Fastidiar

Oct 13, 2012 19:03

Traigo otro vicio. Estoy bastante atareada pero me ha apetecido y me ha salido Fastidiar en un ratejo =) Va a tener continuación, lo aviso (probablemente será Ego), espero no tardar en hacerlo. Sin más dilación lo dejo aquí =)



# 16: Fastidiar

La correcta Lily. Siempre había sido así, desde el mismo momento en que se enteró de que era una bruja se dijo a si misma que aprendería todas y cada una de las cosas de ese magnífico mundo del que milagrosamente podía formar parte. Haría que sus padres se sintieran orgullosos de ella y que su hermana la aceptase. Por ello siempre atendía a todas las clases e intentaba leer lo máximo posible (sacándole, de paso, el máximo rendimiento a la biblioteca).

Aunque esos no eran los únicos motivos por los que lo hacía: Lily adoraba sus clases y le encantaba leer, así que no tenía por qué buscar excusas para hacerlo teniendo trabajos de clase y tantos libros de magia por estudiar y aprender.

La estudiosa. La prefecta perfecta solían llamarla. A ella no le hacía demasiada gracia pero tampoco se molestaba. Mejor eso que demonio pelirrojo como le llamaba Black, o Red Lily como hacía Potter. Remus sólo sonreía y ponía los ojos en blanco mientras ella apretaba los labios con fastidio en un gesto muy similar al de Minerva McGonnagall. Pettigrew parecía no saber por dónde decantarse y esbozaba una sonrisa nerviosa.

Lo cierto era que se había ganado ese título a pulso. Nunca hubiese pensado que nadie pudiese meterse con ella por el simple hecho de ser estudiosa y aplicada. Tampoco es que fuera de carácter débil, más bien tenía un buen carácter aunque, a descripción de sus amigas, podía ser muy dulce. Pero suponía que el hecho de estar en Gryffindor, ser prefecta y estar siempre riñendo a los merodeadores no ayudaba, además, debía reconocer que su aspecto aumentaba más el hecho de que Black la llamase demonio pelirrojo. Siempre había tenido una larga mata de pelo ondulado de un tono rojo fuego anaranjado muy llamativo. Desde que recordaba había llevado el pelo largo y le gustaba, era como un símbolo identificativo de ella.

Sin embargo eso había cambiado porque el problema de tener el pelo largo era las clases de pociones. Sí, se lo recogía, pero de alguna u otra forma siempre acababa quemándose algún mechón o se le estropeaba con los vapores. Era lo único que no le gustaba de las clases de pociones. Así que a finales de tercero tuvo la determinación y se lo cortó a la altura de los hombros -provocado a causa de un pequeño accidente precisamente en clase de pociones-.

Le dolió esa decisión pero estaba mucho más cómoda para estudiar. Sus amigas decían que le quedaba bien pero que les gustaba más con su pelo largo. Ella misma echaba de menos su melena, incluso en ocasiones se apartaba el pelo como de costumbre, percatándose después de que no hacía falta. Tenía decidido que iba a mantener el pelo corto lo que durase Hogwarts. Ya tendría tiempo después de dejárselo crecer tanto como pudiese.

A pesar de que se había quitado un fastidio de encima, los fastidios de nombre “Merodeadores”, encabezados por Black y Potter, seguían ahí. En su fuero interno pensaba que ojalá fuera tan fácil hacerlos desvanecer como cuando se cortaba el pelo.

-No me gusta- fue el locuaz y súbito comentario de James Potter durante su quinto año.

Ella estaba en la Sala Común estudiando -como siempre- e ignorándolo deliberadamente desde que se había sentado en una silla a su lado, había apoyado el codo en la mesa con la cabeza en la mano y se había dedicado a observarla. Era inmune ya a sus ataques de “molestemos a Lily mirándola fijamente para que nos grite” después de cinco años de convivencia.

-¿El qué no te gusta?- contestó con voz hastiada sin levantar la mirada de sus apuntes de encantamientos.

-Esto- el chico levantó la mano y alcanzó un mechón de pelo de la prefecta, alzándolo y dejándolo caer al instante.

Lily levantó la cabeza y le miró con la boca semiabierta, ¿hablaba en serio?

-¿Me estás tomando el pelo?

-No, eres tú la que te lo tomas al cortártelo.

James rió ante su propia ocurrencia y Lily puso los ojos en blanco con fastidio. ¿No se cansaba de sí mismo?

-Si vas a molestar, vete- comentó, colocándose el pelo tras la oreja y volviendo a sus apuntes.

-¿Por qué te lo cortaste?- el Gryffindor, con su ya habitual y encantadora sonrisa, no se dio por aludido y continuó preguntando.

-Potter, ¿eres capaz de ver mi expresión de fastidio cada vez que te veo pasar por delante?- le espetó Lily, muy cansada de todo aquello.

Por toda respuesta, Potter la siguió mirando inclinando levemente la cabeza hacia un lado y sin contestar, aumentando su sonrisa de pillo travieso -y encantador-. Lily volvió a poner los ojos en blanco acompañándolo con un suspiro frustrado. Ignóralo, Lily. Ignóralo.

-¿Por qué te cortaste el pelo?- volvió a insistir él, impasible. Es como un cachorro, si le ignoras dejará de insistir y se irá a dormir para matar el tiempo. Lily no levantó la cabeza y continuó leyendo sus apuntes, aunque tenía la sensación de que no paraba de leer la misma línea todo el rato-. No te ofendas, eres guapa de cualquier manera, pero me gustas más con el pelo largo. Teniendo ese color tan bonito deberías lucirlo más. Evans, ¿me estás escuchando?

-¡Déjame en paz, Potter!- espetó dando un golpe en la mesa. Algunos a su alrededor la miraron, pero con echar un solo vistazo a la sala todos volvieron a sus asuntos. Igual que hizo ella cuando no quedó nadie que los mirara.

-No deberías alterarte tanto.

-¡Arg!

La pelirroja había pasado del fastidio a la crispación y al enfado en un tiempo record. Normalmente el Gryffindor la molestaba pero no tanto y había aprendido a sobrellevarlo. ¿Qué le había picado ese día?

-¿Por qué te pones así? Es una simple pregunta- comentó el chico simplemente, alzando una ceja para mirarla.

-¡Porque eres un pesado, Potter! Estoy intentando estudiar y tú no paras de molestar.

-Pues contéstame y te dejaré en paz.

Lily entrecerró los ojos y observó a James con analítica. No se fiaba de él un pelo, aunque a veces tuviese buenas intenciones casi siempre acababa con algún tipo de comentario que la hacía sacar -más- de sus casillas.

-¿Me dejarás tranquila si te contesto?

-Palabra de Merodeador.

-Eso a mí no me sirve.

-Bueno pues lo juro por mi escoba.

Se lo quedó mirando unos segundos. Eso parecía más creíble. Aun así no se fiaba de él. Aunque cualquier cosa por un rato de calma.

-¿Y bien?

-Cállate, Potter- le espetó y soltó un bufido de hastío-. Me corté el pelo porque tuve un accidente en pociones en tercero. ¿No lo recuerdas?

El muchacho negó con la cabeza alzando las cejas. Era raro que no se acordase de eso, ya que siempre se acordaba de todas y cada una de las cosas que hacía la pelirroja.

-Bueno, estarías castigado- sentenció ella. Él fue a replicar pero Lily le hizo una señal para que se callara-. De todas formas iba a cortármelo. Me molestaba mucho para pociones y se me estaba estropeando.

James Potter la miraba con una expresión que ella no supo descifrar, por lo que pensó que no traía nada bueno.

-¿Y por qué no te lo has dejado crecer?

-Ya te he dicho que me molestaba e iba a cortármelo. ¿Qué más da? Es sólo pelo. Ya tendré tiempo de llevarlo largo.

-Pero el pelo largo te identifica- insistió.

-Potter, en serio, no sé qué es lo que tienes tú con mi pelo pero como sigas así te tiro una maldición.

El chico como toda respuesta hizo un movimiento con la propia varita de Lily -que estaba encima de la mesa- y empezaron a brotar mechones y más mechones que le crecían y le caían por la espalda mientras ella no sabía qué hacer.

-¿Qué haces, Potter? ¡Ahora parezco Rapunzel!

-¿Quién?

-Rapunzel, la princesa del cuento  de… es igual- se miró la mata de pelo pelirroja que arrastraba por el suelo. Le robó su varita al chico y con un movimiento esa mata de pelo desapareció.

-Sí que eres realmente buena en encantamientos- esbozó una sonrisa él. Lily quiso matarle.

-¿Por qué esa obsesión con mi pelo? Llevo dos años teniéndolo corto y nunca has dicho nada. Aunque visto lo visto, podías haber seguido así- le reprochó.

-Porque… no sé. Sin el pelo largo no pareces tú. Es como yo con estos pelos alborotados. ¿Me imaginas bien repeinado?

Le miró con una ceja alzada y el ceño fruncido. No, tenía la sensación de que un Potter repeinado le daría más mal rollo del que ya le daba el normal. Así que negó con la cabeza.

-Pues es lo mismo.

-Yo voy bien peinada siempre, Potter. Eres tú el que no paras de alborotarte el pelo por algún motivo que desconozco. Y créeme, no quiero saberlo. Pero no sé qué obsesión con el pelo tienes ahora. ¿El champú te ha llegado hasta el cerebro o has inalado demasiado vapor en Pociones?

-Ja, ja.

Lily soltó una risa. Tenía que reconocer que meterse con su compañero tenía gracia. Quizá hasta le cogía el gusto.

-Déjatelo crecer.

-¿Por qué?- espetó ella, cogiendo de nuevo la pluma y volviendo a mirar sus apuntes.

-Porque me gusta tu pelo. Dan ganas de acariciarlo y de olerlo.

Lily alzó ambas cejas y le miró con incredulidad.

-¿Y a mí qué, Potter? Soy yo la que lo tiene que llevar, tendrá que parecerme bien a mí, ¿no?

El aludido sólo sonrió, levantándose de la silla en la que estaba y poniéndose las manos en los bolsillos.

-Sólo piénsatelo, ¿vale?- dijo simplemente dándose media vuelta y yendo hacia sus amigos, que estaban en el sofá jugando al ajedrez.

La pelirroja se lo quedó mirando mientras se sentaba de espaldas a ella y miraba el tablero donde, al parecer, Remus y Black mantenían una reñida partida. ¿Qué mosca le había picado al Merodeador?

Se llevó una mano al pelo y lo miró. Lo cierto era que echaba de menos su mata de pelo. Tal vez podía dejarlo crecer un poco más, aunque no tanto como lo tenía antes, así no corría el riesgo de que se le estropease. Tenía que reconocer que, cuando se trataba de su pelo era bastante coqueta y en una cosa debía darle la razón a Potter: se gustaba más a si misma con el pelo largo.

Pero de eso era mejor que no se enterase.

harry potter, 30 vicios, vicio, fics, james/lily

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