[ff] Eyewitnessing 1/5

Sep 02, 2010 05:06

Título: Visto y No Visto (Eyewitnessing)
Personajes: principalmente Ziva David y Tony Dinozzo, con apariciones de casi todos los demás (vivos y muertos).
Advertencias: spoilers hasta el final de la siete. Importante leer notas de autor al inicio.
Rating: esta parte, todos los públicos

Notas de Autor: Este fic tiene dos líneas narrativas: la principal, que sigue la acción desde la primera escena que inicia el fic, y una  secundaria, compuesta de momentos inconexos en la vida de Ziva desde que llegó a NCIS. Dichos momentos aparecen regados en desorden a lo largo del fic, pero  todos están en cursiva y separados de la narrativa principal por los famosos (***) para facilitar la lectura.   La cosa se aclara un poco a partir de la segunda entrega.

Otra cosa: como ya sabrán algunas(o)s el Español es mi lengua materna, pero no mi primera lengua.  De modo que si en algún momento parece que he pateado el diccionario, o algo no está claro, déjenmelo saber. El fic esta beteado pero creo que algo he movido antes de postear, así que doy aviso.

Eh, sí, también es mi primer fic de NCIS. Todo feedback será más que bienvenido.

-El título del fic es tomado de la traduccion al Español de un libro de Peter Burke. El original en Inglés es 'Eyewitnessing: The Uses of Images as Historical Evidence'. Interesante lectura si os gusta la historia visual o la comunicacion masiva.

Gracias a sara_f_black por el beteo y por aguantarse mi esquizofrenia narrativa.

I. Residuos Negativos

Cuando su jefe le pregunta por qué, Ziva no puede más que encogerse de hombros. En cualquier otra ocasión habría tratado de parecer menos desubicada, mas dueña de si misma. Pero la situación la ha tomado tan de sorpresa, que las palabras se le escapan en todos los idiomas que conoce. Frente a ella, sobre el escritorio de Vance, reposan los expedientes de Mossad sobre el equipo. Contienen la información que ella misma recopiló para Ari unos cinco años atrás, y todo lo que desde entonces, la agencia ha logrado descubrir por diversos medios. Al menos eso le han dicho. Ziva no tiene como estar segura: desde que le entregó a su padre los perfiles sobre los que entonces solo consideraba “personas de interés”, no había vuelto a ver los expedientes en todo su esplendor. De lo único que puede dar fe es de la información suministrada por ella. Y en cuanto a la razón pon la cual están ahora todos apilados, como una torre de ataque en miniatura posicionada sobre el escritorio de Vance, aún no tiene idea. Su padre querrá algo, de eso está segura, pero qué exactamente no sabe ni se atreve a adivinar.

Lo que más la preocupa es el sobre amarillo que Vance ha colocado junto a la torre de expedientes. ‘Fotos de vigilancia’, le ha dicho él. ‘Venían anexas a su expediente personal’. Ziva está segura que su expediente personal no contiene mayor información, y justamente por eso no sabe que esperar de las fotos en ese sobre.

Vance, quien la estudia detenidamente desde su silla, parece intuir la razón de su ansiedad porque le dice con certeza, -No sabía que la estaban vigilando.
 -No señor.

-¿Alguna idea de qué hay en las fotos?

Media docena de cosas le pasan a Ziva por la cabeza. -No señor.

-Entiendo.

Vance parece estar tan incomodo con la situación como Ziva. A pesar de que continua observándola con detenimiento, Ziva presiente que el director está en realidad tratando de diseñar una estrategia que ponga este absurdo juego a su favor. Ziva se dice que no es para menos. La situación de Vance es compleja y delicada: el director del Mossad en persona ha venido a visitarle, trayendo consigo además, un “gesto de buena voluntad” que seguramente ha sido diseñado para dañar de alguna forma a sus mejores agentes. Y sin embargo, debe mostrarse atento y agradecido. Si el envoltorio amarillo que descansa sobre la mesa estuviera sellado, Ziva le diría a Vance que se lo diera a la unidad de explosivos. Sólo por si acaso.

-Ambos estamos familiarizados con las prácticas de vigilancia del Mossad-, dice Vance de repente. -También ambos sabemos que éste gesto de buena voluntad de su padre no es solamente eso.

-No, no lo es.

-No. Así que esto es lo que haremos. Yo revisaré los expedientes del personal y usted las fotos de vigilancia. Y si hay algo ahí que yo deba saber…”

-Si señor.

Es una prueba de lealtad, piensa Ziva. Servirá para determinar que tanto esta dispuesta a revelar cuando se trata de la seguridad del equipo o de la agencia. Por ella no hay problema: su padre es quien ha abierto la puerta, suministrando la información, así que no se siente atada por lazos de confidencialidad. Y en cuanto a pruebas de lealtad, la última vez que le pidieron comprobar sus alianzas, terminó metida en un infierno del que solo escapó gracias a sus amigos. En términos relativos, esto será fácil.

-Muy bien,- dice Vance y le entrega el sobre. -La veré en la cena.

***

Finalmente sola, Ziva se da el lujo de sentirse como una completa idiota. En lo que a ella respecta, este último caso fue un descalabro total.

Todo comenzó cuando acudieron a el levantamiento del cadáver y DiNozzo, sin siquiera esperar por Ducky, declaró que el culpable era el marido. Era todo “muy obvio”, para él. Para todos. Tanto así que Gibbs nunca se volvió para dar a DiNozzo una colleja, y hasta McGee, quien casi siempre disfruta con llevarle la contraria a su compañero, terminó rendido ante “la obviedad del asunto”.

Aún ahora, mientras espera parada frente a la casa del Coronel Andrews, Ziva tiene que contenerse para no atacar un hidrante al recordar a DiNozzo en la escena del crimen, preguntándole cuál es el queso favorito de Sherlock Holmes.

‘El-em-mental’.

Para pesar suyo, Ziva no se dejó convencer tan fácilmente. Como ella lo veía, el marido, era un Coronel de la Armada con puesto en el Pentágono, un hombre con mucho que perder y poco que ganar; el culpable podía ser cualquier otra persona, lo mismo un delincuente común que un ex de la difunta.

Por defender ese punto de vista, mientras que los hombres se dedicaron a buscar el punto débil del Coronel, Ziva pasó días enteros revisando la historia de la victima, sus hábitos, sus amigos, conocidos y posibles enemigos. Al final no encontró nada, tal como ellos lo esperaban. Como Gibbs lo esperaba. Él mismo lo admitió cuando, camino a casa del coronel, ella le reclamó el haberla relegado a un papel sin importancia. ‘Tú no creías que era él’, replicó Gibbs sin inmutarse. ‘Era tu deber verificar esa hipótesis’. Y después, antes de bajar del coche añadió, ‘Tienes que aprender a pensar como investigadora’.

Hace dos horas que lo dijo y Ziva todavía se siente como una chiquilla regañada.

Pero ya esta todo hecho, ya el circo del arresto terminó, y Gibbs se fue adelante con McGee y con el Coronel Andrews, quien pidió llamar a su abogado el momento que oyó los cargos en su contra. Ahora a Ziva solo le resta pasearse por la acera mientras espera que DiNozzo termine de revisar la casa, para marcharse con él de vuelta al astillero.

Al fin aparece DiNozzo por la puerta principal. Pero después de dos pasos, apenas se acomoda los lentes de sol, sin decir una palabra se sienta en los escalones que bajan al jardín.

-¿Qué haces?- Le pregunta Ziva exasperada.

-El sol se esta ocultando.

‘Dios mío. Sólo DiNozzo’. Tienen una montaña de papeleo esperándoles en la oficina, sin mencionar un jefe que bien podría inducir daño cerebral con sus collejas. Igual Ziva termina por atravesar el jardín y sentarse junto a Tony en los escalones de piedra. A través de la película que recubre sus lentes, ve los cúmulos de nubes con crestas teñidas de rosa pálido que se arremolinan alrededor del sol poniente; ve rayos de luz blanca y tenue abriéndose paso desde el horizonte, dando el ultimo adiós del día. Es la primera primavera que Ziva pasa en el DC y debe admitir que, por momentos, es algo precioso.

-Los atardeceres en las costas del mediterráneo son bellísimos.-  A Ziva no le hace falta voltearse ni quitarle los lentes a él para saber que DiNozzo tiene los ojos en blanco. Esa intuición que es casi una certeza absoluta la hace sonreír. -Supongo-, dice después de un rato, -que los de DC no están tan mal.

***

Ziva es consciente de que debió marcharse directamente a casa después de salir de la oficina de Vance, que hasta su coche sería un lugar más adecuado y discreto que cualquier parte del edificio donde trabaja. Pero la curiosidad le ganó la partida y ahora se encuentra encerrada en un ascensor que no sube ni baja, sin saber a donde ir. De las fotos que vio, unas cuantas le despertaron interés, otras aversión, dos o tres le dieron nauseas, y hay una, una en particular que le hizo sentir frías las entrañas. Aprieta el botón que echa a andar el elevador sin saber a donde se dirige. En ese mismo estado de embotamiento, apenas oye la campanita de llegada, sale sin mirar y al primer paso choca de frente contra el pecho de Tony, quien junto con Gibbs esperaba que se abrieran las puertas.

-¡Eh, mira por donde vas, mujer!- La inercia del rebote la hace retroceder y termina entrando de nuevo al elevador con los dos hombres.

-¿Qué te pasa?- pregunta Tony. -¿A donde vas?

Apretando el sobre que lleva en la mano, y con el rostro cerrado por la misma actitud de frialdad calculadora que ha usado con Tony desde el arribo de su padre, Ziva insiste en que está bien, no le pasa nada, se va a casa porque debe prepararse para la cena de esta noche. Vance le ha dado su autorización.

Pero ya van cinco días de la visita, cinco días de respuestas insípidas y genéricas diseñadas para mantener el mundo al margen. Esta cansada, nerviosa, y Tony que conoce muy bien sus puntos flacos, ya no se deja convencer tan fácilmente.

-¿Todavía anda por aquí tu padre?- le pregunta él jovialísimo, de paso observándola con una intensidad que usualmente reserva para los criminales de mala calaña. -Pensé que ya se había regresado a la bati-cueva.

Ziva le ignora por completo, mira al frente con decisión; se dice que eso mismo haría en cualquier otra circunstancia. Solo sabe que Gibbs ha mandado una colleja mental a su compañero porque Tony se defiende, -Ya, vamos, ni siquiera lo he comparado con el Guasón- Pero en seguida añade, -Jamás le haría eso a Jack Nicholson. Aunque al Luthor de Spacey….

La campanilla del elevador suena otra vez y Ziva hace un esfuerzo para no soltar un respiro.

-Aquí es-, dice Gibbs, instando a DiNozzo a salir primero. Mientras el otro le obedece, aprovecha para revisar a Ziva con los ojos, como si quisiera comprobar que no le hace falta ninguna parte del cuerpo.

-¿Todo Bien?

Ziva sonríe, asiente y trata de que no se note que desde hace tiempo le ha perdido el gusto a las situaciones tensas en espacios pequeños. Tal vez desde Somalia. Sabe que no le creen, pero agradece que Gibbs le siga el juego y no pregunte nada mas. Tony por su parte, aún decidido a atizar el fuego hasta que alguien se queme, espera a que su jefe se adelante, y antes de que se cierren de nuevo las puertas le lanza un “Cuídate” que para Ziva lo mismo podría ser, ‘que te vaya bien’, o ‘que te rompas el cuello en la vía’.

visto y no visto, Español, fic, ncis

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