Título: Gustos son gustos
Pareja: Kris x Luhan
Género: AU, friendship, romance, ¿humor?
Rating: PG
Palabras: 4340
Resumen: A Kris no le gustan las películas de superhéroes. Luhan cree que es un pecado del que debe redimirse. (Nunca sin café de por medio.)
Nota: Cambié todo el plot a último momento y por algo más softie. Damn you, Bucky.
El título estará sujeto a cambios, posiblemente. || Escrito para la sexta gala de
exo_12eyes, cuyo Rey es Kris.
Gustos son gustos
No es que a Kris le hubiese crecido una segunda cabeza o su pelo se hubiese vuelto un nido de gusanos llenos de tierra, pero por la expresión de Luhan lo parece. De hecho, la mayoría de las veces, a Kris le causa gracia que el rostro, y en especial los ojos grandes y redondos, de Luhan sean tan expresivos y no pueda evitar que la sorpresa, el disgusto o la alegría se transparenten. Esta no es una de esas ocasiones. O quizás sí; al principio le dio gracia pero ahora ya es molesto.
-Repítelo -pide Luhan.
-¿El qué? -Porque, sinceramente, Kris no tiene la menor idea de qué dijo que podría haber causado tal shock.
-Lo que dijiste -dice únicamente y él tiene ganas de darle un premio por su gran elocuencia. Frunce el ceño por unos segundos mientras piensa en lo que habían estado hablando recién; conversaciones que normalmente se componen de trivialidades para hacer más amena la jornada de trabajo. Finalmente, Luhan intenta aclararle-: Lo de Marvel.
Entonces algo hace clic en su cabeza al mismo tiempo que el ruido de un tamborileo de dedos se hace más fuerte. Kris devuelve su atención a la computadora y selecciona la opción uno, Río 2. Es fin de semana, así que las filas son más largas que de costumbre. Y mientras que el cliente de Luhan contempla divertido el intercambio, su cliente no. Es una madre que, a duras penas, está conteniendo a su inquieto hijo.
-No me gustan las películas de superhéroes.
Hay un ruido ahogado a su izquierda, como si alguien hubiese detenido abruptamente su respiración, y Kris está seguro de que es su amigo. Si es que puede volver a llamarlo así, con todo el alboroto que está haciendo de algo tan nimio.
-¿Por qué? -cuestiona Luhan, despacio y con los ojos bien abiertos, como si pidiera la explicación de una herejía. El hombre de su fila también lo mira expectante y él se retiene a duras penas de fulminarlo con la mirada. Se concentra simplemente en imprimir las entradas de la mujer y cobrarle-. ¿Qué no te gusta? ¿La acción, chicas lindas en spandex, el humor?
Se encoge de hombros. No tiene realmente un por qué definido.
-¿Los efectos especiales? -añade el cliente de Luhan y ahora sí Kris lo mira con el ceño fruncido porque esta no es una conversación que desea estar teniendo ahora mismo, cuando es fin de semana de estreno y el lugar está abarrotado de personas, y menos con gente entrometida. Luego añade una sonrisa tensa, ya que siempre, siempre, deben ser corteses con los clientes; está en su contrato.
-No me gusta. Punto.
-Entonces ¿qué te gusta?
-Comedias, dramas… no sé, cosas más realistas.
Luhan resopla. No está seguro de si aquello quiere decir «eso es todo un montón de mierda» o «qué aburrido eres». De cualquier manera, no les gusta en absoluto cómo suena.
-No eres un verdadero hombre -declara Luhan y se gira nuevamente hacia la pantalla de su computadora con una sonrisa ladina. Kris duda de si debería contestarle lo más hiriente que puede o si simplemente debería golpearlo, porque, demonios, él es un hombre y bien que puede demostrarlo-. Aquí tiene su entrada, señor. Capitán América: El soldado de invierno es en la sala tres. Fila diez, butaca ocho. Espero que disfrute de la función -dice con simpatía a su cliente, quien le agradece y finalmente se retira.
Afortunadamente la conversación queda zanjada, aunque sea de una forma que no le agrade en absoluto a Kris. Pero ya conoce a Luhan desde hace casi tres años, el tiempo suficiente como para saber que no podrá ganarle. Solo le queda tratar de callarlo con miradas asesinas, que cada vez tienen menos efecto, y agradecer que Yixing no esté allí, porque cuando esos dos se complotan para hacerlo sentir mal, bien podrían volverse el perfecto dúo villano de esas películas que tanto disfrutan.
Continúan trabajando en relativa calma, sin retomar la charla y casi sin dirigirse palabra, por las siguientes horas, hasta que las filas se acortan y vienen compañeros a relevarlos. Se cambian en silencio en la pequeña sala para los empleados y se quejan de sus músculos contraídos frente al espejo por pura costumbre. Sienten que tienen el cuello duro y los ojos resecos de tanto mirar la pantalla. Kris comenta sobre la nueva óptica en el segundo piso del shopping y Luhan sonríe alegremente, como si no hubiese estado sonriendo por las últimas ocho horas, porque no le vendría mal cambiar el marco de los anteojos que utiliza para descansar la vista.
En ocasiones envidia la forma de ser de Luhan; su facilidad para sonreír y encontrar temas de conversación cómodos. Nunca ha tenido enemigos; por el contrario, la gente tiende a llevarse bien con él desde el momento que lo conocen. Tiene más amigos de los que podría contar y encuentra la forma de hacer sentir especial a cada uno de ellos. Kris le envidia y lo admite sin problemas, porque a él le cuesta. Al parecer, no da la mejor primera impresión.
(Nunca olvidará la confesión que le hizo Zitao un noche que malgastaron sin salir de debajo de las sábanas. «Me diste miedo la primera vez que te conocí. Estabas guapo, terriblemente guapo, pero no sonreías. Estabas todo serio, imponente. En realidad, nunca sonríes mucho.» Y era casi irónico que se lo dijera Zitao, cuya apariencia también era engañosa a primera vista.
Eran una pareja curiosa, si lo pensaba seriamente. Ninguno sonreía mucho, pero sí lo hacían cuando estaban juntos hasta que, eventualmente, ambos dejaron de sonreír.)
No obstante, a veces se replantea seriamente por qué es amigo de Luhan.
-¿Ni siquiera Superman? -Kris niega con la cabeza. Evita uno de los enormes carteles del Imegabox Cinema y lo empuja hacia la derecha, donde no se amontona tanta gente. Piensa que debería haberlo empujado más fuerte, así su nuevo jadeo ahogado no es solo por la sorpresa-. Por Dios, todo el mundo ama Superman.
-Bueno, yo no -gruñe. Agarra con más fuerza el bolso y se adelanta hacia las escaleras mecánicas-. Y si dejas el tema, te compro un café.
-¿En lo de Minseok?
-Demasiado lejos. Hoy no tengo mucho tiempo.
-¿Cumpleaños del novio? -pregunta haciéndose el tonto, como si no supiera que Kris está soltero. Éste reprime su respuesta. Que haya quedado en buenos términos con Zitao, no significa que siguieran juntos.
-Starbucks -gruñe nuevamente y lo dirige hacia el puesto blanco y verde al principio del patio de comidas.
-No es lo mismo que en lo de Minseok… -rezonga de una forma casi demasiado tierna que no debería hacer un adulto de veinticinco años-. Un latte y lo dejo por hoy -negocia.
-Un latte y un panecillo de arándanos y lo dejas por un mes -responde. Supone que olvidará el tema en unos días, pero tiene la esperanza de que así lo olvide para siempre.
-Una semana.
-Hecho. Pero compartimos el panecillo -cierra el trato Kris y saca la billetera.
Hacen el recorrido habitual hacia la salida del shopping center caminando rápido y sin detenerse a mirar vidrieras. Cada cierta cantidad de tiempo, Kris se fija en la hora y calcula el tiempo que le tomará llegar a su departamento. Luhan no habla siquiera y lo acompaña. La diferencia entre el ambiente calefaccionado del edificio y el frío nocturno de abril es notoria. Golpea sus rostros y los hace temblar ligeramente. A Luhan no le molesta; ha nacido y crecido en Beijing, entre rascacielos de acero y calles infinitas, indiferencia y alboroto. Para ser una persona cálida, sabe adaptarse perfectamente al frío.
A Kris le cuesta un poco más, pero intenta no demostrarlo. Beijing es diez veces más grande que Vancouver, apesta a mugre y comida y el paisaje no es más que edificios, pero le gusta. Cada año que pasa viviendo allí, lamenta menos su decisión de mudarse.
Beijing no duerme. Es luces las veinticuatro horas del día y muchedumbre cada momento. En especial allí, en Zhongguancun, donde la tecnología se encuentra por doquier, brillando y resonando, haciendo que la noche parezca menos noche.
Sin embargo, es de noche y Kris sí duerme. O al menos quiere intentar hacerlo, porque su mamá viene a visitarlo desde Canadá y su avión llegará a las siete de la mañana y él aún tiene que limpiar el desastre masivo que es su pequeño departamento. Así que mira el reloj, calcula el tiempo y maldice. Todavía tiene que tomar el ómnibus.
-Si quieres, te presto dinero. O te devuelvo lo del latte -dice Luhan de repente. Lo agradece, pero lo rechaza. Beijing también es caro y, aunque vive dentro de ese mismo distrito, Haidan, vive en un extremo de éste y un taxi hasta allá le saldrá mucho más que dos lattes y un panecillo. Además, tiene la sospecha de que, en cuanto acepte su dinero, volverá a molestarlo con lo de las películas.
Luhan lo acompaña hasta la parada de ómnibus y espera con él. No tiene por qué hacerlo, él vive mucho más cerca del shopping, en otro departamento con renta sobrevalorada pero que comparte con Yixing, y que está a solos unos pasos de la parada. Es casi irónico que lo hayan echado de su anterior trabajo, también allí en el centro comercial, por tardanzas. Pero Luhan siempre que no está muy cansado, lo hace. Ha esperado con él varios minutos un ómnibus que nunca va a tomar, solo para charlar otro rato. Porque es un hombre agradable y un buen amigo. Uno que realmente lo escucha cuando habla y que le hace sentir que la media hora que pasó la semana pasada contándole sobre la visita de su mamá después de tres años no fue en vano.
-Saluda a la Sra. Wu de mi parte -le grita cuando está subiendo colectivo y le sonríe-. Y si hace de esos pasteles de luna, ¡más vale que me traigas!
*
Pasa exactamente una semana y dos días antes de que Luhan arremeta nuevamente con el tema. Al menos espera a que el cine esté más vacío y a que él se pueda escapar a la cafetería del primer piso a comprar dos capuchinos. Allí fue el primer lugar donde Kris trabajó apenas llegó a Beijing. También donde conoció a todos los que serían eventualmente sus amigos y, en el caso de Zitao, su primer novio. Minseok era su compañero de trabajo. Es coreano, pero con el poco mandarín que por entonces chapuceaba le enseñó casi todo lo que debía saber sobre café.
(Nunca aprendió mucho sobre café. Minseok tenía paciencia y una voz suave, pero Kris nunca comprendió siquiera cómo tostar correctamente los granos. «Para saber que te gusta algo y aprenderlo todo sobre ello, tienes que sentirlo. Es como si tu pecho se llena de anticipación y te hormiguean las manos, y solo piensas en eso.» Tampoco lo entendió realmente. Le echó la culpa al mandarín que era quebrado y levemente seseado.
Eventualmente, Minseok reunió el dinero suficiente y abrió su propio café, un sitio intermedio entre los departamentos de todos, donde cada día libre se reúnen.)
Por aquel entonces, Luhan tenía un pequeño y no admitido enamoramiento con Minseok. Trabajaba en la tienda de Nature Republic frente a la cafetería y siempre que podía se daba una vuelta para comprar una lágrima. O era lo único que realmente se animaba a pedirle a Kris, quien casi siempre lo atendía. No era a propósito, sino que Minseok habituaba a estar ocupado tostando el café y él era el único barista libre. Luhan se lo resentía en broma, ya que fue el primero en invitarlo a reunirse con sus amigos entre comentarios enfadados.
-Yifan, esto es aún peor de los que tú hacías. ¿Quién es el barista nuevo? -pregunta tras el primer sorbo de capuchino. Es curioso que lo llamé así, cuando todos habían optado por el sobrenombre que usaba en Canadá para que fuera más sencillo para Minseok-. Quizás deberías haberte quedado tú en ese trabajo.
-Tú fuiste quien me convenció de que nos vengamos a trabajar juntos al área del cine -se defiende.
-Y no sé para qué, si ni siquiera disfrutas de las películas -suspira teatralmente.
-La paga es buena -apunta Kris, haciendo caso omiso del comentario-, mejor que la de la cafetería.
Luhan le da la razón y sigue sorbiendo el café. Cada tanto hace expresiones extrañas, de disgusto, pero sigue bebiendo. Es un amante del café. Incluso había terminado varios de los primeros Vanilla Latte que preparó Kris, que jamás tuvieron la cantidad correcta de café, leche, vainilla y caramelo. A veces sospecha que sus ojos se ven tan grandes y su actitud es tan jovial debido a tanta cafeína.
-¿Y nunca se te ocurrió traer a Zitao a ver a Batman? -cuestiona de repente.
Él alza una ceja, sorprendido.
-¿Por qué debería?
-Vamos, el chico es experto en arte marciales. Arte marciales, acción. ¿Ves la lógica? Y te tiene que gustar Batman, es el único héroe al que pareces aspirar.
Kris resopla. Que estén discutiendo este tema con tan poco trabajo puede ser peor que hacerlo con muchos clientes.
-No tengo nada que ver con Batman.
-¡Qué no! Alto, guapo, serio… Oh, por favor -se interrumpe de repente-. No me digas que nunca has visto Batman. -Él se calla. No es necesario responder porque Luhan lo descubre solo y su cara se desdibuja nuevamente en esa expresión de shock, como si hubiese cometido el peor pecado en la historia-. ¿No? ¿Ni siquiera una?
De nuevo, no contesta. Ha visto una en la televisión, pero jamás la terminó. El villano de verde con tantos signos de interrogación le había parecido tan idiota en los cinco minutos que vio, que tuvo que cambiar el canal. Su amigo suspira como si lo hubiesen herido de gravedad. Deja el tema pendiente por un buen rato mientras termina el café. Pero tampoco lo olvida.
Cuando los relevan y pueden ir a cambiarse, Luhan hace mención de los pasteles de luna que jamás le llevaron. Recién cuando se encuentran sentados al borde de la fuente del shopping, admirando los aros de Chrome Hearts que se compraron en una tienda, es que Kris entiende por qué. Es un chantaje. Y Luhan debió ser más amigo de Zitao de lo que imaginaba, porque ni siquiera se molestó en ser discreto.
-Mañana tenemos día libre. Te vienes a mi casa -ordena-. Tengo la trilogía de Batman de Christopher Nolan. Y aun si no te gusta ningún superhéroe, tienes que verla porque, joder, es Nolan. Y no me puedes decir que no, pésimo amigo -amenaza. Sus palabras contrastan con su rostro, casi inocente y angelical.
Como única venganza, Kris le salpica con agua de la fuente su sudadera HBA hasta que la frente de Luhan se arruga. No obstante, a la mañana siguiente toca el timbre del departamento con su mejor rostro de aburrimiento y dos espresso y cuatro bagels del café de Minseok.
*
Haber aceptado una tortura fue el inicio para una cadena de ellas. Luhan insiste en que no puede no gustarle, si cada película tiene un poco de cada género. Acción, romance, drama, suspenso y casi hasta terror. Y chicas sexy y hombres guapos. Simplemente no puede. Así que cada día de la semana de vacaciones que tienen y que Kris tanto esperaba, la pasa encerrado en el departamento de Luhan y Yixing, entre frazadas y almohadones, café y palomitas de maíz, coca-cola y pizza.
A veces Yixing se queda con ellos mirando las películas, aun cuando dice que Luhan se la ha hecho ver ya dos veces. Pero se sienta a su lado y le hace pequeños comentarios sobre las reacciones de Luhan que le hacen reír y ganarse pequeños golpes del otro. Si está cansado, se duerme al rato sobre su hombro y le recuerda que Yixing es caluroso. No obstante, la mayor parte del tiempo se complota con Luhan para hacerlo sufrir.
Sin duda son mejores amigos desde hace años, porque con sólo mirarse deciden que deben atacar. Ya lo han hecho admitir que Linterna Verde fue una mierda de película pero que un par de chistes fueron buenos, que El caballero oscuro sí le gustó mucho y que X-men: Primera generación lo mantuvo en vilo las dos horas de película. Sus métodos no siempre son verbales, también se le han tirado encima y lo han atacado con cosquillas. Estas son las peores, porque no lo dejan pensar bien y mucho menos seguir fingiendo que a duras penas disfrutó Iron Man.
Cada vez que logran que confiese, Luhan siempre sonríe orgulloso, como si lo estuviera educando correctamente, y golpea juguetonamente su hombro.
Cuando menos se da cuenta, lleva los últimos tres días sin ir a su departamento. Yixing fue por él y le trajo ropa limpia, pero Luhan y él no han salido más que a comprar café y snacks como triste excusa de estirar las piernas. Le impresiona lo rápido que ha transcurrido el tiempo y le preocupa todo lo que tendrá que limpiar cuando regrese. Hace amago de irse, pero Luhan lo atrapa en una llave complicada que solo podría haber aprendido en una de esas películas y lo convence de que amará Thor.
Después de que Loki cayera entre nebulosas y estrellas y Thor se parara en un extremo del puente mirando hacia la Tierra, Luhan anuncia que debe ir al baño. Kris y Yixing aprovechan que los créditos siguen transcurriendo en la pantalla para abrir la ventana del departamento. Es de noche, pero todavía hay muchas ventanas con las luces prendidas y realmente parece que nadie descansa. El ruido y el aire viciado de Beijing irrumpen en el living mientras Yixing toca una melodía desconocida con las persianas, como si éstas fueran las teclas de su piano.
-¿Y? ¿Ha logrado que te gusten? -pregunta.
-Les tengo mayor aprecio ahora -contesta indeciso.
-¿Entonces? -cuestiona confundido. Kris se encoge de hombros. Ese tipo de películas siguen sin ser su primera opción para pasar la tarde, pero al menos sabe que no son lo peor del mundo-. ¿Sabes que ha sido su «misión» durante el último mes, no?
Kris se ríe.
-Lo imaginé. Algo de hacerme un hombre, seguramente. -La risa de Yixing solo se lo confirma.
(Nunca pudo decirle claramente a Yixing que le gustaba. Fue un enamoramiento que no duró mucho pero que lo golpeó fuerte y lo dejó magullado. «Quizás las personas solo creen que le gusta alguien. O solo quieren que así sea porque quieren creer que lo sienten. Por eso se inventan razones para que decir que alguien o algo le gusta, ¿no? Porque si algo en verdad te gusta, simplemente lo hace.» Se acobardó a último momento y lo dejó siempre para después.
Las razones se desvanecieron en la costumbre y, eventualmente, Yixing volvió a seguir siendo solo su amigo.)
-Vamos, te contaré un secreto -murmura Yixing. Mira rápidamente hacia la puerta del baño y luego se acerca más a Kris-. Si alguna vez se pone pesado, hasta irritante, haz lo que yo hago: di alguna tontería sobre la relación entre las pelis de Los Vengadores. Él mismo te dirá el monólogo con todas las relaciones entre todas las pelis y hasta con las que no son de la saga. Hazte el que escuchas y tendrás al menos diez minutos de paz -explica con una risita y le guiña el ojo divertido.
Kris asiente, serio. Supone que le será útil en un futuro.
En cuanto Luhan sale del baño, él anuncia que es hora de regresar a su departamento. Su amigo lo mira con tristeza y hace un puchero que definitivamente no debería hacer a los veinticinco años, pero que en él todavía se ve tierno. Es un arma, porque Luhan habitualmente evita lo más que puede verse tierno y quiere, en cambio, verse masculino; sin embargo sabe que nadie se resiste a su cara de niño y la utiliza cuando es necesario.
-Mañana es nuestro último día de vacaciones y todavía no limpié mi departamento… -intenta resistirse.
-Los niños deben volver a su ecosistema natural -ríe Yixing por lo bajo.
-Vamos, ¡solo Los Vengadores! -insiste Luhan.
Al final se quedan la noche en vela, cada uno con una taza de café y galletitas dulces. Se duermen enredados en el sillón, cuando despunta el alba y los créditos de Iron Man 3 acaban.
*
Se encuentran en el primer piso y recorren cada vidriera juntos antes de empezar su turno. De vez en cuando lo hacen. Ambos tienen gusto por la ropa de marca. Revisan el shopping center en busca de algo que no saben qué es hasta que lo tienen en la mano. Sin embargo, no tienen en común más que HBA, Supreme y otras pocas marcas. Cada uno tiene un estilo diferente. Y mientras que al final del día, Luhan posiblemente acabaría en el cine, Kris lo haría en una juguetería o tienda de accesorios. Como le gusta bromear a Yixing, el shopping bien podría ser su hogar.
-Al final nos quedó pendiente una película -comenta Luhan y casi parece un refunfuño. Observa un par de medias y un gorro con orejas de koala, aparentemente sin decidir qué necesita más.
-La vi anoche -replica Kris.
La expresión de Luhan no tiene precio. Es de sorpresa, pero una sorpresa agradable, como si acaba de encontrar mucho dinero en su bolsillo.
-¿En serio? -cuestiona, un poco incrédulo.
-Sí -confirma. Es cierto, incluso se vio hasta el final de los títulos, en busca de la escena post-créditos, tal y cómo sus amigos le habían enseñado-. Nunca esperé lo de Loki. -Y el rostro de Luhan se ilumina como pocas veces ha visto. Parece terriblemente orgulloso y contento. Hasta olvida que el invierno ya se ha acabado y agarra el gorro sin miramientos en cuanto Kris decide hacer la prueba y mencionar una relación al azar entre las películas. Inmediatamente Luhan inicia un monólogo sobre todos los vínculos que existen y los que se pueden suponer, nombrando actores que Kris no recuerda y nimiedades que pasó por alto. Sin embargo, no puede desentenderse, porque se da cuenta de que le interesa. Le interesa todos los datos que dice, el modo en que sus ojos se vuelven aún más grandes y cómo no puede parar de hablar incluso mientras se cambia.
Y es interesante porque es otra faceta de Luhan, quien tiende a ser más controlado.
-Así que… Capitán América 2… -empieza a decir unos minutos más tarde, cuando cada uno ya está acomodado en su puesto y tipiando los datos que el sistema de Imegabox les pide.
-¿Quieres verla? Tenemos las entradas gratis, después de todo.
Luhan sonríe.
-Pensaba invitar a Jongin, el primo de Minseok que está de visita, pero creo que prefiero seguir volviéndote un hombre -bromea.
Kris bufa y rueda los ojos, aunque sus labios lo traicionan y lentamente se curvan hacia arriba.
Se arrepiente, debería arrepentirse y está seguro de que se arrepentirá. Ahora tendrán más razones seguramente para meterse con él, por asegurar que no le gustaba algo y terminar siendo quien lo proponga. Se pregunta en qué momento sus amigos habrán dejado de considerarlo serio e imponente. Posiblemente en el mismo momento que empezaron a bromear sobre él y con él. Y quizás así es mejor, porque está seguro de que son realmente sus amigos.
Más que nada Luhan. ¿En qué momento decidió que era mejor desperdiciar todos los días libres mirando películas que ya ha visto, aunque las adore, a asistir a todos los eventos sociales a los que lo invitan? ¿En qué momento se han vuelto amigos tan cercanos?
No se arrepiente. En absoluto.
Luhan es un gran amigo. Siempre encuentra la forma de hacerle sentir especial. Ya sea invitándolo a café, a trabajar en el mismo sitio o a compartir un gusto. Luhan es especial; a veces lo envidia por eso y otras lo agradece. Por ello mismo, lo mínimo que puede hacer es ir a ver una película con él.
En cuanto acaban su turno y se cambian, van por palomitas de maíz y coca-cola. Se entrometen en la sala y buscan sitio en el fondo. Es de las últimas funciones de la noche y la sala no está a rebosar como de costumbre. De hecho, la gente es respetuosa y hace silencio en cuanto Steve Rogers aparece en la pantalla. Y cuando menos se da cuenta, Kris está inmerso en la película, siguiendo con sus ojos cada movimiento de la Viuda Negra y casi sufriendo por Fury. La trama no es mala y los efectos son buenos.
-Estoy casi seguro… -oye de pronto. Se gira y nota a Luhan, realmente inmerso en la película. Está boquiabierto, con los labios humedecidos y los ojos brillando en un tono azulado, a la luz de la pantalla-. ¡Sí, lo sabía! -murmura satisfecho y Kris no puede evitar sonreír. Verlo tan contento, de alguna forma lo alegra. Quizás debería invitarlo también a El increíble hombre araña 2 o decirle que todavía no vio Los cuatro fantásticos-. Ugh, Bucky -suspira Luhan y se deja caer levemente, apoyando el brazo contra el suyo.
A Kris le empieza a hormiguear la mano. Supone que se le habrá dormido, y que agitarla para que se despierte sólo molestará a los demás durante la película. Recién cuando salen del centro comercial y el aire frío y viciado de Beijing los golpea, nota que sigue sintiendo lo mismo. Luhan posiblemente no lo haga, pero él sí. Es una sensación extraña que podría robar toda su atención. Y, sin embargo, no lo hace. Ni siquiera todo el ruido del Distrito Haidian puede distraerlo de su conversación de lo que será Los Vengadores 2.
(Nunca se dio cuenta en qué momento le empezó a gustar. Ni siquiera tiene una idea clara de las razones. Pero cuando está con Luhan no puede dejar de sonreír y no piensa en mucho más que en ese instante.
Quizás Luhan y Beijing están unidos; Luhan es Beijing y Beijing es Luhan.
Solo sabe que le gusta y que no se quiere ir, que será su amigo para siempre. Eventualmente, se lo dirá.)