El Accidente

Dec 01, 2012 16:40

Título: El Accidente
Autor: Grissina
Personajes/Pairing: Albus Severus Potter, Scorpius Malfoy, Harry Potter,
Rating: K+
Género: General, Slash
Advertencias: Primer fic en la línea temporal de la saga SM.
Resumen: Antes de "SM de Pociones y Tatuajes" Albus y Scorpius tienen un aparatoso accidente durante un partido de quiddich, pero parece que ninguno de los dos recuerda qué sucedió exactamente...
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.

SM el Accidente
Hogwarts, Diciembre 2022
Le dolía todo. No sabía si la oscuridad que le envolvía era un aviso de que todo se estaba acabando, si es que había oscurecido mientras su conciencia iba y venía o es que simplemente no podía abrir los párpados.

Tenía la cabeza como si hubiera impactado con el suelo después de una caída brutal con la escoba a una velocidad mortal. Que precisamente era lo que había sucedido. Pero no podía recordar cuanto hacía que había pasado. Tampoco podía recordar por qué había volado tan rápido ni tan cerca del suelo.

Demasiado dolor de cabeza para seguir pensando. Un pequeño gemido. Un imperceptible movimiento. El dolor recorriéndole todo el cuerpo. Y de nuevo la inconsciencia se lo llevó.

¿Habían pasado horas? ¿Unos minutos solamente? No podía saberlo. Se había despertado para encontrarse, de nuevo, en aquella noche agónica. Oscuridad, silencio y dolor. Un nuevo gemido.

Pero ahora el gemido no era suyo. Había alguien más. No demasiado lejos de donde él estaba.

Instintivamente sus músculos se contrajeron, poniendo el cuerpo en estado de alerta. Pero el dolor era tan intenso que, esta vez sí, fue él quien gimió.

-Creo que Potter se ha despertado -oyó que una voz lejana decía, pero no la reconoció.

-Voy a avisar al enfermero -dijo alguien más.

-Potter. ¿Potter, me oyes?

Tantas voces... ¿Donde estaba? ¿Y por qué no podía volver la inconsciencia sin dolor, sin ruidos?… ¿Sin luz?
Intentando controlar lo que estaba pasando a su alrededor había logrado abrir los ojos. Pero no estaba seguro de que hubiera sido una buena idea. La luz era intensa. Claramente no era de noche.

Las pupilas se le contrajeron de golpe y tuvo que entornar los ojos para poder protegerse de esa cegadora blancura. Cuando se acostumbró a la luz vio que había dos personas cerca de su cama, pero no podía distinguir quienes eran.

-Aún no está… -decía alguien, a su derecha.

Con un esfuerzo que cualquiera en su situación calificaría de ultrahumano, giró la cabeza para poder ver de frente a quien tenía más cerca. No reconoció quien era, pero estaba seguro que le estaba tocando, aunque no podía notar nada a parte del penetrante dolor que recorría su cuerpo entero.

Y de nuevo la inconsciencia se llevó el dolor.

La tercera vez que despertó, fue consciente de que estaba despertando. Aunque no sabía cuanto tiempo llevaba durmiendo. Le costó menos encontrar el modo de abrir los ojos. Con cuidado esta vez, aunque fue innecesario porque estaba oscuro.

Oscuridad, silencio y dolor, aunque ahora el dolor era mucho más fácil de soportar. Quizá no se había despertado del todo…

Entonces oyó movimiento a su izquierda. Eran voces, hablaban en susurros y no podía oír qué decían. Suspiró.

Recordaba porqué le dolía todo. Había caído de la escoba… aunque no tenía muy claro porqué o como había ido todo. Cada vez que intentaba recordarlo la cabeza le hacía zumbidos. Decidió no intentarlo más de momento.

Estaba oscuro, por lo tanto era de noche. Seguramente estaba en la enfermería de la escuela. Si el accidente hubiera sido tan grave como para que hubieran tenido que llevarle a San Mungo estaba seguro que sus padres estarían a su lado. Además las habitaciones de San Mungo eran blancas y había luz todo el santo día. No, seguía en Hogwarts. Eran buenas noticias.

¿Pero si estaba en la enfermería de Hogwarts a altas horas de la noche, quien estaba murmurando?

Lleno de curiosidad decidió intentar moverse un poco para descubrir quienes eran y qué decían. Pero al moverse una extraña sensación de peso sobre las piernas le asustó. Olvidando por un momento a sus extraños compañeros se miró las piernas y entonces se dio cuenta de que alguien de su familia sí estaba allí con él. Lily dormía plácidamente en una silla a los pies de su cama, con el torso sobre la cama, la cabeza y uno de los brazos habían terminado encima de sus piernas doloridas.

Una sensación de calidez le inundó el corazón. Y si hubiera podido mover los brazos habría intentado acariciar la cabecita de su hermana pequeña.

¿La cabeza…? La cabeza de alguien más entre sus manos. Una extraña visión que tenía que ver con… Zum-zum-zum.

Y de nuevo las voces a su alrededor que no podía entender.

Intentó hablar. Pero tenía la garganta completamente seca y solo un lamento raro salió de ella.

-¡Se ha despertado! -exclamó alguien con voz normal.

-¡Por fin! -exclamó alguien más.

Y en un instante pareció que a su alrededor el mundo cobraba vida.

Ruidos de pasos, movimiento, su hermana despertando, luces que se encendieron.

-!Albus! -oyó la voz de su hermana y luego la de su prima Rosa repitiendo su nombre diversas veces más.

-Chicas por favor -alguien, un hombre, un adulto, las detuvo.

El enfermero Macmillan le examinó de arriba a bajo. Le dio agua y algunas otras pociones que no entendió para qué eran. Y poco después le preguntó:

-¿Puedes hablar? -como siempre que el enfermero le hablaba, lo hizo con un tono amable y calido.

-Creo que sí -respondió con una sonrisa, o con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

-Estás en la enfermería. ¿Recuerdas por qué?

-¿Accidente de escoba? -intentó bromear. No era la primera vez que caía de la escoba en un entrenamiento o que se hacía daño en alguna de sus otras escapadas y acababa pasando la noche allí. Macmillan y él bromeaban a menudo sobre los motivos que le llevaban a la enfermería.

-¿Recuerdas cómo pasó?

-Demasiada velocidad. El suelo… yo… -iba a decir que saltó de la escoba pero eso no tendría sentido.

-Saltaste -dijo Macmillan-. Era el partido contra Hufflepuff.

¿Partido? No recordaba ningún partido.

-¿No lo recuerdas?

-No -admitió intentando recordar, pero solo lograba que el zum-zum aumentara-. ¿Atrapé la snitch como mínimo? -preguntó resignado ante la amnesia.

-No exactamente.

-¿Hemos perdido? -se lamentó. Solo había perdido una vez y había sido porque James era la única persona a parte de sus padres que podían ganarle encima de una escoba. No le gustaba nada perder, aunque no lo recordara.

-Me temo que sí Albus -Macmillan siguió hablándole con el tono amable de siempre-. Pero eso no importa ahora. Necesito saber qué recuerdas de aquella tarde -dijo luego con un poco de ansiedad en la voz.

-Nada -la expresión de Macmillan le desconcertó-. Yo… ¿hace mucho que pasó?

-Más de una semana -dijo su hermana con la voz preocupada.

-Uau. Suerte que tengo la cabeza dura -intentó esconder la sorpresa y el temor con la broma. No había quedado, nunca antes, inconsciente durante tanto tiempo.

-¿Cómo sabes que te diste de cabeza? ¿Recuerdas algo? -insistió Macmillan con el mismo tono de voz ansioso y aquella expresión extraña en la cara.

-No. Es lo que me duele más -dijo notando de nuevo el zum-zum-zum.

-Te daré más sedante -dijo rápidamente el enfermero volviendo a usar el tono preocupado pero amable de siempre.

-No, espere un poco -dijo la voz de Lily de forma suplicante no demasiado lejos de la cama-. Papá está a punto de volver.

-¿Papá? -preguntó confundido.

-Al, llevas muchos días inconsciente. Papá y mamá llevan noches haciendo guardia por si despertabas.

-Y nosotros también -dijo la voz de Rose.

-Mamá me matará -se quejó Albus pensando en lo preocupados que debían haber estado todos para montar todo ese operativo de vigilancia.

-Oh sí -hizo su hermana, sabiendo exactamente lo que estaba pensando-. Pero mañana trabaja así que tienes unas cuantas horas para ir pensando un modo de calmarla. Papá la ha acompañado a casa pero ha dicho que volvería enseguida. Seguro que le hace ilusión poderte ver despierto.

-Está bien -cedió el enfermero-. Pero si te empieza a doler más la cabeza o si recuerdas algo dímelo enseguida. Y si te da sueño no te resistas. Tu padre entenderá perfectamente que te duermas.

-Gracias -murmuró Albus con una nueva mueca de sonrisa para el enfermero.

No acababa de entender porqué estaba tan ansioso por si recordaba algo, pero se notaba que, como siempre, estaba preocupado por él.

Su hermana y su prima le estuvieron enseñando todas las postales de “espero que te mejores” que había recibido. A pesar de que el dolor cabeza y el cansancio no le dejaban concentrar en lo que decían, ellas parecían contentas de poder enseñárselas. La gran cantidad de dulces de todo tipo que había recibido y los ramos de flores que ocupaban toda la zona este de la enfermería le sorprendieron y su hermana y su prima cogieron nuevas fuerzas y entusiasmo con ello.

-¿Quién me ha mandado globos amarillos y negros? -preguntó desconcertado interrumpiéndolas al ver el inesperado y poco adecuado regalo.

-Me temo que esos globos no son para ti -dijo su hermana.

-¿De verdad no recuerdas nada del accidente? -insistió su prima, con un tono muy similar al usado hacía un rato por el enfermero.

-No lo sé. Recuerdo la velocidad, el impacto. No recuerdo que fuera en un partido, no recuerdo estar persiguiendo la Snitch. Recuerdo… -murmuró mirándose las manos, de nuevo la visión de la cabeza de alguien entre ellas-. No lo sé. ¿Por qué?

-No volabas solo Al -dijo suavemente su hermana.

-¿De verdad no lo recuerdas? -hizo entonces una voz inesperada tras las cortinas que separaban su cama de la de la izquierda.

-¿Scorpius? -murmuró Albus confundido notando como se le aceleraba el corazón y sus sentidos se despertaban poniéndole alerta.

Y de repente como si la sola presencia del rubio hubiera estimulado su cuerpo y sus recuerdos, la cabeza ente sus manos que había visto un rato antes ya no era una cabeza cualquiera, era una cabeza rubia de cabellos finos y largos tapando una cara de facciones finas y afiladas. Se miró las manos y las recordó llenas de sangre; Entonces recordó la cara de Scorpius Malfoy inconsciente.

-Malfoy estaba a punto de coger la Snitch cuando “caísteis” -dijo Rose corriendo las cortinas para que ambos compañeros pudieran verse.

El tono distendido del comentario de su prima le dejó claro a Albus que nadie había notado la visión que acababa de experimentar. Quizá solo había sido una pesadilla debida al dolor.

-¡Merlín y Morgana! -exclamó Scorpius cuando finalmente le vio.

Albus se lo miró detenidamente. Tardó unos segundo en entender que la estupefacción de su compañero seguramente era debida a las heridas por cicatrizar que posiblemente cubrían su rostro tras un accidente de esa magnitud.

-Haces buena cara -murmuró Albus mirando a Scorpius, intentando encontrar nada en su aspecto que le dijera si aquella visión era un recuerdo del accidente como temía o tan solo una pesadilla escalofriante.

El rubio estaba sentado en la cama, vestido con un pijama marrón oscuro de seda. No se le veía ni un rasguño. Y su cara seguía igual de atractiva y sensual que siempre. Aunque la expresión de sorpresa y espanto era desconcertante. Se le veía sano y salvo, pero vestía pijama y parecía estar ocupando una cama en la enfermería como él.

-¿Tú también has estado inconsciente? -dijo Albus al ver que Scorpius parecía haber perdido la capacidad de hablar, tenía que descubrir si el rubio se había hecho daño con aquél accidente o estaba allí por otro motivo.

Pero el rubio parecía no poder hablar. Seguía mirándole con cara de estupefacción y la incertidumbre de ese comportamiento le estaba poniendo aún más nervioso.

-¿Tan mala cara tengo? -acabó preguntando Albus a su prima y a su hermana, preocupado.

-No creo que si te hubiera pasado por encima una estampida de centauros tuvieras mucho menor cara, Potter -respondió el propio Scorpius recuperando de repente el habla.

-¿Tan mal estoy? -preguntó de nuevo, un poco preocupado. No lo admitiría nunca, pero era más presumido que su hermana y además la última persona que quería que le viera con mal aspecto era precisamente Scorpius Malfoy.

-Fue un accidente muy… -dijo Lily con los ojos aguados.

-No sufras, el médico dijo que lo peor ya había pasado. Pronto estarás como nuevo -le cortó Rose-. Los dos -añadió mirando a Scorpius.

Estaba claro que Scorpius también había estado involucrado. Aunque Albus no lograba recordar qué había sucedido más allá de esa imagen escalofriante de su compañero lleno de sangre entre sus brazos. Por suerte no pudo pensar mucho en ello, porque en ése momento su padre llegó y silenciosamente Scorpius y Rose se apartaron hacia la cama del rubio para dejar que la familia celebrara que el pequeño de los Potter se había despertado.

Albus no tardó en caer dormido de nuevo. Estaba realmente cansado y el dolor de cabeza era cargante.

Esta vez, pero, no fue a parar a la oscuridad de la inconsciencia. Un sueño extraño se fue repitiendo y repitiendo toda la noche. Cuando rompió el alba se despertó con la garganta seca y la sensación de tener el estómago vacío.

A los pies de su cama su padre había tomado el sitio de su hermana que seguramente había sido enviada de nuevo a su cama en la torre de Gryffindor.

-Buenos día -murmuró su padre que, al contrario de la pequeña Lily la noche anterior, no dormía sino que leía El Profeta tranquilamente. Albus se preguntó si le habría velado toda la noche.

-Tengo sed -murmuró. Y su padre conjuró una copa llena de agua con uno de sus rápidos y eficaces movimientos de varita.

Albus siempre había envidiado la destreza con la varita de sus padres. Una cualidad que él no había heredado. Se defendía bien con un avarita entre manos, pero había cosas que les había visto hacer con la varita que no estaba seguro de poder llegar a hacer nunca.

-¿Todavía te preocupas por…? -dijo su padre como si le hubiera leído la mente, dándole la copa y mirando como le observaba guardar la varita.

Albus se encogió de hombros. No le gustaba admitirlo, pero a veces estaba un poco celoso de sus hermanos, quienes sí habían heredado esa cualidad de sus padres.

-El profesor Slughorn me comentó que el otro día le hiciste una Pócima de la Paz perfecta. Nadie de mi año lo logró.

-¿Siquiera la tía o tú?

-Ni siquiera Malfoy, hijo -le respondió su padre con una sonrisa.

Albus sabía que la mención del padre de Scorpius quería decir que ni el mejor en pociones de su curso lo había logrado. Había cierta ironía en que fuera un Potter quien hubiera relevado de aquel título a Draco Malfoy, como también del de príncipe de Slytherin.

-Me gusta hacer pociones… -admitió en un susurro, sintiéndose un poco avergonzado, como cada vez que su padre le hablaba de su buena mano con las pociones con tanto orgullo. Su padre era con la única persona con quien se permitía el lujo de mostrar sus temores y dudas-. Pero Lily ya conjura un Patronus y yo aún…

-Hijo no debes pensar en qué pueden hacer los demás que tu no puedes aún. Tienes la magia para hacerlo aquí y aquí -le dijo tocándole el pecho y luego acariciándole la cabeza-. Te lo prometo; Solo debes encontrar el modo de conectar ambas cosas. Haz gala de tu paciencia y no de la envidia. Por cierto, deberás hacer gala de otra gran calidad de los Slytherins, hijo, rescata tu ingenio y ve preparando una explicación de tu comportamiento para cuando llegue tu madre, porque…

-Es que no recuerdo qué pasó papá -admitió sintiéndose como si tuviera de nuevo diez años, ante la perspectiva de tener que enfrentarse a su madre enfadada y preocupada-. Está todo borroso. Recuerdo la velocidad y el golpe. Pero…

-He visto lo que pasó. Tu hermana me ha dejado ver su recuerdo de aquel momento.

A Albus siempre le había gustado la forma directa y sin embustes que su padre usaba con ellos cuando tenían que tratar temas delicados. Una vez había oído a la abuela decirle a su madre que debían ir con más cuidado en no ser tan directos con ellos, pero su madre le había dicho que de joven papá había sido manipulado y engañado demasiadas veces por aquellos que le rodeaban y que eso le había llevado a ser un poco crudo a veces. Pero Albus siempre había encontrado reconfortante que su padre no les mintiera y les dijera las cosas por su nombre.

-¿Te han dicho que…? -le preguntó entonces su padre tanteando el terreno. Albus tuvo la sensación de que su padre iba con más tacto de lo habitual.

-¿Qué salté? -dijo Albus inquieto.

-Hiciste algo más que saltar de la escoba, hijo -Albus estaba seguro que la mirada penetrante de su padre estaba intentando decidir si realmente no recordaba nada más de lo que decía.

-¿Sí? -preguntó sintiendo como de repente se le encogía el estómago de la angustia. No sabía qué había sucedido, pero empezaba a tener dudas inquietantes.

De nuevo vio la misma visión que la noche anterior, sus brazos abrazando a un Scorpius lleno de sangre, sus manos cogiendo su cabeza rubia y la sensación de mecerle contra su pecho.

¿Qué había pasado? ¿Qué había hecho? ¿Qué sabía su padre que él no?

-Cuando te hayas recuperado lo podrás ver tu mismo, quizá entonces recuerdes algo. Ahora descansa. Tu madre tardará aún unas horas en poder venir y te vendrá bien estar descansado.

Sabiendo que su padre tenía razón se dejó tapar sin protestar, aunque no tenía demasiado sueño.

-Ayer no pude preguntarlo pero, Scorpius está bien, ¿verdad? -preguntó al último momento antes de que su padre se alejara hasta la silla en los pies de la cama de nuevo.

-Sí. Tiene mejor aspecto que tu -dijo su padre con una mueca.

Albus se puso rojo. Evidentemente que Scorpius tenía mejor aspecto que él. Siempre había sido así. Además aún no se había visto en un espejo pero estaba empezando a preocuparse de verdad por lo que el accidente había causado en su aspecto. Pero no quería que su padre supiera que eso le preocupaba, ya pensaba bastante que se preocupaba por demasiadas cosas sin importancia.

-¿Todavía está aquí? -dijo intentando no ponerse más rojo aún. No había oído a nadie más en la enfermería a parte de él y su padre.

-Sí. Ambos os estaréis aún unos días en la enfermería me temo.

-¿Unos días?

-Una semana mínimo.

-¿Una semana? -se quejó-. ¿Pero y las clases? ¿Y los entrenamientos?

-Tu prima y Chang se han ofrecido a dejarte sus apuntes. Quien me habría dicho nunca que uno de mis hijos acabaría con una amistad así con un hijo de Cho -comentó alegremente su padre acariciándole la pierna una vez ya sentado de nuevo en la silla.

-¿Una amistad como? -preguntó con un hilo de voz debido a otro nudo en la boca del estomago. Si seguía así acabaría por vomitar.

-Ya sé que quizá te sonará raro, pero en mi época casi no confraternizábamos con gente de las otras casas. Pero me alegro mucho de saber que tus amistades se extienden más allá de las mazmorras de Slytherin…

Mientras su padre hablaba de la importancia de estar unidos a miembros de otras casas, él cerró los ojos y se intentó auto convencer de que su padre no sabía nada de su “amistad” con Cedric Chang.

Poco a poco fue recuperando la capacidad de respirar normalmente. Y su padre creyendo que se había dormido calló. Aún nervioso, Albus, decidió no volver a abrir los ojos. Oyó como su padre desplegaba de nuevo El Profeta y se relajó.

Estaba a punto de caer dormido de verdad cuando un ruido le desveló. Pasos. Su padre dejando el periódico encima de la cama y levantándose de la silla.

-Buenos días Harry ¿Cómo está? -preguntó la voz del enfermero.

-Parece que sigue sin recordar nada, pero por lo demás creo que está bien. Has hecho un buen trabajo Ernie, con los dos. Gracias.

-No las tenía todas, Harry. Estaba asustado. El estado de Albus cuando llegó hecho una masa ensangrentada… por suerte era menos de lo que inicialmente parecía, pero el chico Malfoy, Harry… creí que le perdía. Suerte que te diste cuenta de…

-Lo más importante es que lo pudiste solucionar. Aún no me explico como pudo. Quiero decir, lo entiendo, porque yo mismo he hecho magia sin varita sin querer más de una vez y Ginny también, ya la conoces, con la potencia que tiene. Entiendo que haya podido pero no que…

-Cada cual saca el máximo potencial de su magia cuando más lo necesita, Harry, ambos lo sabemos. Albus no ha necesitado nunca sobresalir por su magia ni en casa ni en la escuela. Es un Slytherin al fin y al cabo. Y tiene potencia suficiente con su nivel de base para mantener un nivel académico por encima de la media. El día que se encuentre con un reto de verdad… entonces nos sorprenderá. Creo que el único profesor que le ha empujado a superarse ha sido Slughorn y por eso es tan bueno en pociones.

-Le he dicho que cuando esté mejor le dejaré ver el accidente. A ver si así recuerdo algo.

-Quizá es mejor que no lo recuerde, Harry.

-Quizá tengas razón. Pero creo que es lo bastante mayor para decidir por si solo. Dejaré que él elija si lo quiere ver o no. Créeme, a veces no saber es mucho peor que saber. No seré yo quien les esconda nada a mis hijos.

-Eres un buen padre, Harry.

-Lo intento.

-¿Te apetece una copa de hidromiel? Los chicos estarán dormidos un buen rato.

Con aquellas palabras los dos hombres se alejaron de la cama de Albus.

Cuando estuvo seguro de que estaba solo abrió los ojos y no pudo evitar mirar a la izquierda, hacia la cortina tras la cual estaba Scorpius. Quería poder correrla para poder verle de nuevo, pero no se sentía con fuerza suficiente para levantarse de la cama y hacerlo manualmente.

Haciendo un esfuerzo se incorporó y se sentó en la cama. Su varita estaba en la mesilla de noche. No se lo pensó dos veces. Con las manos temblorosas apuntó hacia la cortina y susurró: locomotor cortina. Suavemente movió la mano que sujetaba la varita hacia la izquierda y la cortina se corrió suavemente hasta dejar a la vista a su compañero.

Scorpius parecía dormir profundamente. Su respiración era pausada y muy lenta. Albus se quedó mirándole un rato, pensando en qué habría pasado realmente y en si la horrible visión de rubio herido entre sus brazos era un recuerdo del accidente. Parecía difícil creer que Scorpius estuviera tan grave como para tener que quedarse dos semanas en la enfermería como él.

Nervioso murmuró: accio espejo. Y un pequeño espejo que había en la pared de la enfermería se descolgó y voló directamente a sus manos. Albus tardó un poco en reunir el valor para mirarse a si mismo. La expresión de espanto de Scorpius al verle la noche anterior le había dejado nervioso.

No pudo evitar una exclamación de espanto cuando se vio la cara. Una cicatriz enorme iba del pómulo izquierdo hasta la raíz del cabello pasando por encima de su ojo, partiéndole la ceja izquierda. El ojo derecho estaba inflamado, aún podían verse los restos de un moretón que se extendía a lo largo de la frente sobre la ceja derecha. El pómulo derecho tenía un corte horizontal de unos tres centímetros y una cicatriz le partía la barbilla i seguía abajo por su cuello hasta perderse bajo el cuello del pijama.

-Tienes mejor aspecto, Potter -dijo la voz de Scorpius sobresaltándole antes de que hubiera podido asimilar la imagen que ofrecía su rostro en esos momentos.

-Pero… -murmuró Albus mirándose de nuevo en el espejo, sin entender como podía haber tenido pero aspecto del que estaba viendo.

-Y te ha crecido el pelo -dijo Scorpius incorporándose.

-¿El pelo? -dijo sin poder evitar que su mano volara a tocar su pelo negro que efectivamente estaba más corto de lo habitual.

-Ayer… Me alegro de que finalmente hayas despertado. Has tenido a todo el mundo muy preocupado.

-Yo… ¿Tú no has estado inconsciente?

-El enfermero me ha tenido sedado muchas horas, pero creo que no. Supongo que al no haberme abierto la cabeza como tú…

-¿Qué pasó? -no pudo evitar preguntar.

-¿No lo recuerdas?

-No. Ni siquiera recuerdo el partido.

-Luchábamos por la Snitch. Hicimos un descenso en picado. Recuperamos la posición horizontal justo antes de tocar suelo y seguimos la carrera sorteando los pies de las gradas… hasta que todo se descontroló y…

-Me han dicho que salté de la escoba.

-No sé qué pasó. Un momento estábamos volando y al siguiente estábamos en el suelo llenos de sangre.

-Lo siento -murmuró sin poder aguantarle la mirada.

-¿Por qué?

-No lo sé -se encogió de hombros-. Pero tengo la sensación de que el accidente fue culpa mía.

-Los dos íbamos demasiado rápidos y debimos volar demasiado cerca del suelo.

-Aún así, lo siento.

-Yo no. Hufflepuff ganó -dijo con una sonrisa Scorpius.

-Todavía tenéis que ganar a Ravenclaw y a Gryffindor con mejor puntuación que nosotros para poder ganar la copa. La competición no ha terminado Malfoy -le medio amenazó Albus intentando disimular con altiveza el hecho de que Scorpius acababa de meter el dedo en la llaga.

-Pero será divertido que Slytherin no sea el primero durante toda la temporada -dijo Scorpius intentando que por una vez el Slytherin no tuviera la última palabra.

-Será un reto estimulante. Y cuando ganemos de nuevo la victoria será aún mejor -respondió altivo Albus lleno de seguridad.

-Potter, deberías ir con cuidado con el ego de tu hijo, cualquier día de estos te superará.

-¡Papá! -exclamó Scorpius. Y ninguno de los presentes sabía si era sorpresa o intentaba reprender a su padre por el comentario.

-Malfoy, no creo que ése sea el tono adecuado para… -empezó a decir Harry sin saber como responderle la mofa sin caer en los insultos que se lanzaban el uno al otro cuando eran ellos los que estudiaban en Hogwarts.

-Papá -le cortó Albus- déjalo. El señor Malfoy es libre de expresar su envidia como mejor le plazca.

-Potter creo que tu hijo necesita una buena dosis de modales -respondió Draco Malfoy mirando a Harry.

-Albus, eso ha estado fuera de lugar -lo reprendió su padre de mala gana, admitir que Malfoy tenía razón en algo no era cosa fácil.

-Lo siento Padre. Señor Malfoy, por favor, discúlpeme, no era mi intención ofenderle. Al fin i al cabo ambos somos Slytherins, seguro que el hecho que yo haya logrado que nuestro equipo ganara la copa de Quidditch cuatro veces consecutivas no tiene nada que ver con la animadversión que siente por mí.

-Oh Potter, tu hijo realmente es Slytherin. Me encanta -añadió Draco.

-Gracias -hizo Albus con soberbia, un poco molesto por que el padre de Scorpius no le hubiera dirigido la palabra directamente en ningún momento, pero decidido a no dejar que se notara.

Entonces su padre cerró la cortina de nuevo y le murmuró.

-De verdad, Albus, ¿Era necesario?

Albus había notado que además de correr la cortina su padre había puesto un hechizo insonorizador a su alrededor para evitar que los Malfoy les oyesen.

-Pero si no he hecho nada. Ya lo has visto el señor Malfoy ha dicho que…

-Me da igual lo que haya dicho. Además ¿no estabas durmiendo? Debes descansar hijo. Has sufrido heridas muy graves y…

-Lo siento. Despiértame cuando llegue mamá.

Albus cerró los ojos e intentó parecer dormido. Unos minutos más tarde oyó como el hechizo insonorizador desaparecía. La magia sin varita de su padre tenía un toque especial.

En la cama de al lado, el padre de Scorpius le estaba ayudando a sentarse en una silla flotante para poder salir a pasear por los jardines y así poder hablar un rato tranquilamente. Que en realidad quería decir sin que los Potter les oyeran.

Albus suspiró. Scorpius y su padre saldrían a dar una vuelta y quien sabía cuando volverían. Probablemente en ese momento su madre ya habría llegado y por lo tanto no podría volver a ver a Sorpius y hablar con él tranquilamente hasta el día siguiente. Intentando no pensar en el dolor de cabeza, ahora que podía intuir que venía de las horribles heridas que le habían marcado la cara, se consoló imaginándose la de veces que podría hablar con Scorpius, verle dormir, comer, y descansar bien de cerca en una semana de convalecencia en la enfermería.

El señor Malfoy seguía despreciándole como siempre por el hecho de ser hijo de Harry Potter y, seguramente, como ya había dicho, por envidia de que un Potter hubiera podido llevar al equipo de Slytherin a la victoria tantas veces cuando él no lo había podido hacer. Le quedaba el consuelo de que Draco Malfoy no parecía pensar que el accidente que había herido a su hijo tan gravemente hubiera sido su culpa.

Una culpa que cada vez sentía más pesada. Las palabras de su padre y el enfermero un rato antes aún y ser vagas habían sido lo suficiente aclaradoras para él. Había hecho magia de algún modo, había hecho algo que no debería haber hecho, había hecho algo para lo que no estaba preparado y el resultado había sido que él y Scorpius habían acabado en esas dos camas de la enfermería. Todo había sido culpa suya, aunque no lo pudiera recordar, y su padre ya lo sabía.

El sueño intranquilo en el que sumió fue interrumpido unas horas más tarde por la ruidosa llegada de su madre a la enfermería acompañada de James, la tía Hermione y el tío Ron.

Rodeado por la familia pasó el resto de la tarde. Su madre no paraba de acariciarle el pelo como cuando era pequeño. Su tía y su padre habían estado cuchicheando y mirándole de refilón mientras su tío y su hermano intentaban distraerle.

En silencio vio como el padre de Scorpius le volvía a poner en su cama unas horas después. Las cortinas impedían que pudiera ver nada de lo que pasaba al otro lado, y un nuevo hechizo insonorizador impedía que el barullo de su familia molestara a los silencioso Malfoy.

Se durmió cuando aún no se había ido nadie. Y de nuevo se sumió en un sueño intranquilo.

continua aquí

p: scorpius hyperion malfoy, fic, p: harry potter, f: harry potter, p: albus severus potter

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