CENA DE ENSAYO
-¡¡¡¿Te lo has follado?!!!
Justin miraba a Brian con los ojos abiertos como platos, mientras lanzaba su pregunta en un tono a medio camino entre el asombro y la acusación. Pero el asombro se impuso por mayoría absoluta cuando Brian, con un movimiento nervioso y casi ¡¿tímido?! se llevó la mano a la nuca mientras bajaba la cabeza como ¡¡¡¿avergonzado?!!!
-¡¡¡¿A ese?!!! ¡¡¡¿Te has follado a ese?!!! -insistió en preguntar Justin, todavía incrédulo.
“Sin excusas, sin arrepentimientos”
Brian intentó recuperar la iniciativa repitiendo mentalmente el lema que le había funcionado tan bien durante una gran parte de su vida. De hecho, seguía siendo el lema que aplicaba al 99% de sus actos, así que alzó la vista desafiante… para volver a bajarla al comprender que, realmente, el momento pertenecía al uno por ciento restante. Un uno por ciento que, en ese preciso instante, le estaba tocando los cojones a base de bien. Además, tenía que reconocerlo, no se sentía precisamente orgulloso… o quizás… ¿sí?
-Fue en defensa propia -barbotó.
La mandíbula de Justin cayó, literalmente hacia abajo, por la sorpresa. Tuvo que apartar la vista de Brian porque, de pronto, no sabía dónde mirar. ¡Se estaba disculpando! ¿Se estaba disculpando? ¿En defensa propia? Pero ¿qué mierda de disculpa era esa?
Miró a su alrededor sacudiendo la cabeza en un intento de recolocarse las ideas, evitando cuidadosamente que su vista cayera sobre “la cosa”. Y sus ojos enfocaron a Emmet que se había acercado y asentía vigorosamente, como dando la razón a Brian. Y a su lado, Deb, hacía lo mismo.
-¿En defensa propia? -consiguió preguntar, balbuceante, sin apartar la vista de los dos testigos de la defensa que insistían en asentir, como esos perritos de cabeza meneona de los coches.
Y la sangre le subió de golpe a la cabeza
- ¡¿Me estáis diciendo que ha tenido que defenderse a golpe de polla?! -exigió, completamente alucinado.
SEIS DÍAS ANTES
-Tenemos que hacer una boda por todo lo alto -dijo Michael emocionado, mientras pasaba el peso de su cuerpo de un pie al otro, en pleno baile de San Vito- ¡Tantos años esperando! Y ahora que por fin es legal hemos de hacerlo memorable.
-¡No nos va a dar tiempo a prepararlo! -se quejó Emmet con voz temblorosa, agitando las manos como si sufriera un ataque epiléptico- Tengo montones de ideas para la boda, pero si os empeñáis en celebrarla este domingo va a ser imposible ponerlas en marcha.
-Podríais retrasarla -sugirió Ted, suicidamente- después de todo…
-¿Retrasarla? -Michael casi se ahoga por la sugerencia y sus espasmos nerviosos se acentuaron. -¡Ni un día más de retraso! -proclamó, casi histérico- En cuanto se anunció la legalización del matrimonio gay, Ben y yo nos presentamos en el ayuntamiento para pedir los papeles y…
Ted asintió enérgicamente para evitarse oír de nuevo la historia de cómo un empleado homófobo se había dedicado a retrasarles la concesión de la licencia cuanto pudo para sabotearles la boda y cómo, durante el proceso, Michael había decidido que lo que iba a ser un simple matrimonio en el registro civil se convirtiera en declaración de principios mediante una celebración por todo lo alto.
-¡Eres el mejor, Emmet! -aseguró Ben, pidiendo apoyo con los ojos a Brian para calmar los ánimos- cualquier cosa que hagas será fabulosa.
-¡Desde luego que sí! -aseguró Brian, recibiendo el mensaje y uniéndose a la operación “tranquilizar a las princesas” emprendida por Ben.
-¡Pero es muchísimo trabajo! -Emmet empezó a enumerar las cosas pendientes con los dedos- ¡Buscar un local! ¡Contratar la música! ¡El catering! ¡Las invitaciones! ¡Los anillos! ¡Las flores! ¡El… -con las prisas se olvidó de respirar y las últimas palabras salieron en un murmullo ahogado.
-Por el local no hay que preocuparse -anunció Brian en un intento de facilitar la vida a sus amigos- ¡Celebraremos la boda en Britin!
-Además -terció Ben, el eterno optimista- mi prima Kate ha dicho que vendrá a ayudar. Y también Hunter. Veréis como, entre todos, organizamos una boda espectacular.
CINCO DÍAS ANTES
-Esta es mi prima Kate -presentó Ben- Kate, a mi suegra Deb ya la conoces, Ted, Brian y Emmet, Emmet se encarga de organizar la boda.
-¡Oh! -Kate se lanzó a hablar con entusiasmo- ¡Tengo un montón de ideas sobre la organización! Precisamente las he comentado con mi amigo Miklos en el avión. Seguro que habéis oído hablar de él, Miklos Tares, el mejor organizador de eventos de Los Angeles. ¡Tendríais que ver las bodas que organiza para los actores de Hollywood! ¡Increíbles! Además, es un gran artista. Un escultor de primera.
Emmet lanzó a la prima Kate una mirada desencajada mientras el resto de los presentes contenía la respiración.
-Estoy seguro de que el Sr. Tares ha hecho unas sugerencias estupendas, pero no es necesario que te molestes -Ben intentó poner paz- Emmet es el mejor organizador de Pittsburgh y nos ha hecho un hueco en su apretada agenda.
-¡Oh, no es molestia! -concluyó la prima Kate- Como la cosa ha sido tan precipitada he pedido a Miklos que os eche una mano y ha aceptado aunque estaba de vacaciones ¡es un amor de hombre! -y, dirigiéndose a Emmet, remató la ofensa- ¡Seguro que aprende usted muchísimo viéndole trabajar!
-Nosotros tenemos que irnos ya -intervino Ted sujetando a Emmet por un brazo, y haciéndolo girar rápidamente, evitando así que respondiese a la prima Kate, mientras Ben se la llevaba a toda prisa, con la excusa de saludar a Hunter y a Jenny Rebeca que acababan de llegar.
-¡¡Aprender!! -Emmet estaba fuera de sí- ¡Que cojones tengo yo que aprender de un escultor californiano!
-Emmet, por favor -suplicó Michael- cuando Ben salió del armario, Kate fue la única de sus parientes que no le dio la espalda, y se ha esforzado todos estos años para que otros miembros de la familia me aceptaran, e incluso ahora ha convencido a algunos para que vengan a la boda. No te pelees con ella. Por favor.
-¡Vamos, Emmet! Tú eres un profesional -intervino Brian- y él también es un profesional. No lo tomes como algo personal. Seguro que os ponéis de acuerdo en distribuiros las tareas. Hay trabajo para hartar.
CUATRO DÍAS ANTES
Brian miró de nuevo a su alrededor y sintió un escalofrío. Britin, “su Britin” parecía un manicomio. Estaba a un paso… no, ¡a un suspiro! de arrepentirse de haber ofrecido su casa para la celebración de la boda. Inspiró hondo intentando controlarse mientras oía como ruido de fondo las discusiones que brotaban por doquier.
Buscó con la mirada un rincón dónde ocultarse al menos diez minutos para calmar sus nervios. ¡La despensa!
Abrió la puerta del pequeño cuarto donde se guardaban las reservas de alimento y los útiles de limpieza y se dio de bruces con Hunter, que leía un libro sentado en el suelo del reducido espacio.
-¡Ah, no, tío! ¡Yo he llegado primero! ¡Búscate otro escondite! -soltó el mierdecilla poniéndose en pie de un salto- Aquí no te puedes quedar. Eres el padrino así que te buscarán, nos encontrarán a los dos y yo acabaré suicidándome o matando a alguien. ¡Cierra al salir!
Tuvo que luchar contra la tentación de sacar a rastras a Hunter, ¡era su casa!, pero si iniciaba una discusión llamaría la atención y ahora que estaban todos distraídos, peleándose entre ellos, era el mejor momento para huir.
¡Las cuadras! ¡No! Estaban llenas de gente descargando y metiendo allí las sillas para la ceremonia. ¿El desván? Demasiado obvio. ¡Ya está! Huiría por la puerta trasera hasta el garaje y saldría pitando con su Corvette. Ni siquiera hacía falta que se fuera al loft. Podría pensar mientras conducía y eso le permitiría calmar sus nervios. ¡Dicho y hecho! Se escurrió subrepticiamente de la casa y aceleró derrapando cuando fue descubierto por Miklos Tares, que intentaba decirle Dios sabía qué. ¡El tío era lo más pesado que se había echado a la cara en toda su vida!
Diez minutos de pensar, con el coche aparcado en la cuneta de un camino poco transitado de West Virginia, le llevaron a una conclusión. ¡Estaba bien jodido! No podía actuar según le pedía el cuerpo y mandar a la mierda a toda esa gente que se había colado en una ceremonia que debería ser alegre y ahora se había convertido en una pesadilla dantesca.
Y no podía porque no quería herir los sentimientos de sus amigos ¡Joder, Brian! ¡Con lo que tú has sido! ¡Sentimientos! ¡Puaj! Antes nunca hubieras… ¡Echa el freno ahí! Y no te mientas a ti mismo. Organizaste la boda de Lindsay para hacerla feliz. Y ahora estás metido en este lío para hacer feliz a Michael. Y a Deb. Y a Ben. Y a toda la puñetera pandilla ¡joder!
Una vez más lamentó que Justin estuviera de gira por la península escandinava y regresase justo para la cena de ensayo. El rubio poseía unas dotes para la diplomacia que, en esos momentos hubieran sido utilísimas, porque entre Emmet i el tal Miklos se había desatado una guerra sin cuartel.
¡Y pensar que cuando lo vio por primera vez le pareció que esos dos podrían llevarse bien! El tal Miklos era como una copia calva, regordeta y bajita de Elton John, con enormes gafas de cristales coloreados a juego con la chaqueta. Y debía tener una reserva inagotable de gafas y chaquetas porque ya lo había visto de rosa, naranja, azul… ¡Dios! Cuando los presentaron le dieron ganas de arrancarse los ojos.
En fin ¿a quién conocía él que pudiera echarle una mano para evitar que esos dos se matasen? ¡Cinthya! Si, su fiel lugarteniente tenía diplomacia para dar y vender.
TRES DÍAS ANTES
-¡Me voy! -anunció Cithya recogiendo el bolso y dirigiéndose decidida hacia la puerta- Y si no quieres que dimita también de Kinnetic, no intentes detenerme.
-¡Joder, Cinthya! -se asustó Brian colocándose ante ella para impedirle el acceso a la salida- no me dejes solo con esa gente o acabaré loco.
-Tu familia, tu problema -sentenció Cinthya decidida, intentando echarle a un lado.
-Creí que éramos amigos -murmuró Brian, acudiendo a sus dotes de manipulación en un intento desesperado por no quedar solo ante el peligro.
-¡Y yo también! Pero has preferido que yo me volviera loca a que lo hiciera Ted. Ya me pareció extraño que estuviera tan satisfecho de tener que ocuparse de la dirección de Kinnetic en vez de disfrutar de sus vacaciones aquí. El muy traidor salió huyendo como un conejo asustado y me metió a mí en el fregado.
-No fue él -dijo Brian- fui yo. ¡Te necesito! ¡No sobreviviré sin ti -Brian no necesitaba fingir dramatismo porque estaba hablando en serio y Cinthya se dio cuenta.
-Pero esto es insoportable, Brian -intentó explicarse Cinthya, alterada- yo creía que tendría que lidiar solo con dos dramma-queen, pero están reclutando gente para la campaña y ahora hasta los empleados de la floristería se pelean entre ellos. Es como si alguien hubiera soltado un gas ponzoñoso en Britin y todo el mundo se viera afectado. Sólo son las 10 de la mañana y ya he tenido que consolar a Deb, a Michael, a Emmet e incluso a Kate ¡Y a esa no la conozco de nada!
Brian contempló a su leal colaboradora de hito en hito. Ellos habían lidiado con corporaciones internacionales, con complots, con clientes abusivos, con chantajistas… ¿Cómo era posible que una simple boda les derrotara?
-Lo hemos enfocado mal, Cinthya. Ese es el problema. Vamos a empezar de nuevo y a actuar como si esto fuera una campaña de Kinnetic, una de las complicadas ¿vale? -propuso esperanzado.
-Vale -acepto ella, después de resistirse a la idea unos segundos.
-Averigua todo lo que puedas sobre el tal Miklos y pásame la información. Luego convoca a la familia para una reunión en las cuadras. Deb, Emmet, Ben y Hunter. Sobre todo adviérteles que no quiero que Michael, Kate y Miklos se enteren. ¿Qué hora te parece mejor?
-Kate y Michael se irán en una hora con Miklos a probarse los trajes de boda. Ben puede decir que no quiere coincidir con Michael para no tener mala suerte, o cualquier otra tontería que se le ocurra como excusa.
-¡Bien! -aprobó Brian- siempre puedo contar contigo. ¡Eres la mejor!
-Puedes dejar de hacerme la pelota, Brian -señaló Cinthya en tono enfadado- Ya he dicho que te ayudaré. Pero me vas a deber una. ¡Y muy grande!
Mientras se dirigía a la reunión, Brian no pudo evitar tropezarse con una de las discusiones que brotaban por doquier. Eran los empleados de la agencia de transportes, que habían traído las carpas y las estaban descargando.
-¡Así que vas diciendo por ahí que yo no hago mi parte del trabajo!
-¿Yo? Yo no he dicho nada. Eso ha sido Charly que siempre está criticando a todo el mundo.
-¡No señor! ¡No señor! ¡Ni hablar! -intervino el susodicho Charly -Has sido tú, que como eres pariente de una amiga del encargado te dedicas a chivarte.
-¡Bueno, a ver si descargamos de una vez! -se quejó el conductor.
-¡A ese ni caso! Va diciendo que nos emborrachamos en los descansos y es él quien….
-¿A que no me lo repites a la cara? -exigió el conductor bajando de la cabina.
-¡¡BASTA!! -gritó Brian furioso, plantándose en medio del grupo- ¡Todo el mundo fuera de aquí! Os vais a dar una ducha de agua fría, o podéis tiraros vestidos a la piscina para enfriaros el coco, o destriparos a cuchilladas donde yo no pueda veros, pero aquí no aparezcáis por lo menos en una hora. ¡¡LARGO!!
Cinthya tenía razón. Había algo ponzoñoso en el ambiente.
Miró a su alrededor y comprobó que todas las miradas convergían en él. Le gustaba ser el centro de atención, es cierto, pero la esperanza que leía en esos ojos le ponía nervioso.
-Bien -empezó- creo que todos estaremos de acuerdo en cual es el origen del problema.
-¡Miklos Tares! -estalló Emmet con rencor- ¡Ese es el problema!
-Emmet… -Brian intentó calmarlo, pero Emmet estaba desatado.
-¡Es mala gente, Brian! ¡De verdad! Nunca pensé que diría esto de nadie pero es una mariquita mala ¿sabes lo que él y la prima Kate…
-¡Basta! -cortó Brian, decidido- No es mala gente. Simplemente ha empezado con mal pie. Eso es todo.
-¿¿Te pones de su parte?? -lloriqueó Emmet entre dolido y asombrado.
-¡Aquí no hay partes, Emmet! -terció Cinthya- Todos los presentes y también los ausentes estamos de la misma parte. Queremos que la boda sea un éxito.
-Pero… yo… ¿estás diciendo, entonces, que es culpa mía? -preguntó Emmet, acongojado mientras Deb le palmeaba la espalda y lanzaba miradas asesinas a Brian.
-No, no es culpa tuya -Brian continuó, impertérrito al hecho de que su audiencia había cambiado de esperanzada a decididamente hostil- Es cosa de Miklos, pero lo que tenéis que entender es que no lo hace aposta.
Tomó aire antes de continuar a toda prisa para no dejarles intervenir.
-Cinthya ha investigado sobre él -agitó en el aire el montón de papeles que llevaba en las manos- y la prima Kate tiene razón. Es muy bueno en lo que hace. Su empresa organiza los mejores eventos en Hollywood, especialmente bodas “temáticas”. Ha creado una enorme empresa de la nada y ahora tiene montones de empleados y franquicias por toda la costa oeste. Y eso le ha convertido en la primera víctima de la legalización del matrimonio gay, porque en menos de un mes se ha visto obligado a preparar doscientas bodas temáticas a lo grande, al estilo Hollywood, cada una con quinientos invitados por lo menos y un estilo diferente y original. Todo ese trabajo le ha llevado al agotamiento nervioso y estaba pasando sus vacaciones en un sanatorio, pero las ha interrumpido para ayudar a su amiga Kate, de forma totalmente desinteresada y sólo por pura amistad.
El silencio que siguió a esta explicación fue roto finalmente por Emmet.
-¡Vale! -Emmet intentó sonar firme- No es mala persona. Lo admito ¡Pero nos está volviendo locos!
-Lo sé.
-Dice cosas sin pensar, cambia lo que ya está a medio hacer, critica continuamente y la gente se siente ofendida y de mal humor -Deb añadió su queja.
-Lo sé.
-Mi prima Kate es un poco alocada, pero lo hace todo con buena intención -Ben se sintió obligado a intervenir para justificar a su pariente.
-Lo sé.
-¡De acuerdo! Todos lo sabemos -concedió majestuosamente Emmet - pero saberlo no va a solucionarlo.
-¡Sois adultos, joder! -explotó Brian- ¿No podéis aguantaros un poquito?
Se miraron unos a otros y, finalmente, Hunter tomó la palabra.
-Podemos y lo haremos -dijo- pero no creo que sea suficiente. Estamos a tres días de la boda y esto es un puto desastre. Si ese Miklos sigue interfiriendo no vamos a conseguirlo y a Michael le dará un patatús -aquí Hunter hizo una pausa y empezó a sonreír con malicia- Y si no me equivoco, es tarea del padrino ocuparse de que nada perturbe al novio.
-Creía que el novio era Ben -dijo Brian de mala manera, ganándose una colleja de Deb.
-Técnicamente, los dos son novios -continuó Hunter imperturbable- así que yo diría que has hecho dejación de tus funciones.
-¿¿¿Yo??? -Brian se quedó sin aliento ante la acusación.
-Sí, tú -continuó Hunter, implacable- ¿ves otro padrino por aquí? Y ni siquiera tienes que preparar la despedida de soltero porque no la quieren hacer. Así que, señor Kinney, nosotros vamos a hacer lo que tenemos que hacer y usted se dedicará a quitarnos de encima a Miklos el chiflado y a la prima Kate, para que podamos trabajar en paz.
Emmet asintió mayestáticamente una sola vez, satisfecho, y dio la vuelta para salir, seguido de Deb y Hunter que copiaron su enérgico movimiento de cabeza, convirtiéndolo en un ¡ahí queda eso! que dejó a Brian rumiando apreciaciones poco cristianas sobre la especie humana.
-Yo me ocuparé de Kate -ofreció generosamente Ben, palmeándole un hombro para darle ánimos, antes de seguir a los tres traidores.
Brian inspiró hondo, cuadró los hombros y alzó la cabeza buscando el apoyo de Cinthya. La descubrió intentando huir por la puerta trasera.
-¿Tú también, Cinthya? -preguntó en el mismo tono que Julio Cesar debió emplear ante el ataque de Bruto. Y ella se detuvo cuando estaba a punto de franquear la salida.
-¡Mierda! -murmuró por lo bajo al verse descubierta, antes de volverse, resignada.
DOS DÍAS ANTES
-¡Esto no funciona! -se quejó Hunter a Brian tras su último encontronazo con Miklos y sus ideas. -Ese chiflado ha conseguido que los del catering amenacen con despedirse. Deb está intentando convencerlos de que no se vayan pero están ofendidísimos por los comentarios hechos sobre su manera de servir.
Brian le lanzó una mirada de desesperación. Toda la mañana acompañando a un individuo que no dejaba de hablar, ni de moverse de un lado a otro, le había ocasionado un dolor de cabeza terrible. Lo había apartado de los que arreglaban el jardín justo antes de que criticase los arreglos florales, de los que decoraban el salón en cuanto empezó a opinar sobre la mantelería escogida, de los que montaban las carpas, de Emmet (joder eso había sido dificilísimo porque Emmet estaba en todas partes), de Deb, de ¡todos! Y cinco minutos que lo deja suelto para ir a echar una meada ¡ya la había liado!
-¡Esto no funciona! -dijo Cinthya entrando también en el lavabo- ¿Sabes lo que…?
-¡No! -interrumpió Brian la explicación- No lo sé. Ni quiero saberlo. Me importa una mierda. ¡Ya sé que no funciona! ¡Joder! ¿Y cómo lo sé? Pues porque estamos discutiendo encerrados en un baño y yo le estoy lanzando miradas amorosas a una navaja de afeitar ¡a punto de cortarme las venas con ella! ¡Por eso lo sé!
-¿Has probado a tomarte un Valium? -preguntó Hunter, impresionado.
-Llevo tres -confesó Brian, agotado- si me tomo otro más, saldré flotando.
-¡Ah! -Hunter empezaba a sentir remordimientos por haber cargado a Brian con toda la responsabilidad.
-Me ha derrotado -murmuró Brian bajando la tapa del inodoro y sentándose encima- un individuo bajito y calvo, con ropa de colores y gafas chillonas me ha derrotado. ¡Y ni siquiera lo estaba intentando, el muy jodido!
-Te… tenemos que replantearnos la estrategia -intervino Cinthya, asustada porque nunca había visto así a su jefe y amigo.
-Pues lo que sea hacedlo pronto, porque mientras estamos aquí hablando él anda suelto por ahí y…
La puerta se abrió de golpe y un Emmet enfurecido apareció en el umbral.
-¡Esto no fun…
-¡Fuera! -explotó Brian- todos fuera. ¡¿Será posible que ni mear tranquilo me dejéis?! ¡Tú no! -dijo deteniendo a Cinthya por un brazo y cerrando la puerta tras ellos dos- Has dicho que hay que cambiar de estrategia. De acuerdo. Proponme algo. ¡Lo que sea!
-No… no sé, Brian. Tú eres el que tiene las ideas ganadoras. Estudias la información que te presento y ¡zas! Yo no sé hacer eso -se disculpó ella.
-¡Muy bien, de acuerdo! -Brian inspiró hondo- Dame los papeles y ponte ante la puerta. No dejes entrar a nadie mientras intento pensar.
Quince minutos después se abrió la puerta y Brian apareció.
-¡Vamos allá! -dijo. Y Cinthya se sintió aliviada. Brian tenía “esa” mirada. ¡Esta vez lo iban a conseguir!
VEINTICUATRO HORAS ANTES
-¡Esto va bien, esto va bien! -canturreó Emmet entusiasmado y dando saltitos de alegría- El jardín está a punto de caramelo. Los del catering ya han traído las mantelerías tanto para la cena de ensayo como para la boda. He inventariado las sillas para la ceremonia y las mesas, concretado la entrega de las flores, la llegada de los músicos… Incluso me he puesto de acuerdo con la prima Kate para la colocación de los invitados y la elección de la tarta ¡Es una mujer simpatiquísima, por cierto!
-Por cierto -murmuró Brian en todo apagado.
-Y yo he conseguido un servicio de coches de alquiler y limousines para traer a los invitados. Y coordinado con Cinthya los horarios de recogida y llegada de todos y cada uno de ellos, ¡doscientos dieciséis invitados! ¡tíos! ¿de verdad conocéis a tanta gente? -Hunter parecía cansado, pero satisfecho.
-Los hotelitos que he encontrado para los invitados a la cena de ensayo son encantadores y están a menos de tres kilómetros. Así nadie tendrá que conducir y podrán estar todos descansados para la ceremonia -anunció Cinthya.
-Michael está en una nube, no hace más que hablar entusiasmado de lo bonito que está quedando todo -suspiró Ben encantado.
-Sí -murmuró Brian- todo va de miedo.
-¿Brian? -preguntó Cinthya, sorprendida- Pareces preocupado.
-¡Estoy preocupado! -respondió Brian llevándose un vaso de Bean a los labios y vaciándolo prácticamente de un solo trago- No sé si lo voy a poder controlar mañana.
-¿Qué? ¡No, joder, no! -Emmet pareció sufrir un ataque- ¿Por qué? ¡Iba todo tan bien! -se lamentó- ¿No puedes seguir haciendo lo que sea que hayas hecho hoy? …Por cierto ¿Qué has hecho? No hemos visto a Miklos en todo el día.
-¿Te lo has estado follando todo el tiempo y ya no te quedan fuerzas? -preguntó Hunter medio en broma. Y las miradas de todos convergieron sobre Brian porque… bueno, era Brian y para él todo giraba alrededor del sexo así que… a lo mejor…
-¡¡NO!! -Brian lo negó con una vehemencia horrorizada que convenció a su público.
-¡Oh, Dios mío! -murmuró Deb juntando las manos como si estuviera rezando- ¡Lo tienes atado y amordazado en el desván!
-Deb ¡por favor! No le des ideas -rio Ben- Kate dice que Miklos está muy contento preparando una sorpresa para los novios. Ya se ha puesto de acuerdo con los del catering…
-¡Ay, no! -gritó Emmet horrorizado- ¡¡Le has dejado hablar con los del catering!!
-Tranquilo, Emmet, yo estaba delante y todo el mundo ha quedado muy satisfecho -intervino Brian.
-¡Lo has drogado! -acusó Deb.
-¡Joder! -Brian tiró de ironía -¿Dónde guardabais vuestras estupendas sugerencias ayer, cuando hacían falta?
-Kate está muy contenta de ver a Miklos feliz -intervino Ben, animado- dice que hace mucho que no lo veía tan relajado.
De nuevo las miradas, cargadas de sospecha, se dirigieron a Brian y éste decidió explicarse.
-Leí en las notas de Cinthya que había sido escultor. Y que empezó en el negocio de las bodas esculpiendo figuras de hielo. Y de ahí pasó a organizarlas. Ha conseguido mucha fama en poco tiempo y eso le ha creado enemigos entre sus competidores que intentan destruirle con calumnias y críticas feroces, lo que ha contribuido a volverle paranoico.
-Así que Brian dedujo que todas sus salidas de tono venían de que su nombre se iba a ver relacionado con esta boda -prosiguió Cinthya la explicación- por lo que intentaba controlarla, poniéndonos y poniéndose histérico en el proceso.
-Entre Cinthya y yo le convencimos de que era mejor no implicarse en un proyecto que no era completamente suyo. Y como el tío cree que le espían, le propusimos “presentarlo a los ojos del mundo” como un simple invitado. Y para que la historia resultara creíble, le propuse que hiciera una figura de hielo a tamaño natural de los novios, para presidir el banquete, como regalo especial, por cierto, que se supone que es una sorpresa, así que no le digáis nada a Michael.
-¡Lo has puesto a trabajar! -se asombró Emmet.
-Te aseguro que está muy aliviado. Incluso ha hablado con Kate para que explique que está aquí sólo como su acompañante. Así, si algo sale mal en la organización él no tendrá nada que ver.
-¡¿Cómo que algo va a salir mal en la organización?! -rugió Emmet ofendido- ¡Yo me ocupo de todo!
-Lo sabemos, Emmet -Ben tranquilizó a la diva- Brian solo se lo ha dicho a Miklos para que te deje trabajar en paz ¿verdad, Brian? ¡Y ha funcionado!
-Sí -dijo Brian- Vivo con un artista y sé que cuando se pone a pintar se olvida de todo. Así que calculé que a Miklos le pasaría lo mismo mientras estuviera esculpiendo. Desgraciadamente, es un trabajador muy eficiente y me preocupa que termine la figura en un tiempo récord.
-Podemos romperla y que vuelva a empezar-sugirió Emmet.
-¡Quita allá! -se negó Ben, poniéndose firme por primera vez en toda la conversación- Miklos está feliz, Kate está encantada de ver a Miklos feliz, y Michael está encantado de que todo vaya tan bien. ¡Nadie va a romper nada y a joder el asunto!
-¡Pues ya me dirás qué hacemos cuando acabe de esculpir! -dijo Emmet.
Y de nuevo todas las miradas convergieron en Brian.
12 HORAS ANTES
Brian se levantó descansado por primera vez en días. Y contento. Después de almorzar iría al aeropuerto a recoger a Justin que volvía de su gira. Salió a la terraza desperezándose con fruición y contemplo, mientras se frotaba el pecho, el precioso día de verano que se extendía ante su vista. En el cielo, el sol brillaba luminoso. A lo lejos, los pájaros matutinos surcaban el aire a gran velocidad. En el jardín, la hierba lucía esplendorosa. En la puerta de entrada, Miklos Tares discutía con el chef… ¡Ay, Dios! ¡No!
Bajó a toda velocidad, a pique de romperse la crisma.
-¡Miklos! -llamó, apartándolo del chef mediante el procedimiento de rodearle los hombros con su brazo desnudo y arrastrarle con él- ¿Qué pasa?
-Pues… -Miklos empezó a balbucear mirándole con los ojos desorbitados- le decía al chef… esto… ¿ibas a la piscina?
-¿A la pisc… -Brian se dio cuenta de que estaba en bóxers y descalzo ¡Menos mal que no había dormido desnudo!- Sí, precisamente iba a darme un baño. ¿Te apetece acompañarme?
-Es… taría bien, sí -Miklos no podía apartar la vista de Brian y le faltaba poco para empezar a babear.
-Pues venga, te espero -dijo Brian cruzándose de brazos al pie de la escalera, dirigiendo un alzamiento de barbilla y una mirada de “no me toques los cojones” a los obreros que pasaban cargados en ese momento y que le habían mirado con extrañeza.
Intentó la misma mirada cuando Hunter apareció, saliendo de tomar el desayuno en la cocina. Pero no funcionó.
-¿Qué haces? -preguntó Hunter.
-¿A ti qué te parece que hago? Estoy esperando a Miklos
-¡Ah! -Hunter asintió mientras se retiraba tras echarle una mirada de arriba abajo.
-¡Ya estoy aquí! -anunció Miklos envuelto en un albornoz verde botella, con gafas a juego- ¿Vamos?
-¿No tienes que esculpir o algo? -preguntó Brian.
-Ya he terminado -informó el hombre, satisfecho- Ahora puedo dedicarme a ayudar porque como ya tengo coartada... Un bañito para despejarme y me pongo en marcha. Hay tantas cosas que hacer que me dan como remordimientos dejarle todo el trabajo a Emmet.
-Siiiii -Brian dirigió una mirada al grupo que se había formado a espaldas de Miklos, avisado por Hunter, y que le hacían señas negativas y de súplica -ayer todos notamos mucho tu ausencia.
-¡Qué amable eres!
-¡No! ¡Qué va! Lo digo en serio -insistió Brian- Me lo dijeron. Estaban como… -los miró de nuevo mientras dirigía a Miklos hacia la piscina- ¡No sabría describirlo!
-Bueno, pues a nadar -dijo Miklos en cuanto llegaron al borde de la piscina, dejando caer el albornoz como una vedette de revista y lanzándose al agua- ¿No vienes?
-¡Claro! -dijo Brian cogiendo aire y lanzándose tras él.
¡Dios! ¡Lo que tiene uno que hacer por los amigos!
VEINTE MINUTOS MÁS TARDE
Mientras se estaba poniendo un calcetín, Cinthya entró en la habitación, sin llamar, cosa que ya se había convertido en costumbre general. Todo el mundo entraba sin llamar.
-¡Tienes que pararlo! -exigió- Ha empezado a cambiar las mesas de sitio.
-¡Baja ahora mismo! -Deb también se coló en la habitación- Dice que la iluminación no es correcta y pretende que los electricistas….
-¿Dónde te has metido? -preguntó Ben entrando también- Michael y Kate han empezado a discutir porque Miklos ha sugerido cambios en los sitios de los invitados y…
-¡Yo no puedo más! ¡No puedo! -Emmet, se unió al coro de quejas- Lo voy a matar, lo juro. Y entonces se suspenderá la boda porque vendrá la policía y…
-¿Pero cómo cojones lo hace? -se preguntó Brian, atónito- ¡Ni que fuera Flash, joder! ¡Que acabo de subir para vestirme!
-Pues ya te estás volviendo a desnudar -terció Hunter entrando a su vez- y que te esculpa una estatua al natural. Eso lo mantendrá entretenido.
-Esculpirme una estatua -murmuró Brian por lo bajo, acabando de meterse el calcetín- ¿A santo de qué va a esculpirme una estatua?
-¡Y yo que sé! -se desesperó Emmet- ¿Cómo recuerdo de un polvo inolvidable? -sugirió esperanzado.
-No me lo voy a follar, Emmet -Brian se puso serio.
-¿Por qué no? Eso lo mantendría ocupado -rebatió Hunter.
-Justin vuelve hoy.
-Tenéis una relación abierta -intervino Cinthya enfrentando la mirada de reproche de su jefe- ¿Qué? ¡Siempre lo estáis diciendo!
-¡Parece un payaso!
-¡Pues que se quite la ropa! -insistió Hunter.
-No es mi tipo.
-Tú no tienes tipo. Cierra los ojos y te imaginas a quién quieras -dijo Deb.
-Chicos, el chef acaba de coger el coche para largarse -anunció Cinthya que era la que estaba más cerca de la terraza.
-¡Brian!
-Y el de las luces ha empezado a descolgarlas -Cinthya siguió radiando el desastre.
-¡Brian!
-“Alguien” tendría que hacer algo -insistió Hunter.
-¡Fóllatelo tú!
-Soy hetero ¿recuerdas? -se cachondeó Hunter- Y Ben tampoco puede, es el novio. No quedaría bien.
-¡A mí no me miréis! -dijo Emmet- si se me acerca no respondo.
-Bueno ¡basta ya! -Cinthya abandonó su lugar junto a la terraza y se colocó al lado de Brian- Dejadlo en paz e id a ver si detenéis el estropicio.
Abandonaron la habitación cabizbajos, entre murmullos de desánimo.
-Gracias, Cinthya.
-Tendrás que follártelo. Lo sabes ¿verdad? O entre todos te van a volver loco.
Brian la contempló ojiplático, sentándose de golpe en la cama. No se lo esperaba de ella.
-No… no tengo el estado de ánimo adecuado, -balbuceó- quiero decir…
Cinthya se puso ante él alzándole la barbilla con un dedo.
-¡Tú eres Brian Kinney! ¡Joder! ¡Y en peores plazas has toreado! -soltó antes de abandonar la habitación.
Entonces Brian inspiró hondo, reunió todo su valor, y ¡SE LANZÓ AL RUEDO!
-Se… lanzó al ruedo -repitió Justin, asintiendo lentamente a la explicación de Emmet- ¡ya veo!
-Lo hizo por nosotros -aseguró Deb.
-Entiendo, sí -Justin evitó mirar a Brian sabiendo que si lo hacía no podría contener la risa- Lo entiendo perfectamente. No os preocupéis. Ahora… si no os importa dejarnos solos…
Deb y Emmet se alejaron despacio, dirigiendo, de tanto en tanto, miradas ansiosas a la pareja. Justin les sonrió tranquilizadoramente mientras seguía asintiendo lentamente. Luego se volvió hacia su pareja.
-¡Así que te lo follaste vestido de torero! -afirmó.
Brian soltó una carcajada que llevaba rato conteniendo.
-Ya sabes que cuando se estresan les sale el dramma-queen -dijo.
-¿Y ese lenguaje taurino?
-Creo que estuvieron viendo “Sangre y Arena” hace poco, en el canal clásico.
-Ya veo -repitió Justin.
-¿Cómo lo supiste? -preguntó Brian.
-¿Bromeas? -respondió Justin riendo- Sólo hay que mirar la estatua. Te ha puesto algunos centímetros de más, por cierto.
-Sí, -sonrió Brian mirando su imagen en hielo transparente- supongo que es una licencia artística habitual. Recuerdo a cierto pintor novel que hizo lo mismo hace unos cuantos años…
-Por lo menos yo no te pinté con la polla tiesa -replicó Justin.
-Eras joven… y no te atreviste -aseguró Brian y Justin se echó a reír.
-Es cierto -admitió- Lo pensé, pero no me atreví.
Brian no pudo contenerse y le besó en los labios sujetándole la cabeza con ambas manos.
-¡No te imaginas cómo te he echado de menos! -afirmó.
-Puedo imaginármelo viendo lo que te has estado tirando -respondió el rubio riendo- por cierto, que nunca pensé que te avergonzarías de haberte follado a alguien.
-¡No me avergüenzo! -Brian intentó sonar ofendido pero no le salió- Bueno, tal vez un poquito, pero es solo porque el pobre tío está chalado.
-Creí que Deb y Emmet estaban exagerando -Justin puso cara de extrañeza.
-No demasiado, la verdad -respondió Brian- pero no lo decía por eso.
11 HORAS ANTES
Se lo había follado. Prácticamente lo había arrastrado a la habitación de invitados para alejarlo de todo el mundo y, sin darle tiempo a abrir la boca, se lo había tirado. Sin pensar. Sin ganas pero con decisión. Y se lo había follado a base de bien. No sabía de dónde había sacado las fuerzas porque, realmente, el pobre hombre era un cromo, pero su lema siempre había sido “Si hay que hacerlo, se hace y si se hace, hay que hacerlo bien”.
Y Miklos estaba completamente de acuerdo en que lo habían follado pero que muy bien. Hasta el punto que los ojos empezaron a hacerle chiribitas y su pobre cerebro, bastante perjudicado desde antes, se lanzó a una loca carrera sin control, en la que Brian y él mantenían un apasionado romance porque ¿qué otra razón que el amor tendría un hombre como ese para hacer lo que había hecho con tanta desesperación? Un amor imposible, claro. ¡Pero solo porque vivían a miles de kilómetros de distancia!
El caso es que Brian tuvo que enfrentarse a la conclusión final de Miklos, sin saber nada de su proceso mental. Y eso le descolocó un tanto.
-¡No puede ser, Brian! -aseguró Miklos- Lo nuestro es imposible.
-¿Lo nuestro? -Brian sintió un escalofrío ante la idea de compartir algo con Miklos.
-Nuestra historia de amor debe terminar casi antes de empezar, pero es lo mejor -dramatizó el otro sacando la Dama de las Camelias que llevaba dentro- Sé que mantienes desde hace años una relación estable y no quiero ni puedo ser la causa de vuestra ruptura.
-¡Ah!
No le pasaba a menudo, pero Miklos le había dejado sin palabras.
“Reacciona, Brian, o este te come el terreno”
-Tienes razón, tienes toda la razón -murmuró Brian intentando mantener el rostro serio y la cabeza baja- Esto no puede volver a suceder o sería demasiado doloroso.
“Ya lo creo que sería doloroso”
-Sí -Miklos se sentía el protagonista de un dramón de la vieja escuela- Es mejor que sea solo un recuerdo hermoso de lo que pudo haber sido y no fue.
“¡Ya te digo! ¡Venga! Nada de desconcertarte y remata la faena que te lo está poniendo a huevo”
-Como las estatuas de hielo que tú haces, preciosas y efímeras.
-¡Sí! -el otro mordió el anzuelo- ¡Voy a esculpirte una! ¡Sólo para tus ojos! Yo recordaré siempre lo que sentía mientras la esculpía. Y se deshará en agua... desapareciendo... -añadió melancólicamente, como si lo estuviera viendo- Pero no debemos afligirnos, porque su belleza subsistirá para siempre en el recuerdo.
-¿También dieron “Esplendor en la hierba” en el canal clásico? -preguntó Justin, en cierto modo impresionado.
-Me temo que sí -respondió Brian, sacudiendo la cabeza- Como ves, el tío está como una cabra. Y yo no me siento… a gusto. Es como si hubiera abusado de un enfermo mental.
Justin miró hacia el salón donde sus amigos bromeaban y reían en plena celebración de la cena de ensayo, fijando su vista en Miklos que, con una chaqueta a rayas blancas y negras (y gafas a juego, naturalmente) sonreía para sí, como si disfrutara de un íntimo secreto.
-Él se siente feliz, Brian. Le has hecho feliz dándole la ilusión de que puede despertar un amor apasionado en alguien como tú : Un hombre que no hubiera podido tener ni en sueños, si no era pagando. No le des más vueltas.. Has hecho una buena obra. -concluyó dándole a Brian un ligero beso en la mejilla- Volvamos a la fiesta o pensarán que estamos discutiendo y no quiero preocuparles. ¡Cuando pienso en todo lo que se esforzaron para evitar que viniera a ver la estatua de hielo de los novios! -rió.
Mientras volvían a sus asientos, al pasar tras la silla de Hunter, Justin le dio un golpecito en el hombro.
-Sé que te has dedicado a tocarle las narices a Brian ¡no lo niegues! -se adelantó a la protesta del otro- así que, mañana, en cuanto acabe la fiesta y Miklos Tares se haya ido, me ayudarás a deshacerme de la estatua.
-De acuerdo- Hunter asintió, desganado. Sabía que se había pasado presionando a Brian pero ¡se había divertido tanto!
24 HORAS MÁS TARDE
-Toma -dijo Hunter presentándole un martillo a Justin- Te corresponde el honor del primer golpe. Después de todo… es tu pareja.
Estaban en el interior del camión-nevera, frente a la estatua de hielo. Los novios y los invitados “serios y/o heteros” de la boda ya habían marchado. Solo quedaban las “locas” amigas de Liberty Av. dispuestas a montar una bacanal por todo lo alto, aprovechando la piscina de Britin y la barra libre. Así que era el momento de hacer lo que tenían que hacer.
Justin cogió el martillo, decidido. Lo alzó… y bajó el brazo, con desaliento.
-No puedo -murmuró.
-¡Vale! -Hunter tomó el relevo- Ya lo hago yo.
-¡No! -le detuvo Justin- Es demasiado hermosa, es… una obra de arte.
-¡Es de hielo, Justin! ¡Se deshará! -protestó Hunter.
-Lo sé -admitió Justin- pero ese era su destino desde el principio. Para eso fue creada. Para deshacerse, no para ser destruida a golpes por unos vándalos.
-¡Tío! A los artistas no hay quién os entienda.
-Ayúdame a sacarla. No podemos dejar que se la lleven los del camión. La dejaremos en el jardín. Es verano y para mañana no quedará ni rastro.
-Pesa un huevo -se quejó Hunter.
-Tienes razón -admitió Justin, resoplando- La dejamos aquí mismo, junto a la puerta trasera. No creo que pase nadie. Están todos en la piscina.
Justin se volvió a mirar la estatua por última vez antes de volver a la casa. Brillaba, luminosa, bajo la luz de la luna.
EPÍLOGO
-Hicimos bien en venirnos al loft. -dijo Brian estirándose voluptuosamente en la cama- Aquello era un manicomio y yo ya he tenido suficiente de eso para una temporada.
-Sí -asintió Justin mientras se levantaba- Fue una noche movidita. Espero que los juerguistas no hicieran demasiados destrozos.
-Emmet dijo que se ocuparía de evitarlo y seguro que lo hará si quiere salvar el culo -Brian puso un gesto serio- Me lo debe por todos los malos ratos que me ha dado. Además le dije a Martha que se pasará al mediodía a echar una mirada.
-¡Ya es mediodía! ¡Es tardísimo! -se quejó Justin mirando la hora en el móvil.
-¿Y qué? -Brian cruzó los brazos bajo la cabeza- No tenemos nada que hacer.
-Tienes razón -admitió Justin, dirigiéndose a la cocina- ¿Qué quieres para desayunar?
-No sé. Ayer comí demasiado. Con un zumo de pomelo ya me vale.
-Yo voy a hacerme unas tostadas -anunció Justin.
Brian suspiró satisfecho mientras se volvía a estirar, perezosamente.
-¡Qué gusto no tener que preocuparme más por ese Miklos!
-Lo cierto es que es un gran escultor -Justin se mostraba benevolente con el hombre- aunque eso de esculpir en hielo… Sus obras no perdurarán en el tiempo.
-¡Oh, bueno! -respondió Brian levantándose y dirigiéndose a la ducha- Leí unas declaraciones suyas para una revista de arte… algo sobre la autenticidad de las artes efímeras. En cualquier caso, no es ningún idiota. Para el hielo con el que hace sus estatuas utiliza una fórmula que evita que se deshagan al menos durante 48 horas, por mucho calor que haga.
Justin se quedó en suspenso un segundo y luego marcó rápidamente en el móvil.
-¡Martha! -llamó.
-¡Oh, señor Taylor! -respondió la mujer- Ahora mismo estoy entrando en Britin. Por detrás, claro porque la entrada principal está llena de camiones y… ¡¡¡Madre del amor hermoso!!!
Justin cortó la comunicación y se metió en la ducha con su compañero, bajo el chorro del agua caliente.
-¿Qué decías de Martha? -preguntó Brian que le había oído hablar sin saber que era por teléfono.
-No, nada -negó Justin- decía que tendremos que subirle el sueldo.