A veces se sienta a horcajadas en el reposabrazos del sillón que Edu tiene en su cobertizo, y mira como pinta con los dedos, con una esponja, o, a veces, con pinceles y brochas. A veces, le sirve de modelo, y otras se dedica a leer pasajes de sus libros favoritos, de los dos, mientras Edu moja los dedos en pintura y traza gruesas líneas de colores.
Otras veces, sentada a horcajadas, escribe en un cuaderno grueso, de tapas negras, pequeños relatos de amor, de amistad o de miedo. Escribe pequeños relatos de sueños. Porque son tan sólo eso. Sueños.