Por un puñado de drabbles

Aug 19, 2010 16:23

 

Pañales

-Dean, déjame, no creo…-Pero su hermano lo ignora completamente. Despeja de armas la mesa del sucio motel de carretera en el que están y pone una toalla limpia encima. No sabe ni siquiera de donde ha sacado esa toalla tan limpia, blanca con nubecitas azules.

Sabe que su hermano tiene destreza como cazador, como ligón de carretera, como mentiroso y embaucador, como mecánico, como todo lo que puñeteramente se proponga. Pero ¿para eso? No cree estar realmente preparado para lo que está viendo.

Está cambiando un pañal. Un pañal que huele realmente mal.

La pequeña Mary lo mira con esos grandes ojos verdes que ha heredado de su padre y le sonríe mientras su padre arruga un poco la nariz ante el olor nauseabundo que sale de ese pañal.

-¿Quién crees que te cambiaba el pañal, Sammy?

-Papá

-Papá, cazaba-aclara secamente mientras limpia con una toallita el culito de la pequeña y esta se ríe por las cosquillas.

-¿Entonces, tu…?-Sam está bastante sorprendido por todo. No pensaba que Dean pudiese cuidar con tanto cuidado y cariño como está viendo en ese momento y se sonroja al pensar que desde que era una bolita él siempre le ha cuidado hasta tal punto. Que lo ha protegido, que le ha curado, que le ha cambiado hasta los pañales. El mayor contesta solo con un gruñido de garganta que hace que la pequeña frunza un poco el ceño como si le reprendiese y Dean tiene que hacerle alguna carantoña para que vuelva a sonreír. Nunca ha soportado verla llorar. Tampoco soportaba ver llorar a Sam. Pero eso no se lo dirá.

Porque es algo que Sam ve. Y se le llena el pecho de eso que siente siempre que descubre algo más sobre lo que Dean esconde dentro de capas y capas de coraza inquebrantable. Eso que le salvó del averno, de ese oscuro y frío agujero en el que estaba. Todo ese calor, y eso que jamás podrán poner con palabras.

-Los polvos de talco-Sam le pasa el pequeño bote que tiene en las manos y observa como los esparce un poquito sobre la niña, le coloca el pañal y le sonríe. Hacía tanto que no sonreía tanto que se le encoge el alma.

-Dean-le llama, pero el mayor le ignora mientras sonríe a la niña-te voy a besar

Entonces el mayor se vuelve con extrañeza por ese comentario, pero no tiene tiempo para decir nada porque Sam le devora la boca con un beso tan suave y cálido que hace que le tiemblen las piernas.

Cuando se separan Dean mira con cara de tonto, Sam sonríe y la niña ríe, y todo es un poco más llevadero. Mientras estén juntos.

Título: Rape me
Fandom: Toy Story (somos unas pervertidas, arderemos en el infierno)
Claim: Andy/Sid (en un infierno muy llameante)
Palabras: 501
Advertencia: NC-17. Pon de fondo la canción Rape me de Nirvana


Rape me

Andy está sentado en la cama leyendo un libro a la tenue luz del flexo que tiene sobre la mesita. Sid entra por la ventana, sin hacer apenas ruido. Sin mediar palabra le quita el libro de las manos, mete una rodilla entre sus piernas, separándolas y empieza a besarle con fuerza. Todo lengua y dientes, sin freno, todo descontrol. Y Andy solo puede dejarse hacer porque cuando viene así, así, no hay nada que pueda pararle. Y él no quiere pararle. Puro huracán devastador.

A veces a Sid le gusta así, sin una palabra, sin preliminares, sin caricias suaves, sin palabras obscenas susurradas al oido…

Prácticamente le desgarra la camiseta del pijama al quitársela y mientras le sujeta los brazos por encima de la cabeza, Sid va mordiendo y chupando desde el cuello hasta el pecho, parándose en los pezones del menor.

Andy suspira y Sid acalla ese suspiro volviendo a meter su lengua en su boca, acallando los gemidos como si el ruido le excitase aún más. La mano libre de Sid va bajando al elástico de los pantalones y acaricia la excitación por encima de la tela, apretando con fuerza. Los gemidos se ahogan, labios con labios.

Pero Andy le deja hacer, es casi violación, seguro que la mitad de las cosas que le hace son ilegales en 40 estados pero se deja, le deja. Porque es el único que puede tocarle así, aunque no puede dejar de preguntarse mientras le devora poco a poco si solo le toca así a él. Si es el único. Le molesta que no lo sea, y se siente un poco mierda al pensarlo, pero Sid le está pajeando con fuerza, desnudo. No sabe cuando las ropas de ambos han volado, el roce piel con piel le está volviendo loco y será esa locura la que hace que se diga así mismo que le da igual. Mientras le toque así, a él, le da igual.

Le penetra sin lubricante, sin preliminares y sin nada más y Andy tiene que gritar, desgarrado, echando la cabeza hacia atrás y arqueando toda la espalda. Entonces, el huracán Sid sigue sin parar pero le besa, ahora suave, calmado, como nunca antes lo había hecho. El que besa lentamente siempre es Andy, Sid solo devora. Pero ahora es él el que le está besando calmado y Andy lame toda su boca con más determinación mientras siguen los embistes. Y ambos se corren sin dejar de besarse, así, pausado, sin dejar de acariciarse con ansia.

Andy se despierta y sabe que no se ha ido porque Sid lo está abrazando por la espalda, siente su respiración en su cuello.

Le da igual. Le da igual no ser el único con el que folla. Porque realmente sabe que es el único al que besa suave, con el único que se queda a dormir. Porque mientras están así, en ese abrazo, Andy sabe que él es el único que le puede lamer las heridas a ese torbellino imparable.

Se nos va demasiado la olla, no nos culpeis a nosotras, culpad al aburrimiento :p

drabbles, toy story, wincest, spn

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