Título: Al infinito y más allá
Beta:
poison_d90Rating: PG-13
Pairing: Drarry
Resumen: Escrito para el
fluffyfest_mod de este año y respondiendo a la petición de
motoko_cydalima . RESUMEN: Draco quiere viajar al espacio y Harry debe cumplir sus caprichos como buen novio que es, ¿cierto? Harry no parece muy contento con las exigencias de Draco.
AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Draco se sentó sobre el sillón de la sala y sintió un gran alivio cuando los músculos de su espalda -que habían estado tensos desde primera hora del día- se relajaron ante la comodidad del mueble. Se estiró como si se tratase de un felino y soltó un pequeño gemido de satisfacción, aquello no era algo que hiciera muy seguido, incluso ahora que ya tenía más de dos años sin tener ningún contacto con su padre, Draco no había perdido las actitudes y reglas sociales que había adquirido desde pequeño. Pero el menor de los Malfoy había tenido una semana muy pesada y ahora que finalmente había llegado el viernes, no se sentía tan mal de perder toda postura elegante y aristocrática bajo la privacidad de su hogar. Suhogar... aún había ocasiones en el que pensar en aquel departamento lleno de artefactos muggles como "su hogar" le resultaba surrealista. Aunque claro que, después de haber perdido todos sus derechos sobre cualquier negocio y propiedad de los Malfoy, todo había cambiado en su vida; y aún existían momentos en los que a las personas que lo habían conocido desde pequeño les costaba creer que aquello había sido una decisión que él mismo había tomado. Había ocasiones en las que el propio Draco no sabía si el haberse decidido por ocupar un puesto en Gringotts había sido lo más adecuado, y es que no había sido nada fácil el haberle dado la espalda a sus padres al renunciar a la fortuna a la que había tenido derecho como heredero de la familia, pero al ver el departamento que compartía con Harry y saber que era algo que habían logrado obtener con sus propios ingresos le hacía sentirse feliz y muy orgulloso de sí mismo.
Su relación con Harry había sido una razón de gran peso para decidir deslindarse de su responsabilidad como heredero Malfoy, pero también había tenido otras razones igual de importantes que lo habían orillado a dejarlo todo. Después de terminada la guerra y de que él y sus padres salieran libres de cargos que pusieran en peligro su libertad física y económica, Draco había buscado a toda costa desligarse de aquellas tradiciones tan conservadoras que, si bien no todas estaban enfocadas en la prioridad del estatus de sangre, continuaban impidiendo el progreso profesional que él buscaba, además de que estaba colocando a los negocios de su padre en desventaja debido al nuevo auge que estaba teniendo el mundo muggle en el mágico. A pesar de haber perdido la guerra y de que debido a los cargos judiciales había perdido muchas de sus propiedades, Lucius Malfoy no sólo le había puesto un alto a su hijo, sino que también lo había amenazado con desheredarlo si comenzaba a actuar como la mayoría de los empresarios en el mundo mágico de Gran Bretaña, "postrados a los pies de los mestizos y muggles".
¿Y qué había hecho Draco? Bueno, primero que nada le dijo a su padre que haría lo que él quería con la empresa, bajo sus reglas y sus tradiciones; después comenzó a actuar de manera sutil haciendo pequeñísimos cambios en aquellos negocios donde ya tenía el control absoluto. Fue en una de esas reuniones extraoficiales cuando su camino volvió a cruzarse con el de Harry Potter. En un principio, Draco se había reído y burlado del hecho de que "El héroe mágico" fuera solamente un trabajador más en el área de Servicios Muggles en el Ministerio de Magia, aunque por supuesto que el otro le había regresado la burla al momento de enterarse de que las intenciones que tenía con los negocios del gran mago "antimuggles", Lucius Malfoy. Pero conforme pasó el tiempo, una extraña amistad de odio-camaradería surgió entre los dos para después pasar a ser una de las parejas más controversiales y comentadas en El Profeta.
Si en el momento en el que Draco había comenzado a corresponder a las coqueterías de Harry hubiera sabido que terminaría ridículamente enamorado del otro, tal vez nunca se hubiera acercado al moreno. Ahora, en cambio, sabía que por más cliché y empalagoso que sonara, no sabría cómo vivir sin la compañía de Harry Potter. De hecho, fue justo cuando los lazos con su padre se habían roto por completo cuando Draco no sólo se dio cuenta de qué tanto significaba Harry para él, sino que también había tenido que poner las cartas en la mesa sobre lo que quería hacer con el futuro de los dos. Él ya no era un niñato dependiente de su padre y sabía que tenía que desprenderse de ciertas cosas si quería lograr sus objetivos. Su padre, por su puesto, había culpado de todo a Potter, había despotricado contra el héroe del mundo mágico, criticado el "súbito" interés de su hijo por hacer negocios con los muggles y mestizos, para finalmente haberlo puesto a elegir entre él, su fortuna y negocios y "Potter y sus estúpidos muggles". Fue precisamente eso lo que hizo que Draco terminara por decidir cortar contacto de manera definitiva con quien fuera una vez su ejemplo a seguir. Con su madre todo fue más doloroso, ella realmente nunca lo había puesto a elegir pero al momento en el que su hijo había abandonado la Mansión Malfoy, ella también se había alejado de él y ahora sólo platicaban a través de cartas que eran escritas una o dos veces por mes.
Y no fue, como su padre lo había dicho, que Draco se decidiera por "su amante en curso", como se había empeñado en nombrar a Harry, sino que él no podía estar en buenos términos con alguien que lo pusiera a elegir entre dos personas tan importantes. Así fue como Draco había pasado un año muy difícil y lleno de sacrificios. En un principio se había negado a aceptar que Harry se encargara de todos los gastos en el pequeño departamento que en ese entonces tenían muy cerca del Callejón Diagon, el "maldito orgullo" de Draco no le dejaba estar tan humillantemente a disposición económica de su pareja. Fue, de hecho, una monumental pelea con Harry (y que casi les cuesta la relación que ni el propio Lucius había podido romper) lo que le hizo torcer el brazo y aceptar que no sólo necesitaba la ayuda de su novio, sino que también admitir que no estaba mal recibirla, y finalmente aquello hizo que su relación se fortaleciera aún más.
Gringotts jamás fue su primera opción para trabajar, ni siquiera estuvo dentro de sus primeras diez opciones, no obstante, después de las múltiples entrevistas a las que Draco había acudido en los diferentes negocios dentro y fuera del Ministerio de Magia, se dio cuenta de que en todas esas partes lo veían y trataba como si esperaran de él una forma de trabajar igual a la que se manejaba en la empresa de Lucius Malfoy, y no era de que no aceptasen sus ideas sobre involucrarse cada vez más con los muggles, no, muy al contrario, eso era precisamente lo que muchos en el Mundo Mágico habían comenzado a buscar desde finalizada la guerra, el problema era que esperaban que Draco sacara a flote sus negocios de la noche a la mañana como si de un milagro andante se tratara. Así fue como tuvo que bajar un poco sus expectativas para alcanzar un ideal mayor, llevando sus propuestas al banco mágico más famoso e importante en el Reino Unido. Sorprendentemente sus ideas sobre nuevas relaciones con los muggles, no sólo fueron muy bien vistas, sino que le ofrecieron formar parte del grupo encargado de colocar el primer banco mágico en toda Europa, uno que estuviera dentro de un área completamente muggle. Debido a esto, cuando Draco tuvo el dinero suficiente como para compartir de manera equilibrada sus gastos con Harry, y de que luego de meses de duro trabajo por fin el nuevo "Banco Gringotts" (por suerte los muggles admitieron de buena manera aquél nombre y los mestizos y squibs que vivían en el mundo muggle lo aceptaron felizmente), los dos decidieron mudarse al centro de Londres después de semanas en búsqueda del departamento ideal para los gustos de los dos.
Ahora, a poco más de dos semanas de que se hubieran mudado por completo a su nuevo hogar, Draco todavía se encontraba en el tedioso proceso de acostumbrarse a vivir en un lugar donde no podía utilizar casi nada de magia, aunque Harry le había prometido de que Granger acudiría la próxima semana para colocar los hechizos que ella, como parte del Departamento de Control de Magia en el Mundo Muggle ("maldito nombre largo y ridículo te cargas en ese gafete, Granger"), podía poner en su departamento y así los dos tuvieran la libertad de realizar magia (que no llegara al exceso y eso incluía aparecerse y desaparecerse) sin afectar sus artefactos muggles ni los de sus vecinos.
Draco miró el reloj colocado sobre el televisor y se dio cuenta de que al menos aún faltaba una hora para que Harry saliera de su trabajo y los dos pudieran ir a comer algo. Los viernes ninguno de los dos cocinaban y ya habían adquirido la costumbre de ir a comer cualquier cosa para después pasar a alguno de los bares de soho y regresar al departamento ya muy entrada la noche. Había que vivir la vida, ¿no?
Draco encendió el televisor y comenzó a pasar por todos los canales buscando algo que llamara su atención. En un principio había odiado ese aparato cuadrado que Harry había insistido en que compraran, no le veía el chiste y además había asegurado que "esa cosa" rompería el diseño elegante y moderno que había puesto en la sala principal. Sin embargo, el moreno había insistido en comprar el aparato y ponerlo en el centro de la sala. Cuando Draco por fin aprendió a utilizarlo, pudo ver algunos programas muy interesantes y terminó por agradarle el susodicho objeto. Pero su adicción comenzó cuando Draco, en uno de esos domingos sin mucho que hacer porque Harry había tenido que acudir a alguna reunión con los Weasley (a las cuales él seguía rehusándose a asistir), descubrió que no sólo podía entretenerse viendo programas de cultura general o sobre economía, sino también con los programas televisivos más estúpidos de la historia. ¿Cómo? Bueno, la ventaja de la televisión era de que Draco podía realmente decirle a las personas lo estúpidos que eran o burlarse abiertamente de ellos, sin sufrir las consecuencias, y si de plano se hartaba de ellos sólo hacía falta un botón para callarlos.
"Ah, ojalá eso pudiera hacer cada que tengo que ir de visita a la casa de Weasley y Granger" solía pensar Draco.
Pero hoy no era uno de esos días donde los programas tontos llamaban su atención. Ya iba por la segunda vuelta en toda la programación y no encontraba nada que lo entretuviera más de cinco segundos Estaba por rendirse y apagar el televisor cuando se detuvo en un canal ante la impresionante imagen del espacio exterior que estaban mostrando. Draco subió el volumen y comenzó a escuchar lo que al parecer era una pequeña nota en las noticias donde hablaban sobre "la última aventura del transbordador espacial Endeavour", pero la nota duró tan poco y fue tratada de la forma más escueta que hasta le dieron ganas de alojarle el control remoto a la televisión. No lo hizo porque... pues porque un Malfoy no arroja cosas a las personas o a los objetos como si fueran unos salvajes Gryffindors, ¡no señor! Lo que hizo Draco fue ir al estudio y encender la computadora que Harry tenía, aquel aparato aún no sabía utilizarlo muy bien y realmente no le llamaba tanto la atención como para aprender a utilizarlo apropiadamente, pero se defendía lo suficiente como para poder buscar información en Google.
-¡Hey, siento la tardanza! A mi jefe se le ocurrió hacer una reunión de última hora. Muero de hambre, ¿estás listo? -fue la manera de saludar, llegar y dar informes de Harry dos horas después. Draco lo miró con una ceja levantada sin decir mucho ante la forma tan desaliñada en el que su novio se encontraba.
-¿Te he dicho alguna vez que eres la única persona que conozco que es capaz de usar un Armani y, aun así, lucir tan informal y andrajoso como un vagabundo? -preguntó Draco tranquilamente y comenzando a apagar la computadora para después recoger el puño de papeles que había impreso.
Harry frunció el ceño y bajó la mirada observando su traje y sin saber realmente a qué se refería su novio, su traje no estaba tanarrugado y además lo de moda era traer la corbata mal puesta... ¿no? Al ver el gesto de indiferencia que hacía el moreno, Draco sólo puso los ojos en blanco y se levantó de la silla, le dio un seco beso a su novio en los labios y se dirigió a la sala para recoger sus llaves.
-No te preocupes, Harry. Estoy seguro que algún día un milagro decidirá tocar a esta puerta y finalmente podrás utilizar un traje como se debe -dijo la voz del rubio desde la puerta del departamento-. Vamos, muero de hambre y estoy seguro que tú también. -Harry sonrió y negó levemente con la cabeza sabiendo que si le seguía el juego a su novio sólo terminarían discutiendo. Llegó a la puerta y los dos se fueron caminando hacia el metro tomados de la mano y platicando sobre su día en el trabajo.
Decidieron comer en un nuevo local de comida japonesa para después acudir a uno de los bares que más les gustaba. Estaban en medio de su tercera copa de vodka cuando Draco se le acercó a Harry y le susurró al oído con una voz medio arrastrada:
-Llévame al espacio, Harry.
Harry lo miró con diversión y sin entender mucho a qué se refería el otro. Normalmente Draco era muy reservado con sus muestras de afecto cuando estaban en un lugar público, pero también sabía que cuando estaba bajo las influencias del alcohol sus inhibiciones desaparecían y solía convertirse en un novio muy afectivo.
-Aún no te terminas la tercera copa de vodka y ya quieres llevarme a la cama, ¿acaso te has vuelto más vulnerable al alcohol? -le preguntó Harry acurrucándose sobre el cuello de su novio y dejando que sus pulmones se llenaran del aroma de su perfume. Draco se enderezó haciendo que la cabeza de Harry quedara sobre el aire y lo miró con cara de pocos amigos.
-Idiota, hablo en serio. Quiero que me lleves al espacio, que me subas al transbordador ése que van a aventar al cielo en dos semanas.
Harry lo miró boquiabierto y se acercó a la copa de su novio olfateando el contenido y cerciorándose de que no tuviera algo más que simple vodka.
-¿De qué estás hablando, Draco? -preguntó el chico cuando vio que su bebida no estaba alterada.
Draco bufó con exasperación y se armó de paciencia para explicarle al otro.
-En dos semanas van a disparar un transbordador al espacio, se llama Endeavour; el transbordador, no el espacio -aclaró Draco pero al ver que el otro le lanzaba una mirada de "ya lo sé, imbécil" él sólo alzó las manos en señal de defensa-. Sólo aclaraba por si no lo sabías, Potter. Bueno, el caso es que lo lanzarán y estará dieciséis días en el espacio para después regresar. Es su último vuelo que hará y yo quiero estar ahí.
Harry lo miró sin decir nada por varios segundos, tratando de procesar lo dicho por Draco. A diferencia de su novio, a él sí solía afectarle el vodka desde la primera copa. Cabía la posibilidad de que estuviera alucinando todo lo que el otro le estaba diciendo, pero en el fondo sabía que no estaba tan borracho.
-Déjame ver si entendí bien. ¿Quieres ir a ver cómo lanzan el transbordador ése al espacio? Seguramente lo van a pasar por televisión, Draco, puedes verlo desde la comodidad de la casa y sin tener que ir hasta donde sea que vaya a ser ese lanzamiento.
Draco frunció el ceño con enojo.
-No, no quiero vercómo lo lanzan. Quiero ir, quiero estar en ese cohete o cómo sea que le llamen. Quiero estar ahí, quiero ir al espacio. Y quiero que tú me lleves.
Hacía varios meses que no escuchaba ese tono tan berrinchudo y caprichoso de Draco pero Harry no había extrañado en lo absoluto cuando su novio se comportaba como solía hacerlo durante sus momentos más infantiles e inmaduros en Howgarts. ¿Llevarlo al espacio? Ahora sí que Draco se había bordado la barra de lo coherente y realista.
-Draco, no puedo llevarte al espacio, no puedo meterte a ese transbordador y lo sabes -le dijo tratando de sonar lo menos condescendientemente posible, ya que sabía lo mucho que le molestaba al otro que le hablaran así, como si de un niño de tres años se tratara, aunque esta vez era precisamente como estaba comportándose.
-Por supuesto que es posible, Harry. Ni siquiera lo has intentado y ya estás diciéndome que no. Si quieres, dámelo como un regalo de Navidad adelantado.
-Faltan como siete meses para Navidad, Draco. Además tú no celebras esa fecha.
-Pues ¿qué mejor manera de comenzar a festejarla, no lo crees?
Harry negó con la cabeza y se tomó de un trago el resto de su vodka para después hacerle una señal al mesero para que se la volviera a llenar. Si iba a tener esa conversación con Draco, mejor hacerlo estando más ebrio.
-Mira, Draco. No sé de dónde has sacado esta idea loca, ni mucho menos qué tanto sabes sobre el asunto -comenzó a hablar Harry luego de que le hubieran llenado su copa y haber tomado la mitad de su contenido-. Pero cuando te refieres a viajes espaciales también estás refiriéndote a la NASA y esta es una de las... amm... instituciones con mayor seguridad en el mundo muggle.
-Sé lo que es la NASA, Potter, no necesito que me lo expliques -le interrumpió Draco con los brazos cruzados en una clara muestra de su profundo enojo.
-Bueno, entonces con mayor razón debes saber lo imposible que es inmiscuirse para alguien como tú y yo nos que no tenemos nada que ver con su área de trabajo. Mucho menos estando a dos semanas de que lancen el transbordador. Seguramente ya tienen meses, sino años, con todo listo y sumamente vigilado.
-Harry, todo eso ya lo sé. Pero no es imposible, estamos hablando de una oportunidad que no sabemos cuándo se volverá a presentar y realmentequiero ir. -Esta vez Draco ya no sonaba molesto sino ansioso porque Harry entendiera la magnitud de lo que estaba hablando-. ¡Por Merlín, eres el héroe mágico! Si hay alguien que puede lograr meternos a ese cohete ese eres tú.
-Primero que nada, no me llames así, sabes lo mucho que odio ese apodo -dijo Harry comenzando a enojarse-. Segundo, ¿cómo me va a ayudar ser quien soy en el Mundo Mágico en la NASA?
-Pues porque hay magos que trabajan ahí. ¿Acaso no sabías que muchos de los avances tecnológicos que han permito que el hombre haya llegado al espacio han sido gracias a la aportación de la magia?
No, Harry no lo sabía, aunque ahora que lo pensaba, tampoco se sorprendía por la información. Después de todo, desde que era pequeño había cosas como esa de que el hombre hubiera llegado al espacio exterior que le parecían sumamente irreales, pero ahora como mago todo tenía más sentido.
-Pues no, no lo sabía. Pero eso no quiere decir que yo pueda llegar y decir mi nombre y automáticamente me abrirán las puertas. Además, la NASA está en Estados Unidos, estoy seguro que ahí ni siquiera saben quién soy.
-¡Oh, Harry, no puedes decir eso si ni siquiera lo has intentado! -dijo Draco haciendo un puchero y hablando como un niño berrinchudo, algo que normalmente criticaría en cualquiera,pero que sabía que siempre funcionaba con Harry y su corazón Gryffindor activado a sentir lástima y compasión por todo el que le rogara algo. Pero su novio no pareció verse afectado en lo más mínimo por aquel gesto y lo miró seriamente-. Mira, sé que no tengo la mejor relación con mi padre pero... -Harry bufó y Draco aclaró-: bueno, no tengo ninguna relación con mi padre en estos momentos. Pero sigo siendo un Malfoy y todavía me sé la lista de los nombres de sus contactos más poderosos en Gran Bretaña y otras partes del mundo. Estoy seguro que entre ellos habrá al menos un par que tenga buenos contactos con la NASA, pero no tanto como para que pueda entrar al transbordador, aunque seguro tú sí podrás.
Harry se terminó su copa de vodka y colocó varios billetes en la mesa para después levantarse y colocarse el saco que se había quitado al llegar al bar.
-¡Hey! ¿A dónde vas? -preguntó Draco sorprendido y siguiendo a su novio que ya iba llegando a la salida del lugar. El otro no se detuvo hasta que los dos estuvieron en la fría calle y luego de tomar un suspiro lo miró como si estuviera conteniendo su coraje. Draco se estremeció ante aquella imagen.
-¿Sabes por qué terminé mi relación con Ginny? -preguntó de la nada y con un tono molesto. Draco quedó un poco aturdido ante el nuevo tema.
-¿Porque eres gay? -preguntó Draco con obviedad.
-No, de hecho llegué a esa conclusión tiempo después de mi relación con ella. Terminé con ella porque me di cuenta de que ella no me estaba viendo como una persona, sino como me ve el resto del Mundo Mágico: un héroe todopoderoso y toda esa mierda.
Draco comprendió hacia qué tema se estaba dirigiendo Harry y noquería que aquello se convirtiera en una pelea, realmente tenían mucho sin discutir por algo tan serio como eso y no quería empezar ahora.
-Harry, yo jamás...
-¿Y ahora tú también me sales con eso? Tú, que entre todas las personas sabes lo qué se siente que te traten de manera especial solamente por la fama que tienes, sea buena o mala, lo que se siente que la gente espere actúes como la prensa y los rumores te han descrito. ¿Tú también me ves como un maldito instrumento para acceder a todo lo que las "demás personas normales" no pueden acceder?
Draco respiró hondo. De acuerdo, lo aceptaba, la había cagado realmente esta vez, pero no por eso iba a permitir que se terminara de arruinar su noche con Harry, incluso si eso significaba desechar por completo su grandiosa idea que había tenido después de haber visto aquella nota informativa en la televisión.
-Lo siento, Harry, realmente lo lamento, jamás quise que se entendiera así lo que te dije. -Draco se acercó a su novio y le habló en un tono tranquilo ya que momentos antes el otro había comenzado a alzar la voz y las personas que estaban entrando y saliendo del bar los habían comenzado a ver con una curiosidad nada fingida.
-De hecho sí quisiste que se entendiera de esa manera desde el momento en el que me llamaste el Héroe Mágico sabiendo cuánto odio ese apelativo, sabiendo cómo me molesta que me vean como si fuera una llave maestra para cumplir los caprichos de la gente. ¡Joder, Draco! -terminó gritando Harry y alejándose completamente del rubio que había intentado tranquilizarlo colocando sus manos sobre sus hombros.
-Harry, vámonos de aquí. Hablemos en otra parte, vayamos al departamento, platiquemos ahí-. Intentaba tranquilizarlo Draco, asimismo miraba con odio a los peatones que volteaban a verlos con expresiones interesadas.
"¿Como si nunca antes hubieran visto una pareja pelear en plena calle?" preguntó el rubio mentalmente, mirándolos con el mayor desprecio posible para después regresar sus ojos hacia su novio. Harry sólo negó la cabeza mientras metía sus manos dentro de sus bolsillos, dificultando, así, el contacto que Draco intentaba hacer al acercarse más a él.
-No, yo eh... te veo ahí más tarde. Por el momento prefiero no ir a casa -dijo el moreno habiendo perdido por completo el enojo en su voz y su rostro, pero luciendo ahora triste y herido. Draco sintió un dolor en su pecho al verlo así, pero no podía hacer nada, al menos no por el momento. Harry lo que quería y necesitaba era estar alejado de él, entonces iba a respetar eso.
-De acuerdo, está bien. ¿Irás a casa de We-de Ron? -preguntó vacilante y tragándose la frialdad con la que normalmente solía pronunciar el nombre del mejor amigo de su novio. Había cosas que parecían que nunca iban a cambiar.
Harry lo miró intensamente por varios segundos para después asentir con la cabeza.
-Sí, supongo que iré con él y Hermione. Eh... te vas con cuidado -dijo Harry a modo de despedida y comenzó a caminar hacia la esquina de la calle y esperar un taxi que lo llevará cerca del Caldero Chorreante para de ahí trasladarse por Flu a casa de sus amigos.
Draco luchó con la urgencia de detener a su novio, de intentar arreglar las cosas, temía que aquello se convirtiera en algo mayor y estaría mintiéndose a sí mismo si no aceptara que le aterraba la idea de que su relación se terminará así nada más, no ahora que sabía lo que era tener al ex Gryffindor en su vida. No después de haber compartido tantas cosas juntos. Pero no dijo nada y sólo lo miró marcharse para después regresar caminando al departamento, como muy pocas veces había sucedido, con la cabeza baja.
-No sé qué decirte, amigo. Sabes que Malfoy jamás me ha parecido la persona más agradable del mundo -dijo Ron pasándole una cerveza fría a su amigo y sentándose junto a él en el sillón que daba frente a la chimenea. Harry aceptó la bebida y comenzó a tomar de su contenido sintiendo el contraste de su sabor con el del vodka que había bebido en el bar -. Si me lo preguntas, te diré que estoy sorprendido que hayan durado tanto tiempo. Yo sólo les daba tres meses cuando comenzaron y aún así se me hacía mucho tiempo.
-Ron, no estoy terminando mi noviazgo con Draco -le reclamó Harry frotándose la sien con una mano.
-Lo sé -dijo su amigo seriamente y jugando con la botella entre sus manos antes de darle un rápido trago-. Y por eso no sé realmente qué decirte. El albino sí que metió la pata esta vez.
-Oh no, Harry. Estás enojado con él así que como tu mejor amigo tengo el derecho, e incluso el deber de insultarlo todo lo que quiera... y tú el de secundar mis insultos.
Harry soltó una risa y se relajó un poco en el mueble mientras le daba otro trago a su cerveza.
-¿Eso quiere decir que debo hacer lo mismo cuando tú y Hermione discutan? Porque realmente no quisiera insultarla, menos sabiendo que seguro ella terminaría enterándose. Muy bien sabemos que tiene oídos en todas partes.
Ron soltó una carcajada y colocando las piernas sobre la mesa central, poniéndose más cómodo en el sillón.
-En eso tienes razón. Además, no creo que tengas que ponerte en esa posición alguna vez, ya sabes lo que ella dice cuando nos peleamos, que soy yo el que siempre lo provoca -dijo Ron con burla, Harry sólo negó sonriendo. Si había una pareja que fuera más dispareja que la que formaban él y Draco, era la de sus dos mejores amigos. Merlín sabía si más de una vez había deseado que sus amigos jamás hubieran dado el siguiente paso. Eso de quedar en medio de sus constantes peleas no era divertido. Por supuesto que cuando había comenzado su relación con Draco se había tragado muchas de esas ideas.
-Y hablando de Hermione, ¿dónde está? No creí que fuera a encontrarlos aquí en un viernes por la noche, pensé que estarían afuera aprovechando sus últimos meses de libertad -bromeó Harry.
Ron bufó.
-Hermione ha decidido aprovechar esos meses de libertad por su cuenta -dijo Ron con un poco de amargura y al ver la duda y confusión en los ojos de su amigo, aclaró-: Sigue en el Ministerio. Se la ha pasado ahí hasta altas horas de la noche toda la semana; creo que piensa que cuando nazca el bebé ya no podrá volver a trabajar, ni a hacer nada o qué se yo. Lleva semanas actuando como maniática, ya no sé si sea por las hormonas del embarazo o porque siempre ha sido así y ahora tiene una razón para desatar su locura sin sufrir consecuencias -dijo Ron mirando con un poco de aprensión su botella que aún estaba a más de la mitad.
Harry se asustó un poco por las palabras del pelirrojo. Aunque el embarazo de su amiga había llegado de manera inesperada, incluso cuando sus amigos aún no habían tenido en mente la idea de casarse, Harry pensaba que estarían muy felices con la noticia. Él al menos lo estaba, porque, aunque no estuviera biológicamente ligado a ellos, no podía dejar de sentir que muy pronto se convertiría en un tío. Sus amigos ya le habían asegurado que en cuanto el bebé naciera lo nombrarían su padrino, aquello le ilusionaba mucho. Jamás creyó que todo eso pudiera estar agobiándolos tanto.
-Hey, ¿estás bien? -preguntó torpemente, colocando una mano sobre el hombro de Ron-. Oye, sé que no ha de ser nada fácil eso de ser papás y menos si no lo planearon, pero no puede ser tan malo. Además es Hermione, tú me dijiste hace mucho que ella era la única, ¿no? -el otro asintió sin levantar la mirada de la botella-. Entonces, no hay por qué abrumarse Los dos sabemos que Hermione suele ponerse un poco… bueno, muy frenética cuando las cosas se salen de su control, pero, sinceramente no me imagino a alguien mejor para convertirse en mamá. Y tú seguramente serás un estupendo padre -finalizó Harry dándole un apretón en el hombro y zarandeándolo un poco para animarlo, el otro sonrió y se relajó.
-Tienes razón, Harry. Perdóname por mi pequeño drama -dijo Ron riendo un poco y frotándose el rostro-. ¡Mírame! Se supone que debería estarte apoyando, levantando tu ánimo y presenciando tus vergonzosos lamentos y lloriqueos.
Esta vez los dos chicos soltaron una carcajada que no se detuvo hasta que una muy greñuda y visiblemente cansada Hermione, entró por la puerta principal de la casa. Ron se levantó de su asiento para saludar a su novia con un dulce beso en la boca, colocando con cariño su mano derecha sobre el todavía pequeño bulto en su estómago.
-¡Harry, qué milagro! -saludó la muchacha al percatar la presencia de su amigo que ya se había levantado para saludarla con un beso en la mejilla-. No me digas que habíamos organizado una reunión para hoy. De haberlo recordado hubiera llegado antes.
-Oh, no, no te preocupes, Hermione. Vine sin avisar, ya sabes, para visitarlos y ver qué hay de nuevo.
-¡Se peleó con el hurón! -dijo Ron dirigiéndose hacia a la cocina y llenando un vaso con jugo para su novia. Cuando regresó, el moreno lo miró con reproche y él sólo se encogió de hombros antes de decir-: ¿Qué? Lo siento amigo, pero Herm se iba a dar cuenta tarde que temprano. Más temprano que tarde, si me lo preguntas.
Hermione le lanzó una mirada severa a su novio y no le dijo nada. Tomada de la mano de su amigo se dirigió al sillón y se sentó junto a él mirándolo con preocupación y compasión. La chica siempre iba a comportarse como la mamá pollo de los dos, por más que se empeñara en negarlo.
-¿Qué sucedió, Harry?
Harry suspiró y comenzó a contarle lo que había sucedido con Draco, aunque esta vez mucho menos alterado que cuando recién había llegado a la casa de sus amigos y había soltado todo su parloteo a un sorprendido Ron. La muchacha lo escuchó sin decir nada y cuando Harry terminó su relato le acarició la espalda con ternura por varios segundos. Ron se había sentado frente a ellos adquiriendo nuevamente su expresión seria y compartiendo miradas de entendimiento con la muchacha cada vez que Harry suspiraba, pero sin volver a insultar a Malfoy.
-Realmente no sé qué decirte, Harry -dijo Hermione sin dejar de acariciar la espalda de su amigo-. Sé que Draco siempre ha sido muy caprichoso, sobre todo cuando estaba en Hogwarts, y que está acostumbrado a obtener casi todo lo que quiere, pero estoy segura que te dijo todo eso sin siquiera pensarlo. Lo más seguro es que sólo estaba enfocado en ese viaje que quiere hacer y las palabras salieron de su boca sin haber sido procesadas primero en su cerebro. -Harry no les había dado detalles a ninguno de los dos acerca de lo que Draco había insistido tanto, de cierta manera se sentía un poco apenado de decirles que su novio, Draco Malfoy, uno de los magos que más había odiado a los muggles y mestizos y que ahora, por más que trabajara en el centro muggle de Londres, continuara con muchas de las tradiciones más viejas de la magia, estuviera empeñado en entrometerse en un proyecto muggle, sería visto como algo ridículo por sus amigos; por lo menos sabía que Ron se reiría del asunto un buen rato-. Además por lo que nos cuentas, Draco realmente parecía arrepentido por lo que dijo.
Ron soltó un bufido audible y miró con enojo a su novia.
-Claro, defendamos al albino -exclamó el pelirrojo.
-¡Ron!
La chica lo miró detenidamente hasta que el otro suspiró y se relajó en el asiento mirando con un poco (sí, sólo un poco) de pena a su amigo.
-Lo siento, pero bueno, creo que de todas formas deberías de quedarte hoy aquí. Se merece una noche de amargura y dolor en el rincón del departamento. Ya sabes, que sufra para que así aprenda, ¿no? -terminó con una sonrisa cargada de burla. Harry le devolvió la sonrisa aunque con menos gracia y Hermione se limitó a negar con la cabeza y murmurar un "hombres" para ella misma.
-De acuerdo, entonces, si piensas quedarte, déjame prepararte la habitación de invitados, Harry -dijo la castaña levantándose del sillón.
-Oh, no te molestes, Hermione. Yo puedo hacerlo, no tienes por qué esforzarte.
-Harry, estoy embarazada, no con una enfermedad terminal. Además eres mi invitado, a pesar de Ron, sigo teniendo mis modales.
Y dicho esto Hermione se alejó hacia la habitación de invitados dejando a los otros dos poniéndose al corriente de las últimas novedades en el mundo del Quiddtich.
Draco miró por quinta vez el pequeño reloj ubicado en la mesa de noche junto a la cama. Aunque Harry le había dicho que regresaría más tarde, debía haber imaginado que no lo haría, mucho menos si estaba con el zoquete de Weasley. Seguramente ya lo había convencido de terminar su relación, después de todo, la comadreja jamás había ocultado su desagrado sobre su relación con Harry. Con los años sólo había aprendido a cerrar la boca, sin embargo, sabía que eso era producto de la mano dura de Granger. Si Draco había aprendido algo con su padr,e era que no podía obligar a nadie a elegir entre las personas que más quiere. Bien sabía lo importante que era para Harry toda la flota Weasley y Granger, no estaba tan tonto como para intentar jugarle la misma treta que su padre había jugado. Aunque, en su defensa, los Weasley, o por lo menos la comadreja, sí merecían ser expulsados de la vida de Harry.
Suspiró de frustración mientras veía con coraje el techo de la habitación. Aunque las peleas con Harry habían sido una constante en su relación, hacía mucho tiempo que no pasaban de ser pleitos por meras tonterías. Esta vez sabía que un simple "perdón" no solucionaría las cosas. Y eso que pedir perdón era algo que Draco no solía practicar mucho en su vida, de hecho. Si mal no recordaba, sólo con Harryla usaba. Y una vez en una incómoda plática con Granger, había dicho la palabra con total sinceridad. No, Draco no era la persona más humilde del mundo, eso lo sabía bien. Lo que le molestaba era que Harry parecía olvidarlo muy seguido.
Gruñendo de coraje, Draco se sentó en la cama y fue a la sala. Era inútil intentar dormir, sabía que el sueño no llegaría si estaba enojado y con esa angustia en el pecho que no le dejaba en paz. Se acercó a la cocina para preparase un té y vio el puño de hojas que había impreso horas antes. Un puño de hojas que contenía algo que lo había emocionado tanto. Con ese recuerdo su furia despertó. Tomó las hojas y las arrojó al momento que soltaba un grito de coraje. Coraje con la estúpida televisión que le había despertado esa idea sobre el maldito viaje al espacio, coraje con Harry por ser tan sentimentalista y tomarse todas sus palabras tan en serio y creer que ahora lo quería utilizar por su fama, coraje con esa estúpida fama de Harry porque sin ella no se le hubiera ocurrido sugerir que consiguiera que los dos entraran al proyecto ese, coraje con Weasley y Granger por tener en ese momento el privilegio de lavar el cerebro de su novio para que seguro terminara aún más enojado con él. Coraje con su padre por haberle consentido tanto en su niñez y haberlo convertido en un hombre caprichoso y que buscaba conseguir lo que quería a cualquier costa.
Coraje consigo mismo por cómo había actuado, por culpar a todo mundo antes que a sí mismo.
Por haber lastimado una vez más a Harry.
AQUI LA SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE:
http://hermyone-mex.livejournal.com/16727.html