Capítulo VI: Te reto a que te levantes tú mismo del suelo
Cuando Draco tuvo que aceptar el hecho de que tendría que contraer matrimonio y procrear un heredero antes de tan siquiera haber alcanzado los veinticinco años de edad y a tan poco tiempo de que la guerra hubiera terminado, decidió que si lo hacía no sería bajo las narices de Lucius. Si bien no había podido escapar de aquella nueva responsabilidad, ni argumentar mucho en el momento en el que una lista de al menos seis solteras de sangre pura había sido presentada en su rostro como muestra de las únicas brujas como opción viable para contraer matrimonio con él. Y es que el problema era que nadie más parecía estar dispuesto a forjar lazos con los Malfoy después del papel que habían ejercido en la guerra y en la batalla final, unos por cuestiones muy personales relacionados con víctimas mortales y ataques sufridos en el conflicto y otros por simple repulsión a la familia. Así que Draco se había quedado conforme con Astoria Greengass y la terminó eligiendo a ella aunque solamente por ser hermana de una de sus excompañeras de Hogwarts; al menos conocía a la familia aunque no a su futura esposa. Cuando el compromiso estuvo establecido de manera oficial, Draco tomó una decisión y les informó a sus padres que ya no viviría en la Mansión Malfoy. La reacción de Lucius fue obvia, el mago se vio claramente molesto ante el anuncio de su hijo pero no pudo objetar mucho debido a que fue la misma Narcissa quien apoyó la idea con mucho entusiasmo.
Para Draco fue un alivio el no haber tenido que dar argumentos ni explicaciones.
La realidad era que desde que la guerra había terminado, después de aquellos juicios interminables y de tener recuperada gran parte de sus bienes financieros y materiales, al chico le había costado muchísimo regresar a su vida normal en aquella mansión donde habían tenido como huesped al Señor Oscuro y a la mayoría de los mortífagos que no sólo se habían encargado de convertir su hogar en un centro de torturas y asesinatos, sino que también se habían encargado empeorar la humillación y denigración que la que la familia Malfoy estaba teniendo desde aquel ataque fallido en el Ministerio de Magia cuando Lucius había intentado hacerse de la profecía. Así que, después de eso, para Draco, la Mansión Malfoy ahora era todo menos un hogar, sus peores pesadillas estaban ambientadas en aquel lugar donde había crecido y ahora no podía vivir ahí sin sentir que la respiración se le cortaba cada noche donde era despertado por sueños horrorosos.
Otra razón por la que había decidido no quedarse en esa casa por más tiempo era la presencia de su padre y todo lo que él representaba. Draco no quería tener que estar bajo los ojos enjuiciadores de su Lucius en todo momento, su presencia había comenzado a molestarle desde finalizado el último juicio que habían tenido como familia.
Durante la guerra y su sexto año el Hogwarts, el mundo de Draco se había reducido a él mismo y a sus padres. A la supervivencia y libertad de los tres.
Se había dado cuenta bastante tarde que los ideales y sueños de Lucius sobre la pureza de sangre no sólo eran irrealistas y muy poco probables de ser alcanzados, sino que la cruda realidad le había hecho ver que toda esa cuestión sobre la sangre mágica y su procedencia, el aparente antagonismo entre los magos y los muggles, todo lo que le habían enseñado desde antes de que siquiera pudiera hablar tenía sus fundamentos en la intolerancia y el miedo a lo diferente cubierto con una postura de superioridad. Fue en ese entonces en el que la guerra había comensado a consumir todas las cosas buenas en su vida en el que Draco había comenzado a sentirse cada vez peor ante la presencia de su propio padre.
Y ahora, estando casado y con la noticia sobre su próxima paternidad, Lucius había tenido la desfachatez de pedirleque mostrara afecto por su hijo, que lo visualizara como algo más allá que un heredero y no sólo como su boleto para la salvación y recuperación de la empresia Malfoy. No sabía qué era más grande: si su desprecio hacia él mismo por haber sido manipulado por tantos años y no poder detenerlo incluso ahora, o su gran decepción a quien alguna vez había considerado como su ejemplo a seguir, su ideal.
Astoria era sin duda alguna una mujer hermosa, su porte y perfil era el de la pura elegancia y seriedad personalizada, caminaba de una forma hipnotizante y su mirada parecía encontrarse en todo momento a miles de kilometros arriba que cualquier ser mortal sobre la tierra. Claramente una merecedora del apellido Malfoy. Draco descubrió gratamente que, quien sería su esposa, era una bruja bastante inteligente y perspicaz, su sentido del humor podía ser incluso más negro y fuerte que el de él mismo y eso ya era mucho decir. Pero aún así, Draco no podía estar con su esposa mucho tiempo, le aburría su presencia y sabía que la idea de aquel matrimonio que decía "esto es un negocio y no una historia de amor" era una idea compartida plenamente por los dos. Astoria, al igual que él, había tenido que aceptar un matrimonio arreglado, aunque a Draco le había costado entender cómo es que una Greengass había terminado teniendoque casarse con un Malfoy cuando nadie de aquella familia se había visto envuelto en ninguno de los bandos de la guerra. La única razón era el dinero. Muchas familias se habían ido a la quiebra después de que sus negocios e inverciones se vieran gravemente afectados por la guerra y sus múltiples consecuencias económicas, al muchacho no le sorprendió que cuando había abordado el tema de manera honesta con los Greengrass, se hubiera enterado de que estaban a pocos pasos de perderlo todo. Por supuesto que para aquel tipo de familias que siempre se han encontrado en la cuspide del poder político y con grandes ingresos economicos, el "perderlo todo" no aplicaba literalmente, incluso cuando se declaraban en banca rota (algo que no sucedía desde la edad media en el mundo mágico, pero que estaba empezando a presentarse luego de terminada la guerra) bien podían terminar con el dinero y las propiedades suficientes como para que unas dos o tres generaciones más continuaran viviendo con el mismo lujo con el que lo hacían ahora. Pero dentro del ambito de los negocios sí podían perderlo todo si no invertían en alguna empresa que no tuviera tantos problemas de relaciones exteriores como los que tenía en aquel momento la familia Greengrass. Y ahí era cuando entraban los Malfoy.
Si bien Lucius Malfoy había cometido muchos errores y tomado terribles decisiones antes y durante la guerra, también había tenido la delicadeza de prepararse para lo peor. No iba a dejar que, en caso de que El Señor Oscuro perdiera la batalla y de que él y su familia fueran marcados por el Ministerio, todo lo que los Malfoy habían logrado durante generaciones se perdiera en manos del Ministerio de Magia. No señor. Así que desde hacia varios años, Lucius se había encargado de que cada uno de sus clientes y aliados extranjeros compatriotas quedaran aliados a la empresa Malfoy incluso cuando ésta estuviera bajo los ojos del Ministerio inglés. No había sido fácil, tenía que admitirlo, incluso había perdido a más de un prometedor inversionista en el proceso pero aún así su cometido había tenido éxito. Así que cuando los juicios y los selañamientos habían llegado a la familia Malfoy, Lucius se había encontrado feliz de ver que al menos su empresa no estaba yendo a la inminente quiebra como muchas empresas lo estaban haciendo, incluso algunas que no habían tenido ninguna participación en la guerra (como los Greengrass), además de que una grata sorpresa había llegado cuando varios de sus clientes habían estado dentro de los pocos, poquisímos, que habían atestiguado a su favor. Sí, Lucius era un hombre precavido.
El problema había llegado con la sentencia final del Ministerio, no es que se hubiera sentido muy sorprendido de que le hubieran quitado de las manos las riendas de sus negocios, si bien el Ministerio no podía poner ni un dedo sobre ninguno de sus negocios, sí podía quitarle el beneficio de actuar activamente dentro del mundo empresarial y ponerlo bajo un castigo que le impidiera viajar fuera del país para cualquier motivo. Había sido un golpe bajo para Lucius pero no por los beneficios que le quitaban, sino por la posición a la que se había visto sometido: hacer que Draco contrajera matrimonio y tuviera un hijo lo más pronto posible. Y esa fue la oportunidad perfecta para los Greengass, ellos necesitaban una empresa con inversionistas exteriores y los Malfoy necesitaban una bruja de sangre limpia y con buena reputación dispuesta a casarse con un Malfoy.
-¿Por qué no Daphne en vez de su hermana menor, padre? Al menos a ella la conozco y la he tratado bastante durante mis años en Howgarts y no sentiré que me estoy casando con una completa desconocida -preguntó Draco el día en que Lucius le aclaró que la Greengass que había elegido no era su excompañera de Slytherin, sino su hermana menor, Astoria.
-Al parecer la señorita Daphne está perdidamente enamorada de un mago de sangre mestiza -bufó Lucius ante la idea de que su nueva familia política tuviera un integrante que estuviera a punto de enlazarse con un sangremestiza. Draco arrugó la nariz en señal de desagrado aunque no por la mención del estatus sanguíneo, sino por aquello del amor. Bufó para sus adentros y se tragó un "tonterías juveniles".
-Lucius, ¿no crees que es mejor a que te esperes a que tu sentencia se termine y así puedas tú mismo encargarte de los negocios familiares -preguntó Narcissa aquella tarde un tanto condenscendientemente y que evidentemente estaba ocultando su desacuerdo ante las decisiones que su esposo e hijo estaban tomando-. No veo la necesidad de que Draco tenga que casarse tan pronto y tener un hijo cuando tu sentencia sobre el dirigir la empresa se redujo a sólo cinco años gracias a tus grandiosos abogados.
Lucius cerró los ojos por varios segundos, respiró hondo para no perder la compostura ante las palabras de su mujer.
-Narcissa, querida. El hecho de que los inversionistas y mis clientes estuvieran dispuestos a quedarse en la empresa a pesar de lo sucedido durante la guerra no quiere decir que estén dispuestos a esperar por mucho tiempo para que yo regrese al mando, no se sienten cómodos con que mis abogados (aunque sean de mi gran confianza) estén encargandóse de sus negocios y su dinero. Draco tiene que ponerse al frente de la empresa lo más pronto posible y sabes que la única manera en que eso se puede es que contraiga matrimonio y el próximo heredero esté en camino.
Narcissa frunció el ceño y su mirada adquirió una tonalidad de hostilidad.
-No necesito que me expliques cómo funciona la magia en nuestros negocios, Lucius. Me lo sé de memoria. Pero creo que tenía entendido de que todos tus inversionistas y clientes habían firmado contratos con hechizos inquebrantables y de que eso les impidió abandonarte desde que la guerra comenzó. No veo por qué ahora comienzas a preocuparte de que puedan o no comenzar a dejar la empresa.
Entonces Lucius y Narcissa comenzaron una discusión sobre el tema, decidiendo el futuro de su hijo que, estando presente, se limitó a observarlos con el mismo interés que en el de una clase de Historia de la Magia. Sabía que por más que su madre se empeñara en oponerse a las decisiones de su marido, al final Lucius sería el que daría la última palabra; siempre era así, gracias a él toda la familia había entrado de alguna manera u otra a las filas del Señor Oscuro, no veía cómo no iba a lograr que se casara y procreara un heredero si con eso la empresa saldría a flote. Y dicho y hecho, dos meses después de aquella discusión y de muchas otras decisiones, Draco y Astoria se convirtieron en marido y mujer ante los ojos del Ministerio de Magia y de la magia y tradición conservada por siglos en La Mansión Malfoy. Todos decían que era el comienzo de una nueva vida, una nueva era, para Draco era simplemente un paso más hacia el final de todo.
El día que Harry y Ginny le dijeron que estaban esperando un hijo, Arthur Weasley se quedó mudo de la impresión. A su edad era de esperarse tener nietos o que estuviera a punto de convertirse en abuelo, no era precisamente un jovenzuelo de veinte años, pero tampoco habría esperado de que fuera justamente su única hija, y casualmente la menor de todos, la que lo convertiría por primera vez en abuelo. No había sido la noticia más alegre, eso tenía que admitirlo, y tampoco la más deseada. Muchas personas decían que las cosas buenas después de una guerra eran los niños, pero también solía decirse que era una idea muy idealista tener hijos cuando la solvencia económica en toda una comunidad estaba totalmente quebrantada gracias a la guerra. Esas dos razones, y la de que su "pequeña" hijano tuviera ni siquiera un año de haber entrado al Club de Quidditch y de que tendría que ver interrumpida su carrera y sus sueños profesionales, no lo tenían tan feliz como lo estaría cualquier hombre a su edad y a punto de ser abuelo.
-¿Sabes, hijo? No estoy de acuerdo con lo que dijiste una vez, eso de que todo el mundo termina acostumbrandose a lo que le lastima tanto que después ya ni lo siente. Este es el tercer año sin ti y Merlín sabe que no me he acostumbrado.
Arthur soltó un largo y fuerte suspiro, una de sus manos rozó la fría y blanca lapida que tenía frente a él. Cada domingo, antes de que el sol se pusiera, iba al cementerio de la familia Weasley que estaba ubicado cerca de un hermoso claro a un kilometro de La Madriguera. Acudir a la tumba donde yacía Fred Weasley se había convertido en su costumbre más dolorosa, solía estar ahí frente al lugar donde habían enterrado a su hijo y se quedaba ahí una hora o sólo unos pocos minutos, pero siempre acudía. A veces no decía nada, a veces platicaba a susurros, otras simplemente suspiraba y pensaba, meditaba, extrañaba. Siempre había lágrimas, al principio más sonoras que ahora, pero siempre presentes. A diferencia de Molly que sólo acudía a ese lugar una vez al mes, Arthur encontraba un poco consolador visitar la tumba de su hijo, le ayudaba a sobrellevar su ausencia, a sobrevivir con aquel dolor que bien sabía, jamás disminuiría. Algunas ocasiones Ron o Ginny lo habían acompañado, pero después todos en la familia se habían dado cuenta que no podían acudir acompañados a aquel lugar, sabía que George era el que más se presentaba en el cementerio, Charlie se tomaba unos días libres para viajar a Inglaterra cada dos meses y visitaba a toda la familia y pasaba el último día en el cementerio antes de regresar a Rumania.
-Lo más dificil sigue siendo ver a George, ¿lo sabes? Es como si estuvieras ahí pero en una versión completamente diferente a la tuya. A pesar de lo que la gente solía decirnos en todo momento a tu madre y a mi sobre el asombroso parecido entre los dos, nosotros siempre supimos quién era quién. Los dos siempre fue-han sido únicos y diferentes... irremplazables. Y ahora Ginny está embarazada. -Una pequeña sonrisa triste se asomó por su rostro-. Tu madre tiene miedo de que sean gemelos y no pueda manejarlos. Yo sólo espero sea lo que sea, todo salga bien.
Arthur miró al cielo dejando que la brisa que empezaba a correr acariciara su rostro y volvió a sonreirle a la nada.
-Y sí, es de Harry. ¿De quién más sería? Tu hermana siempre lo ha querido, algunas veces creo que es más una idealización que otra cosa pero al final siempre lo quiso por lo que es. -Su sonrisa se borró instantaneamente-. No puedo decir lo mismo por parte de él. Harry no la ama, la quiere mucho, la proteje y se preocupa por ella. Pero no la ama. Siempre lo he sabido, y seguramente Ginny terminará con el corazón roto aunque tampoco veo a nuestro Harry dejándola, menos con el bebé en camino. Pobre muchacho, no lo culpo por nada, ha sufrido y perdido demasiado desde antes de tener uso de razón. Creo que tiene miedo de que también nos pueda perder a nosotros, ¿sabes? Es un hijo más para mí, no veo la manera en que pueda perdernos, incluso si lo que tiene con Ginny no funciona.
Rió un poco antes de decir:
-Mis apuestas están sobre Bill, ¿sabes? Siempre ha sido el más tranquilo pero al mismo tiempo el más rebelde y protector de todos. Querrá golpear a Harry, seguro tú también te molestarías al principio aunque a las dos horas ya estarías haciendo bromas sobre el asunto, y por supuesto George te secundaría... No sé cómo vaya a reaccionar él. Ha cambiado tanto -Suspiró fuertemente-. Estoy seguró que Charlie será el primero en mencionar la palabra "matrimonio", puedo apostarlo también. Yo no sé si quiero que se casen. Por supuesto que si Ginny va a ser madre me encantaría verla casada pero no bajo esta situación y a su edad, claro que si me lo preguntas tampoco quiero verla teniendo un hijo siendo tan chica y sin su carrera terminada. Hubiera sido una gran cazadora y ahora no sé si volverá a poder ingresar a ningún club de Quidditch profesional. Pero ni tu madre ni yo somos los más indicados para juzgarla a ella o a Harry, cuando Bill nació no eramos precisamente muy maduros ni teníamos un futuro asegurado para nosotros, mucho menos para él y ve, después de todo no lo hicimos tan mal, ¿verdad?
Siguió de pie frente a la lapida mientras el frio disminuía conforme el sol iba alzandose, ninguna palabra volvió a salir de su boca, dejó que ahora su mente se encargara de expresarlo todo. Cuando el sol estaba ya en su punto máximo, Arthur se colocó un sombrero que había traído puesto antes de llegar al lugar, volvió a acariciar la lapida con una mano y se acercó para besar levemente el frío marmol.
-Sé que aun faltan dos días pero se lo dejaremos a George así que, felíz cumpleaños, hijo -dijo intentando no sonar muy triste y echando una última mirada al lugar donde reposaba su hijo, sacó su varita, transformó un pedazo de tela en del bolsillo de la capa y se desapareció.
Draco subía las escaleras hacia su habitación sin muchos ánimos, había dormido muy mal la noche anterior y la migraña que había comenzado antes de que siquiera desayunara aún no desaparecía. Se sentía un idiota por haber creído que el haber cambiado de residencia también le ayudaría a disminuir o incluso anular por completo las constantes pesadillas que lo atacaban cada noche. Lo peor era esa sensación que cada mal sueño le dejaba durante los primeros minutos después de haber despertado, un dolor terrible en su pecho y un vacío que ninguna poción tranquilizante o ninguna buena copa de whisky podía borrarle. Había ocasiones en las que incluso despertaba en medio de la madrugada con el rostro bañado en sudor y una sensación rasposa en la garganta: muestra clara de que había estado gritando. Esa había sido su principal razón de establecer un acuerdo con Astoria luego de su matrimonio: cada uno dormiría en su propia habitación. El hecho de que no la quisiera no le hubiera impedido en lo absoluto dormir con ella cada noche, ni siquiera le molestaba esa idea, pero no estaba dispuesto a humillarse mostrando esa vulnerabilidad a la que cada noche era sometido por su propio subconsciente, también se había hecho de la costumbre de colocar unsilencius en su habitación, así no tenía que preocuparse por nada más que sus propias pesadillas.
-¿Draco? -Le llamó una voz cuando estaba por pisar el último peldón de la escalera, el chico se giró hacia atrás un poco molesto, quería tomarse una dosis fuerte de poción para el dolor y dormir por horas.
Astoria lo miraba desde el pie de la escalera, no parecía muy contenta, de hecho podía asegurar que estaba muymolesta.
-¿Sí? -preguntó Draco con la voz más amable que pudo, el dolor era insoportable y comenzaba a sentir nauseas.
-¿Trajiste las pociones? -preguntó con enfado.
Draco necesitó varios segundos de razonamiento para saber a quépociones se refería Astoria y cuando por fin lo hizo cerró los ojos de manera breve antes de mirarla con un poco de culpa.
-No, lo siento, lo olvidé. Mucho trabajo.
-He tenido nauseas y mareos todo el día, Draco. Mi tío te dijo que para hoy estarían las pociones que élmismo se encargaría de preparar especialmente para mí y tú sólo tenías que ir por ellas, ¿acaso es muy difícil hacer eso?
-Pues si no es tan difícil no veo por qué no puedes ir tú misma por ellas. Al fin al cabo eres tú la que las necesita, no yo -respondió pedantemente.
La chica frunció el ceño y su mirada adquirió un brillo de rabia.
-Creo que también olvidaste que ya no puedo aparecerme y que por los mismos maeros y naúseas no me es recomendable usar la Red Flu a menos que ya esté tomando las pociones que tú debiste haber traído.
-Mira, Astoria, si no te has dado cuenta tenemos dos elfos domésticos, ¿por qué no envías a uno de ellos y listo?
-¡Tú eres mi marido!
Draco llevó una de sus manos hacia su rostro y acarició levemente su frente antes de contestarle:
-Y también soy un hombre muy ocupado. No es como si estuvieras dando a luz, son sólo unas malditas pociones.
En menos de medio minuto, Astoria estaba frente a Draco encarandolo con mucho enojo y a punto de estallar.
-Tú y yo tenemos un acuerdo, Draco Malfoy. Dijiste que te encargarías de todo lo relacionado a este embarazo que te conviene más a ti que a mí y que yo no debía preocuparme. No quiero que comiences con este tipo de cosas y que evadas tu compromiso con pretextos tontos.
-Mira, no me amenaces, ¿de acuerdo? -dijo el chico-Sé lo que acordé, no necesito que me lo recites. Pero tampoco esperes que atienda cada uno de tus caprichos, por más hormonal que te ponga el embarazo debes de recordar que lo nuestro es un matrimonio acordado y no nacido de una estúpida novela romantica donde esperes que me ponga a tus pies y te trate como a mi amada esposa. ¿Entendido?
Por un momento pareció que Astoria estaba a punto de llorar o a hacer alguna escena escandalosa y Draco quiso golpearse contra la pared, pero entonces el rostro de la chica se transformó en determinación y fortaleza.
-Bien.
-Buenas noches -dijo el otro con una voz fría, pero algo le hizo sentirse minusculamente culpable así que agregó sin mucho entusiasmo-: Mira, mañana recogeré las pociones, ¿de acuerdo? Tengo una reunión con los abogados de mi padre temprano pero intentaré ir antes de medio día y te las envío via lechuza.
-No necesitas hacerlo, Draco. Estamos casados pero no enamorados, nada nos une realmente, ¿lo olvidas? -Podría decirse que aquello era un reclamo pero Draco sabía que no lo era, Astoria no lo amaba y, al igual que él, veía el matrimonio y al bebé como un negocio y un acuerdo, nada más. Tal vez ella se había puesto un poco acusadora anteriormente pero era claro que era consecuencia de todos los cambios hormonales producidos por el embarazo.
-Bueno, prometi ir por las pociones, ¿no? Me gusta cumplir mis promesas.
Astoria no dijo nada y Draco se percató, tal vez de manera real por primera vez, de lo joven que era, lo jovenes que los dos eran y en lo que estaban metidos ahora: un embarazo. Narcissa había insistido que acudieran a ella para situaciones como esas, por más que la mujer fingiera era más que obvio su entusiasmo por la perspectiva de la llegada del bebé y no precisamente en el mismo aspecto negociador y calculador que Lucius, sino en un aspecto más de "Seré abuela".
-Está bien, entonces esperaré la lechuza. Buenas noches, Draco. -Astoria subió el escalón que faltaba y se dirigió con pasos lentos y silenciosos hacia su habitación.
-Buenas noches -contestó Draco.
Cuando por fin estuvo en la comodidad de su cama y que la poción había hecho efecto, Draco se quedó mirando el techo de su habitación sin dejar de pensar en todo aquello que había evitado durante semanas. Podía fingir delante de todo el mundo, de hecho era algo que llevaba haciendo desde hacia mucho tiempo, pero recordaba perfectamente que siempre había tenido ese pequeño consuelo de que algún día todo eso terminaría, que llegaría el momento donde finalmente sería libre del dominio de su padre y que por fin tendría el control sobre su vida. Cuando la guerra había llegado a su punto máximo pensó que la muerte le robaría todos esos sueños, pero después todo había salido mucho mejor de lo que había esperado. Por supuesto que había sido demasiado bueno para ser real, la maldita sentencia que el ministerio de magia había impuesto a su padre le había afectado tanto o más que a él. Ahora Draco sentía se sentía sofocado en la vida que llevaba y lo peor es que ya tenía muchos meses que había dejado de sentir esa sensación de que muy pronto llegaría su libertad. Le costaba admitirlo para sí mismo pero sabía que era cierto, se estaba dejando consumir por los negocios, por la monotonía, por la vida que siempre juró que jamás tendría. Era como si cada día se adentrara más y más en aquel hoyo negro que se había convertido su vida.
Cerró los ojos en la espera de que por la mañana por lo menos no recordara las pesadillas que atacaban sus sueños diariamente.
Notas de la autora: Perdón por la tardanza. La Universidad consume mi tiempo. Tengo que aclarar algo, sé que normalmente a la gente le gusta leer fics/historias con más acciones, yo soy del tipo que se enfoca mucho en lo que piensan los personajes, eso puede ser aburrido para algunos lectores y para otros no. Intento que la dinamica en mis fics sea variable, así que pueden tener capítulos donde me enfoque más en el ambito interno de los personajes, como capítulos donde haya mucha interacción entre personajes y que produzca un capítulo con más acciones. Sólo aclaro, si no les gusta así pues no puedo hacer nada, así escribo XD Saludos, nos leemos el próximo miercoles, espero poder publicar temprano ese día.