Y aquí el último. El más largo. El que más ha costado. Me he extendido más de lo que pensaba, 12 páginas de Word, pero bueno. Espero que valga la pena. La señorita
tyfiore ya ha leído la inmensa mayoría y aquí leerá el final que espero que le guste, la verdad.
ORGULLO
Cuando Ty se despertó esa mañana no se levantó inmediatamente. Miró el techo de su cama con dosel mientras cogía aire y lo volvía a soltar tras retenerlo unos segundos, llevándose una mano a la frente y dejándola ahí. Por la luz que entraba por la ventana algo le decía que acababa de amanecer y ella se había despertado sin necesidad de reloj alguno.
Ese maldito sueño. Hacía meses que había intentado borrar de su mente el hecho de que le había estado tirando los trastos a Chris descaradamente la noche de Halloween. Él culpaba al alcohol, porque no se había quedado atrás, pero sentía que parte de ella había estado hablando en serio ya desde entonces.
Ty soltó un suspiro entrecortado al recordarlo. Para ella, todo había empezado ahí. No en plan de gustarle el chico al día siguiente, pero hizo que se fijara más en él, que tonteara y le echara piropos que sonaban a broma con excusa de picarle, pero que ella decía medio en serio. A Chris poco le había costado acostumbrarse a ello e incluso unirse a la broma, aunque había llegado un punto en que Ty no sabía dónde acababa la broma y empezaba el tonteo real, si es que lo había.
Para ella, Chris aún seguía completamente enamorado de Amy Bennet. Los tonteos con ella no eran más que terapia, como había dicho él. Era su amiga y era lo mínimo que podía hacer por él, sin embargo se encontró un día pensando que no quería ser sólo su terapia cuando podía ayudarle de otras formas. Se encontró mirándole de reojo cuando no estaban juntos y comparándose con Bennet. ¿Qué tenía esa Ravenclaw que ella no? ¿Por qué Chris no se olvidaba de ella de una puñetera vez? Eran demasiadas las preguntas que venían a la cabeza y ella no tenía ni una sola respuesta.
No supo darle nombre a lo que sentía. Sí, sabía que el Ravenclaw de ojos verdes le atraía pero quizá no pasaba de algo físico. Chris era guapo hasta rabiar y él no se daba ni cuenta. Tan alto, con esa espalda tan ancha, los ojazos verdes y la sonrisa que hacía temblar las piernas de tantas chicas, sus manos, grandes y de dedos largos… Recordaba vagamente cómo la había tocado en Halloween y se acaloraba.
Aunque Chris no era sólo físico, Ty tenía ojos en la cara y, aunque seguía enamorada de Damon Firth, se encontró fantaseando con el Ravenclaw en varias ocasiones. Por más que quiso, no pudo evitarlo porque no era de piedra. Todo eso lo redujo a la falta de… “ejercicio” físico que tenía. Había pasado un año desde lo de Damon y seguramente su cuerpo reaccionaba al estímulo visual y al recuerdo de lo sucedido en Halloween.
Durante meses había estado así, desahogándose a modo de piropo y haciéndose castillos de arena cuando él empezó a seguirle la corriente a prácticamente todo. ¿Y si lo decía en serio? ¿Y si sólo seguía la broma? Se decantó por pensar lo segundo porque lo primero desataría muchísimas más preguntas a las que no estaba preparada para enfrentarse. Y todo había seguido así hasta que le vio hablando con Bennet.
Ahí todo se derrumbó.
Recordaba cómo se sintió, la ira y la rabia que le embargó y lo dolida que estuvo cuando Chris le omitió todo aquello. Sabía que algo había cambiado en ella pero no pudo decir qué era hasta que finalmente se decidió a echárselo todo en cara alentada por Damon. Hasta que vio, sintió que Chris quizá podía estar en el mismo punto que ella. Hasta que se vio a sí misma celosa de Amy Bennet y queriendo estar en su lugar. Y días después, después de lo vacía que se había sentido todos ellos en los que le había evitado a todas horas, después de todo eso, había ido hasta ella y la había besado de una manera diferente a como la habían besado nunca. Con anhelo, ternura y algo de posesividad.
Aún en la cama, Ty intentó contener un suspiro saliendo de sus labios curvados recordando cómo la había mirado tras ese inesperado beso que la había dejado sin aliento. La sonrisa al recordarlo venía sola, no podía evitarlo.
-Te oigo suspirar…- Gwen, su mejor amiga, la sobresaltó, sacándola de sus pensamientos-. ¿A qué se deben esos suspiros?
Estaba apoyada en el dosel, con el pelo completamente despeinado y su ya habitual camiseta de manga corta de Brasil a modo de pijama. Ty apretó los labios pero no pudo disimular la sonrisa. Llevaba días haciéndolo y ya no quería esconderlo más.
-¡Uy, uy, uy…! ¿Y esa sonrisa? La última vez que te vi así fue cuando…
La castaña abrió los ojos de par en par y la miró con elocuencia, pero Ty no contestó. Sólo se desperezó, aún tumbada en su cama, sin poder parar de sonreír.
-Por Merlín, Morgana y toda su estirpe- espetó la brasileña, dejándose caer sobre la cama de golpe y dándole igual si pillaba alguna de las extremidades de la rubia-. ¿Qué ha pasado con Chris?
-¿Por qué das por sentado que ha pasado algo con él?
Su amiga alzó una ceja y su expresión le dijo “¿Me tomas por idiota?”. Ty soltó una risa y se irguió en la cama para sentarse, apoyando la espalda en el cabecero.
No dijo nada, se mantuvo en silencio, jugueteando con la pulsera que tenía en la muñeca con el símbolo del infinito. Recordaba cuando la había conseguido en una de las salidas a Hogsmeade. Sorprendentemente, venía de regalo con una chocolatina especial que habían sacado sólo en Navidad. En cuando Chris la vio salir de su envoltorio se la había dado.
-Toma, para ti- se la ofreció, rodeándole la muñeca con ella-. Por una amistad infinita.
Había sido una tontería en realidad, no era más que una baratija, pero le había hecho muchísima ilusión y no se la había quitado desde entonces. Incluso la había encantado para que no perdiese el brillo.
-¡Ty!- Gwen chascó los dedos delante de su cara. Su expresión era impaciente-. Deja la pulserita en paz y cuéntame.
Ty cogió un cojín y se lo estampó en la cara a su amiga, riéndose.
-Eres una cotilla.
-Vaya novedad- contestó-. Tú eres igual o peor que yo, así que venga, dispara.
Ty se miró de nuevo la pulsera antes de contestar, tomándose unos segundos.
-Chris me ha besado.
La reacción de la otra Hufflepuff no se hizo esperar. Abrió los ojos de par en par y soltó una risa llena de júbilo, dando palmadas, ilusionada. Ty pensó que Gwen siempre se emocionaba más con esas cosas cuando no tenían que ver con ella, pero era caso aparte.
-¡¿Y…?! No te quedes callada, ¡cuenta!
-Y nada más. Simplemente me besó y se fue. No dijo nada.
Gwen pareció confusa.
-¿Te besó y se fue si más?- Ty asintió-. ¿Cuándo fue?
-El martes.
-¡Pero hace tres días de eso, Ty!- exclamó Gwen, bastante confusa-. ¿Qué más ha pasado? ¿Qué le has dicho tú?
Ty volvió a mirar hacia su pulsera mientras jugueteaba con ella, sabiendo cual sería la reacción de su amiga cuando se lo dijese.
-Nada más. No hemos vuelto a hablar.
Gwen quiso matar a su amiga en ese momento.
-¿Cómo que no habéis vuelto a hablar?- No entendía absolutamente nada-. Pero ¿por qué?
Ty se encogió de hombros. En realidad no habían hablado pero tampoco había hecho falta. Se habían vuelto a ver, sí, pero sólo intercambiaban miradas cómplices y sonrisas y gestos. Chris no parecía ansioso porque ella contestara a su juego y ella… prefería seguir jugando.
-Cada cosa a su tiempo, Gwen- contestó simplemente, viendo lo exasperada que estaba su amiga.
-¿A su tiempo? Llevas meses colada por ese chico, Ty.
La afirmación de su amiga le sorprendió. ¿Cómo había llegado a esa deducción cuando había tardado ella tanto en darse cuenta? No creía haber sido obvia.
-Eres un libro abierto, nena- le dijo simplemente, con una sonrisa mientras negaba con la cabeza-. Cualquiera que te conozca un poco seguro que se ha dado cuenta. Me juego los galeones que quieras a que Nikklos también lo ha visto.
Ty no sabía si asombrarse o simplemente darle la razón. ¿Tan obvio era?
-Creo que Damon también se ha dado cuenta- confesó recordando la conversación que había tenido con él hacía unos días.
-Seguro. ¿Habéis hablado?- Ty asintió y le explicó por encima el tema-. Es obvio. Firth siempre está pendiente de ti aunque no tengáis nada, ya lo sabes.
La rubia torció el gesto levemente. Aún no sabía si le gustaba o no eso de que Damon pudiese leerla antes que ella misma.
-¿Por qué no habéis hablado?- volvió a preguntar Gwen, más calmadamente.
-No ha surgido, supongo- Ty se encogió de hombros y su amiga pareció querer decir algo.
-No creo que sea algo que debas esperar a que surja, Ty…
-¿Acaso has hablado tú con Jem?- se defendió la rubia.
-No sé qué tiene que ver Jem en esto.
-Pues que está loco por ti y tú tienes miedo de que sea igual que hace años, por ejemplo- la voz sonó calmada-. La gente cambia, Gwen. Sé que tienes motivos pero abre los ojos.
La castaña apretó los labios pero no dijo nada.
-Sea como fuere… Chris y ye tenemos una especie de pacto silencioso, por llamarlo de algún modo- Gwen pareció no entender-. Cuando me besó… llevábamos más de una semana sin hablarnos. Supongo que de eso te acuerdas, ¿no?
La castaña asintió simplemente.
-Habíamos discutido porque yo le vi hablando con Amy Bennet. Les escuché- Gwen alzó las cejas, sorprendida-. Sí. Básicamente ella le dijo que si no era tarde para intentarlo.
-Merlín… Y dijo que era tarde, supongo…
-No sé lo que dijo porque él la abrazó y yo me di media vuelta porque pasaba de verlo.
Le explicó cómo se había sentido y como Chris no le había dicho nada al respecto. Que con el paso de los días se había ido sintiendo peor. Siempre había odiado las mentiras y Gwen lo había vivido en sus carnes, así que comprendió su estado. También le comentó con más detalle la conversación con Damon, que fue quien le convenció para que acabase soltándoselo todo al final.
-No te puedes imaginar cómo reaccionó, Gwen. No te haces una idea. Esa apariencia tranquila y tímida… no tenía absolutamente nada que ver- suspiró sólo recordando cómo la había acorralado-. Fue diferente, era… posesivo, parecía enfadado, envalentonado… es difícil de describir. Nunca le había visto así y… me gustó.
Gwen no dijo nada, simplemente la observó juguetear con la pulsera.
-No sé… él parecía como si me retase a darle un motivo real para que no se fuera con Amy. Y me dio rabia, ¿sabes? Era como si quisiera que me tragase el orgullo y me lanzase. Parecía estar como retándome, jugando.
-Y tú obviamente, no le seguiste el juego.
-En cierto modo no- se cruzó de brazos-. Le contesté con la misma moneda que él a mí: retándole.
Él le había dicho que no era algo que la involucrase, así que ella había cogido esa baza para cambiar el juego de bando a su favor.
-No sé qué fue lo que le hizo reaccionar o decidirse- en realidad sí lo sabía. Damon le había hablado sobre la conversación con él apenas el día anterior, sin embargo no quiso decírselo a su amiga-. O lo que fuera que hizo. Pero simplemente me lo encontré saliendo de la Sala Común y me besó… sin más. Luego me miró, sonrió y se fue.
Gwen la había dejado hablar. De hecho mantenía algún momento de silencio, como si reflexionase, aunque Ty aprovechaba para reflexionar ella.
-Y desde entonces no habéis hablado, ¿no?
-Yep- confirmó.
-Pues no lo entiendo. Yo lo hubiese arrinconado allí mismo, Ty.
La rubia soltó una buena carcajada. Sí, ese era muy el estilo de Gwen. De hecho, aunque ella no lo supiera, la había pillado con Jem en alguna ocasión.
-Es más sencillo de lo que crees. No deja de ser como una especie de juego de “a ver quién aguanta más”. Pero tengo mi orgullo y nunca está de más hacerle sufrir un poco, ¿no crees?
Gwen asintió pero no convencida del todo. Era comprensible que no lo entendiese porque ella siempre había ido lanzada cuando alguien se le cruzaba. Pero este tipo de juegos hacían que al final todo fuese más emocionante… sobre todo si ya conocías su final.
-Creo que estás siendo demasiado orgullosa.
-Mira quién fue a hablar.
Gwen apretó los labios, intentando no hacer caso a todas y cada una de las pullitas que Ty aprovechaba para soltarle.
-Hablo en serio, Ty. Dejando de lado que yo sea o no orgullosa, creo que tres días a base de sólo miradas cómplices o algún que otro gesto ya es hacer sufrir bastante.
Ty la miró pero no dijo nada más. Para ella -y estaba segura de que para él también- las miradas eran mucho más que simples miradas. Habían rozado sus manos cuando se habían cruzado, había notado caricias suyas hasta cuando no sabía que él estaba ahí. En una ocasión que había coincidido con él en una de las escaleras móviles notó su presencia tras ella, muy cerca. Sus manos le habían tocado el pelo y rozado el cuello y le había dado igual que hubiesen un par de alumnos más tras ellos. Ty había cerrado los ojos al sentir su caricia y había sonreído. Después cada uno había ido por su lado con tan solo un roce cómplice con los dedos.
Para Ty, todo aquello tenía más significado que muchas de las palabras que pudiesen decirse, aunque también esperaba que llegasen.
-Mírate- Gwen la sacó de cavilaciones, sonriendo complacida-. Pareces una tonta enamorada.
La rubia simplemente sonrió.
-Como una que yo me sé- Gwen puso los ojos en blanco. Ty llevaba ya unas cuantas pullas así que quizá había cubierto su cupo diario-. Suficientes por hoy, ¿no? Mañana más.
-Gracias- sonó a sarcasmo.
Ty sonrió. En realidad en ningún momento había dejado de sonreír pero no podía evitarlo. Se desperezó de nuevo y se levantó. Aunque le gustaba el juego, como le había dicho a su amiga, debía reconocer que la impaciencia empezaba a hacer mella en ella. Quizá sí que era hora de tragarse el orgullo y ser ella la que tomase las riendas. Chris había hecho mucho, mucho más de lo que ella se hubiese imaginado jamás que haría. En su mente, siempre había pensado que si sucediese algo entre ellos sería ella la que hubiese tomado las riendas para que se diera, pero el Ravenclaw le había sorprendido para bien.
En el comedor actuó como siempre pero sólo bastó el simple roce de los dedos de Chris en su cuello al pasar por su lado y sentarse tras ella, en la mesa de Ravenclaw, para decidir que ese era el día. Su corazón palpitaba de anticipación contra su pecho. Aún notaba el cosquilleo de la caricia del Ravenclaw contra su nuca, libre al llevar una coleta, y necesitaba sentir más.
-¿Qué ha sido eso?- su amigo Nathan, frente a ella, la miraba alucinado. Liham a su lado levantó la cabeza, con algo de curiosidad y Gwen soltó una risita.
-Eso ha sido una declaración pública de intenciones- contestó la brasileña, lo suficientemente alto como para que Chris les oyera en la mesa tras ellos.
-¿Declaración pública…?- Nathan le dirigió una mirada elocuente a la italiana, que sonrió-. ¿Algo que quieras compartir con el resto del comité, Fiore?
-El comité no debería meter las narices en asuntos ajenos- la voz de Ty sonó divertida.
-¿Quieres que el comité se lo pregunte al otro interesado?- Nathan le dedicó una sonrisa más que traviesa.
-Que el comité deje tranquilo al otro interesado que lo está haciendo bien. Muy bien.
Gwen y Nathan soltaron un escandaloso “¡uuuuuuh!” como respuesta. Ty apuró su desayuno y se giró en la banca para recoger sus cosas, pero al hacerlo se encontró con la mirada verde e intensa de Chris posada sobre ella, girado en su sitio y atento a todo lo que habían hablado. Ty sonrió, alzando una ceja levemente y colgándose su cartera al hombro. Le guiñó un ojo y se fue del Gran Comedor, sintiendo su mirada penetrante sobre ella hasta que desapareció por la puerta.
Ese era el día. Ese iba a ser el día.
Y ya sabía cómo hacerlo.
***
Había sido todo completamente improvisado. Hacía tiempo que se sabía el horario de Chris de memoria, no sabía si intencionadamente o no, pero se lo sabía. Ese día no coincidían en ninguna clase pero no importaba, lo más fácil era hacer exactamente lo que él había hecho con ella.
En uno de los recesos entre clases se escabulló en dirección a la Sala Común del Ravenclaw. Sabía que Chris había estado allí porque la hora anterior la tenía libre, y solía pasarla en la Sala Común o en su habitación. Ty sólo tenía que ir ahí y esperar a que saliera y… que fuera lo que Merlín quisiera.
Se apoyó en la pared al lado de lo que era la supuesta puerta. Sólo tenía que esperar. Seguro que en unos minutos Chris aparecería. Sin embargo pensó en que quizá el chico había salido antes, o quizá se había retrasado porque se le estaba haciendo eterna la espera. Y había alumnos que no paraban de entrar y salir y miraban a Ty con curiosidad. Un Tejón en terreno de Águilas era algo llamativo, y más por quién era.
El corazón se le aceleró cuando oyó su voz acompañado de otra risa. Vio a Ethan salir acompañado de él y se quedó paralizada mirando su altura, su espalda tan ancha y el pelo castaño algo revuelto. Recordó el tacto que tenía cuando lo había acariciado y lo que imponía cuando la acorralaba todo lo largo que era.
A la mierda el orgullo. Necesitaba besarle y necesitaba hacerlo ahora.
Así que alargó el brazo para agarrar el de Chris tirando de él hacia ella y le besó antes incluso de que él se diera cuenta de lo que había pasado. Le agarró casi con ansiedad, tirándole de la corbata y enterrando los dedos en su pelo, como había querido hacer tantas veces últimamente. ¿Qué más daba el resto? No importaban ni Ethan, que se había ido disimuladamente con una amplia sonrisa en sus labios, ni la gente que pasaba por ahí ni el estar delante de una Sala Común donde cualquiera podía verles. Sólo importaban ellos dos.
Y nada más.
-Ty…- la voz del castaño salió grave y ronca.
-No digas nada- susurró ella, irrumpiéndole mientras le ponía un dedo en los labios-. No digas… nada.
Sentir la respiración de Chris tan, pero tan entremezclada con la suya le hacía sentir que eran como una sola persona. El castaño le había rodeado la cintura posesivamente y la había empujado hasta apoyarla del todo contra la pared. Se miraron. Ty creyó que podía perderse en esas lagunas verdes si continuaba mirándole pero ¿acaso no era eso lo que quería? Perderse en Chris quizá era lo mejor que podría pasarle en su vida.
Volvió a besarle con ansiedad y Chris le respondió de igual manera, colando las manos por el interior de la túnica y abrazándola con fuerza. Para ellos fue como si se detuviese el tiempo en ese momento porque nada importaba, ni el lugar ni la hora que fuera. Ty se deleitó en los labios de Chris todo lo que pudo y enredó su lengua a la de él, sincronizándose a la perfección. Se hubiesen tirado el resto de los días de esa manera pero Chris fue el que se separó, algo reticente, y apoyó su frente en la de la rubia, acariciándole con la nariz la de ella.
-Tengo… tengo tantas cosas que decirte…- Chris le dio otro beso, corto y lento-. Pero este no es el lugar. Si pudiéramos…
-No hace falta que hablemos ahora- sugirió Ty cuando Chris miró a ambos lados del pasillo y vio que no había nadie. Parecía que una idea le rondara la cabeza.
-Pero yo quiero hacerlo. Necesito hacerlo- confesó-. Está bien, voy a hacer una cosa, no te asustes, ¿vale?
Ty asintió, algo sorprendida, pero se dejó hacer. Confiaba plenamente en Chris así que cuando le vio sacar la varita y apuntarla no se echó atrás.
-Necesito que cierres los ojos. Cuando te diga vuelves a abrirlos, ¿de acuerdo?
Cuando la rubia volvió a asentir, un hechizo salió de la varita del Ravenclaw y súbitamente un fuerte pitido le llegó a los oídos. Instintivamente se llevó las manos a la cabeza pero Chris la agarró de una de ellas con fuerza. Así que pese al molesto pitido, cerró los ojos y se dejó guiar.
Caminarían lo que probablemente eran unos metros. Ty ató cabos con el hecho de que tuviese que cerrar los ojos y Chris le hubiese puesto un hechizo de sordera. Estaba colándola en la Sala Común de Ravenclaw y eso no hacía sino acrecentar lo excitante que era esa situación. Más de lo que ya era.
Cuando volvió a tener oído se permitió el lujo de abrir los ojos de nuevo, pero Chris no la dejó observar ni donde estaban. Se abalanzó sobre ella y volvió a besarla, pero esta vez mucho más suelto, más posesivo y más él. La acorraló contra la puerta y abarcó sus labios, lamiéndolos, mordiéndolos y saboreándolos. Ty emitió un gemido sin poder evitarlo cuando notó sus manos descender de su espalda hasta su trasero sin ningún tipo de remilgo mientras sus lenguas luchaban en un duelo infinito.
Ty volvió a gemir cuando las manos de Chris empezaron a agarrarle bien de las nalgas y aceptó la invitación implícita que con ello recibía. Dando un pequeño salto y con la ayuda del castaño, Ty rodeó las caderas con las piernas, pegándose bien a él.
Y ahí estaban de nuevo, exactamente igual que la noche de Halloween pero sin estar ebrios. ¿O quizá ella lo estaba? Sentía un leve mareo a causa de la excitación que aquello le provocaba y a cuanto más la rozaba Chris con los labios, bajando por su cuello, más ebria se sentía. Chris no se cortó en volver a colar las manos bajo su falda de uniforme para abarcarle las nalgas con ellas. Notar eso la hizo jadear.
-Si esto era… de lo que querías hablar…- logró susurrar entre jadeos. Que el chico estuviese lamiendo descaradamente su cuello no ayudaba para nada-. Estoy completamente de acuerdo…
Ty tomó las riendas, agarrando a Chris del pelo para volver a besarle con fiereza. Le apretó aún más las caderas contra ella, sintiendo una presión conocida. La rubia sació su sed mordisqueando, lamiendo y luchando contra los labios y la lengua de Chris que parecía imbatible. Y que el chico la dominase tanto la excitaba aún más. Era una faceta de él que sólo era para ella.
-Merlín…- Chris separó sus labios para coger aire, sin dejar de agarrarla-. Demasiado tiempo aguantándome de hacer esto…
La rubia mordisqueó sus labios, lamiéndolos.
-Puedes empotrarme contra la pared las veces que quieras- dijo con una risita-, siempre que sea la única.
Chris la miró fijamente a los ojos, bebiendo de ellos. A pesar de las respiraciones entrecortadas y de los evidentes signos de excitación, el Ravenclaw se permitió el lujo de hundirse en esas aguas cristalinas que tenía Ty por ojos. Volvió a apoyar su frente contra la de ella, Ty acariciándole la mejilla y volvió a besarla, muy, muy lentamente. Quería demostrarle lo que sentía con aquel beso, antes de que las palabras fluyeran.
-Desde hace tiempo eres sólo tú- confesó, volviendo a mirarla-. Siempre.
Ante aquellas palabras, Ty lo único que pudo hacer fue abrazarle. Abrazarle con fuerza, enterrando la cara en su cuello y sintiendo como sus fuertes brazos la correspondían rodeándola. A pesar de que a causa de eso había bajado sus piernas, Chris aguantó su peso en esa altura, impidiendo que se separase ni un milímetro.
-Santa Madonna… creo que estoy soñando.
Chris la dejó en el suelo para mirarla con una sonrisa. Rozó la punta de la nariz y depositó un leve beso en ella y otro en los labios, algo más prolongado. La arrastró de la mano hasta una de las camas que había ahí. Por lo visto habían acabado en su habitación y ella no se había dado ni cuenta. Bebió de todo lo que vio: cuatro camas con dosel, igual que las suyas, pero con las cortinas de terciopelo azul. Acarició una de las telas al pasar por al lado antes de sentarse en la que debía ser la cama de Chris.
Suspiró hondo y se apartó el pelo de la cara, dándose cuenta de que su coleta había desaparecido. Chris la miró algo culpable y le acercó el lazo, perdido en el suelo tras ese arrebato. Increíblemente Ty sintió la cara arder sólo de recordarlo, incluso cuando acababa de suceder hacía segundos. Continuó mirando y su mirada se detuvo en un pergamino colgado sobre la mesita.
-Tienes un retrato de mi colgado…- era una afirmación de sorpresa más que una pregunta. Recordaba ese dibujo. Se lo había hecho después de todo lo sucedido en Halloween, cuando aún estaba peleada con Gwen. Lo sabía porque se lo había enseñado nada más hacerlo, pero no había permitido que se lo quedase aunque ella se lo había preguntado-. ¿Desde cuándo?
-Pues…- súbitamente pareció avergonzado-. Prácticamente desde que lo hice.
-¿Qué…?
-Fue un impulso raro, en realidad. Iba a guardar la libreta y me puse a mirarla y… no sé- miró el dibujo y soltó una sonrisa algo nostálgica-. Eres lo último que veo al irme a dormir y lo primero al despertarme, incluso cuando aún pensaba en Amy.
Ty se sintió tremendamente halagada a la par que avergonzada, pero el haber nombrado a la otra Ravenclaw, le hizo apretar los labios.
-¿Puedo preguntarte algo?- Chris asintió-. El día que Bennet vino a hablar contigo… ¿Qué le dijiste después de que la abrazaras?
El castaño la miró sin cambiar la expresión. Se esperaba la pregunta, pero Ty no podía evitar hacerla. A pesar de que había estado equivocada en todo lo que pensaba acerca de eso, no podía evitar seguir sintiendo celos de esa Ravenclaw.
-¿Sabes por qué la abracé?- Ty no se esperó que le contestase con otra pregunta, mucho menos con esa. Alzó las cejas con curiosidad y negó con la cabeza, extrañada-. Porque sabía que estabas escuchando.
Al parecer, Chris tenía una caja entera de sorpresas sólo para ella. Ty parpadeó un par de veces, perpleja, como no creyéndose lo que él acababa de decir. ¿Sabía que había estado escuchando? ¿Y no se lo había dicho?
-Lo siento por omitirlo- se disculpó con una sonrisa, leyéndole la mente-. Ha sido por una buena causa. Necesitaba saber qué era lo que sentías y fue la ocasión perfecta para ponerte celosa.
-¿Lo hiciste para ponerme celosa?
-Funcionó, ¿no?
Por toda respuesta Ty le dio un golpe en el brazo al que Chris respondió con una sonrisa. El mohín indignado de la rubia no colaba porque en realidad lo agradecía. Cuando fue a darle el segundo, Chris la paró agarrándola de la muñeca y la miró con intensidad.
-Le dije que lo sentía, pero que el hueco en que estaba ella había sido rebosado por otra persona- la voz sonó tan intensa como lo era su mirada-. Le dije que aunque entre tú y yo no había nada, yo iba a hacer que lo hubiese.
Se quedaron en silencio. Ty sentía el corazón latirle con velocidad en el pecho, como si fuera a salirse. Boqueó un poco, queriendo decir algo, sin encontrar las palabras en realidad. Ambos sabían lo que el otro sentía pero al ser la primera vez que Chris se lo decía… la hizo sentir única.
-Es por eso que quería hablarlo- confesó-. Ese era el motivo, porque te instalaste en mi cabeza y te amueblaste a ella de tal manera que era imposible no pensar en ti cuando no nos veíamos. Aun cuando pensaba en Amy, automáticamente lo intercambiaba por algún recuerdo de los ratos contigo sin imponérmelo. Fuiste tú la que la minimizaste hasta anularla por completo y te hiciste dueña de todo mí ser.
A pesar de que a Chris le había costado empezar, una vez lo había hecho, ya no podía parar. Ty podía ver por sus expresiones lo difícil que podía haber sido para él aguantarlo todo. Era exactamente lo que le había pasado a ella.
-Sé que es cursi pero me da igual- entrelazó los dedos con los de ella-. Te necesito en mi vida. No me imagino levantándome por las mañanas y no pensar en ti, no verte. Es algo que no concibo. Quiero que estemos juntos, siempre.
Cuando se quiso dar cuenta, la rubia notó como lágrimas se escurrían por sus mejillas. Jamás nadie le había dicho unas palabras tan dulces y había mostrado tanto anhelo en ellas. ¿Era posible ese tipo de amor tan vivo? Lo estaba sintiendo y le hacía no querer parar de sonreír. Chris se acercó más a ella en la cama y juntó de nuevo sus frentes. Cerró los ojos, solo sintiéndola. Con la otra mano llevó la de ella hasta su mejilla y la sujetó ahí.
-Te quiero, Ty. Mucho más que a cualquier cosa o cualquiera que haya querido antes. Eres tú. Sólo tú. Sólo Ty.
Era sólo ella. Sólo ella. Y él le acababa de hacer la mayor declaración que jamás habría soñado tener. Por más veces que su mente pudiese haberlo imaginado… jamás hubiese logrado descifrar cómo se sentiría al escuchar todo lo que acababa de decirle Chris.
Le abrazó. Le abrazó como nunca, derramando todas las lágrimas que quisieron salir, y él le correspondió antes de besarla. Fue un beso casto, con los labios, algo salado por las lágrimas que Chris le retiró con los pulgares. No se imaginaba que Chris la quisiera con tanta intensidad como habían sido sus besos, sino más.
-Estoy soñando… Y tú eres un pequeño idiota- le contestó, con cariño. Chris soltó una risita-. ¿En serio te has comparado con Damon?
La pregunta le llegó de sorpresa por lo que pudo ver la rubia.
-Yo también tengo mis secretos- se rió, levemente-. Damon me contó ayer sobre la charla que tuvisteis- hizo una pausa-. Nunca, jamás te compares con él. Sí, es verdad que a él le quise, pero a ti te quiero y te querré, amore mio.
Fue el turno de Chris de emocionarse. Aunque no llegó a llorar como ella, sí pudo ver sus ojos verdes muy brillantes, una expresión anhelante y el amor que le profesaba por todos sus poros. La abrazó de nuevo, muy fuerte, como si quisiese fundirse con ella. Suspiró y rió. Probablemente el aspecto que mostraba era el de alguien radiante, porque así era como se sentía.
La besó en la cabeza, en la sien, en la frente, en la nariz, los ojos… por todas las mejillas y se deleitó en su boca. Ahora todo estaba bien. Todo era perfecto. Nada podía ir mal si estaban juntos.
-Siento haberme comparado con Firth- confesó, muy cerca de ella y con ambas manos entrelazadas con las de Ty-. Pero es que es imposible no hacerlo y llegado según qué momento…
Chris pareció avergonzado y Ty alzó las cejas, no creyendo entender a lo que se refería.
-¿De qué hablas, Chris?- el castaño había apartado la mirada, como avergonzado por lo que acababa de decir-. Míra y escúchame bien, stronzo. Sí, Damon es guapo. Guapísimo. Es algo que no se puede negar. Tiene un algo además que le hace parecer peligroso y ya sabes cómo somos algunas chicas con eso.
El castaño soltó una risa, pero no parecía convencido. Ty le soltó las manos para ponerlas en sus mejillas y obligarle a mirarla.
-Pero tengo que insistir. ¿Tú te has visto?- preguntó-. ¿Realmente te has mirado al espejo?
Chris pareció no saber qué contestar. Abrió la boca para decir algo, pero nada salió por ella. Solo rodeó una de las muñecas de Ty y empezó a acariciarla.
-Si vieras como te vemos la inmensa mayoría de la población de esta escuela…- Ty suspiró, enamoradiza-. Deberías verte, en serio, porque no te das cuenta de lo terriblemente sexy que eres sin proponértelo, y algunos gestos, y esa sonrisa… ¡uf!
La rubia se mordió el labio, mirándole y Chris se rió entre sorprendido y halagado. Le dio un beso en la palma y bajó sus manos.
-No sabía que me veías así.
-¡Buf! No sabes cómo me pones…
Ty soltó una risita, algo sonrojada, pero era la pura verdad. Ese chico la traía de cabeza desde hacía más de lo que suponía y recién se daba cuenta. El castaño se inclinó hacia ella, apoyando las manos en la cama a ambos lados de ella y dejando una escasa distancia de pocos centímetros entre sus bocas.
-¿Qué tal si me lo demuestras?
Fue pillada por sorpresa con aquella sugerencia tan descarada por parte de Chris. Tan pillada por sorpresa que notó un furioso sonrojo en toda la cara. Chris se rió y tiró de ella para colocarla a horcajadas sobre él y le acarició la cara con las manos, rozándole las mejillas con los dedos, apartándole el pelo tras la oreja y separándole los labios al cogerle la barbilla. Ella no pudo evitar morderse el labio inferior, como dubitativa, pero en seguida fue hipnotizada de nuevo por esos ojos verdes que la acariciaban. Enterró las manos en su pelo y le besó. Un beso cortito pero cargado de sentimiento. Frente con frente, azul y verde. Ty se sintió completa por primera vez en muchísimo tiempo.
-Te quiero, Chris.
Él pasó las manos por su espalda, acariciándola sin dejar de mirarla.
-Te quiero, Letizzia.
La rubia sonrió ante la mención de su nombre completo. No era la primera vez que lo oía de los labios del castaño y, siendo sincera, le gustaba infinitamente cómo sonaba. Demasiado sexy, arrastrando mucho las zetas para pronunciarlo bien. No tenía absolutamente nada que ver con cuando la reñían en casa. La manera en que lo hacía Chris… la excitaba.
-¿Sabes? Me encanta como pronuncias mi nombre- confesó, con tono algo pícaro, pasando los brazos por su cuello, acariciándole el pelo y los hombros-. Suena muy sexy cuando tú lo dices.
Chris esbozó una sonrisa traviesa y alzó las cejas un par de veces, sugerente.
-Lo suyo me ha costado aprender a decirlo bien- confesó-. ¡El italiano no se parece en nada al inglés!
-Pues deberías vernos a Gwen y a mí en una conversación bilingüe- Chris pareció no entender-. Una vez nos pusimos a hablar, ella en brasileño y yo en italiano, y nos entendimos mejor de lo que esperábamos, la verdad.
Ty sonrió sólo mientras acariciaba la nuca de Chris con las manos, colándolas un poco bajo la camisa. Recordaba lo divertido que había sido.
-No es tan difícil si piensas que viene del latín- le dijo, mirándole. Chris parecía entrecerrar los ojos ante el tacto y las caricias que le estaba haciendo, así que la rubia se atrevió a colar un poco más sus manos y abarcar más su espalda-. ¿Te gusta?
-Creo que podría acostumbrarme a tus manos… como a toda tú- el comentario le salió solo, pero no se avergonzó-. Y hablando de lenguas, me encanta cuando usas la tuya.
Ty no supo si aquello iba con doble sentido o no, pero rió.
-¿El italiano o…?
-El italiano o esto- la pegó fuertemente a él y se apoderó de sus labios, enredando su lengua directamente con la de la rubia, que no se amedrentó en absoluto.
Durante unos segundos, sólo hubo besos, caricias, saliva y poco autocontrol. Ty que ya tenía las manos metidas bajo la camisa, se aprovechó de la ocasión y decidió abarcar más superficie, colándolas por el bajo de la cintura esta vez. El chico estaba caliente. Desprendía calor y tenía la espalda muy firme. ¿Hacía ejercicio? Porque nunca le había visto. Sea como fuere, no escatimó en tocarle, acariciarle e incluso arañarle a causa de ese besazo que Chris le estaba dando. Como siguiese así, la camisa probablemente la mandaría a tomar viento.
-Por Merlín que espalda tienes- confesó tras unos segundos recuperando el aliento. Chris soltó una carcajada, algo cohibido debía reconocer. Nunca se había sentido para nada ni guapo, ni de buen físico. Un chico normalito como cualquier otro-. Tengo que preguntar si haces ejercicio, porque no te he visto nunca hacerlo.
-Pues no, la verdad- reconoció. Ty le miró, sorprendida-. En serio. A no ser que consideres ejercicio cargar con toda la ristra de libros que nos mandan y que tenemos que leer y con todos los utensilios…
La rubia volvió a cortarle con otro beso ardiente, sin cortarse un pelo en manosear su espalda todo lo que quiso. A Chris esos arrebatos le sorprendían pero al mismo tiempo, reconoció, que le aceleraban el pulso… y lo que no era el pulso. ¿Qué más daba si se tiraban un buen rato besándose? Todo había quedado dicho, los sentimientos estaban sobre la mesa y lo que sucediese de ahí en adelante ya no importaba. Sólo estaban ellos dos. Ya no había una Amy Bennet. Tampoco un Damon Firth. Eran Chris Turner y Letizzia Fiore.
No importaba que estuviesen en horario de clase y los dos se la hubiesen saltado. Tampoco que una Hufflepuff se hubiese colado en la Sala Común de Ravenclaw a escondidas, se hubiesen enrollado como si fuese el último día de vida del planeta y hubiesen declarado sus sentimientos. ¿Y qué más daba si podían pillarles en fraganti de nuevo bebiendo de los labios del otro? Era su momento y se había parado el tiempo.
Cuando quisieron darse cuenta, ambos estaban estirados en la cama, uno sobre la otra, y a Chris le faltaba la camisa.
-¿No crees…- empezó el castaño entre besos. Se había hecho adicto al néctar que desprendía Ty y le era imposible dejar de beber de él-. …que deberíamos… parar un poco?
La rubia soltó un quejido como toda respuesta y volvió a rodear sus caderas con las piernas, manteniéndole bien cerca de ella.
-¿Parar? ¿Ahora?- Ty se separó unos milímetros para mirarle. Los ojos de Chris desprendían deseo y su boca entreabierta le incitaba a que siguiera besándole-. ¿En serio quieres parar ahora?
Chris le miró los ojos, pasando la mirada a la apetecible boca de Ty y de nuevo a sus ojos brillantes. Se apoyó en los codos y enterró las manos entre los mechones de pelo rubio. Se pasaría el resto de su vida así si pudiese.
-No es que quiera…- no sabía cómo explicarlo-. No quiero. Pero… Estamos en Ravenclaw. Tú eres Hufflepuff. Pueden pillarnos. Y yo… no sé…
Chris hablaba atropelladamente y Ty casi pudo entender entre líneas a qué se refería. Veía a Chris, que apartó la mirada unos centímetros de ella, como si se avergonzase, y sintió infinita ternura por él.
-Tienes razón- reconoció. Le pasó los dedos por el pelo y le dio un corto beso.
-Gracias…- a pesar de que no había querido reconocerlo, sabía que la rubia le había entendido.
No era fácil. No era nada fácil tener que contenerse en algo así, pero sentía algo de miedo. Apenas acababan de decirse sus sentimientos, aunque hiciera días que los habían demostrado y necesitaba tiempo, tiempo para estabilizarse, para acostumbrarse a la nueva rutina con Ty siendo parte de él y él siendo parte de ella… y quizá quitarse la vergüenza que conllevaba saber que aunque él tuviese ninguna experiencia, ella sí la tenía, y con alguien como Damon Firth ni más ni menos.
-Eres adorable- le dijo, estando los dos ya de pié. Ty se puso de puntillas para besarle levemente y se rió-. Pero mejor vuelve a ponerte algo si no quieres que te vuelva a asaltar.
Chris se rió y se colocó la camisa y se ató la corbata. Miró la hora en el reloj que tenían colgado en la pared y chasqueó la lengua.
-Tenemos un problema- Ty pareció no entender-. Seguramente haya gente en la Sala Común y no sé cómo voy a colarte para salir de aquí.
Ty se quedó helada. No había pensado en eso. ¿Qué iban a hacer ahora? No podía quedarse ahí el resto del día, además que los compañeros de Chris podrían ir de un momento a otro y, sinceramente, no era algo que estuviese dispuesta a explicar en ese momento. Podían meterse en un lío, y más si era Benoît con el que se encontraban.
-Vale, espera- el castaño fue a su armario y sacó una corbata y una capa de repuesto-. La capa te vendrá grande pero si la encoges un poco creo que servirá. Al menos así pasarás desapercibida.
¿Cómo podía haber pensado en eso tan rápido? Los nervios la traicionaban en ese tipo de situaciones y Chris sacaba su parte más práctica. Se cambió rápidamente y guardó su propia túnica y corbata encogidas en el bolsillo.
Salir de ahí fue toda una odisea. Cuando consiguieron salir de la escalera hacia la Sala Común sin cruzarse con nadie, Ty tuvo que apartar la cara, agacharla y encoger los hombros, escondiéndose disimuladamente tras Chris para no llamar la atención. Se había metido el pelo por dentro de la capa para que llamase menos la atención y respiró medio tranquila cuando pudo atravesar la puerta de entrada y alejarse del territorio de las águilas. Aunque debía reconocer que había sido divertido y emocionante. ¡No se colaba una en la Sala Común de otra casa todos los días!
Agarró la mano de Chris tras volver a ponerse su uniforme. La agarró fuerte y sonrió, encandilada, sintiendo como una bruma, una neblina, como si todo aquello no fuera real y no pudiese estar pasando realmente. Chris fue todo un caballero y la acompañó a su siguiente clase a riesgo de llegar tarde a la propia, pero a él no le importaba. El revuelo que se montó en las inmediaciones no fue pequeño, pero no se cortaron de arrimarse y besarse suavemente para despedirse, reticentes en realidad de separarse. Las miradas estaban sobre ellos en todas partes y la gente cuchicheaba como siempre al pasar por su lado.
¿Y sinceramente?
Les dio igual.
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Y hasta aquí. Es la primera tabla que acabo y sinceramente, estoy bastante orgullosa =P Me lo he pasado como nunca con estos dos tortolítos. Quizá escriba algo más adelante, no sé, algún detalle de ellos que se me ha pasado por la cabeza, pero de momento aquí quedó todo. Aunque sólo lo lea la furci de Lau sé que lo ha disfrutado como una niña. Siempre habrá sonrisitas de Chris para ti, you know! ;)