Ya está ^__^ Lo terminé, gente!! Aviso que aquí hay angst y fluff por partes iguales y... err, eso.
Tema: 27# Quebrar
Autor:
jandredPersonaje: Seichii Shitta
Rating: G
Pairing: Seichii/Miina. No lean si no les gusta, porque hay como… mucho, incluso algo de fluff entre el angst.
Tabla:
Inteligencia emocionalNotas de autor: … Esto salió raro. Angst y fluff mezclados. Sei tenía 13 años aquí, cuando conoció a Miina, unas horas antes de coger el avión de vuelta a Alemania.
IE: Quebrar
Él mismo tiene esa seguridad. Que se quiebra, que cae, que poco a poco se derrumba y no tiene fuerzas para luchar contra eso. Una marea que se lo va a llevar inevitablemente. No le cuesta resignarse y a veces tiene la sensación de que está tan roto, en lo profundo, que hay partes de él que se dividen. Hay una parte que reza y suplica redención; otra que sabe que está mal pero no quiere dejar de caer ni renunciar a lo poco que tiene; otra, simplemente cierra los ojos, como si así, todo, hasta él mismo, pudiera desaparecer. Y hay otra, casi oculta, que se burla de todos, como si fuera inalcanzable, y sonríe cada vez que ve un pequeño error en él o en los demás.
Y llega un momento en que nada de eso le duele, que le parece complementamente ajeno a él. Lejano, tanto, que tiene la impresión de que jamás podrá dañarle. Pero esa no es la realidad. Sus pequeños cuentos de hada, aquellos que sólo le gustaban cuando se los leía a su hermano, nunca han durado demasiado y no importa cuánto alargara las sílabas y lo despacio que leyera, siempre llegaba al final.
No tiene fe.
Cuando llega la noche, aún sigue sentado en el balcón de la suite de hotel, jugando con el cigarrillo apagado entre los dedos y la mirada perdida en algún punto en el firmamento. El pequeño cuento acaba ahí y no sabe exactamente si duele o sólo siente indiferencia porque, por dentro, cualquier emoción da igual cuando se funde y se desliza entre las otras hasta que ya no es posible distinguirla de las demás. Sólo queda una punzada de algo que no sabe identificar.
Miina llega por la mañana temprano, cuando ni siquiera han dado las siete. A buscarle, a tomar un café juntos y despedirse, como si fuera un final definitivo.
- Tienes muchas ojeras -, es el primer comentario en el momento en el que él abre la puerta. Le mira con ojos curiosos y también ella tiene ojeras, pero deben de ser menos para que se preocupe de esa manera por él.- ¿No has dormido? -, se acerca un poco, manos en sus mejillas y frente contra frente.
- No te preocupes. -, habla despacio y arrastra las sílabas contra el paladar.- Sí he dormido. Es… Soy insonme, Miina, no es para tanto, no me mires así.
Ella sonríe, cerrando los ojos, y baja las manos, colocándolas en su cintura.
- ¿Te duele la cabeza?
- No.
- A mí sí. Tampoco he dormido.
También sonríe, apenas visible; cansada y casi forzada, pero sonrisa al fin.
- Te he dicho que sí he dormido.
- Lo que digas. Vamos, necesito un café.
A veces piensa que el cuento no está tan mal, aunque se acabe pronto. Lo que más teme es que sea un final definitivo, que cuando coja el avión todo termine y jamás vuelva a verla, porque es una pequeña luz al final del tunel. Miina entrelaza sus dedos entre los suyos y se queda demasiado cerca, mientras bajan las escaleras y por momentos Sei teme que se vayan a caer porque ella de vez en cuando baja alguno de dos en dos.
- Vas a tropezar.
- Aguafiestas
- De eso nada, no quiero subir al avión con puntos en la cabeza, no sé si me entiendes.
Ella sonríe, con la lengua entre los dientes, como una niña pequeña y se aparta el cabello de la cara en un movimiento casi teatral. Pero no dicen nada, en ningún momento, y cuando entran en la cafetería, Sei la nota distinta. En algo, sin saber exactamente en qué. Piensa es porque Miina está aquí y en realidad no le encuentra demasiado sentido -no es coherente, para nada-.
- ¿Capucchino o…?
- Vienés. Con chocolate.
Murmura, y apoya los codos en la mesa cuando ella va a pedir los cafés a la barra. Dos camareros demasiado ocupados y Sei se pregunta por qué no contratan más, cuando entierra el rostro entre las manos y siente que se va a morir en ese mismo instante. Y, que si no lo hace en ese momento, lo hará después, cuando suba al avión y tenga que volver a la realidad. Nunca la línea que separaba la realidad del cuento había sido tan fina.
- Dos cafés. Vienés y capucchino.
Y ella sonríe y por alguna extraña razón, cuando levanta la vista, ambas sonrisas, la suya y la de Miina, le parecen hipócritas, como si algo se destrozara en lo más hondo y se empeñaran en ocultarlo tras máscaras tan simples.
Sei se pregunta por qué duele. Por qué ahora duele. Nunca ha dolido, nada, las personas pasan por su vida y siempre han sido rostros desconocidos. Nunca ha dolido.
Te involucraste.
Miina no es un rostro desconocido. Es una chica, que le toma la mano, que le sonríe, que le devuelve las fuerzas. Y no quiere aferrarse a ella, no quiere destrozarla. Te decepcionaré.
Toma el avión un par de horas después, diez de la mañana cuando se desliza entre la gente, dentro del avión y se sienta donde le corresponde. Primera clase y terciopelo que acaricia con dedos distantes -finos, que acarician como si fuera piano, que recuerdan las teclas-. Cuando despegan, tiene la seguridad de que se ha dividido de nuevo y ahora hay una parte más en él, que se queda en tierra y no le acompaña, que prefiere vivir en el cuento.
***
That's all. De momento ^^ nos vemos!!