-¡Queremos conocer el testamento! ¡Leedlo, Marco Antonio!
-¡El testamento! ¡El testamento! ¡Queremos oír el testamento de César!
-¡Sed pacientes, amables amigos! ¡No debo leerlo! ¡No es conveniente que sepáis hasta qué extremo os amó César! Pues siendo hombres y no leños ni piedras, ¡sino hombres!, al oír el testamento de César os enfureceríais
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