Título: Et in secula seculorum.
Autor:
hoomygothFandom | Pairing: Gossip Girl | Chuck/Dan
Prompt:
EgoLongitud: 1.354
Spoilers? No, pero hay referencias a fics anteriores y, sorprendentemente, a fics que aún no he acabado de escribir xD. Viva yo.
Rating | Advertencias: PG | Fluff overload.
Notas: Para
musguita y
raintofall, que me presionan por Twitter, las muy mamonas. Gracias ^^
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-Serena está muy guapa -dijo Dan de repente, mirándola a través de la abarrotada sala.
-Sí.
-¿No te da envidia?
-Dan, sabes perfectamente que no te quedan bien los vestidos con cuello halter -contestó Chuck sin mucho interés, jugando con la copa de champán entre los dedos.
-Me refiero a lo feliz que es.
-¿Debería darme envidia?
-Envidia sana.
-‘Envidia sana’ es un oxímoron, igual que ‘matrimonio feliz’ -apuntó, levantando por fin la vista.
-El oxímoron es un recurso literario. Quieres decir ‘paradoja’.
-Significan prácticamente lo mismo, y oxímoron suena más gracioso.
-Odio tanto discutir contigo…
-Podemos quedarnos con ‘falacia’ que también me gusta cómo suena.
-Eres tonto.
Chuck sonrió.
-Si fueras capaz de hacer preguntas lógicas…
-Sabes perfectamente lo que quería decir.
-¿Has dicho que te da envidia que esté guapa?
-Vale, reformulo. ¿No te da envidia que Serena esté casándose y, por tanto, tan guapa y tan feliz? -enunció, ampulosamente.
-No.
-¿Por qué?
-Porque su marido es un gilipollas, igual que todos los novios que ha tenido a lo largo de su vida.
-¡Eh! -exclamó Dan, haciéndose el ofendido.
-Tú con diecisiete eras un poco gilipollas, así que no pienso retractarme de eso.
-Vale, pues no te da envidia que ella…
-No me da ninguna envidia -le interrumpió un poco harto- porque, mírala, probablemente se ha pasado un siglo a dieta para poder entrar en ese vestido, que dentro de diez años estará tan pasado de moda que le dará vergüenza verse en las fotos de su propia boda. Estoy seguro de que apenas ha dormido ni comido nada desde ayer, y lleva todo el día de aquí para allá con esos tacones y este incómodo velo y ese peinado ridículo. No me da ninguna envidia. ¿A ti?
-Sí.
-¿Por qué?
-Porque aún me gusta pensar que la gente a la que quiero va a ser feliz, aunque se casen con gilipollas y lleven vestidos inminentemente pasados de moda.
-Eso no es envidiar, es alegrarte por ella.
-Me alegro por ella, pero por otra parte…
-¿Envidias una felicidad que has creado para ellos en tu mente?
-Más o menos. Soy escritor, mi vida consiste en crear historias y luego darme cuenta de que son más emocionantes que mi vida real.
-Tu vida real es muy emocionante. ¿Qué puede haber más emocionante que vivir conmigo? -preguntó, socarronamente.
-Vale, puede que emocionante no fuera la palabra. ¿Romántico, quizás?
-Soy muy romántico.
-Si tú eres romántico yo soy el próximo ganador del Nobel.
-Siempre he dicho que tienes mucho talento.
-El Nobel de Física.
-Tanto talento que te dan premios de otras especialidades.
-Vale -contestó, poniendo los ojos en blanco.
-¿Quieres bailar? -dijo Chuck repentinamente, levantándose de la mesa.
-No.
-Estoy tratando de ser romántico -susurró-, no seas aguafiestas. Ésta es nuestra canción.
-¿Desde cuándo?
-Desde ahora mismo.
-No sé ni qué canción es. -Dan se hundió más en la silla. -Así no se hace.
-¿Qué más da ésta que cualquier otra?
-Tiene que significar algo. Y después de los mil años que llevamos juntos es un poco tarde para empezar a elegir una. Sólo los adolescentes tienen una.
-Sé la canción que sonaba la primera vez que te besé.
-¿De verdad? -preguntó Dan, comido por la curiosidad de repente.
-Estaba viendo un documental sobre Billie Holiday.
-Estabas demasiado borracho para ver nada.
-Estaba de fondo en la tele mientras trataba de morirme. Y cuando te besé sonaba ‘The Way You Look Tonight’.
-Eso es la mentira más descarada que he oído en mi vida.
-¿Pero a que es romántico? And that laugh that wrinkles your nose touches my foolish heart* -canturreó en su oído-. ¿Ves? Soy muy romántico. Vamos a bailar.
Chuck le tomó de la muñeca y le obligó a levantarse de la silla, arrastrándole hasta una esquina de la pista de baile, donde decenas de parejas se movían al ritmo de una sensiblera balada en francés. Le hizo colocar los brazos alrededor de su cuello, y él puso las manos en su cintura.
-¿Por qué haces esto? -preguntó Dan, un poco incómodo.
Comenzaron un vaivén lánguido, sin moverse más que un par de pasos de lado a lado.
-Puede que lo nuestro no sea el mayor romance del siglo pero, ¿no somos felices?
-Claro que sí, no digas tonterías.
-Entonces, ¿por qué tienes que envidiar a Serena y a su matrimonio abocado al fracaso?
-No lo sé. Porque ellos tienen una relación normal.
-¿Y nosotros no?
-En absoluto.
-Ya veo -dijo Chuck a media voz.
-¿Necesitas que te levante el ego?
-Mi ego está perfectamente, gracias.
-Te quiero.
-Dan…
-Déjame -le cortó, mirándole a los ojos, y Chuck tuvo que tirar de él para que no dejara de moverse-. Ya sé que no te gusta esa palabra, pero te quiero. Y no sólo cuando te veo entrar por la puerta o cuando sales de la ducha o cuando me haces reír. Te quiero siempre, constantemente. Casi por costumbre, porque es lo que llevo haciendo una tercera parte de mi vida, y no sé vivir sin hacerlo. -Dan suspiró, tratando de organizar el torrente de pensamientos que le asaltaban de repente-. Me he acostumbrado a quererte y a veces se me olvida lo feliz que me haces cada día. Y entonces me gustaría que fueras distinto, ¿sabes? Un poquito mejor, un poco más fácil. Pero si no fueras tú, tan inseguro a veces, tan deliberadamente irritante, con tanto miedo a demostrar que eres humano, incapaz de pedir permiso o perdón, de dar las gracias o de aceptar una crítica, tan difícil y tan sencillo a la vez… no podría quererte, y no estaría aquí haciendo el ridículo contigo. ¿Entiendes?
-No hacemos el ridículo.
-Nos mira todo el mundo. Siempre nos mira todo el mundo, porque eres famoso y eras el mayor playboy de Manhattan hasta que empezaste a salir con un don nadie de Brooklyn. Y eso me hace sentir raro, y me hace pensar en cómo sería mi vida sin toda esa atención que odio. No quiero estar con nadie más, pero a veces no puedo evitar preguntarme cómo sería ai no hubiera entrado esa tarde en tu suite. ¿Tú no lo tratas de imaginar? ¿Otro mundo, en una realidad alternativa?
-¿De qué serviría?
-Sólo como ejercicio mental.
-No.
-¿Ni cuando te enfadas conmigo?
-No.
-¿Ni cuando…?
-No tengo una máquina del tiempo -le interrumpió-. No puedo cambiar las decisiones que he tomado en el pasado, pero creo que cada una de las que te implican a ti han hecho de este el mejor de los mundos. Hasta cuando me enfado contigo, porque es mejor oírte protestar que no oírte en absoluto.
Dan sonrió y ciñó más los brazos en torno a su cuello.
-Eres tan cursi cuando quieres…
-¿Cómo son esas fantasías en las que no estás conmigo? -preguntó Chuck tras un momento.
-Son sólo fantasías -respondió Dan, tratando de quitarle importancia-. No hay discusiones, ni aburridas cenas de gala, ni revistas sensacionalistas a las que les importe una mierda si salimos a tomarnos una cerveza una tarde. Pero tampoco hay sexo de reconciliación, ni bromas privadas frente a las mujeres de la alta sociedad, ni horas y horas de conversación vacía en el salón de casa.
-No suena muy interesante.
Dan apoyó la barbilla sobre el hombro de Chuck.
-No lo es.
-¿Y por qué sigues haciéndolo?
-No puedo evitarlo.
-¿Eso no es como serme infiel?
-No es gente de verdad. No tienen caras ni nombres.
-¿Son mejores que yo en la cama?
-Eso es imposible. Hacerlo contigo es… ¿cómo lo has llamado? -dijo riendo-. ¿El mejor de los mundos?
-No te burles.
-Ha sido muy cursi. Adorable, pero cursi.
-Luego dices que quieres más romanticismo.
-No me importa que no seas romántico. De hecho, si lo fueras un poquito menos y no me obligaras a bailar en las bodas te lo agradecería muchísimo.
-Nada de eso -contestó Chuck, apretándole más contra él-. Tú me pones los cuernos, yo te hago bailar. Quid pro quo.
-Ad nauseam.
Chuck sonrió y le dio un beso rápido en los labios.
-Deus ex machina.
-Oh, cállate.
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* - Y esa risa que arruga tu nariz conmueve mi tonto corazón.