Después de siglos traígo la tercer parte. Ya estaba en ff.net pero no hacía tiempo para publicarla aquí. En fin, espero que cumpla con las espectativas, gracias por leer hasta aquí.
Pareja: Ryuuken/Ichigo (y otra secundaria, pero mucho más adelante)
Género: Romance con una dosis de sarcasmo
Advertencias: Lemon (o intento de). Lenguaje subido de tono. Puede acusarse de OoC.
Resumen: Ryuuken no tenía vocación docente. Ichigo no tenía vocación de alumno. Pero entre discusiones, sarcasmos y anatomía, ninguno le ponía un alto a esos encuentros. ¿Sólo sexo? Sí, sin duda. Sin embargo, así estaban, estirándose por alcanzar lo inalcanzable.
Inalcanzable Segunda Parte Inalcanzable
Tercera Parte
Al principio sus encuentros eran siempre en casa de Ryuuken. Pero debieron optar por moteles de nivel medio cuando Ishida hijo comenzó a sospechar.
- ¿Por qué el abrigo de Kurosaki está en la sala?
Para Ryuuken ya era una sorpresa que su hijo quisiera hacerle una visita, pero esa pregunta superaba sus expectativas. Sabía el peligro que podía ser Uryuu si llegaba a siquiera sospechar. No podía mentirle, a pesar de la nula habilidad de su hijo para mentir, podía oler las mentiras a kilómetros. Él era, por lo general, la única excepción a esa regla, aunque nunca sabía hasta que punto Uryuu las sospechaba. Lo mejor era no arriesgarse.
- ¿Cómo sabes de quien es?
Y contestar con evasivas.
- Porqué yo se la zurcí - y le mostró el revés de una manga donde podía verse claramente bordada la cruz Quincy. Ahora que lo pensaba, varias prendas de Kurosaki tenían ese mismo bordado.
-Así que eres su sastrecillo personal
- Es un favor que le hago a veces. No me cambies el tema. ¿Qué hacía Kurosaki aquí?
- ¿Porqué debería contestarte? - reconoció en la cara de su hijo que no iba a parar hasta tener una respuesta convincente. Tendría que decirle la verdad, o algo parecido - Vino para pedirme ayuda en los estudios.
Uryuu no parecía del todo convencido, pero no replicó demasiado. Ryuuken no se sorprendió cuando al día siguiente recibió una llamada de Ichigo, preguntándole porqué mierda su hijo le había saltado con semejante pregunta.
- ¿Fuiste a la casa de mi padre?
La pregunta lo descolocó por completo y fue así que no pudo esquivar la bola de papel que le tiró Tatsuki. En medio de una guerra de bolas de papel que envolvía a todo el curso no era el mejor momento para esa pregunta. O tal vez sí, ya que nadie los escucharía.
Por un momento, estuvo a punto de negárselo. Luego pensó que si Ishida se lo preguntaba, alguna seguridad debía tener.
- Sí
La cara de Ishida se inmutó apenas. De todas formas, Ichigo supo que estaba enojado, por ese pequeño gesto de acomodarse lo anteojos.
- ¿A qué fuiste?
Pregunta difícil. Tenía que mentir, era una cuestión de seguridad personal. Pero no era fácil engañar a Ishida. Quién sabe porque asares del destino, su respuesta le pareció convincente.
- Fui a hablar sobre asuntos de medicina
Tuvo que pensarlo un poco, hasta que recordó su campera perdida, y encontró una posible explicación.
- Entonces ¿fuiste a visitar a tu padre?
El interrogatorio cambió de dirección y ahora era Uryuu el que dudaba en contestar.
- Sí
- ¿Y cómo van las cosas entre ustedes?
- Igual que siempre - el tono se volvió más frío que de costumbre, anuncio de que estaba al borde de un enojo serio - ¿Me harías el favor de no meterte en los asuntos familiares de otros?
Genial, se tomaba la molestia de preocuparse un poco y así se lo devolvían. En parte era su culpa, sabía que Uryuu iba a reaccionar así. La ligera tensión del ambiente, por fortuna, fue cortada por Orihime, invitándolos a almorzar. Cuando ella se adelantó con su grupo de amigas, Ichigo vio su oportunidad de vengarse. Hacía rato que lo venía notando y ya era hora de hacer reaccionar a Uryuu.
- ¿Y tu me harías el favor de disimular un poco más cuando le miras los pechos a Inoue?
Ni bien se supo aceptado en la facultad, llamó a su padre. Pero no le dijo que era el primero en enterarse, no quería inflarlo más de lo que ya estaba. Con todo, era reconfortante el tono lleno de orgullo de Isshin.
- ¡Ya sé! ¿Qué te parece si está noche salimos con toda la familia a festejar?
- Suena genial, papá, pero qué tal si lo dejamos para otra noche. Es que estoy un poco cansado… Además… tengo planes.
Se vio obligado a decirlo, porque ni bien empezó a hablar, su padre comenzó a soltar un reproche tras otro. Esa última frase logró callarlo. Por dos segundos.
- Oh, claro. Tienes planes con el “chico mayor” ¿eh?
Si su padre supiera de quien estaba hablando en realidad, no sonaría tan risueño. De todas formas, ¿cómo lo supo? Es cierto que sus salidas nocturnas hasta tarde le debieron servir de pista para saber que estaba viendo a alguien. Pero ¿cómo pudo saber que era alguien mayor? “Lo puedo leer en tu cara” había sido su respuesta.
- Entonces ya sabes que llego tarde, nos vemos.
- Un segundo, Ichigo - su voz sonó seria de golpe. Mal augurio. - ¿Pensaste en lo qué te comenté la otra noche?
Ichigo sintió su corazón galopar por un momento.
- Sí, papá
- ¿Y?
- Nos vemos mañana. Saludos a las chicas.
Había pensado, y había llegado a la conclusión de que su papá tenía razón. De ahí a decidir algo, era otra historia. Lo único que tenía claro es que esa conversación se había ganado el premio a la más incomoda (y eso que tenía competencia) y que ese último consejo paterno se quedaría grabado en su memoria.
- Ichigo, sé lo que es el sexo casual y, creeme, no tengo nada en su contra. Pero, por eso mismo, yo sé que las diferencias entre el sexo casual y una relación real no son tan simples. Y si bien tu cabeza puede tener muy claros los límites de una relación, tu corazón no siempre va estar de acuerdo.
Hasta ese último año, Ryuuken había aprendido a lidiar con la soledad. Se había acostumbrado a llegar a su casa y encontrarla vacía. Después, sin buscarlo, se acostumbró a esperar a Ichigo y lentamente, su rutina comenzó a desestructurarse un poco. Aun así, no estaba preparado todavía para llegar a su casa y encontrar la cocina revuelta y la cena casi lista. Por un instante pensó que, a tres días del examen final, los nervios habían trastornado a Ichigo. Luego descubrió a Uryuu y decidió que eso sólo podía ser un sueño. Uno muy extraño, en verdad.
Le llevó un tiempo averiguar qué hacía su hijo cocinando en su casa y porqué su comedor estaba finamente arreglado para una cena para tres.
- Mi novia viene a cenar. Ella quiere conocerte.
Interesante descubrir que estás invitado a una cena en tu propia casa, de la que no te avisaron, y en la que vas a conocer a la nuera que no sabías que existía.
- ¿Desde cuándo…?
- Una semana y media. Pero es una amiga muy cercana desde hace un par de años
- ¿Y porqué no me avisaste? - hubo una pausa
- Supuse que te negarías
Se sentía preso en una emboscada. Peor aun, se sentía insultado por la idea que de él tenía su hijo. Pero aceptaba que Uryuu estaba justificado. No pudo ni reprochar, porque la invitada de honor llegó enseguida.
- Mucho gusto. Soy Inoue Orihime, la novia de Uryuu
La reconoció como una de las involucradas en la guerra. A lo largo de la noche, le pareció que era una chica agradable, algo ingenua pero muy cálida. Fue la única que estuvo realmente cómoda durante la cena de principio a fin. Padre e hijo, por momentos y alternadamente, deseaban que se los tragara la tierra. Pero ella, de alguna forma, lograba distender el ambiente y relajarlos, un poco. Al fin, después de que se marchara, cuando Uryuu lo consultó, no dudo en contestarle.
- Me recuerda a una amiga de la juventud.
Como cereza del postre de esa impensable cena, su hijo lo sometió a un escrupuloso interrogatorio.
Sintió como su amante (todavía le sonaba bizarro llamarlo su amante) se removía en la cama. Supuso que buscaba sus cigarrillos. Había aprendido a tenerse bien guardadas sus opiniones sobre los problemas de salud que acarreaba ese vicio. Siempre, sin excepción, fumaba un cigarrillo después del sexo. Y él sólo se dedicaba a clavarle la mirada con algo de reproche. ¡Era médico, por Dios! Él era hijo de médico y cada vez que olía la nicotina, una alarma sonaba en su cabeza.
Pero esa noche, su vista se perdió en contemplar las nubes de humo, que lentamente llegaban hasta el techo de la habitación. Eran de un color difícil de definir, entre gris y lila, incluso azulado por momentos. O tal vez simplemente se confundían con el color de las paredes. Subían, formando pequeños espirales deformes, moviéndose en diagonales imperfectas, siempre hacia arriba. No había en la habitación ninguna brisa que desviara su camino, salvo por la ocasional exhalación de quien fumaba. Entonces todas se desperdigaban, las volutas antes tranquilas, erraban en su andar, se estiraban y al fin se disolvían. Las que se encontraban suficientemente lejos continuaban con su natural movimiento, como si esa fuese la trayectoria que siempre hubiera estado destinada para ellas. No, estaba delirando. Los hilos de humo no se movían por voluntad propia, ni por cuestión del destino, era simplemente su naturaleza. Simple instinto, no, ni siquiera, era más bien una reacción física.
Algunas parecían tan lejanas, que lo hacían preguntarse si llegaban a tocar el techo. No tocar, entrar en contacto, que las nubes no tienen manos para andar tocando cosas.
Curioso era sentirse así de hipnotizado, por algo tan común y efímero como el humo de un cigarrillo. Porque, ya lo había notado, no importaba cuan firmes y concretas, cuan palpables, parecieran al principio, o en cualquier punto, las volutas de humo. En realidad, eran frágiles e inasibles, siempre se disolvían, hasta la más simple brisa las deformaba y siempre, siempre, cuanto más intentaras atraparlas más rápido desaparecerían.
Y como para comprobarlo, sopló al aire con algo de fuerza. Todas las espirales se deformaron, todas las diagonales desaparecieron. Hasta las más lejanas se borraron de su vista.
Al parecer, sopló con fuerza suficiente para que Ryuuken lo escuchara. Notó como apagaba el pucho en el cenicero, poniéndole fin al pequeño ardor, fino como un hilo de algodón, que generaba aquellas estúpidas figuras de humo. Ichigo se odió por haberles prestado tanta atención.
- Felicitaciones
Era ya hora de decirlo, Ryuuken no podía ya negarle esas palabras.
- Gracias
Supo interpretar todo lo que abarcaba ese agradecimiento. Gracias por las felicitaciones. Gracias por las clases. Gracias por el sexo.
Sintió la necesidad de virar totalmente la conversación.
- Conocí a la novia de Uryuu
- Ah, sí, Inoue me contó.
- Es una buena chica.
- Sí, es muy amable y muy fuerte, a pasado por cosas difíciles…
- Me recordó a tu madre, aunque un poco más ingenua, ella no se da cuenta de los efectos que causa en las personas
El asombro de Ichigo hubiese contado como un punto a su favor si el hubiera hecho el comentario con esa intención.
- ¿Conocía a mi madre?
- Fuimos amigos de jóvenes. Empezamos a tratarnos menos después de su matrimonio
- ¿Por qué nunca lo supe?
Un pequeño movimiento de hombros, le indicó a Ichigo que el otro o no sabía la respuesta, o no quería decírsela. Las preguntas le ardían en la punta de la lengua pero presintió que no se las contestarían. Decidió guardarlas para Isshin.
- Te pareces mucho a ella - al menos ese comentario valía la pena - Pero menos hábil y más idiota.
Decidió dejar pasar el insultó, matarlo con la mirada y buscar información sobre otro detalle. Ya que había salido el tema no perdía nada con probar por ese lado
- Me alegro de que ustedes dos se estén acercando - no necesitó aclarar a quienes se refería
- Es una manera de decirlo - el doctor decidió no mencionar que Inoue ya había programado un almuerzo para los tres la siguiente semana. El hecho de verse más seguido en dos semanas de lo que lo habían hecho en un año, no significaba necesariamente que estuviesen acercándose, pero era algo. - En todo caso, no deberías meterte en un asunto familiar que no te incumbe. Dentro de unos meses, ya no tendrás tiempo para andar queriendo solucionar problemas de otros.
- No estoy de acuerdo.
- ¿Cuándo inicia el cursado?
- En un mes y medio, más o menos. Pero ya te dije que, pase lo que pase, tendré tiempo para todo
- Sí, lo sé
No es que lo creyera realmente, pero Ryuuken sabía que Kurosaki era un cabeza dura para algunas cosas. Sus relaciones sentimentales estaban entre esas cosas. No abandonaría jamás a las personas y si tenía que volverse loco y retrasar el tiempo de la carrera para poder estar con ellas, lo haría sin dudarlo. Con su persistencia, de alguna u otra manera, lograría hacerse tiempo para su familia y para sus amigos, incluso para los hollows.
En ese punto, Ryuuken sintió las olas depresivas chocando contra él. No era idiota, siempre supo que eso pasaría tarde o temprano. Se iría, y no podía detenerlo. Ese chico tenía todo el mundo a sus pies, y toda la vida frente a él. Aun le quedaba mucha ingenuidad por perder y mucha experiencia inútil por ganar. Era estúpido pensar que se ataría a él, un cuarentón estancado en su propia amargura con un carácter de mierda. Pero era aun más estúpido sentirse mal por eso.
Iba a levantarse y romper con todo eso de una buena vez, pero algo lo detuvo. La mano del chico apretaba la suya con calidez y sus ojos estaban clavados en él. Como tantas otras veces, pudo leer la determinación en ellos.
- No seas idiota
- Si puedo encontrar el tiempo para mi familia y mis amigos, puedo encontrarlo para… nosotros
¿Para ti? ¿Para el sexo? ¿Para mis amantes? No, ninguna de esas, el dijo “para nosotros”.
- Ingenuo.
Pero los ojos de Ichigo no cambiaron, y para su horror, una parte de sí mismo empezó a dejarse convencer. No, más bien, una parte de él, que siempre creyó en la posibilidad, se confabulaba ahora con la mirada de Ichigo. Podía sentir como ambos se estiraban, se contorsionaban, para alcanzar lo inalcanzable.
Ichigo sabía que tenía límites, que realmente existía ese algo llamado imposible. Pero a su vez, tenía una fe ciega en ciertas cosas. Esas cosas, eran su base. La base firme donde el apoyaba sus pies. Allí quedaban sus criterios e ideales, sus vínculos más fuertes y sus experiencias y culpas. Nada destruiría esa base, todo lo que existía sobre ella era mutable, pero no la base en sí misma. Ryuuken, contra todo lo esperado, formaba parte ahora de esa base, y nada lo sacaría de allí. Podía vivir miles de experiencias, podía alejarse y nunca más volver a verlo, podía incluso enamorarse de otra persona, pero Ryuuken seguiría formando parte de su base.
En el peor de los casos, si nunca llegaba a enamorarse, y su vida acababa pendiendo de un hilo demasiado frágil, aún así, tendría la certeza de que era su voluntad verdadera la que lo había impulsado hasta ese punto. No un capricho, no un simple calentón, sino una voluntad real y firme proveniente de su mismísimo mundo interno.
¿Qué si era ingenuo? Sí, indudablemente.
La decisión estaba tomada. Lo que pasara de allí en adelante, dependía de otra parte.
- Ya es suficiente. Se acabó - la frialdad de la voz hizo que un escalofrío le recorriera el cuerpo. Pero, en cierta forma, Ichigo ya había aprendido a ver más allá de las mascaras. Podía sentir la frustración y la agonía oculta en cada palabra - No puedes pasarte la vida intentando salvar a todo el mundo. Deja de intentar salvarme, no te necesito.
Lo único que el Quincy obtuvo en respuesta fue un gesto que hubiera preferido no ver. Una sonrisa de Ichigo. No de esas sonrisas confiadas y victoriosas, gestos heredados de Isshin. Tampoco de esas falsas o irónicas. Ni siquiera se podía calificar de alegre. Era una sonrisa que no era sonrisa del todo, la sonrisa ante la cual inevitablemente caería.
- No estoy haciendo esto por ti. Es más, nunca en mi vida fui más egoísta. Sé a quien de los dos van a echar a los leones primero.
Pudo comprender que, con todo, Ichigo tenía conciencia de la situación. No importaba si alcanzaba la mayoría de edad, la diferencia seguiría siendo mucha. Incluso si superaban las reacciones de las personas más cercanas (tuvo la visión casi real del puño de Isshin) jamás estarían a salvo de la ponzoña de otros.
Pero aun así, le sonreía y seguía apretando su mano. Despacio, en un movimiento gradual, Ryuuken fue devolviendo el apretón. Sentía como con cada pequeño movimiento de los músculos de su mano, algo se resquebrajaba, algo empezaba a fluir, como si un mundo entero comenzara a salir de la glaciación.
El beso siguiente fue suave y lento, Ichigo sintió el sabor de la nicotina en su aliento. Supo que, si alguna vez llegaba a enamorarse, sería de un fumador.
Fin
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Y logré terminarlo. O en todo caso terminar de subirlo a estos pagos. De verdad que me cuesta llevarme con esta página.
Pero ese no es el punto. Millones de gracias por leerlo. Cualquier comentario, crítica o recomendación será bienvenido. Espero que el final no haya quedado demasiado colgado. La cuestión del humo del cigarrillo, debo admitirlo, fue un delirio tremendo, estuve en duda sobre dejarlo o no. Pero al final me convenció, no se. Probablemente (espero que no) se me haya pasado algún acento, me disculpo de antemano jej.
Ahora que lo pienso... y esto puede considerarse spoiler, no leer sino vas al día con el manga de Bleach...
En el primer cápitulo, y siguiendo la tradición, destaqué la dificultad de Ichigo para controlar el reiatsu. Pero en los últimos cápitulos del manga, se nos apareció este nuevo Ichigo que no parece tener ese problema. En fin, supongo que es un pequeño detalle fuera del canon... o no, no se, quién sabe por donde llevará Kubo a sus personajes.
Nada más para acotar, de nuevo gracias por leer y saludos.