los investigó, evidentemente. Y no le impresionó demasiado la niñita de mechones color rosa pastel y grandes, enormes e inocentes ojos verdes.
Pensó que no servía para ninja. Demasiado pura.
El tiempo lo confirmó pero el tiempo, también, fue una perra (como siempre) y cambió las cosas, la cambió a ella. De un llanto quedo pasó a gritar de rabia y de un silencio herido pasó a responder con fuerza. Ella estaba enamorada (¡arruinándose la vida tan pronto!), enamorada y nunca cambiaría, no de verdad. Se estaba pudriendo, entre amor y risa y dolor y Kakashi lo notó enseguida, cuando ella lo miraba y sonreía y decía «Kakashi-sensei», y él respondía «Sakura» y seh, con el tiempo llegó a quererla, por ridículo que fuera.
De una forma normal, vamos. Nada raro. Le gustaba porque la había visto crecer y entrenar hasta que no había un centímetro de su cuerpo que no le doliera, porque él sí que se fijaba cuando ella se rezagaba y miraba con melancolía las espaldas de Naruto y Sasuke y porque notaba que se reía alegremente cuando ellos le preguntaban qué sucedía.
(Era una mentirosa excepcional para ese tipo de cosas.
Estaba claro, seguro).
Y después estuvieron solos. Naruto se marchó y Sasuke fue el pequeño cretino de siempre. Así que entrenaban sólo los dos -cuando el horario apretado, lleno de órdenes de Tsunade-sama, se lo permitía a Sakura-. Y la golpeó muchas veces y ella a él unas cuantas, y notó que su piel era blanca y suave como los melocotones, que tenía el labio inferior formando un puchero permanente, que sus ojos aún eran enormes y redondos como los de una niña pequeña... la niña pequeña que era e intentaba dejar de ser.
(-¿Estás segura, Sakura?
-No.
-¿Entonces por qué lo haces?
-Porque sino lo hago, cuando no pueda salvarlos creo que merecería morir).
Obito le dijo en una ocasión que aquellos que no cumplen las reglas son escoria y los que abandonan a sus compañeros son peor que escoria. Sakura nunca sería ninguna de las dos cosas, era impensable, y cuando la veía andar con sus pasos rápidos y cortos a través del campo de entrenamiento lo reafirmaba una y otra vez. Ella se apoyaba en el puente, tocaba silenciosamente los lugares en que Naruto y Sasuke solían utilizar y entonces sonreía.
No era una sonrisa feliz, a veces. En ocasiones era lejanamente triste. Y otras era el eco de una mueca. Se veía miserable.
Kakashi solía preguntarse lo que ella estaba pensando pero cuando Naruto regresó y le prometió que irían a buscar a Sasuke, vio su sonrisa y sus ojos y sus pestañas espesas, su corto pelo de pastel y su piel de melocotón y todo encajó como si hubiera caído la última pieza del rompecabezas. Sakura aún era pura por dentro, incluso con su malgenio y su dolor y sus lágrimas y sus risas falsas y sus sonrisas verdaderas, Kakashi estaba seguro de eso.
(Vaya chica más estúpida.
Amar a dos personas a la vez).
-Kakashi-sensei...
-¿Qué sucede, Sakura?
-¿Entrena conmigo hoy? -sonrió.
Era una de las raras verdaderas. A él nunca le mentía. Yo se que lo ves todo, Kakashi-sensei, y entonces no podía evitar recordar cosas, cosas locas e inadecuadas y en ese entonces, en el entonces de las «cosas» hacía tanto calor que su cerebro se derretía y Sakura tironeaba de su máscara y se reía con suavidad, como si fuera un secreto, sé que lo ves todo y sé que me ves a mí y también quiero verlo, Kakashi-sensei y entonces lo besó y era el beso de la niña delirante que suspiraba por unos ojos demasiado oscuros y el de la mujer que se levantó de su agonía para ayudar a los otros.
(Qué chica tan estúpida).
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30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Neji Hyuuga.
☂ 12/30 | Encanto.
✖ Angst suave. | √ Gen.
(12) Encanto.
Empujó la silla y se sentó delicadamente.
-Buenos días, Neji-kun.
-Sakura-san.
Tenía la mejilla morada y el labio partido. Parpadeaba el ojo izquierdo demasiado rápido y una de sus muñecas estaba cubierta por una gruesa venda. Respiraba quedito, calladamente, como sino quisiera que él lo notara.
Neji siempre lo notaba todo. Como a Hinata-sama mirando a ese tonto de Naruto y a Naruto mirando a Sakura-san y a Sakura-san mirando a Sasuke, y Sasuke mirando a la nada (o a sus memorias). Pero entonces Sakura había mirado atrás, también, y se había encontrado algo agradable.
-Sakura-san, ¿qué te ha sucedido? -lo preguntó con un tono casi perezoso. Aburrido. Pero no lo estaba porque sino le hubiera interesado lo suficiente no habría preguntado nada.
Ella sonrió de lado, conteniéndose. Realmente le dolía la cara.
-Entrenamiento con mi shishou -respondió.
(Ahora Sakura no tenía nadie a quien mirar y Hinata tampoco. A nadie más que a sus manos y el recuerdo de una sonrisa brillante).
-No te curaste -observó.
Era tan delicada. Era una delicadeza diferente a la de Hinata-sama, por supuesto, Hinata-sama con su cabello largo y ojos ciegos y manos tímidas siempre tibias que, cuando se sentía nerviosa, lo tocaban sin querer por debajo de la mesa. Ese tipo de cosas solían incomodarle porque ella no le agradaba.
(Pero ahora la conocía). Todo estaba bien.
Haruno Sakura era delicada como las muñecas de porcelana que tenía su madre en una repisa en su habitación. Eran tres, una rubia, una pelirroja, una morena, todas con grandes ojos azules y gruesos labios rojos, usando vestidos llenos de vuelo y encaje, con brillantes zapatos de charol. Sakura-san tenía piel de porcelana (sucia, violeta), y muñecas delgadas y tobillos finos y un cuello quebradizo. Incluso antes, cuando apenas la veía en la calle de vez en cuando, lo pensaba.
Era... cómo decirlo... se veía fragil.
Débil.
Neji nunca le diría a Sakura-san que era débil.
-Son marcas de guerra -contestó la chica, y se alisó torpemente el cabello-. Estoy bromeando, Neji-kun. No he tenido tiempo.
Se lamió los labios resecos.
Era como una flor sin agua o un montón de tierra herida, partida. Se estaba marchitando pero, para su sorpresa, aún seguía de pie.
¿Cómo?
Era tan débil... tan fragil y delicada... era una pequeña muñeca sin encanto ni ningún atractivo llamativo. No era demasiado guapa, eso era cierto, con esa frente enorme y esos pómulos altos.
(Neji supuso que era algo en lo que no podía poner su dedo. Una sorpresa).
-Deberías hacerte el tiempo, Sakura-san.
Ella sonrió. Abiertamente.
-Está bien, Neji-kun.
Miró las vendas en su muñeca por mucho tiempo, después de eso.
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30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Konohamaru Sarutobi, Moegi, Udon.
☂ 13/30 | Un empujón.
✖ Nada. | √ Romance. Gen.
(13) Un empujón.
-¡Ay! -se quejó Konohamaru.
Cuando levantó la vista un rubor rápido le subió por las mejillas. Detrás de él, Moegi se tomó ambas manos a la altura del pecho con cara anhelante y Udon enrojeció incluso más notoriamente que él. Pero Konohamaru no notó nada de eso cuando Sakura giró la cabeza, su cabello rosa pastel deslizándose por sus hombros, entonces se rió.
-¡Konohamaru, Moegi, Udon! -exclamó amablemente-. ¡Hola! ¿Cómo estás?
Se giró completamente y Konohamaru se deleitó secretamente con la palidez lechosa de sus piernas fuertes y delgadas, la curva vertiginosa de su cadera y la presión sutil de sus pechos pequeños y apretados contra la camiseta. Apartó la mirada, aún más avergonzado, y ella volvió a reír.
-Hace mucho que no los veía -comentó-. ¿Vienen de una misión?
-Otra vez ese estúpido gato -se apresuró a contestar Konohamaru, cruzándose de brazos-. ¡Esa vieja no nos da más que misiones inútiles!
-No estamos preparados para algo más aún -razonó Moegi con tono paciente, mirando a Sakura con adoración. Udon moqueó y Moegi puso los ojos en blanco-. Suénate.
-Mm -murmuró el chico.
Konohamaru los miró de reojo.
-¿Y tú qué estás haciendo aquí? -exigió bruscamente, mirándola con los ojos entornados.
Ella pareció encontrarlo divertido en vez de insultante.
-Vengo a ver a Tsunade-shishou -respondió-. Tenemos algo que entrenar hoy.
-¡Es verdad! -dijo Moegi-. ¡Tú entrenas con la Hokage, Sakura-sama!
Sakura se ruborizó de una bonita manera y se tocó la mejilla. Konohamaru intentó girar el rostro, con un nudo en la garganta, pero tenía los ojos tan verdes que le fue imposible. Oh, sí, esa definitivamente era una razón.
-Bueno, sí... -carraspeó-. Ya va bastante tiempo, la verdad.
-¿Cómo es? -preguntó Udon arrastrando las palabras. Sorbió y como un acto reflejo, Moegi negó con la cabeza.
-Difícil -repuso Sakura, de su voz desapareció todo rastro de alegría, estaba seria-. Difícil, interesante, divertido, duro.
Moegi parpadeó (Udon hizo un ruido raro, como si hubiera pisado un ratón) y Konohamaru hinchó el pecho.
-¡Tengo que entrenar difícil también! -aseguró-. ¡Porque tengo que ganarle a Naruto!
Se rió, suavemente, y sus ojos se tornaron más cálidos. Entonces, para su sorpresa, ella le tocó la mejilla con ligereza. Moegi y Udon aguantaron la respiración (aunque Udon duró menos tiempo porque de verdad, de verdad no podía soportarlo... le dolía la cabeza).
-Estoy segura de que serás un shinobi excelente, Konohamaru-kun.
(Nadie decía nunca su nombre de esa manera.
Ko-no-ha-ma-ru-kun. Era sexy, pensó él).
¡Probablemente Sakura estaba enamorada de Konohamaru pero obviamente aún era demasiado pronto para confesarse! Con una repentina energía, Konohamaru bufó.
-Claro que lo seré -retrocedió un paso para que ella dejara de rozarle, estaba sintiendo un hormigueo muy, muy extraño-. ¿Qué esperabas?
Sonrió ampliamente.
-Nada mejor -reconoció Sakura-. ¡Eres idéntico a Naruto cuando el equipo siete estaba junto! -añadió. Se agachó y sus labios chocaron contra su mejilla y olía delicioso, a flores y azúcar y entonces acarició el cabello de Udon y le sonrió a Moegi y los pasó de largo, y dos horas después Konohamaru aún podía recordar su boca delicada y el calor de su aliento.
Pensó que el latido frenético de su pecho iba a durar para siempre.
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30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Naruto Uzumaki, Sasuke Uchiha.
☂ 14/30 | Ambivalencia.
✖ Angst suave. | √ Romance.
(14) Ambivalencia.
Esos días los sueños de Sakura eran azules y naranjos. Todo era una vorágine sin orden ni acuerdo, donde nada tenía una razón de ser pero todo estaba entrelazado, las ideas se apoyaban unas a otras. Naruto, Sakura, Sasuke, sentados en una banca comiendo el almuerzo. Naruto se quejaba y Sakura reía y Sasuke no decía nada pero los miraba de reojo y su resolución casi temblaba, casi, porque ellos no eran suficiente, nunca sería suficiente. Lo dejaban solo y entonces el recuerdo de sus risas parecía lejano aunque persistente.
(Oh, sí).
Persistente. Qué palabra.
Sakura tenía que compaginarse con los dos. Con Naruto necesitaba ser dura y severa y una madre, prácticamente, y con Sasuke dulces y miel y una niña, porque aunque ninguno de los dos quería esa cara de la moneda ella sabía que era lo que necesitaban. Con el paso del tiempo se acostumbró a ambos y ya no era tan maliciosa con Naruto ni tan pesada con Sasuke y el equipo alcanzó cierto equilibrio, había un ritmo, un lugar para cada cosa. Era difícil porque tenía que gritarle a Naruto y luego sonreírle a Sasuke y aguantar la cara de decepción del primero y el rechazo del segundo. Tenía heridas, muchas heridas de todas aquellas veces pero las aguantaba porque, aunque ellos no lo sabían, y no lo sabrían nunca...
La necesitaban.
(Qué consuelo, qué ridículo consuelo para esas noches de adolescente donde daba vueltas en su cama y pensaba que estaba sola y que Sasuke nunca la querría y que nunca podría querer a Naruto.
Era algún tipo de tortura.
Una ridícula, absurda, tortura).
Después estaban las otras cosas, cosas secretas de las que no hablaban pero los tres sabían y Kakashi-sensei sospechaba y fingía que leía su libro mientras Naruto le tomaba la mano por detrás de la espalda, y Sasuke miraba su nuca fijamente, con sus ojos agudos y despiadados. Estaban las otras cosas que hacían después de los entrenamientos escondidos en el bosque, Naruto jadeante y Sasuke resoplando y Sakura riéndose de los dos porque era lo que tenía que hacer, lo que quería hacer por ellos (¿un poquito de felicidad algo precoz?) Con las bragas en el suelo y el vestido caído hasta los hombros los se acercaban a ella y había lenguas por todas partes, manos por todas partes.
Ella se apoyaba contra un árbol y se derretía. Nunca hicieron algo demasiado drástico, nada que cruzara la fina línea que marcaba el límite pero si hubo besos para comerse el alma por la boca y abrazos para hundirse en la piel de alguien más. A Sasuke le gustaba que se encontraran al anochecer, cuando todas las sombras se confundían paulatinamente y entonces ya ninguno sabía la boca de quién estaba besando, la mano de quién estaba tomando, a quién diablos le estaba contando en susurros que se había asustado como el infierno en la última misión.
Sakura siempre sabía pero no decía nada. Ella no les contaba nada. Eran siempre ellos («estoy solo», «tengo miedo», «no sé qué hacer») y luego ella y sus toques reconfortantes.
A Naruto le gustaba hacerlo al amanecer, con esa oscuridad lánguida que se resistía a irse, y entonces aparecía el sol demasiado brillante en el horizonte y los cegaba durante algunos minutos y después estaban todos con los ojos cerrados, recibiendo besos a empujones y risas como caramelos que caían de unos bolsillos rotos. Rodaban por el césped y a Sakura se le metían ramitas en el cabello y de vez en cuando terminaba con raspones en las rodillas.
(Como una mujer y una niña pequeña pero al final, ella era sólo una chica).
Tenía que ser lo que ellos quisieran que fuera porque amaba al equipo siete, no tienes idea de cuánto amaba al equipo siete y después cuando se rompió Sasuke se llevó algo más que un pedacito de su corazón con él, que le seguía arrastrando los pies, llorando calladamente porque él no debía escucharla jamás. Se sentía incómoda en su piel, demasiada pena para un cuerpo tan pequeño y demasiada rabia para una boca demasiado suave.
No tenía cómo expresarlo.
Y eso la estaba asfixiando. (Ahora, las dos caras de la moneda se fundían la una contra la otra).
No estaba segura de poder aguantarlo.
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30vicios |
30 Días.
☆ Naruto | ♡ Sakura Haruno. Sasuke Uchiha.
☂ 15/30 | Vuelta atrás.
✖ No canon. | √ Romance. Drama.
(15) Vuelta atrás.
-Vuelve -suplicó.
No la estaba escuchando.
-Vuelve, por favor, te lo suplico...
No la miraba, ¿y sino la miraba cómo iba a asegurarse de que aún existía? Sí, estaba suplicando. ¿Qué más? ¿Tenía que arrastrarse?
¿Obligarlo?
-Sino vuelves me voy a morir.
No hizo nada.
-Te quiero.
Giró el rostro como si le disgustara. Sakura no podía respirar por el nudo pesado en su garganta.
-No te vayas.
(¿Por qué le estaba pidiendo que volviera si aún no se había ido?)
-Por favor, por favor, Sasuke-kun, voy a gritar, no te vayas, por favor, no te vayas, no me dejes, no nos dejes, somos el equipo siete, Naruto, tú y yo... -se estaba volviendo frenética.
Algo pesado se arrastraba en sus pulmones.
-¡Mírame! -gritó finalmente, y se adelantó dos temblorosos pasos para agarrarlo de la camiseta y obligarlo a voltearse. Lucía sorprendido, evidentemente no se esperaba que tuviera el valor suficiente para atreverse a frenarlo de aquella manera-. ¡Mírame! -insistió-. ¡Estoy aquí! ¡Aquí!
Y tú te estás yendo.
-Llévame contigo -ordenó, y las lágrimas traidoras empezaron a caer, sus manos temblaban, su estómago se retorcía, su sangre estaba loca, loca, latiendo como si tuviera corazones por todas partes-. Sino te quedas, entonces llévame contigo.
Él le dio una mirada compasiva. No, no, pensó Sakura con pánico cuando algo dentro de ella comenzó a romperse -una de las miles de veces en que una niña tonta sufrió por un amor demasiado fuerte para alguien tan joven-. ¿Por qué no escribía un libro acerca de ello?, se dijo con amargura. De por qué el amor es un arma. De por qué Sasuke era inalcanzable y ella se empeñaba en ponerse de puntillas para rozar las estrellas con la punta de los dedos...
-No. Eres una molestia.
(No se paraba allí, entonces, ella no lo afirmaba por su camiseta azul, estaba detrás de ella y su aliento chocaba contra su cuello y quería darse la vuelta y besarlo, besarlo con fuerza hasta que sus labios dolieran y ardieran del mismo modo que lo hacían sus manos, ansiosas por tocar una piel blanca y fría como la nieve, por golpear a un imbécil irrazonable.
Llévame contigo que no verte es lo mismo que no respirar. ¿Quieres que me muera?)
-¡No te vayas, no te vayas! -le salió la voz demasiado aguda y estaba llorando tanto que sufría violentos escalofríos que la sacudían de la cabeza a los pies. Lo miró por sobre su hombro, los grandes ojos inocentes que más de una vez lo habían hecho casi trastabillar.
(Casi, siempre casi, casi, el casi era inútil).
No le hizo caso. Sus labios delgados rozaron su mejilla (¿era su imaginación, tal vez había sido una mariposa?) y después un dolor agudo explotó en su cuello, y cayó rendida sobre sus pies.
Y él se fue.