#dinerito fresco! =) Otro vicio más.

Sep 20, 2012 04:08

Me encontré con que este vício lo tenía a medias desde... qué se yo, hará un par de años. La idea me gustó por lo que decidí seguirla y al final me encanta como ha quedado. Deja entrever la parte tierna y delicada de James, así entre líneas, jaja.

Pero no añadiré nada más, mejor lo leáis, no es demasiado largo =)


#22.- Dinero

Una de las épocas en las que Lily tenía sentimientos contradictorios era la Navidad. De pequeña le encantaba ver la nieve caer y acumularse en los filos de las calles, el hielo acumulado en la orilla del río, los escaparates de las tiendas cargados de adornos, con los trenes de juguete haciendo su monótono recorrido sin descanso, los falsos regalos alrededor de un árbol lleno de girnaldas y luces de todos los colores...
Le encantaba la Navidad. Y se acordaba perfectamente de la primera vez que la vivió estando en Hogwarts: había adornos en cualquier rincón del castillo, los cuadros cantaban villancicos sin parar y el poltergeist aumentaba sus bromas añadiendo siempre que “es mi regalo de Navidad, siéntete orgulloso de que te haga uno”. Ella estaba fascinada por el ambiente tan semblante y a la vez tan diferente que había entre el mundo mágico y el muggle. Normalmente y ya de por sí, la Navidad era una época mágica. Pero Lily se dio cuenta de lo ilimitada de esa magia siendo consciente del mundo al que pertenecía en realidad.

Aun así, eran mundos con costumbres similares. En tercero, ya pudiendo ir a Hogsmeade, se percató de que los escaparates de las tiendas estaban igual de adornados que en su ciudad natal, sólo que añadiéndole el toque mágico. A la pelirroja le parecía fascinante verlos, al mismo tiempo que se decía que era algo tan extraño como bello.

Sin embargo, había aspectos de la Navidad que le disgustaban. No le gustaba nada tener que aguantar al intento de persona que era el novio de su hermana Petunia cuando iba a pasar las vacaciones a casa, pero tampoco le gustaba quedarse en el colegio y no estar con su familia durante las fiestas. Así mismo pensaba que la nieve, por muy bonita que fuera, era un auténtico engorro, igual que lo eran los cuadros cantando un villancico tras otro y volviendo al primero tras acabar el repertorio como si de un disco rayado se tratasen.

También le era sumamente desagradable aguantar a las que, en esa época, le parecían miles de parejitas caminando cogiditas de la mano, dándose calor, acurrucándose -o acaparando, según su opinión- en el sofá frente a la chimenea de cada Sala Común -porque sabía que lo hacían en todas-.

Y entre muchas otras cosas estaba, además, Potter con su radiante sonrisa llena de dientes blanquísimos -y para nada apetitosos- intentando seducirla. Eso ya era habitual en él pero James Potter, el Merodeador, aumentaba su... quota, por llamarlo de alguna manera, cuando se acercaban las fiestas. Hacía cualquier cosa por acercarse a Lily, le hacía pequeños regalos constantemente además de que no fallaba que cada vez que la veía le pidiera una cita -la cual era rechazada cada vez con más descortesía por la pelirroja-.

Pero eso era un simple dolor de cabeza más para la Prefecta, ya que tenía siempre un grave problema cuando se acercaban las Navidades, y es que nunca había tenido el suficiente dinero como para comprar regalos decentes a su familia y amigos. Casi todo lo que le daban sus padres para el curso, se lo gastaba en tinta, pergaminos y demás material escolar por lo que, al acercarse la estación fría, se maldecía a si misma por caer en el mismo hábito de cada año: quedarse sin dinero suficiente para regalos.

Era por eso que, desde hacía unos años, había recurrido a un método práctico y casi infalible: hacer los regalos ella misma. Comprar materiales le salía muchísimo más barato que comprar algo ya hecho, así que utilizaba su poca maña para manualidades, adquirida para ese fin, y  lo bien que se le daba la magia para exprimirse los sesos para poder sacar de ellos cosas lo suficientemente bonitas como para que les gustasen a los suyos. Y lo cierto era que se había hecho “famosa” en su círculo de amistades por ser la única que hacía los regalos con sus propias manos.

A raíz de haberse aficionado a crear regalos manuales, Lily había escogido la mañana de Navidad como su momento favorito en las festividades. Le encantaba ver a la gente abriendo regalos y sorprendiéndose de su último ingenioso invento -ya que cada año tenía que ir pensando cosas nuevas-. Ese era el mejor momento de todos, cuando sus amigos sonreían y le daban las gracias con la sinceridad bailando en los ojos de cada uno.

En ese momento se encontraba, mirando a Mary McDonald abrir lo que era su libro favorito. Lily se lo había pedido prestado con la excusa de querer leerlo y había aprovechado para ir encantándolo a cada página con las sensaciones que debe de transmitir lo que describe: una brisa, la sensación de frío, un sentimiento, incluso había usado su tocadiscos para añadirle alguna canción de fondo apropiada. Mary la miró con sorpresa, las lágrimas casi aflorando de sus ojos castaños, antes de abrazarla dándole mil y un gracias a los que correspondió con una carcajada.

-Es perfecto, Lily- le dijo con sinceridad-. El mejor regalo que nadie podía hacerme, de verdad.

Sí, era perfecto, pensó. Era perfecta esa sensación de haber logrado calar hondo a alguien y que ese alguien lo agradeciese de corazón.

-Hay otro para ti, Lils- otra de sus amigas la avisó de que aún le quedaba un regalo por abrir. Lily intentó ubicar mentalmente el remitente del propio pero no lograba descifrar quién podía ser.

La prefecta se acercó a la base del árbol y recogió lo que era un paquetito muy pequeño con un papel muy sencillo, en color marrón. En la etiqueta sólo ponía “agrándame”, por lo que Lily sacó la varita y pronunció el hechizo que hizo que retornara a su tamaño normal, el de aproximadamente una caja para unas botas quizá, pero muy liviana.

La curiosidad que sentía hizo que girara levemente la cabeza y pusiese una expresión graciosa. Parecía un regalo algo fuera de lo común. Se acercó a la mesa que tenía cerca y lo posó encima antes de abrir el papel con cuidado, encontrando un pergamino con unas cuantas líneas escritas.

Lily,

Sé que no te gusta la ostentosidad ni el gastarse un millar de galeones para un regalo. Siempre me he gastado dinero para ellos por lo que este año he decidido seguir tu ejemplo y regalarte a ti lo mismo que haces tú por los demás. Así podrás sentir lo que sienten tus amigos cuando descubren todo el esfuerzo y cariño que has puesto para que ellos sean felices.

Te preguntaras por qué no pongo remitente. No hace falta que lo haga porque el regalo tiene nombre y apellido. En cuanto lo veas, lo sabrás.

Espero que te guste.

PS: Ni todo el dinero del mundo mágico pagará lo que sentiré cuando descubras lo que hay en el interior.

Aquella corta nota sólo hizo que aumentar su curiosidad. No conocía la caligrafía aunque bien podría estar hechizada. Miró alrededor y seguía habiendo los pocos alumnos que se habían quedado esas fiestas repartidos entre el sofá, las ventanas y las escaleras. Los merodeadores estaban sentados cerca de la chimenea riendo entre ellos, pero Lily no encontró a nadie que pudiese ser dueño de ese regalo. ¿Sería de otra casa o de alguien que no estaba en el castillo?

-¡Ábrelo!- Mary a su lado la sacó de sus pensamientos. Al parecer no era la única con curiosidad.

Lily esbozó una risa algo nerviosa. Posó sus manos delicadamente sobre la tapa de la caja y la abrió. Jamás se hubiese imaginado lo que iba a encontrar en su interior.

La caja estaba vacía a excepción de lo que parecía ser algo parecido a una flor. Lily echó la mano para cogerlo pero la apartó antes de tocarlo al ver resplandecer el papel y alzarse solo hasta la altura de sus ojos.

Era un lirio. Un simple lirio hecho concienzudamente de papel. Miles de pliegues y arrugas creaban sus formas curvas y rectas, sinuosas desde el tallo hasta los pétalos, tan delicados como los de la flor de verdad. Era perfecto. Lily se quedó boquiabierta observando tal maravilla de la papiroflexia. ¿Quién podía haber sido? En el papel decía que en cuanto lo viera lo sabría, pero no lograba descifrar quién era el artífice de tal obra de arte.

Volvió a alzar la mano para cogerlo. El lirio seguía en el aire como esperando a que ella lo hiciera. Sólo fue necesario un pequeño roce mientras Lily lo cogía por el tallo para que se transformara hoja por hoja, pétalo a pétalo, en un precioso lirio de un intenso rojo, abierto en toda su plenitud. La visión de ese lirio rojo la dejó hipnotizada.

Lirio rojo.

Lily abrió los ojos con estupefacción.

Potter.

Entreabrió la boca como estando a punto de decir algo pero sin llegar a decir nada. No podía salir en sí de su asombro. Lirio rojo. Red Lily. Así la había llamado muchas veces pero ella siempre lo había ignorado, como hasta ese momento. Además era un genio en transformaciones. Sólo él podía crear esa maravillosa transfiguración.

Giró la cabeza y buscó con la mirada al dueño del regalo. James Potter la observaba con una sonrisa satisfecha en los labios y una mirada de alivio y felicidad en sus ojos. Lily clavó sus orbes verdes en los de él, sorprendida, estupefacta, profundamente halagada.

Quiso decir algo, pero aunque las palabras no le salían, James las entendió a la perfección. Amplió su sonrisa y enseñó el pulgar acompañado de una mueca graciosa a modo de aprobación antes de volverse a sus amigos. Lily seguía estupefacta sin poder quitar la mirada del castaño, con Mary a su lado entre risitas con sus otras amigas.

Si aquella era la sensación que se sentía cuando ella hacía un regalo a sus amigas, no quería dejar de sentirla. Ni con todo el dinero del mundo podría devolverle ese regalo a su compañero Gryffindor. A ojos de fuera tal vez no pareciera mucha cosa, pero, sabiendo ella de primera mano todo lo que suponía hacer un regalo casero, significaba muchísimo más para ella que para nadie más.

Quizá con ese regalo James Potter no consiguiera salir con ella, pero sí había logrado que Lily empezara a verle con otros ojos. Los de una chica cuando acaba de conocer a un chico por primera vez.

Ese era el verdadero James Potter.

Tendría que empezar a pensar en un regalo más para el año siguiente.

harry potter, 30 vicios, vicio, fics, james/lily

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