#5 Telaraña
Nunca iba a estar bien, porque todo comenzó con una mentira.
Y sabes que lo que mal empieza mal termina, es lógica pura. Sólo fue una forma banal de entretenimiento con la cual terminaste encariñándote demasiado, tanto que al final no pudiste dejarlo.
Porque Hinata es dulce, inocente, atrayente… Un vicio.
Separarlos fue un juego de niños, esos que tantos te gustan. Después de todo el carácter de Kageyama depende de un equilibrio tan débil que hacerlo tambalear es muy fácil. Con un beso robado a su pequeña obsesión, una caricia indiscreta o un comentario mordaz.
Pero te confiaste demasiado, pensaste que podías jugar sin salir herido o sin involucrarte mucho, creíste estúpidamente que todo acabaría bien para ti.
Porque era una mera diversión, ¿cierto? Una forma de matar el tiempo y hacer enojar al estúpido rey al mismo tiempo.
Y no pudiste detenerte, no lograste alejarte a tiempo. Continuaste construyendo mentira tras mentira, mostrando un interés que pronto dejó de ser fingido, tejiste una complicada red de engaños, una telaraña.
Creaste para él, porque es dulce, la imagen de un mundo perfecto, para ti. Y él, crédulo como muchos e inocente como unos pocos decidió creerte. (¡No puedo creer que nos gusten las mismas bandas, Tsukishima!)
Cayó igual que una mosca en su telaraña y no piensas dejarlo ir.
Porque él es tu presa. Y nunca va a escapar de tu telaraña.
Y sabes que lo que mal empieza mal termina, es lógica pura. Sólo fue una forma banal de entretenimiento con la cual terminaste encariñándote demasiado, tanto que al final no pudiste dejarlo.
Porque Hinata es dulce, inocente, atrayente… Un vicio.
Separarlos fue un juego de niños, esos que tantos te gustan. Después de todo el carácter de Kageyama depende de un equilibrio tan débil que hacerlo tambalear es muy fácil. Con un beso robado a su pequeña obsesión, una caricia indiscreta o un comentario mordaz.
Pero te confiaste demasiado, pensaste que podías jugar sin salir herido o sin involucrarte mucho, creíste estúpidamente que todo acabaría bien para ti.
Porque era una mera diversión, ¿cierto? Una forma de matar el tiempo y hacer enojar al estúpido rey al mismo tiempo.
Y no pudiste detenerte, no lograste alejarte a tiempo. Continuaste construyendo mentira tras mentira, mostrando un interés que pronto dejó de ser fingido, tejiste una complicada red de engaños, una telaraña.
Creaste para él, porque es dulce, la imagen de un mundo perfecto, para ti. Y él, crédulo como muchos e inocente como unos pocos decidió creerte. (¡No puedo creer que nos gusten las mismas bandas, Tsukishima!)
Cayó igual que una mosca en su telaraña y no piensas dejarlo ir.
Porque él es tu presa. Y nunca va a escapar de tu telaraña.