[exo] Why’d you only call me when you’re high

Jul 01, 2014 18:36

Título: Why’d you only call me when you’re high
Pareja: Suho x Chen
Género: AU
Rating: R
Palabras:4600+
Advertencias: mención a uso de drogas (poquita) y alcohol
Resumen: Cada vez que suena su celular, Jongdae sabe quién es y siempre acepta la llamada. Su relación con Joonmyun no es la que muchos considerarían ideal.
Nota: Escrito para la gala de Chen de 12 Reyes. El resto de las notas están al final.



Why’d you only call me when you’re high

A veces el celular de Jongdae suena y no es Artic Monkeys irrumpiendo en la habitación, sino que es una melodía pop de uno de esos grupos de moda, con más integrantes carilindos que los que se pueden contar con una mano. En realidad fue Baekhyun quien la colocó como el tono de llamada personalizado, con el único fin de molestarle, pero a Jongdae acabó gustándole, así que siempre que suena se pone a cantar a los gritos hasta que encuentra el aparato y acepta la llamada.

Nunca dura mucho. Y es casi irónico, porque a Jongdae le encanta hablar pero no por teléfono, y su interlocutor emite mensajes igual de concisos la mayoría de las veces. Algún día podrían simplemente enviarse mensajes de texto, pero el efecto no sería el mismo. Hay un cierto encanto en la llamada telefónica, con las palabras escurriéndose dentro de su oído e inundando con ansia cada rincón de su cuerpo. El tono urgente pero amable revuelve su estómago pero calienta su vientre y, al cortar, Jongdae no quiere pensar en que ese calor proviene de sentirse finalmente necesitado.

-¿Otra vez? -gruñe Baekhyun desde algún sitio debajo de la frazada-. ¿Acaso no sabe que es lunes y que son las…?  -Se  gira y hace un espectáculo de sacar la cabeza para mirar el reloj despertador-. ¡Casi una de la mañana! ¿Es que los geminianos son propensos al insomnio o qué?

Jongdae no puede evitar soltar una risita por lo bajo mientras se ata los cordones de las Converse.

-Mañana tenemos clases recién a la tarde -señala y busca un abrigo liviano. Están en octubre, pero Seúl de noche es una masa de concreto fría y no quiere arriesgarse a enfermarse.

-Y los virginianos, propensos a la estupidez -determina en un bufido, exasperado y con pequeñas lagañas en los ojos.

Lejos de molestarse, Jongdae le contesta:

-Pero tenemos sexo. -Y ríe con ganas cuando Baekhyun vuelve a gruñir con un murmullo ahogado por un bostezo del que Jongdae no entiende más que «espero que... » y «tus huevos». Tampoco que le interese mucho o le ofenda.

Se apura un poco al caminar. Ya ha perdido el último autobús de la noche y no piensa gastar dinero en un taxi. No está tan lejos, además; ni siquiera supera el par de kilómetros y la ciudad aún bulle a su alrededor mientras atraviesa las avenidas. Algunos locales de comida siguen abiertos y la música pop que pasan en la radio se escabulle hacia la calle desde las tiendas autoservicio 24/7. Considera por unos segundos comprar algo para comer o beber, pero niega con la cabeza y simplemente cruza la calle.

Joonmyun está sentado en la entrada de su edificio, suavemente apoyado contra la puerta de vidrio. Tiene la corbata ligeramente desanudada y el saco abierto y lo espera con una botella en la mano, que bebe a sorbos pequeños y distraídos. Las luces de los autos hacen que sus ojos brillen y que Jongdae se dé cuenta de lo evidente. Joonmyun no está sobrio.

-¿Se ha casado alguien y no me invitaron a la fiesta? -pregunta como saludo y se fija en cómo el traje se le ajusta perfectamente. El largo adecuado de pierna, el calce correcto de hombros, la camisa bien fajada e incluso los mocasines lustrados. Quizás está demasiado elegante como para estar sentado en el suelo.

-Ya quisiera -Joonmyun sonríe y se levanta para saludarlo apropiadamente. Tiene dos botellas, de hecho; una estaba oculta tras su pierna y todavía cerrada-. Cena familiar. Y con el fiscal del estado -comenta mientras abre la puerta. Alza la otra botella y se la ofrece-. ¿Quieres? Alcancé a robarlas antes de irme. Es francés; cosecha del… -se interrumpe al ver la expresión de Jongdae y ríe suavemente tras decidir que no importa, en realidad no importa. Entonces Jongdae nota que tampoco está ebrio, al menos no como quisiera.

Joonmyun siempre le pregunta cómo se encuentra y otras cosas triviales cuando están juntos en el ascensor, con un tono en el que siempre se mezclan la cordialidad, el interés y la costumbre. La primera vez que subieron juntos hasta el sexto piso, Jongdae le aclaró que no era necesario mientras le mordisqueaba el lóbulo derecho. De cualquier forma, lo continúa haciendo y a él no le molesta, incluso últimamente se entretiene intentando discernir qué lo empuja a preguntar.

Se sientan contra la cama y Joonmyun reparte el contenido de la botella en dos copas anchas de vino, con la destreza de un sommelier, mientras Jongdae se ríe porque ningún estudiante verdadero que se precie usa copas ni confiesa que prefiere los Carménère a los Cabernet Suavignon. Joonmyun se encoge de hombros y le ordena en broma que no beba, así quedará más vino para él y que será perfecto para acompañar su dieta de ramen instantáneo.

Vacían las copas, descorchan el otro vino y los labios rosados de Joonmyun se tiñen de rojo en un contraste delicioso con la blancura de su piel. Jongdae siente el paladar seco y las mejillas calientes cuando se estira para plantarle un beso a Joonmyun. Éste no se sorprende, sino que lo toma de la mejilla y lo atrae más hacia sí. Muerde su labio inferior y profundiza el beso; saliva, deseo y un gustillo a uva y hierbas se mezclan entre ellos.

Tienen la precaución de alejar las copas pero no la botella de vino y levantarse lo suficiente para dejarse caer sobre la cama. Joonmyun juega con su pelo al tiempo que mordisquea su mandíbula y Jongdae se apresura a quitarle el cinturón y desabrochar su camisa. Bebe un sorbo a pico antes de lanzarse a besar y mordisquear el pecho blanco y probar cuánta piel podría tintar de rojo.

-Haré mi pasantía en la fiscalía. Y si las relaciones entre mi padre y el fiscal siguen bien, trabajaré allí cuando me gradúe -le comenta Joonmyun por lo bajo, como quien no sabe qué hacer con la noticia, en algún momento entre besos secos con sabor a Cabernet Suavignon y dedos tanteando su entrada.

Es tras las primeras embestidas erráticas que una idea empieza a tomar fuerza en Jongdae, ya en el año que se conocen. Recién cuando se está cambiando para regresar al dormitorio del campus y ve a Joonmyun adormilado entre sábanas manchadas de semen y vino tinto, la idea se aclara en su mente. Joonmyun es el vivo cliché de niño rico con padres demasiado exigentes, con el encanto decadente de quien alguna vez se atrevió a soñar más allá de sus obligaciones.

-

Las llamadas que siempre espera que no sucedan pero que son sus favoritas son anunciadas por Nirvana. La primera vez que Baekhyun la oyó, arrugó la nariz y dijo que era una canción demasiado mainstream de la banda; fue también la primera vez que escucharon a Kyungsoo emitir un sonido que se encontraba a medio camino entre un bufido y una carcajada, y la primera vez que le ayudó a recordarle quién tiene en su celular a SNSD y Avril Lavigne mezclándose con Three Days Grace.

A pesar de todo, Baekhyun tenía razón. Sin embargo, era la única canción que a Jongin le había gustado del disco de Nevermind que habían encontrado en la calle cuando eran niños, y que cantaba por pura fonética. Es la única canción que sigue cantando e incluso intentó bailar cuando bebieron soju de más durante el Chuseok que Jongdae tuvo que pasar con su mamá.

Siempre quedan para encontrarse en alguna pequeña cafetería o una pizzería en Dongdaemun, un punto intermedio para los dos. Es Jongin quien normalmente decide el horario, pero también es quien llega tarde, con expresión adormilada o exhausta. Él no le dice nada más que alguna broma inofensiva como saludo. No está en posición de decirle nada; y siente que jamás lo estará. Por lo que siempre lleva el periódico de la universidad, apuntes o lo que tenga más a mano para entretenerse hasta que llegue Jongin con una disculpa atorada en los labios.

Ordena un latte y se pone a jugar en su celular mientras espera, porque ha notado que la cafetería está cerca del departamento de Joonmyun y el recuerdo de su lengua aún cosquillea en su clavícula. Alcanza el número 1024 en el instante en que Jongin se sienta enfrente suyo, un poco azorado y con la sudadera de K-Arts moviéndose al ritmo de su respiración ligeramente agitada.

-Hey, hyung. Perdón, pero me…

-Está bien -le interrumpe quizás más bruscamente de lo que jamás quisiera hablarle. Adora a Jongin, es su hermano pequeño y quien defiende su honor cuando Chanyeol le patea el culo en LOL-. ¿Quieres un mocha?

Jongin asiente y añade un cupcake de arándanos en un murmullo rápido, casi secreto, como si temiera que alguien conocido fuera a escucharlo. Jongdae se ríe; no duda de que para este momento, todo K-Arts sabe que Jongin no sigue ninguna dieta. El chico seguramente se alimenta a base de pollo frito, arroz, bebidas de magnesio y felicitaciones.

Lo adora, en serio, especialmente cuando lo arrastra a karaokes o lo felicita después del programa de radio. Solo que a veces lo envidia. No porque sea más alto o guapo o algo igual de superficial. Jongin representa todo lo que Jongdae no es. Convicción, esfuerzo y superación.

Sin embargo, Jongdae no es tan inmaduro como para echar las culpas a otro que no sea sí mismo. El divorcio de sus padres cuando era recién nacido no afectó mucho su relación con ninguno, hablaba por teléfono cada noche con su papá e iba en las vacaciones a su casa en Busan; y el nuevo casamiento de su mamá solo significó el triple de regalos en su cumpleaños y Navidad y un hermanito con quien mirar Pororo. Ni siquiera tenían trato diferentes; ambos eran castigados cuando llegaban tarde y debían turnarse para hacer los quehaceres. Si Jongdae se abocó a jugar con la Play y a salir con sus amigos en lugar de estudiar, fue por decisión propia y por la fútil confianza de que luego se las arreglaría.

También quiere creer que no tuvo mucha suerte. A diferencia de Jongin, nunca encontró de pequeño algo que lo apasionara, que se le metiera en las venas y se volviera un término constante en su vida. Jongin respiraba música y hablaba baile, maleaba los tópicos de conversación hacia la danza y hacía oídos sordos a los músculos agotados. Si ahora lleva la sudadera con el logo de K-Arts, no es para hacerse ver o tener la oportunidad de jactarse de haber obtenido una beca, sino porque está todo el tiempo en el estudio, perfeccionándose frente al espejo.

-Gracias, hyung -dice y se come el cupcake en pocos mordiscos.

-¿Qué? ¿Olvidaste cómo comer como alguien normal? -pregunta con sorna-. ¿U olvidaste otra vez comer? -añade con algo de preocupación.

-Solo el almuerzo, lo juro. -Le hace un gesto y se levanta a pedirse otro cupcake más, que lo trae casi escondido en sus manos-. ¿Cómo va todo, hyung?

-Como siempre. Trabajo los fines de semana, la radio los sábados a la noche y clases durante la semana.

-Oh, ¿y qué tal las llevas?

Es una pregunta sencilla e inocente, pero la espalda de Jongdae se tensa y el latte no contrarresta la amargura en su garganta. Y es quizás la decepción consigo mismo y la envidia rugiendo en su estómago lo que le hace contestar de manera cortante.

-No estoy fallando ninguna. -No hablan de que la mayoría de sus notas son apenas aprobados o que un profesor ya le advirtió que su desempeño no está siendo adecuado. Nunca lo hacen, porque Jongin suele ser demasiado directo, así que Jongdae se las arregla para nunca tocar el tema-. ¿Y tú? ¿Te estás preparando para la presentación de fin de año?

Los ojos de su hermano brillan cuando empieza a contarle como un perrito emocionado lo que están preparando. Todo el campus está exaltado por el festival y si tiene suerte, tendrá un solo, pero por el momento está preparando con Sehun un mash-up de jazz y hip hop, lo que los llevó a convertir su habitación del dormitorio en un segundo estudio baile con el espejo que «tomaron prestado» del departamento de teatro. Y en algún momento la conversación se desvió a cómo Sehun es un desastre después de ensayar, que deja la ropa tirada y no limpia adecuadamente el baño.

Jongdae suelta una carcajada.

-No puede ser peor que Baekhyun. Nadie puede ser peor que Baekhyun. Ni siquiera sé por qué sigo compartiendo esa pequeña y pobre excusa de monoambiente con él.

-Porque es tu mejor amigo -responde Jongin con una sonrisa fácil. Él hace un espectáculo de darle la razón a desgana-. ¿Cómo anda? ¿Sigue siendo «Señorita T»? -pregunta con un sonrisa socarrona imposible de no imitar. Quizás porque comparten un vínculo de sangre o porque pasaban demasiado tiempo juntos en casa y compartían demasiados viajes hacia la escuela, pero a veces son tan diferentes como parecidos.

-Sigue llorando por ser «Señorita T».

-¿Por qué ese nombre? -cuestiona con una carcajada.

-La T por quien lo convenció y lo otro, porque «el horóscopo no es un trabajo ni para hombres ni para periodistas serios». -Puede recordar exactamente el tono indignado con el que se lo dijo entre libros sobre Peirce y apuntes de Ciencia de la comunicación. Lo había aceptado porque en primer año nadie obtenía trabajo y él estaba decidido a ganar experiencia y escalar hasta aparecer en la televisión-. Para mí que inconscientemente está aceptando ser una nenaza -agrega burlón.

-Y se ha peleado con Kyungsoo, ¿verdad?

-Sí… no se ponen de acuerdo con algo de un trabajo práctico. ¿Cómo sabes?

-Ha insinuado que los capricornianos seremos odiados toda la semana -sonríe tras su mocha y la sonrisa se agranda cuando Jongdae rueda los ojos-. A ti no te fue mal, aparentemente no tendrás una mala semana en el amor, hyung. -Se contiene apenas de soltar un bufido. Baekhyun había encontrado gracioso cambiar a último momento sus predicciones cuando lo vio entrar con la cabeza gacha a las siete de la mañana y le descubrió dos pequeñas marcas de dientes en el hombro-. ¿Estás saliendo con alguien?

Jongdae lo mira cuidadosamente antes de contestar. Jongin es sincero y directo, no enmascara sus juzgamientos y no es tan idiota como para aceptar ciegamente una mentira. No obstante, en su expresión no hay más que diversión y simple curiosidad, la misma que tendría cualquier hermano menor.

-No estamos saliendo exactamente, pero sí, se podría decir que sí.

Jongin sonríe abiertamente.

-Eso es genial, hyung. Siempre supe que serías el primero en tener novia.

Jongdae quiere reírse de lo ridículo que suena. Su estómago se vuelve de plomo y empieza a arrepentirse de estar bebiendo solo un latte. No tarda en despedirse con la excusa de que debe preparar el programa del sábado y la promesa de que hablarán pronto. Hay una razón tras su negativa hacia Chanyeol y Yixing sobre la propuesta de iniciar el programa con Nirvana a pesar de ser su banda favorita.

-

Su celular no debe parar de vibrar por las señas que Yixing le hace desde la cabina de producción pero todavía quedan otros cinco minutos hasta una canción. Deja que Chanyeol guíe la mayor parte de la conversación sobre el festival de talentos que organiza la universidad y solo participa activamente cuando debe anunciar que la próxima canción es de One Republic.

Por un momento teme que sea Jongin. Le costó un poco darse cuenta y lo hizo recién en la parada de autobuses, cuando su hermano se subía al colectivo, se había agarrado de la cadera y frotado distraídamente su baja espalda. El año pasado había tenido un desgarro mientras ensayaba que lo mantuvo semanas lejos del estudio y casi le valió la beca. Sabe que Jongin no se detendrá por lo que considera simple molestias, aún así intentó convencerlo por teléfono de que se cuide y vaya a hacerse ver.

No obstante, en la pantalla aparece el número de Joonmyun, con la leyenda «prince charming» y la foto de un asno con corona que le colocó Baekhyun en su momento y él jamás se molestó en cambiar. Son dos llamadas perdidas que se convierten en cuatro, pero Jongdae recién puede llamarlo cuando se hacen las cero horas y Chanyeol agradece a quien haya estado acompañándolos esa noche de sábado.

La voz de Joonmyun no se escucha, ahogada por la música estridente. Solo un grito de júbilo y Jongdae corta la llamada, harto de intentar distinguir alguna palabra. Le manda por mensaje un simple «no se escucha» y espera unos cuantos segundos. No recibe respuesta.

Acepta ir a tomar algo con Chanyeol a un bar cercano porque Joonmyun no responde y lo más seguro es que Baekhyun haya salido. Es después del quinto shot de tequila que la eterna sonrisa grande de Chanyeol se serena ligeramente y no deja de decir tonterías casi al azar para mantener la conversación animada, pero éstas parecen adquirir sentido.

-¿Sabes? Baekhyun se molestó conmigo cuando te ofrecí a ti trabajar en la radio de la uni. Y claro, él sería bueno también, pero creo que tú eres mejor, Jongdae-yah. Tienes potencial, sabes desenvolverte y, al menos, no pides que sean transmisiones bora -ríe con fuerza y apura un trago que quizás ya no debería tomar.

De hecho, sí sabe que Baekhyun estaba enfadado, pero éste había intentando actuar como deberían hacerlo los buenos amigos y ocultarse tras bromas indignadas y poco ofensivas. Pero ya llevaban dos años siendo compañeros de dormitorio, con domingos desperdiciados en resaca y trabajos prácticos que dejaron para último momento mientras discuten quién debería limpiar el baño, como para no reconocer la manera en que las venas de sus sienes sobresalen cuando está furioso.

Y Jongdae quizás está lo suficientemente alegre como para reconocer que su amigo se lo merecería y defenderlo.

-Él quiere experiencia. Para conducir su noticiero y eso.

-Como si no lo supiera -resopla Chanyeol y aún así no pierde la sonrisa. Debe ser lindo ser como él, con una personalidad tan expresiva, alegre y extrovertida que todos desean estar a su alrededor, esperando a contagiarse de su buen humor. Él mismo se le acerca de vez de cuando por esa razón; porque pasar tiempo con Chanyeol solo puede afectarle de dos maneras: su mundo se transforma repentinamente en colores brillantes y cielos agradables, o le dan ganas de mirarlo mortalmente y dejar que la acidez se escurra de su lengua, porque el mundo en realidad es una mierda bien enmascarada y Chanyeol debería ser realmente un idiota por no darse cuenta-. Lo quiero a Baek, es de mis mejores amigos, pero es una puta diva. ¿Sabes que aspira a conducir un noticiero porque así toda Corea lo miraría? ¿Y que nadie, realmente nadie, odia al tipo de las noticias? «Inténtalo», me dijo una vez. Y lo intenté y es cierto, no puedes odiarlo.

Jongdae se echa a reír, especialmente por la manera en que se lo reafirma, asintiendo con los ojos bien abiertos. Considera más probable que sea porque Chanyeol es el tipo de gente que no puede odiar a nadie de primera.

-La verdad es que sí, Baek podría ser un locutor asombroso -continúa, luego de intentar sorber su vaso vacío-, pero él sabe en lo que es realmente bueno y sabe qué quiere. ¿Pero tú? ¿Sabes lo que quieres? Podrías ser el segundo mejor locutor del país, después de mí obviamente. ¿O acaso no quieres?

Chanyeol habla de su novia y de cómo la extraña aun cuando la ha visto ayer, con palabras arrastradas y un gracioso sonido sibilante al final de cada frase. No obstante, sus ojos se cierran peligrosamente después del octavo trago y Jongdae lo mete en un taxi. En sus oídos han quedado resonando las palabras de su amigo. Son como una campanilla, que suena aguda y constante y retumba por todo su cerebro.

Que qué quiere.

Quiere muchas cosas. La paz mundial, aprobar el semestre, ser millonario. Que Jongin se encuentre bien, que su padre encuentre pareja, que el mundo no lo juzgue o critique. Un auto para ahorrarse los subtes, saber qué quería decirle Joonmyun, un sábado libre. Que él mismo no se critique.

Opta por caminar de regreso hacia el dormitorio; necesita que su cabeza se airee un poco. Se distrae a sí mismo pensando debidamente cada paso que da y cada tropiezo que evita por un buen rato, hasta que su celular suena y no es Artic Monkeys ni Nirvana ni nada remotamente pop. Un «¡mensaje!» suena con voz robótica y lo próximo que Jongdae reconoce que está haciendo es contestar un «gracias por avisar» antes de marcar casi automáticamente un número que no recuerda haber aprendido de memoria.

-¿Qué haces? -pregunta apenas le contestan.

-¡Jongdae! -saluda Joonmyun, arrastrando un poco la última sílaba-. Nada. Volviendo a casa. Fue genial, tendrías que haber venido. -Supone que para eso lo llamaba antes, para ir a alguna de las tantas fiestas que hay en Seúl cada fin de semana. Después de todo, el ruido era estrepitoso.

-¿Ah, sí? -No necesita confirmación, tampoco le interesa en ese momento, por lo que prosigue antes de que Joonmyun se embarque en una perorata sobre todo lo que él no presenció-. Pues yo voy a estar solo, Baekhyun no vuelve hasta mañana.

La respuesta no se hace esperar ni un segundo.

-Ya voy para allá.

El camino que le resta hacia su dormitorio es relativamente corto y siente que lo realiza en un estado de semi-inconsciencia, con cada pensamiento difuminándose de su cabeza, uno sin hilarse al otro por ninguna razón relativamente coherente. Trastabilla al subir el pequeño escalón de la entrada y estalla en risas agudas porque, en serio, podría parecer entre sus amigos que es quien más resistencia posee, pero él siente que el tequila y la ansiedad siempre le pegan más tarde.

Y es un golpe que de alguna forma agradece, cuando brazos lo rodean por atrás y la voz melodiosa de Joonmyun le pregunta qué es tan gracioso. Su mentón hace presión en el hombro de Jongdae y huele a cigarrillo, vodka y ligeramente a colonia, pero su aliento golpea caliente contra su cuello y le eriza la piel. Atrapa con sus manos los brazos de Joonmyun y lo obliga a seguirlo, paso a paso, latidos y risitas hacia su habitación.

Ve de reojo la mirada pesada de Joonmyun; ojos rojos y brillantes, sin enfocarse en nada realmente. Está borracho, están los dos borrachos, pero no importa porque así se conocieron; ambos con unas cuantas copas de más, en una de esas fiestas donde Jongdae iba para ayudar las primeras horas en la barra a cambio de unos cuantos wones y tragos gratis, y en la que se rió abiertamente de la incapacidad de Joonmyun de flirtear a pesar de ser tan guapo.

«No sé ligar…. Suelo ir en serio. Pero ahora no estoy para serio», le había dicho con una sonrisa tímida, gestada entre la vergüenza y la rendición, mientras arqueaba una ceja y así se veía mil veces más atractivo que cuando intentaba flirtear.

«Que suerte que yo tampoco», había sonreído él mientras tiraba de su mano hacia algún sitio lejos de la barra. Habían acabado en un rincón cerca de la entrada, acariciándose por encima de la ropa hasta que Jongdae se invitó a su departamento.

Joonmyun sigue abrazándolo por la espalada, sus manos huesudas aferrándose a su cintura y arrugando su ropa. Podría describir de memoria la manera en que los nudillos sobresalen y las venas se marcan con cada movimiento que hace, pero las manos suben por su pecho y está más interesado en cómo frota su tetilla por encima de la camiseta, casi con rudeza, hasta dejársela erecta y resentida, y en cómo apoya su cadera contra su muslo mientras le pide en susurros que no se contenga, que están solos. Jongdae lo sabe perfectamente, si la cama de Baekhyun está hecha un revoltijo al lado del armario; solo que le gusta contenerse un rato porque sabe que Joonmyun se esfuerza el doble cuando los resultados que obtiene no son los que deberían ser. Por lo que su lengua no se hace esperar y empieza a pasearse perezosamente por su cuello hasta su mandíbula, donde deja una tríada de pequeños besos húmedos. Su otra mano se hace esperar aún menos y baja hacia el borde de su jeans, que desabotona con agilidad o demasiada suerte. Dedos finos se entrometen debajo de la tela y acarician en realidad su bóxer, pero Jongdae siente el calor y el poderoso hormigueo en su cadera, en sus muslos y en su ingle.

Entonces Jongdae abre sus labios casi por reflejo y, mierda, gime.

El sonido de orgullosa satisfacción de Joonmyun es gutural y demasiado sugestivo como para pasarlo por alto. Su persona en sí es difícil de no mirar, aun en el día a día, cuando usa suéteres aburridos y monocromáticos y su mejor semblante de amabilidad. No obstante, esa dificultad lindera con la extrema imposibilidad cuando esos dedos finos y blancos pellizcan su labio inferior y se meten dentro de su boca con la expectativa de ser lamidos.

-Hace mucho que no siento esa boquita -susurra Joonmyun en su oído, respiración pesada, aliento caliente a vodka y deseo. Él no le recuerda que se la chupó el viernes pasado en uno de los cubículos del baño del M6 en Hongdae, entre paredes frías y éxtasis, porque sinceramente ni él mismo lo recuerda cuando su miembro duele y los dedos de Joonmyun no dejan de provocarlo.

Logra girarse un poco y enfrentarlo.

-Y hace tiempo que yo no siento la tuya, ¿no? -le contesta y no es brusco, es una negociación. Las negociaciones podrían no ser su fuerte, pero sabe exactamente cómo hacerlas, con el tacto y las palabras justas. Son, de hecho, el de Joonmyun; quien finalmente asiente un poco dudoso, ofuscado por el alcohol y las caderas de Jongdae frotándose contra las suyas.

Se pone de rodillas y Jongdae suelta un jadeo ahogado cuando le baja el bóxer sin delicadeza y respira directamente sobre su erección. Sabe que Joonmyun no intenta hacer ningún espectáculo, pero él siente que ve uno cuando esos labios finos y rosados se abren y lo toman. No puede esperar a verlos hinchados, recorriendo su miembro desde la punta hasta la base y de vuelta, manchándose de pre-semen.

Su boca es húmeda y se siente bien y, aunque no sea un experto, tampoco lo hace mal; al menos, sus dientes no le hacen daño. Deja escapar un fuerte gemido cuando Joonmyun le da una pequeña y suave mordida al glande mientras mantiene separadas sus piernas con una mano y le acaricia sus testículos con la otra.

Es una puta ironía. Jongdae quiere acabar pero no quiere que se termine y la idea lo golpea como una bala, segundos después de agarrar el brillante pelo de Joonmyun  para que no se aleje mientras arquea la espalda. Se corre más pronto de lo que le gustaría admitir, pero cuando atina a fijarse en Joonmyun, solo nota que tiene la mirada aún un poco desenfocada aunque cargada de lujuria y se limpia los labios con el dorso de la mano.

Entonces Jongdae lo besa con avidez y fuerza, porque quiere sentirlo.

Cada vez que suena su celular y es aquella melodía pop que no puede detestar, Jongdae sabe quién es y siempre acepta la llamada. Su relación con Joonmyun no es la que muchos considerarían ideal, pero por ahora lo único que sabe es que no quiere modificarla. Porque Joonmyun no lo juzga, él mismo no se critica y todo se siente bien, tan jodidamente bien.

Aun cuando la resaca pueda ser intolerable.

Nota: Sinceramente quiero seguir esta historia y darle un final más digno, así que no será raro si pronto la alargo. Después de todo, tengo esta idea muy larga desde que rebloggué esto. Tampoco estoy segura
de si clasificar esto como R o NC-17. This is why i don't write smut people.
Gracias a quien haya leído ♥

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