Junhong fue hasta el lugar que el remitente del mensaje que había recibido le indicó. El camino fue largo (o al menos eso sintió) y fatigado. Le dolían los pies de correr y las manos le sudaban al igual que el resto del cuerpo. Por un momento deseó poder teletransportarse de un lugar a otro y no sólo en el tiempo.
La fachada del edificio estaba ennegrecida a causa de la humedad y la antigüedad que debía tener aquel sitio. Junhong timbró varias veces impaciente y después se humedeció los labios con la lengua mientras esperaba a que alguien contestara al interfono. Un pitido le indicó que la puerta podía abrirse y la empujó, se coló en el interior del portal y echó un vistazo a su alrededor, todo estaba oscuro.
Junhong subió las escaleras lo más rápido que pudo a pesar del cansancio y levantó la mano con la idea de pulsar el timbre cuando la puerta se abrió y se enfrentó con la dura mirada de un chico más bajo que él y lleno de pearcings.
-Supongo que eres 1015, ¿me equivoco?
Al principio Junhong no reaccionó. No estaba acostumbrado a ser llamado por su Nick y mucho menos relacionarse con gente como él. Pero tardó pocos segundos en asentir con la cabeza.
-Pasa, tengo la información que deseas.
La casa estaba patas a arriba y Junhong fue apartando con los pies las cosas que se encontraba por el suelo para no pisarlas. Después se quedó en pie mientras observaba como el otro chico se sentaba en el sofá y lo miraba.
-Soy Daewon, pero mi nombre real es Daehyun, siéntate anda-hizo una seña con la mano y le invitó al sofá para no tener que estar todo el rato con la cabeza erguida, el muchacho era demasiado alto.
-Gracias -contestó y se sentó al lado suya con las manos apoyadas sobre las rodillas y la mandíbula tensa.
-Se llama Jeon Hyosung, la chica que describías en el foro, ese es su nombre. La conozco -afirmó con seguridad y luego miró fijamente a Junhong.
Cuando escuchó su nombre Junhong sintió un vuelco en el corazón y recordó que era cierto, así se llamaba. Y se preguntó por qué aquel chico, Daehyun, sabía quién era. Probablemente también podía viajar en el tiempo. No existía otra respuesta.
Daehyun meditó las palabras antes de abrir la boca, cosa que no solía hacer, y después tomó aire y miro fijamente aquellos ojos color avellana que suplicaban más información.
-Ella… Ella es la diosa del tiempo. O eso me dijo al menos. La vi una vez y no fue agradable. - Daehyun carraspeó y se frotó las manos.
- ¿No lo fue? -exclamó Junhong sorprendido. Recordaba a una hermosa chica, dulce y gentil.
Daehyun negó y luego lo miró serio, rechazando la idea de Junhong de princesa desvalida. Después decidió hablar sin tapujos.
-Hyosung es la que gobierna cada hora, cada minuto, cada milésima de segundo. Lo controla todo y eso te incluye a ti -indicó señalando con el dedo a Junhong-. Que podrás viajar también en el tiempo sino me equivoco. ¿No es cierto?
Junhong tragó saliva, aquella revelación le hizo abrir los ojos y romper esa burbuja en la que él era el elegido. Desconocía la meta pero era el único que podía hacer algo con aquel don, así pensaba hasta ese momento. Nervioso y con los labios secos le devolvió la mirada y por primera vez quiso hablar pero se contuvo, parecía que Daehyun aún tenía historia que contar.
-La conocí en el S.XXII. Era mi segundo viaje en el tiempo y todavía no sabía nada de este extraño talento y lo que podía hacer con él. Me dolía el cuerpo y sentía que en cualquier momento alguien me tomaría por loco y me encerraría, pues cuanto más retrocedía menos entendía las cosas. La evolución ya sabes, soy un chico del futuro -dijo entre risas agridulces y cogió aire preparado para continuar-. Me metí en líos, porque no entendía las injusticias que cometían algunos depravados y estuve a punto de morir. Te juro que vi la muerte -afirmó con expresión de terror al revivir aquella imagen en su cabeza-. Perdí la fe en todo, la poca que tenía, y simplemente esperé que todo se volviera oscuro pero surgió una luz, era ella. Dijo que era demasiado pronto para que abandonara este mundo, que todavía tenía que cumplir mi misión pero que a cambio de aquel milagro tendría que sufrir un castigo para equilibrar la balanza entre lo bueno y lo malo.
Junhong escuchó atento toda la historia y fascinado con cada palabra que salía de los labios de Daehyun no comprendió porque decía que era mala. ¡Le había salvado la vida!
-El castigo… fue lo que me hizo tener esa idea de ella. Parece que es buena pero te equivocas -Daehyun arrastró las silabas mientras hablaba, parecía que estaba en otra parte, lejos de allí, después se echó hacia atrás resbalando sobre los cojines del sofá y sacó un mechero y un cigarro de los bolsillos-. No puedo regresar a mi época. Eliminó mi existencia, no pertenezco a ningún lado -Daehyun inspiró y expulsó el aire de manera angustiosa y clavó los ojos emborronados por culpa del maquillaje en Junhong.
El joven muchacho tragó saliva y se puso en la piel de Daehyun, aquello debía de ser horrible. Era cierto que su familia lo daba por muerto pero de vez en cuando acudía a la ciudad en donde había vivido y pasaba horas observando el paisaje que lo había visto crecer. De pronto una sensación de desazón se le asentó en el pecho y no pudo evitar observar con lástima a aquel chico.
No sabía que decir.
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Himchan había insistido en pagar los billetes de tren y también había elegido en que parte se sentarían. Bang estaba en la parte del pasillo y cada vez que bajaba o subía una persona lo analizaba con precaución.
A medida que el tiempo pasaba Bang se fue relajando más y tras pasar varios pueblos apenas pensaba ya en la policía que debía estar buscándolo. Himchan parecía inmerso en sus pensamientos apoyado en el cristal de la ventana sin decir nada. Las manos descansaban sobre su regazo y el ambiente más que estar tenso, lo llenaba de dudas.
-Oye no contestes si no quieres pero, ¿en qué estás pensando? -Bang sabía que era una pregunta, quizás, algo entrometida y probablemente no recibiría respuesta pero aquella imagen y la expresión de Himchan lo habían llenado de curiosidad. Estaba seguro de que su cara era un espejo de lo que sentía en ese momento pero Himchan parecía una figura.
-Pensaba… Que no sé como es el sitio al que vamos pero me gusta -hizo una pausa bajando la mirada hacia las manos-. Creo…
Himchan contuvo la respiración al sentir como Bang le agarraba la mano mientras hablaba. Lo cierto era que aquel gesto le había salido solo, cuando Himchan hablaba sentía que era tan frágil que tenía que cuidar de él y mientras explicaba lo que sentía durante el viaje lo tomó de la mano para transmitirle que a su lado estaba seguro. O al menos eso intentaría.
-Continúa -dijo amablemente Bang y trató de establecer contacto visual con Himchan sin éxito. Siempre miraba hacia otro lado pero merecía la pena intentarlo si cada vez iba a sonrojarse de aquella manera.
Himchan se relamió nervioso y vio sus manos entrelazadas mientras cogía aire y volvía a apartar la mirada hacia otra parte.
-Creo que me gusta porque vamos juntos -asintió colorado tras aquella confesión y suspiró -. Me siento seguro a tu lado. Sé que eres una buena persona.
Los ojos de Bang analizaron el rostro de Himchan, desde la piel a los ojos, nariz y boca. Le gustaba todo. Y le gustaba más el hecho de que Himchan tuviera esa fe ciega en él.
En pleno siglo XXI y tras haber sido encarcelado sentía que ya no quedaba gente como él, pura e inocente.
-A mí también me gustas, -dijo buscando de nuevo la mirada de Himchan y encontrándose con aquella mirada felina por primera vez en todo el trayecto. El contacto fue efímero pero su corazón comenzó a palpitar de manera estrepitosa cuando Himchan le dedicó aquella mirada de total adoración.
El resto del viaje transcurrió sin accidentes, las horas pasaron en pleno silencio y cuando llegaron a la última parada Bang soltó la fina mano de Himchan y cogió la mochila cargándola al hombro. Bajó del vagón de un salto y abrió las manos de par en par.
-Bienvenido a la ciudad de Ikotam.
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Lo primero que escuchó Youngjae al despertarse fue la voz de Daehyun y la de otra persona. Se levantó y salió de la habitación sin intención de parecer entrometido pero con curiosidad.
En medio del salón estaba un chico muy alto, de al menos metro ochenta que miraba preocupado a Daehyun, su voz sonaba aguda y no paraba de mover las manos. Youngjae decidió no molestar y se puso a andar de camino al lavabo pero de pronto sintió que lo estaban observando y se giró mirando fijamente de nuevo aquellos ojos oscuros.
-Iba…al lavabo -aclaró antes de continuar andando bajo la atenta mirada de aquellos dos chicos.
-¿Y no dices buenos días ni te presentas? Que modales… -Daehyun se aguantó la risa y comprobó cómo las provocaciones surgían efecto.
Youngjae frunció el ceño y lo miró ofendido. Ese maldito chico de labios carnosos lo estaba provocando sobremanera. Con educación hizo una pequeña reverencia y saludó al chico invitado, después se observó en el espejo e hizo tiempo curioseando el resto de objetos que tenía Daehyun allí. No quería interrumpir la conversación que estaba teniendo lugar a escasos metros de él y mucho menos que volviera a burlarse de él.
Youngjae perdió la cuenta de cuantos minutos habían pasado cuando escuchó como la puerta se cerraba y giraba el pomo para salir de donde estaba. Se acercó a Daehyun que ya estaba solo e inspiró hondo antes de decir nada.
-Perdona si… si, bueno, interrumpí algo antes. Pensaba que estabas solo.
Daehyun lo miró con expresión confusa y luego disimuló una risotada en forma de sonrisa. Jugó con los anillos que tenía en las manos y le devolvió la mirada.
-Tranquilo, estás perdonado. Ahora sino te importa me voy a cambiar que tenías secuestrada mí habitación.
-Sí… claro.
Tan pronto se quedó vacía la sala echó de nuevo una ojeada a las cosas que había en la mesa y luego la televisión. Sintió que aquello era demasiado diferente a él y se dijo que pronto tendría que volver a casa y seguir con su vida. Que aquello era una simple anécdota. De hecho, podía haberle dicho que se iba en la conversación que habían acabado de tener…Lo cierta era que, a pesar del abismo entre sus mundos, Youngjae decidió quedarse hasta que Daehyun le pidiera que se fuera. Estaba cansado de la monotonía y aquella situación le tentaba demasiado.
Youngjae buscó una ventana con la mirada y caminó hasta ella. Tardó varios segundos en adivinar cómo se abría y se asomó. Respiró hondo y se detuvo a analizar cada uno de los edificios que se veían desde allí, el cielo era de color grisáceo y el aire cálido señalaba que se avecinaban tormentas. De repente sonó el timbre y se encogió, volvió la cabeza hacia atrás y tragó saliva al ver como Daehyun caminaba en ropa interior hasta la puerta, después se asomó de nuevo y vio al chico de antes en el portal. Cerró la ventana y suspiró. ¿Aquel era su novio?
Con los brazos cruzados y la mirada perdida, Youngjae fue hasta el sofá de nuevo y se sentó.
- ¿Quién es?
-Se llama 1015 y ha bajado a por tabaco. ¿No es adorable? -Se echó a reír y cogió la caja de tabaco cuando el joven llegó a la puerta-. Gracias. Ahora mismo termino y nos vamos.
1015 asintió y se sentó en el sofá con las piernas abiertas, se llevó las manos a la cabeza y no levantó la vista del suelo.
Daehyun empujó la puerta con la mano justo delante de la cara de Youngjae y le miró sorprendido. Después levantó las cejas.
- ¿Qué pasa?
- ¿Te vas a ir? -Youngjae sabía que aquella era una pregunta estúpida, claro que se iba a ir, acababa de escucharlo. Quiso repetir la pregunta y no perder el tiempo en algo tan obvio pero Daehyun ya estaba abriendo la boca cuando lo asimiló.
-Claro, ¿tú no te vas?
Ahí estaba. Daehyun le estaba diciendo que se fuera, la idea de pasar el resto de su vida lejos de su casa y vivir aventuras no había durado casi nada. Youngjae bajó la cabeza y asintió sin más, sabía que era lo correcto.
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Las calles de Ikotam estaban desiertas a la salida de la estación, Jongup miraba hacia todos lados nervioso y a la vez lleno de curiosidad. Su cuerpo estaba entumecido a causa de la mala postura del viaje y además había tenido pesadillas.
El suelo, las casas y el paisaje formaban la combinación perfecta, Jongup caminó fascinado por la via, no se oía el sonido del tráfico, el murmullo de la gente, el silenció era sepulcral.
Mientras paseaba recordó la primera vez que escuchó el nombre de aquella ciudad y lo que habían dicho de ella. Hasta el momento no había encontrado ninguna anomalía además de la ausencia de vehículos estacionados en la calle y la gente. Pero todo coincidía con la descripción de un sitio tranquilo, pacifico y relajante. Un paraíso para el alma donde nadie tenía nombre y todos eran iguales. Decían que, una vez lo visitabas no querías marcharte.
Jongup se frotó el estomago muerto de hambre y siguió caminando en busca de un lugar donde instalarse. Llevaba más de un día sin comer y su cuerpo estaba empezando a resentirse. Durante quince minutos rodeó las casas de diversos colores y tamaños y atravesó el puente que comunicaba el centro de la ciudad con el cementerio, allí, a unos escasos cien metros estaba el único edificio de la ciudad. Señalizado con letras rojas se podía leer H O T E L.
Las puertas del bar se abrieron cuando Jongup se acercó y fue hasta la barra. La parte inferior de la instalación estaba desierta al igual que el resto del edificio. Al otro lado un chico de pelo corto y negro, estatura normal y complexión fuerte lo miraba fijamente mientras secaba una taza de café con un trapo.
- ¡Buenos días! ¿Puedo ayudarle en algo? -dijo el camarero con sonrisa amable y voz apacible.
-Eh...sí, sí. Estaba buscando una habitación -rebuscó el dinero en los bolsillos del pantalón y apretó los billetes entre los dedos nervioso mientras aquel chico lo miraba fijamente.
-Ahora mismo le asignamos una, no se preocupe.
Minseok, que así ponía que se llamaba en la placa que colgaba de su uniforme, se puso a teclear rápidamente en el ordenador.
- ¿Cuánto me va a costar? -se apresuró a decir Jongup, nervioso, con la mano cerrada sobre el dinero.
-No se preocupe por eso. Su habitación es la 1004.
Minseok le cedió una llave y sonrió.
Jongup prefirió subir las escaleras así que se agarró a la barandilla de color dorado y subió los escalones rápidamente, en un último esfuerzo antes de coger el teléfono y acabar con la despensa del restaurante. Perdió la cuenta de cuantas plantas había pasado pero cuando por fin leyó el número en la puerta cogió aire y entró.
Cada planta del hotel tenía seis habitaciones y un número aleatorio del 0 al 1200. Era un juego de cien en cien con cifras al azar. La decoración era minimalista y olía a cerezas. Las paredes eran de color azul cielo y el techo blanco.
El cuarto se componía de una cama enorme, la más enorme que había visto en su vida, dos mesillas de noche, un tocador, un escritorio y una estantería llena de libros. No había televisión, radio o consola. Las cortinas eran de color blanco y a través de las ventanas se podía ver la ciudad entera.
Jongup saltó sobre la cama, olió las sabanas y hundió la cabeza en la almohada. Encendió y apagó cada lámpara y tocó la bombilla para ver si estaba caliente cuando se encendía. Abrió los cajones, por si alguien se había olvidado algo allí, los tocó y cerró dejándolos como si nada hubiera sucedido. Tomó un bolígrafo del lapicero e hizo un garabato en uno de los folios que había en la mesa. Se sentó en la silla de madera que hacía juego con el escritorio y después se acercó a la estantería donde ojeó un par de libros que no volvería a abrir en lo que quedaba de viaje. Después entró en el servicio y su boca y ojos se abrieron de par en par fascinados por la enorme bañera que había frente a él. Abrió el grifo y comenzó a quitarse la ropa, la comida podía esperar. Jongup como un niño pequeño se metió en la bañera y se estiró, fingió que nadaba en una larga piscina y luego lo llenó de burbujas agitando las manos contra el gel.
Ahora era su turno.
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Bang llevó de la mano a Himchan por la ciudad guiándolo hasta una casa en ruinas. Allí se detuvo y apoyó la mochila en el suelo.
Himchan supo que Bang ya había estado allí al ver la soltura que tenía moviéndose por las calles. Lo siguió en completo silencio y cuando ambos se pararon lo miró interrogante.
Colarse en el interior de aquella casa fue fácil, no había gente por la calle y estaba bastante alejada del núcleo. El espacio olía a polvo y humedad. Las escaleras estaban llenas de basura y para forzar una puerta bastó con una patada de Bang.
En el interior del piso todavía estaban los muebles de los antiguos propietarios, en las paredes colgaban los marcos de fotos de toda una familia a lo largo de varias etapas. Bang y Himchan lo supieron al ver el contraste de las fotos en blanco y negro con las de color.
Himchan no se separó de la mochila ni de Bang mientras inspeccionaban la superficie.
- ¿Vamos a quedarnos aquí? -sabía que no era la pregunta más inteligente pero fue lo primero que se le ocurrió.
Bang asintió y se sentó sobre el viejo colchón que estaba sobre el suelo de la antigua habitación de matrimonio.
-Nos merecemos un descanso, y aquí estamos seguros. Después pensaremos que hacer, ¿de acuerdo? -dijo y le hizo una señal a Himchan para que se sentara a su lado.
Himchan accedió en seguida y se sentó a su lado apoyando la mochila a una silla rota que estaba contra la pared. Quiso preguntarle porque ya conocía aquel sitio y que pasaría si los descubrían ahí pero estaba demasiado cansado como para articular palabra alguna. Se encogió con pesadez al lado de Bang y cerró los ojos. Poco a poco sintió como la calidez lo iba invadiendo y sonrió imaginando los brazos de aquel chico fuerte alrededor de su frágil cuerpo.
Himchan se retorcía y maldecía en sueños, sollozaba y pedía ayuda. Bang se despertó asustado y lo agarró por los brazos intentando sacarlo de aquel trance. En aquel momento la imagen de figura de porcelana se transformó en la de una muñeca poseída y sintió un escalofrío.
- ¡Despierta! ¡Eh, despierta! -lo cogió en brazos y le agarró la cara con preocupación.
El cuerpo de Himchan parecía que iba a partirse en dos entre convulsiones. Bang se levantó nervioso y buscó un grifo que funcionara sin resultado, después decidió abrir la mochila y ver si podía utilizar algo de lo que tenía pero no encontró nada. Se inclinó de nuevo sobre el cuerpo de Himchan y lo apretó contra él.
Subió y bajó las manos por el cuerpo con ansiedad intentando encontrar un botón que desactivara aquella maniobra. El pulso le iba a mil por hora y se estaba volviendo loco en medio de aquella pesadilla. Lo recostó de nuevo en la cama decidido a salir a buscar ayuda y de pronto vio como los ojos de Himchan se abrían y se inundaban de lágrimas.
-El proceso… se está acelerando.
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La expresión de Youngjae era un poema y Daehyun tuvo que morderse la lengua antes de volver a meterse con él.
-Tengo que ir a Ikotam con él, -miró hacia 1015 y luego de nuevo se volvió hacia Youngjae -. Pero si quieres, puedes venir con nosotros. Sólo será un día.
-Yo… bueno si no os importa.
Daehyun se pasó el dedo pulgar por el labio inferior mientras analizaba la respuesta de 1015. Ante el silencio se acercó a él y le dio una palmada en la espalda.
- ¿Vamos?
-Sí, claro. Estoy deseando llegar.
Youngjae los vio y se acercó al chico alto para presentarse, no quería parecer un maleducado.
-Mi nombre es Youngjae. Encantado de conocerte.
-Yo soy Junhong, lo mismo digo -dijo con calma y girándose hacia la puerta.
-Espera, Daehyun, ¿y mis zapatos? ¿Y la ropa? -buscó al chico excéntrico con la mirada y se acercó a él.
Daehyun se echó a reír y le señaló su armario.
-Coge lo que veas, tienes cinco minutos -dijo mientras se ataba las botas y se acercaba de nuevo a 1015.
El joven y él hablaron mientras esperaban sobre que ruta seguir hacia la parada, después Daehyun cansado de esperar (porque Youngjae estaba tardando demasiado) fue hacia la puerta y se asomó.
La imagen de un chico escuálido con una camisa de color negro y pantalones vaqueros, zapatos de cordones y sudadera casi lo mata de un ataque de risa, le pasó un brazo por los hombros y sonrió.
-Vaya, vaya, estás muy guapo. ¿Eh? Tendré que dejarte mi ropa más a menudo -hizo una pausa y salió con él hasta la puerta donde se reunieron con 1015- ¡Vamos!
En el tren Daehyun se sentó con Junhong y Youngjae tuvo que resignarse a ir detrás de ellos escuchando lo que decían. Durante la conversación repitieron varias veces el nombre de una chica y parpadeo confuso sin entender nada. Se asomó entre los dos sillones e hizo ruido para llamar la atención pero lo ignoraron.
- ¿Quién es Hyosung? -preguntó después de intentar hacerse un hueco entre ellos dos.
Inmediatamente ambos se giraron hacia él y Daehyun contestó.
-Es una chica. Nadie importante.
Daehyun se cansó de hablar, por lo general solía estar solo y se había acostumbrado a aquellos momentos de tranquilidad, se puso los auriculares que llevaba en los bolsillos y los conectó al móvil para escuchar música.
Cuando llegaron a Ikotam los tres bajaron sin mediar palabra y Youngjae y Junhong esperaron a que Daehyun hablara o dijera que iban a hacer.
-Está en aquella torre de ahí -señaló un edificio de color perla y se puso a andar.
El corazón de Jung Daehyun comenzó a latir con más fuerza a cada paso, sabía que aquella visita le haría revivir viejos fantasmas.
╰☆╮ Continuará ╰☆