Como si nada hubiese pasado... ¿o quizás si? [2/2]  

Mar 17, 2017 16:22

Y aquí les dejo el último capi de este two shot, espero que les guste mucho :3

Pareja: Sakumiya.
Género: Shonen ai, ¿lemon quizás?
Extensión: Two shot.
Clasificación: NC-17.
Disclaimer: Esas guapuras no me pertenecen aunque lo desee salvajemente.
Resumen: Kazunari le pide a Sho fingir ser su novio, pero las cosas se salen de control.
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Dos semanas habían pasado desde aquél día.
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Dos semanas en las que llevaba huyendo como fugitivo.
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Dos semanas en las que miraba su teléfono con temor y no quería tomar ninguna llamada.
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Dos semanas en las que extrañaba a Sho hasta el punto de volverse loco.
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Era un cobarde, lo sabía bien, pero no le quedaba de otra.
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- ¿Todavía siguen sin hablarse? Nino, ya creo que estás exagerando. - suspiró al escuchar a su mejor amigo y negó con la cabeza.
- Después de la primera semana, él se cansó de llamarme y dejarme mensajes en el buzón. Así que, creo que estamos bien.
- Escúchate, eres patético… le estas huyendo a una persona sólo porque tuvieron sexo consensuado, estaban borrachos, vale. Pero ambos querían hacerlo… no veo por qué te comportas de esa manera tan ridícula. - Jun alzó una ceja, visiblemente cansado de la situación.
- Somos amigos, y los amigos…
- No terminan teniendo relaciones. - le interrumpió Jun con los ojos en blanco. - ¿Pero quién dijo que por eso la amistad tiene que terminar?
- Nadie lo dijo. Pero, estarán esos silencios incómodos, yo me voy a poner nervioso y las cosas se pondrán raras entre nosotros. - Nino se pasó una mano por el pelo, despeinándose el flequillo. - Y eso es precisamente lo que quiero evitar.
- Cobarde.
- Ya lo sé, J. Con tu cháchara no me haces sentir mejor. - Ninomiya puso los ojos en blanco, haciendo reír a carcajadas al más alto.
- Oigan chicos, la cena está lista. - una voz femenina les hizo detenerse a los chicos. Se trataba de la novia de Jun.
- Vamos a comer. - el mejor amigo de Ninomiya se puso de pie del sofá y caminó hacia el comedor, dándole un discreto beso en los labios a su chica. Por un momento, Nino sintió envidia de ellos.
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“Así podrías estar con Sho, pero lo jodiste todo con tus estúpidos temores”, dijo una voz interna; Ninomiya decidió ignorarla y se puso de pie, yendo al comedor para compartir con la pareja.
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Jun y su novia le habían invitado a cenar y él había aceptado gustosamente. Ya tenía las noches libres y podía hacer lo que quisiera.
Nino solía trabajar en el gimnasio Club 360 en Minato, lugar en donde Sho y él se conocieron hace dos años atrás. Pero después que pasó lo que pasó entre ellos, Nino decidió cambiar de horario, ahora estaba por las mañanas, le pagaban más, aunque detestaba despertar más temprano; prefería todo menos ver a Sho otra vez.
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Regresaba de camino a casa y suspiró. Se encontraba con frío, al mirar hacia el cielo, se dio cuenta de que llovería en cualquier momento; así que apresuró el paso. Al llegar a su apartamento, abrió la puerta y en ese instante, sintió que un par de manos le empujaron hacia el interior.
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- ¿Qué demonios? - susurró, pensando la peor de las cosas. Imaginó que le robarían, o que le harían daño. Entrecerró los ojos, apretó los puños y se volvió a ver a su atacante, quedándose de piedra al ver a Sakurai Sho frente a él.
- Es lo mismo que te pregunto yo a ti… ¿qué demonios, Nino? ¿Qué demonios te sucede? Llevas dos semanas evitándome, no vas al gimnasio, no me contestas el teléfono y no respondes los mensajes que te he dejado… ¿qué diablos pasa contigo?
- Bueno Sho-kun, yo… verás… - balbució, sin saber qué decir. - He estado ocupado.
- ¿Por qué será que no te creo? - Sho cerró la puerta a sus espaldas, mirando fijamente a Ninomiya. - Claro, porque te he estado siguiendo estos días y he visto que tienes tiempo de más para hacer las cosas.
- ¿Quién demonios te crees para andar siguiéndome? - se puso las manos en las caderas, mirando a Sho con enojo y a la vez sintiéndose alegre de poder reclamarle algo.
- No tienes derecho a reprocharme nada. Desde que te fuiste ese día de mi casa, me evitas y a sinceridad, no entiendo por qué… estuve llamándote hasta el cansancio y no respondías, me dejaste la cabeza llena de dudas y he estado sintiéndome mal todos estos días gracias a ti.
- Sho-kun… vale, lo siento. Perdóname, perdóname. - Sho le miró a los ojos y suspiró. - Pero es que, después de haber hecho lo que hicimos, tenía vergüenza y no sabía cómo actuar contigo.
- Todo fue tu culpa, ¿quién fue el que me propuso “ser novios” por esa noche? - Nino sentía como la culpabilidad incrementaba en su interior.
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Era una persona miserable.
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- Fui yo, lo sé… pero no debimos acostarnos juntos. Eso fue un error estúpido que aún no me puedo perdonar… somos amigos y los amigos no terminan teniendo sexo… - Nino se detuvo al escuchar a Sho riendo por lo bajo, evidentemente divertido con lo que decía. - Y ahora, ¿de qué te ríes?
- Nino… - una carcajada le impidió continuar hablando. - Nosotros… oh cielos, eres tan tonto…
- ¿Te volviste subnormal?
- Nino. - repitió Sho, dejando de reír. - Nosotros no tuvimos sexo esa noche… nos besamos muchísimo y no voy a negarte que quería estar contigo. Estábamos desnudos en mi cama y dijiste que te prepararías para mí, y cuando fui a buscar el lubricante, te encontré durmiendo al regresar.
- Entonces… ¿nosotros no…?
- No. - Sho negó con la cabeza, acercándose a él, suspirando sonoramente. - Mira, no voy a negarte que sigo enojado contigo por lo que hiciste. No estuvo genial que te desaparecieras así, y que mucho menos, me privaras de hablar contigo. Si hubieses contestado el teléfono al menos una vez, nos hubieses ahorrado el malestar a ambos.
- Me sentía culpable… cielos, soy tan estúpido. - musitó Ninomiya dándose la vuelta, quedando de espaldas a Sho. - Perdóname por haberte hecho eso.
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Su amigo no contestó, sólo se limitó a rodear su cintura con sus brazos, apretándole contra él.
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- Anhelaba verte desesperadamente, Nino. - El aludido se quedó en silencio, sintiendo la respiración del mayor en su cuello; cerró los ojos, sintiéndose reconfortado. - No dejaré que vuelvas a escapar… - susurró Sho antes de empezar a besar su cuello con delicadeza.
- ¿Qué estás haciendo, Sho-kun? - inquirió, sintiendo como su corazón latía agitadamente en su pecho.
- Voy a hacer lo que no pudimos hacer aquella noche… vamos a hacer el amor.
- Pero… somos amigos. - dijo quedamente, mordiendo su labio inferior.
- Somos amigos, es cierto. Pero yo no puedo mentir, y por más amigos que seamos, te deseo… - susurró Sho en su oído y Nino sonrió levemente, sintiendo sus mejillas arder por el tono sugerente en la voz del mayor. - Si tú no deseas lo mismo que yo, dímelo ahora y te dejaré en paz, dejaré de perseguirte y no volverás a verme.
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Ninomiya se mordió el labio inferior y suspiró, luchando internamente por decir la “respuesta correcta”; su cabeza decía que aquello estaba mal, que debía detenerle, decirle que no, pero su cuerpo deseaba lo opuesto… necesitaba, quería sentirle cerca, dejarse llevar y poder hacer lo que aquella noche no se pudo. Se dio la vuelta y rodeó el cuello de Sho con sus brazos, besando sus carnosos labios con suavidad en respuesta; sintió como el castaño le presionaba contra su sólido cuerpo, haciendo que dejara escapar otro suspiro.
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- ¿No vamos a arrepentirnos de esto después?
- Te prometo que no. - susurró Sho con una seductora sonrisa que le derritió hasta los huesos.
- Vamos a mi habitación. - dijo en voz baja, esbozando una media sonrisa.
- Creí que nunca lo dirías.
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La habitación de Nino se encontraba a oscuras, a excepción de una ventana abierta, por la que se colaba una ligera luz roja, producto de la iluminación del letrero de un restaurante de ramen que había al lado. Ambos entraron y se dirigieron directo hacia la cama sin dejar de regalarse besos, algunas caricias por encima de la ropa que sólo hacían aumentar el deseo en cada uno.
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Sho se acomodó entre las piernas de Nino y le dio un beso ardiente, lleno de toda la lujuria y el deseo mal contenido por esas dos semanas, Nino dejó escapar un gemido de puro gusto sin poder reprimirse.
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Las manos de Sho se movían ávidamente sobre su cuerpo, deshaciéndole de sus prendas de vestir una por una y en cuanto su amante se encontraba desnudo, hizo lo propio con su ropa; no podía aguantar un segundo más, el estar allí, rodeado del dulce aroma de Ninomiya, escucharle gemir con cada beso, con cada caricia, causaba en él un efecto arrasador, nunca había sentido tantas ganas de enterrarse en alguien.
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Nino era simplemente único.
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Ninguno de los dos podía detener sus manos, se encontraban hambrientas de la piel del otro, cada caricia se volvía más íntima, causando que los gemidos de ambos resonaran en la habitación, rompiendo el silencio que les envolvía. Sho, empezó a preparar a Nino mientras continuaban besándose, dándose cuenta de que minutos después, el pelinegro le miraba suplicante, pidiéndole más.
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Estar dentro de él fue simplemente insuperable, sentir el calor que emanaba su cuerpo, sus sensuales movimientos y sus provocativos gemidos, lograban que Sho se dejara llevar por una vorágine de placer que nunca había experimentado jamás. Sin dudas, el estar junto a Nino, era mucho mejor de lo que había imaginado.
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Esta vez, no habría embriaguez que les impidiera satisfacer lo que sus cuerpos pedían a gritos, esta vez, nadie se arrepentiría de lo que ocurriera esa noche. Esta vez olvidarían la amistad y serían dos personas deseosas del otro… y tendrían toda la noche para demostrarse lo que ambos sentían.
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Al día siguiente, Nino despertó y sonrió al recordar lo ocurrido la noche anterior. Sho y él habían hecho el amor toda la noche y sólo se detuvieron debido al cansancio, pero porque las ganas se hubiesen mitigado. Las mejillas del menor se tiñeron de rojo al recordar lo vivido esa noche y se abrazó a la almohada, escondiendo el rostro en ella, totalmente avergonzado consigo mismo.
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Se habían dejado llevar, bien.
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Habían olvidado su amistad y se habían entregado a la pasión, pero… y ahora, ¿qué pasaría en cuanto Sho despertase? ¿Qué se dirían? ¿Cómo reaccionarían al verse?
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En aquel momento, Nino sintió ganas de huir, pero no lo haría, porque lastimosamente, se encontraba en su casa. Al levantar el rostro, fue que reparó en que no estaba solo, que Sho debía estar durmiendo a su lado, pero cuando se dio la vuelta, notó que la cama a su lado se encontraba allí.
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Se había ido.
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- Maldición, maldición… - susurró. Aquello no podía ser posible.
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Se levantó de la cama y se puso la ropa interior, caminando hacia el baño, pero no le encontró allí, tampoco en la cocina, ni en la sala de estar. Al parecer, Sho se había vengado de él, le hizo el amor y le dejó abandonado… tal y como él le hizo dos semanas atrás.
Se lo tenía más que merecido.
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La puerta se abrió en ese momento y Nino sintió que el alma le bajó a los pies en cuanto vio a Sho entrando por ella. Él esbozó una de esas hermosas sonrisas que le aceleraban el corazón y el pelinegro suspiró.
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- ¿A dónde habías ido?
- Fui a buscar café y algunos croissants para desayunar. - Nino sonrió esta vez y suspiró, caminando hacia Sho y abrazándole en silencio.
- Pensaba que me habías dejado… ahora sé cómo te sentiste cuando me fui aquella vez. Lo siento tanto.
- No me pidas perdón, ya lo he olvidado… anda, vamos a desayunar. - Sho volvió a suspirar y besó una de las mejillas de Nino con dulzura.
- Me gustas. - musitó Nino en un susurro. - Me gustas desde hace un tiempo, y esa noche que nos besamos… quiero decir, desde que nos besamos… nada es igual, Sho-kun. No quiero que volvamos a separarnos más.
La sonrisa de Sho se ensanchó y sus ojos brillaban de pura emoción.
- No pretendo separarme de ti, te lo dije anoche… no te dejaré escapar, chico fugitivo. A partir de hoy, eres mío.
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Y a partir de ese día, Sho cumplió su promesa..
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*                       *                    *
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Seis meses después.
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Nino esperaba a su novio en las afueras de aquel restaurante de sushi, sonrió cuando alcanzó a verle entre la gente y sin importarle que le vieran, le dio un fuerte abrazo. Sho le apretó con fuerza y besó su mejilla.
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- Lo siento, las cosas en la oficina eran un caos, por eso me tardé un poco. - dijo Sho a modo de saludo.
- No es nada, recién llego. Sabes que mi fuerte no es la puntualidad. - ambos rieron y entraron al restaurante, escuchando la peculiar risa de Aiba. Era la segunda vez que se verían desde aquella noche hace casi siete meses y en cierto modo, la pareja le había invitado a comer sushi para darles las gracias en silencio a Masaki y a su novio, pues gracias a ellos, había surgido la relación entre Sho y Nino.
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Estaban mucho más unidos y su noviazgo era un sueño.
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Esa noche, mientras iban caminando de la mano hacia el apartamento de Sho, bromeando y riendo entre ellos, Nino sintió una cálida sensación en su corazón, y allí lo supo, Sho era lo único que necesitaba para ser feliz. Había sido un completo tonto al haber huido de él aquella noche, porque estaba huyendo del amor, de la felicidad y se estaba privando de tener la oportunidad de estar junto a la persona más maravillosa del mundo.
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- ¿En qué piensas? - preguntó el castaño, sacándolo de sus pensamientos.
- En nada en absoluto.
- ¿Ah sí? La gente no sonríe así cuando no “piensa en nada en absoluto.” - Nino volvió a reír y suspiró.
- Vale, pensaba en lo feliz que soy contigo. Pero ya basta, que no quiero alimentar más tu ego. - esta vez fue Sho quien emitió una sonora y melódica carcajada.
- Yo también soy muy, muy feliz contigo. Por eso insistía tanto en no dejarte ir… sabía que eras único y por ello te quería en mi vida. - Sho dejó de caminar y tomó su rostro por las mejillas, besando los labios de su novio con delicadeza, haciendo que el corazón del menor latiera con rapidez.
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No podía negarlo, estaba loco por él.
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"Gracias por hacerme mentir, Aiba-chan."
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Pensó Nino con un enorme suspiro y volvió a sonreír, disponiéndose a llegar a casa y demostrarle su amor a Sho de todas las maneras posibles.

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