Título: ¿Quieres ser mi amo?
Nombre: Anónimo
Reto: # 20
Reto proporcionado por:
psique_chanNúmero de palabras: 2.541
Rating: G
Betas: Lenayuri Fanfiction
Resumen: El status de "Dios del sexo" que ha ostentado Draco Malfoy desde cuarto año se desplomará por culpa de un antiguo conjuro. Que Harry Potter sea su novio de turno tendrá todo que ver con ello.
Notas:
¿Quieres ser mi Amo?
Draco Malfoy poseía una nada despreciable reputación de “Dios del sexo” que se había forjado a pulso desde cuarto año.
Innumerables eran los ligues y novios de todas las casas que había coleccionado en ese tiempo.
Hubo sólo un chico que se resistió tercamente a sus coqueteos, pero el Slytherin estaba acostumbrado a siempre obtener lo que deseaba por lo que no cejó en sus avances.
Durante el baile de Halloween de su séptimo año el inexpugnable bastión de ojos verdes finalmente se rindió ante su constante asedio.
Draco ignoraba que el día que consiguió que su más caro objetivo cayera en sus garras marcaría el inicio del fin de su fama de conquistador.
Cormac McLaggen, con quien venía disputando desde hacía algo menos de un año el favor de uno de los magos más codiciados de todo Hogwarts, no tomó de buena manera que él le hubiera ganado la partida y juró teatralmente que lo haría pagar por ello.
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Una tarde cualquiera, cuando llevaba algo más de un mes saliendo con el buscador de Gryffindor fue emboscado a la salida del comedor por el despechado mago quien, sin decir “agua va”, lo hechizó en frente de todos.
McLaggen se ganó un mes de castigo y la animadversión de toda su casa por las cincuenta esmeraldas que descendieron en el reloj de Gryffindor, pero nada consiguió quitarle la expresión de satisfacción de su rostro. La reputación de casanova del rubio estaba indefectiblemente arruinada.
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La noticia de que Draco Malfoy había sido atacado con el conjuro “Nekomimi” y que los resultados habían sido positivos voló más rápido que snitch a favor del viento.
Como era de esperarse, el afectado no asistió a las clases de esa tarde. Lo último que sus amigos supieron de él fue que se encerró en su cuarto privado y que juró no volver a asomar la nariz al exterior en lo que le restara de vida.
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“Nekomimi” era un hechizo arcano que formaba parte de los acuerdos pre-matrimoniales, en la época en que todos los enlaces eran concertados por los padres y la castidad de los contrayentes era requisito indispensable para que estos fueran considerados válidos por las leyes de esa época.
Se conjuraba al momento de firmar el acuerdo, dotando a ambos prometidos de un par de vistosas orejas y una cola, las que debían conservar como prueba de su virtud durante el tiempo de su compromiso, que en ocasiones llegaban a extenderse por uno o dos años. Si estas desaparecían antes de efectuado el enlace este no sólo no se llevaba a cabo, sino que la deshonra caía sobre toda la familia.
El conjuro había dejado de usarse hacía un par de siglos, pero su historia y significado era por todos conocido.
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Todo mundo en las cuatro casas conocía de sobra su volcánico temperamento, por lo que creyó que se encontraba a salvo y que ni sus amigos ni ninguna serpiente curiosa se acercaría con la estúpida intención de preguntar cómo se encontraba.
Con lo que el rubio no contaba era con la terquedad de su actual novio, quién se las apañó para escabullirse hasta su cuarto en mitad de la noche y no se amilanó ni cuando le apuntó al pecho con su varita.
Silenciosamente el moreno se bajó la capucha de su capa, dejando a la vista un par de orejas negrísimas, que recordaban poderosamente las de un lince.
¾¡Por Salazar!
¾Obligué a Cormac a que me lanzara el conjuro. - explicó el chico, rascándose sus peculiares orejas. - Ahora todo el reino sabrá que El Elegido es más virgen que el aceite de oliva. - agregó, con un encogimiento de hombros, su intento de chiste no le hizo gracia al Slytherin.
¾¿Estás demente? Tienes diecisiete años, sólo los perdedores y los trolls son vírgenes a los diecisiete. Mostrarte en público con esas orejas es el equivalente a cometer suicidio social.
¾Draco, si le diera importancia al qué dirán me habría arrojado de la torre de astronomía en primer año. - repuso el chico, sentándose en la cama con las piernas cruzadas. - No deberías dejar que el conjuro te afecte, eres más que un par de jodidas orejas.
¾¿Estás de coña? Todo lo que tenía era mi reputación y ahora gracias a ese subnormal de McLaggen todos saben que no soy más que un gran fraude. Oh, sí. Puedo imaginar los cotilleos. “¿Sabías que Malfoy no es más que una gran farsa? Su escoba está aún sin estrenar”.
¾No entiendo por qué le das tanta importancia, yo sé la verdad.
¾¡Qué novedad! A esta hora hasta mis primas veela en Beauxbatons lo saben.
¾No, Draco. Me refiero a La Verdad.
¾No estoy de humor para tus acertijos, Harry.
¾¿Recuerdas hace dos años, la noche en que terminaste con Zacharías Smith…?
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No se había dado cuenta de cuánto se había acostumbrado a vagar por el castillo con la impunidad que otorgaba su capa hasta que tuvo que prescindir de ella. Pero cuando Albus Dumbledore te hace una petición, negarse no es una alternativa.
Desde luego que pudo quedarse en su sala común. En especial porque - como tuvo a bien recordarle Hermione - aún no terminaba esa redacción de quince centímetros para Astronomía que tenía que entregar a la noche siguiente.
Pero Pentos, el nuevo profesor de defensa, actuaba demasiado sospechoso-tirando-a-culpable como para suspender su espionaje durante toda una semana sólo porque no contaba con su adorada capa.
En ello estaba cuando tuvo que refugiarse tras la puerta más cercana para evitar ser pescado por Snape, quién realizaba una de sus rondas en pos de estudiantes a quienes joderles la vida quitarle puntos.
Se metió dentro de un armario - nadie mejor que él sabía lo meticuloso que era el “nariz ganchuda” en sus inspecciones. - a esperar que pasara el peligro.
Pero no fue el jefe de casa de las serpientes quién entró, sino dos chicos, en apariencia más ocupados en besarse que en fijarse si habían moros en la costa.
Sus alarmas se dispararon. Nunca se sintió cómodo viendo a las parejitas haciéndose arrumacos y ahora iba a ser testigo privilegiado de como esos dos follaban ante sus narices.
Lo que ya era terrible de por sí, como para sumarle el hecho de que uno de los chicos se le hizo familiar… demasiado familiar.
Piel blanca como la nieve, labios rojos como la sangre, cabello ¿Rubio?
El galán no era otro que su jodida némesis, que de casualidad también era el protagonista de sus sueños húmedos y culpable de que se estuviera cuestionando su orientación sexual desde hacía algún tiempo.
Maldijo su mala suerte y cerró la puerta del mueble en que se encontraba. Con suerte ese par acababa luego - literalmente. - y él podía salir para darse de cabezazos contra la pared por enamorarse de semejante idiota.
Pero las cosas no salieron como él esperaba, pronto el sonido de besos cesó y fue reemplazado por una discusión que fue subiendo progresivamente de tono. Smith - el otro mago - le reclamaba al rubio su aparente frialdad y absoluta falta de interés por ir más allá de las simples carantoñas que compartían siempre. Le enrostró todos sus amantes anteriores y exigió obtener lo mismo que ellos, una prueba de la bestia sexual que todos aseguraban que él era.
Harry se había tapado infantilmente los oídos, renuente a seguir escuchando sobre la hiperactiva vida sexual de su platónico. Pero la curiosidad pudo con él y levantó un único dedo. Suficiente para escuchar la confesión del rubio y hacer que su corazón latiera desaforado, no sólo esa noche, sino cada vez que viera al Slytherin en el futuro.
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¾… sé que no te interesa el sexo en lo más mínimo. - dijo el moreno, al finalizar el relato. - que lo que te excita es el poder, el control que te da sobre alguien ser su objeto de deseo. Que te diviertes manipulándolos a tu antojo, entregándoles besos y caricias con cuentagotas, migajas destinadas a inflamar paulatinamente su deseo y que, cuando te hartas de su insistencia por aquello que nunca has tenido ninguna intención de darles, simplemente los desechas y buscas rápidamente un reemplazo.
¾¿Lo sabías? ¿Fue por eso que eso que te me resististe tanto? - interrogó con algo de resentimiento - ¿Por qué sabías que jamás te follaría?
¾¿Qué? ¡No! Si lo hice fue porque acostumbras cambiar de novio con la misma frecuencia que cambias de túnica y no quería ser parte de la estadística.
¾¿Y qué te hizo cambiar de opinión?
¾Bueno… encontré esto. - dijo, sacando del bolsillo trasero de su jeans un par de hojas amarillentas sujetas por un clip y entregándoselas al rubio, que las cogió con suspicacia. - esperaba el momento apropiado para dártelo pero…
¾¿Qué rayos hacía el virginal niño-que-vivió fisgoneando en un libro de BDSM? - comentó el Sly, dejando entrever una sonrisa pícara, tras darle una leve ojeada.
¾Buscando respuestas.
¾Te advierto que no me va el sado.
¾¡Sólo lee, por Merlín!
El chico lo miró con mala cara, azotando su cola peluda que parecía tener vida propia, pero obedeció.
Los minutos que el rubio tardó en leer el texto el Gryffindor no dejó de morderse el pulgar con nerviosismo. Que su novio pusiera caras raras durante la lectura no ayudaba mucho.
¾¿Y bien? - inquirió, cuando creyó que no podía más con su ansiedad.
¾Aún no termino, señor impaciente.
Harry supo cuando el chico acabó de leer porque su mandíbula casi llegó al piso y parpadeó repetidas veces.
¾¿Estás…? ¡¿No hablarás en serio?!
¾Yo estoy dispuesto, si tú quieres… - aseveró el chico aparentando seguridad, pero sus dedos retorciendo el bordillo de la capa lo traicionaron.
¾Creí que tenías claro que no me interesa el sexo.
¾No lo he olvidado. - Draco alzó una ceja como preguntando ¿Entonces? - No se trata de que lo sigamos al pie de la letra. La idea es rescatar la esencia de la relación de sumisión. Subrayé algunas partes… por si no lo notaste.
El rubio releyó algunas frases marcadas con tinta roja.
Tendrás solamente un amo, tu única aspiración será adorarle y complacerle cada día más y mejor
Recuerda que eres el tesoro más grande de tu amo.
Tendrás confianza en tu amo y debes saber que él piensa siempre en tu bienestar emocional y físico
Nunca experimentarás placer sexual sin el permiso de tu amo.
Tu mayor satisfacción será satisfacer a tu amo.
Mantendrás tu pelo con el estilo y color que satisfaga a tu amo…
Tus orgasmos serán siempre autorizados y administrados por tu amo
Debes concentrar todas tus energías, en adorar, complacer y obedecer ciegamente a tu amo, tu único Dueño y Señor.
¿Estás consciente de las implicaciones, de todas las implicaciones de lo que me estás proponiendo? Porque no voy a tocarte, besarte y, ciertamente, NO VOY A FOLLARTE. Mientras estemos juntos no te desharás de esas vergonzosas orejas
¾¡Por los calzones de Circe! ¡Quieres olvidarte de las jodidas orejas! … Draco, me gustas y mucho. De hecho creo que me gustas desde mucho antes que me diera plena cuenta de ello. Pero si no estás interesado…
¾No es un juego lo que me propones, debo estar seguro que no vas a retractarte en un futuro cercano. La abstinencia puede ser algo muy duro de sobrellevar y no quiero un par de cuernos que le hagan compañía a estas condenadas orejas.
¾Dragón, si no confías en mí, nada de lo que te diga hará que cambies de opinión.
El Slytherin observó a su novio detenidamente, al punto que este se puso un poco nervioso y parpadeó, no fuera que su otrora némesis cediera a la tentación de emplear legeremancia en él.
Por fin el rubio pareció haber tomado una decisión porque rompió el tenso silencio.
De acuerdo, hagamos una pequeña prueba: Quítate la capa.
El otro mago lo miró con extrañeza. Nunca imagino que la primera orden que su asexuado Draco Malfoy le daría sería precisamente de ese talante.
Luego de quitarse la prenda y dejarla descuidadamente sobre la colcha verde iba a proseguir con el sweater cuando fue interrumpido.
¾¿Qué haces, zopenco?
¾Y-yo pensé.
¾En adelante no pensarás, yo lo haré por ti. - repuso el rubio, revisando una vez más la larga lista de reglas. - Puedes regresar a la torre.
¾Pero…
¾Ah-ah. Las órdenes no se discuten… y debes referirte a mí como Mi Amo o Mi Señor. - Harry suspiró al bajarse de la cama, tratando de contener una enorme sonrisa que estaba a punto de derramarse sobre su boca. Su novio comenzaba a tomarle el gustito a su pequeño juego de dominación. - Hagámoslo más interesante. - dijo, quitándose su elegante reloj de pulsera y transformándolo. - Me pareció que en alguna parte de las reglas hablan de un collar. Úsalo, combinará con tus orejas.
El otro mago bajó la mirada en señal de sumisión al recibir el peculiar regalo.
Mientras se lo colocaba pensó en que sería un verdadero milagro si conseguía llegar hasta la torre de Gryffindor sin que lo atraparan.
Una cosa era segura, tal vez su relación no Draco careciera de sexo, pero no sería aburrida en lo absoluto.
Al llegar a la puerta una última llamada del Sly lo hizo voltear.
¾ Sí, Mi Amo. - dijo, con reverencia.
A juzgar por la manera en que el hermoso rostro del heredero de los Malfoy se iluminó, evidentemente estaba comenzando a disfrutar de su trato y posiblemente eso fue lo que lo impelió a agregar:
León, que no desee meterme en tus pantalones, no significa que no esté complacido de que seas mi novio.
Harry experimentó un pequeño estallido en el pecho, que nada tuvo que ver con la libido.
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El príncipe de las serpientes se atrevió a salir de su autoimpuesta reclusión a la mañana siguiente, en gran medida merced a las palabras de su novio.
Tuvo toda la noche para meditar y llegó a la conclusión que el valor de su reputación radicaba en esa aura de poder que de ella emanaba, en caminar por los pasillos del castillo y que tanto magos como brujas se le quedaran mirando.
Pero ahora que uno de los magos más poderosos del reino lo reconocía voluntariamente como su Amo, un par de orejas y una cola no tenían gran importancia.
Al arribar al comedor descubrió que ya no estaba en el foco de los cotilleos, el chisme del día no era otro que las orejas que portaba orgulloso su moreno, sin contar con ese collar de cuero cuyo cascabel sonaba ante cada movimiento suyo.
En cuanto ambos hicieron contacto visual el Gry se sonrojó y bajó la mirada, gesto en el que el rubio reconoció la sumisión prometida la noche anterior, demostrándole ante todo el castillo que sus palabras iban en serio.
Draco se acercó a la mesa de los leones, puso un dedo en su barbilla instándole a alzar el rostro y frotó suavemente su respingada nariz con la de su novio. Uno de los pocos contactos físicos que a él le agradaban y que el moreno agradeció con un suspiro.
Le concedió la razón al buscador, el resto del mundo podía irse de paseo, porque en lo que a él atingía, tenía todo lo que necesitaba para ser feliz.
~FIN~