No es como si no se lo esperara. Podía ser un obseso del beisbol, pero no era idiota. Sabía sobre su rol como guardián, sobre sus tareas y como eventualmente tendría que llegar a esto. Sus manos teñidas de sangre ajena era toda la prueba que necesitaba.
Entonces, no comprendía por qué lo había sorprendido, todo. La sensación ajena de un calor carmín entre sus dedos, o el peso muerto de su espada. Quiso gritar cuando la lluvia empezó a golpearlo, limpiando cualquier tipo de conflicto.
Se repetía que las razones eran las correctas. Había protegido a su familia, y asumiría las consecuencias. Fue suficiente para calmarlo, y logró esbozar una sonrisa.
No tenía nada más que hacer ahí.
Al llegar, todos parecieron comprender, comprenderlo. Volvería a hacerlo (tendría que en un futuro) pero eso no significaba que le agradara el hecho. Gokudera lo animó con una palmada en la espalda, y algunos gruñidos faltos de insultos, recordándole su rol en la familia, felicitándole por él.
Ryohei lo golpeó, al extremo por supuesto, tratando de que sus acciones expresaran lo que las palabras no podían. Prometió llevarlo a un entrenamiento especial. Tsuna solo sonrió, posando su mano en el brazo del espadachín en mudo agradecimiento.
Sonrió por primera vez esa noche. Fue suficiente para pasarla.
O tal vez no.
La mirada intensa de aquellos ojos frente a él lo dejó sin reacción alguna, la sorpresa dibujada en su rostro.
-Takeshi Yamamoto.
El nombre del guardián de la Nube murió en sus labios. Yamamoto endureció el semblante, consciente de la situación. No se tenía a Hibari todas las noches en su habitación.
Algo estaba ocurriendo, y no poder seguir el ritmo de la situación fastidió al espadachín. No entendía, pero tampoco pretendía suponer. Sabía que algo estaba pasando, y no podía acallar aquella sensación gritándole que todo tenía que ver con aquel simple suceso.
Su primer asesinato.
Él no había sido el primer guardián en hacerlo, pero estaba cerca.
Aquel hombre que lo escudriñaba con su aura había tenido el honor.
-Puedo sentirlo, apestas a muerte- fue lo siguiente que escuchó de Hibari, al tiempo que se acercaba a Yamamoto.
Yamamoto que simplemente se había sentido agobiado por las palabras del otro, dejándose dominar por la situación que lo envolvía.
-Apestas a ello- fue lo siguiente que registró, Hibari inhalando en su cuello, y él paralizado, sin noción de cuando todo había pasado, de cuando las cosas se habían salido de control.
No supo cómo, pero lo hizo, se sacó de aquel estupor. Buscándolo, intentó besarlo con desespero. Hibari pareció comprender lo que quería, y respondió con un ritmo más calmado, y sin embargo más intento.
Takeshi lo supo en aquel instante. Si iban a hacerlo, sería con las reglas de Hibari. No le molestó al sentir las manos del otro guardián por todo su cuerpo, insistentes en el acto, desvistiéndole con prontitud y una sensación que sólo podría ser descrita como hambre.
Mientras se ahogaba en gemidos, Yamamoto entendía. Aquella era la manera de Hibari para ayudarlo a lidiar con todo, y sería solo algo de los dos.
Después de todo, Hibari Kyoya también era un guardián.
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Hibari cada vez se vuelve menos mi nemesis, pero al mismo tiempo siento que lo pagaré con mi vida en un futuro. wtf.