Amigo Invisible 2018
Y ahora, con tres meses de retraso, voy a colocar en mi casita la historia del Amigo Invisible 2018 que escribí para Minerva. Y como lo prometido es deuda, voy a continuarla. Que no se diga que no cumplo (tarde, muy tarde, pero cumplo).
Feliz Navidad, Mr. Kinney (1ª parte)
¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad, Mr. Kinney!
Emmet hizo su aparición en el Diner soltando felicitaciones a banda y banda de un pasillo prácticamente vacío, mientras se dirigía a la mesa dónde solía almorzar con sus amigos.
-¡Hey! ¡Fijaros! -reclamó la atención a su alrededor, riendo- Brian Kinney se ha civilizado y no me ha mandado a la mierda cuando le he felicitado. ¡Justin querido! ¡Qué buen trabajo estás haciendo!
La mirada que le lanzó Brian fue una mezcla de enojo y displicencia, un intento de intimidación frustrado aún antes de empezar, porque detrás del gesto molesto se notaba que se esforzaba por no sonreír.
Justin se puso en pie y exageró un par de reverencias, cruzando el brazo derecho sobre su cintura y llevando el izquierdo a la espalda, para agradecer los elogios de Emmet.
-Vosotros seguid así -amenazó Brian- y os vais a enterar de lo que vale un peine. Suerte tenéis que esté de buen humor.
-¡Cómo para no estarlo! -intervino Ted, risueño- Este año vamos a cerrar el ejercicio con unos beneficios récord.
-Sí, bueno, vale -Emmet le quitó importancia al asunto con un rápido movimiento de su mano- Eso está muy bien, pero… En fin, vamos a lo que importa. ¿Ya habéis decidido cómo nos lo vamos a organizar con Deb? Porque este año se ha empeñado en celebrar la Navidad en su casa y, la verdad, no creo que esté para darse esa paliza ella sola.
-Pues a ver si la convences tú de que se deje ayudar, porque a mí ya me ha dicho que ni hablar -dijo Justin.
-¡Si! -Ted asintió preocupado- No sé qué le ha dado.
-Parece como si se estuviera preparando para correr una maratón. Lleva un montón de días comprando cosas y más cosas. Al pobre Howarth le ha hecho comprar un árbol inmenso y sacar del desván todos los adornos acumulados de los últimos veinte años. Y con la comida… ¡Dios! Si nos obliga a comer todo lo que ha comprado… ¡Cielos! Mi culo nunca volverá a ser el mismo -se lamentó Emmet.
-¡Yo creyendo que te preocupabas por Deb y resulta que todo es por tu culo! -acusó Brian- Si cuando yo digo que todo el mundo piensa solo en sí mismo…
-¡Ya salió! -Emmet puso los ojos en blanco- Tenía que salir el Brian de siempre dando la nota pragmática. Pues ya que estás en plan práctico, a ver qué se te ocurre a ti.
-¿A mí? -Brian respondió con retintín- Yo no soy el que se preocupa.
-¡Ya! -asintió Justin- ¡Claro que no! ¡Ojo que viene!
Deb hizo su aparición junto a la mesa, libreta y bolígrafo en ristre.
-A ver si lo adivino -dijo mirándolos con cariño- lo de siempre ¿No?
-Pues sí -respondió Ted por todos.
-Vale, lo traigo en seguida.
Apenas les dio la espalda y empezó a alejarse, Emmet susurró:
-¿No la veis como más cansada?
-Puede… -Justin parecía dubitativo.
-Es que ya tiene una edad… -murmuró Ted.
-¿Brian? … ¿Brian?...
Brian se había quedado mirando cómo se alejaba, perdido en sus pensamientos.
-¡Brian! -insistió Emmet.
-¿Qué? ¡Joder! Me vas a gastar el nombre.
-Te has quedado colgado. ¿A qué si? -respondió Emmet pidiendo la aquiescencia de los demás- Si no fuera porque mirabas a Deb hubiera creído que habías descubierto algún tío super-sexy… ¿En qué estabas pensando? ¿Eh?
-¡A ti te lo voy a decir! -repuso Brian secamente.
-¡Hey! Aquí llega Michael. A ver si a él se le ocurre una buena idea.
En efecto, Michael y Ben entraban en ese momento y después de saludar cariñosamente a Deb y hacer su pedido, se dirigieron a la mesa dónde estaban sus amigos, uniéndola a la mesa de al lado, para sentarse junto a ellos.
-Hola Michael -saludó Emmet- Estábamos hablando de la cena de Navidad y de cómo evitar que tu madre se agote preparándola…
Michael suspiró mirando a Ben y moviendo tristemente la cabeza.
-Tal y cómo están las cosas -dijo Ben- que se agote no será lo peor de la cena.
-¿Qué quieres decir? -se preocupó Emmet y todos se acercaron inconscientemente para oír mejor.
-Mel dice que no va a traer a Jenny Rebeca este año -soltó Michael atropelladamente.
¡¡¿Qué?!! -Emmet se escandalizó- ¡No puede hacer eso! ¡Es su abuela! ¡Pues claro que tiene que traerla para celebrar la Navidad! Si hace eso Deb… Deb… ¡Joder!
-¡Siempre han venido a pasar las fiestas con vosotros! -objetó Ted- ¿Por qué no este año?
Michael y Ben se miraron y Michael suspiró de nuevo, dejando que Ben diera la explicación.
-Mel… -empezó Ben para interrumpirse y coger aliento antes de continuar, mirando a Brian- ella dice que no… que si…
Brian comprendió al instante.
-Ella dice que si yo estoy, JR y ella no vienen -concluyó por su cuenta.
-¡No puede hacer eso! -se sublevó Justin- ¿Quién se cree que es?
-Es la madre de JR -respondió Ben, abatido- y está en Toronto, con ella.
-Pero ¿por qué? -preguntó Ted asombrado- no lo entiendo, siempre han venido. Después de todo ella es judía no practicante, así que no va a ningún sitio, ¡ni siquiera celebra Janucá!, no celebra nada si no es aquí…
-Dice que quiere pasar la Navidad con su nueva pareja y que JR, naturalmente, debe acompañarlas.
-¡Pues que la invite a venir! ¡Joder! Con tantos que somos no vendrá de uno más. Seguro que Deb no pone ningún problema, incluso se alegrará de conocerla -insistió Ted.
-Tú no lo entiendes, Ted -dijo Ben- Eso es solo una excusa. Lo que quiere es no tener que ver a Brian.
-¿Por qué? -Ted se asombró- Lleva viéndolo veinte años.
-Creo que no ha digerido aún haber perdido la guerra del pollo -intervino Justin.
-La… la guerra del… ¿pollo? -Ted los interrogó con la mirada, confundido, creyendo que había entendido mal.
-Tu no estabas, Ted, ya te lo explicaré luego -respondió Emmet, ansioso por volver al tema principal.
-Eso es muy injusto -continuó Justin- ¿Qué culpa tiene Deb?
-Creo que está descargando su rencor contra todos nosotros, porque ninguno la apoyó -respondió Ben.
-¿Dónde no la apoyasteis? ¿En la batalla de los Nuggets Chicken? -insistió Ted en preguntar, ya que no entendía nada.
-¡No seas pesado, Ted! Ya te he dicho que te lo explico luego… ¡Callad, que viene!
Deb se acercó con la bandeja llena.
-A ver… creo que está todo excepto la bebida isotónica de Ben… Sí -afirmó Deb con la cabeza en cuanto acabó de servir- Y ahora, vosotros, mierdecillas, vais a decirme qué cojones pasa.
-¿Qué pasa de qué? -intentó disimular Michael ganándose una colleja.
-Soy tu madre ¿recuerdas? Y ya tengo una edad. Os he visto las caras mientras me acercaba. Os habéis callado de golpe al verme, y habéis empezado a disimular. La primera vez… vale, pero ahora, incluso Brian se ha contagiado de vuestra sonrisa de gilipollas, más falsa que un billete de tres cincuenta, así que la cosa debe ser grave… ¡Venga! ¡Que me entere yo!
-De acuerdo, Deb -respondió Brian- Me has descubierto. Les estaba diciendo que no podré ir este año a celebrar la Navidad a tu casa.
-Tú… -Deb le señaló con el índice mientras enrojecía- ¡Brian Kinney! ¿Cómo te atreves? ¡Dijiste que vendrías! Me he deslomado para prepararlo todo. ¡Hasta he hecho que Howarth ponga los renos en el tejado! Y me he gastado un dineral en bombillas y regalos y comida y… ¡La cena es mañana, joder! ¿Qué es tan urgente que no puedas retrasarlo dos días?
-Deb, no te enfades, por favor -Justin intentó controlar su pena al ver a Brian recibiendo reproches injustificados- De verdad que no puede ir.
Brian había adoptado su antiguo gesto de indiferencia ante la andanada de Deb, como si no le diera importancia.
-Es lo que hay -afirmó indolente.
-¡Mamá, por favor! -rogó Michael- intenta comprender…
-¿Comprender? ¡Que intente comprender, me dice! -Deb suspiró disgustada- Voy a por tu bebida, Ben.
La miraron alejarse, apenados.
-¿Y ya está? -preguntó Ted, asombrado- ¿Vais a dejar que Mel se salga con la suya? ¿Sin más?
-La cena es mañana, Ted -repuso Ben- Mel lo ha planeado con cuidado, dando la noticia cuando ya no había tiempo de reaccionar.
-¡La muy zorra! -explotó Justin- Nunca lo hubiera imaginado. Nunca… ¡Joder, Michael! ¿No puedes hacer nada? Tú eres el padre.
-¿Y qué quieres que haga? -se defendió Michael- ¿Presentarme en Toronto y secuestrar a JR? ¡Ella es su madre! ¡Y están en Canadá!
-Si hubiera más tiempo podríamos… no sé -murmuró Ben- Algo podríamos haber hecho, pero ¡mañana!
-¡Ahí vuelve! -avisó Brian.
¡Plassh!
El ruido de la lata resonó sobre la mesa al ser estampada en ella por Deb.
-¡Bien! ¡Muy bien! ¡Ya he comprendido! -explotó poniendo los brazos en jarras.
-¿De verdad? -preguntó Michael entre la esperanza y el desconcierto- Quiero decir… ¡qué bien!
-Qué bien y una mierda -dijo Deb dándole una nueva colleja a su hijo- He comprendido que me estáis vendiendo el puente de Brooklyn entre todos, panda de desgraciados. ¡Ya estáis soltando lo que sea! ¡Venga! Y esta vez quiero la verdad.
-¿La verdad? Ya te hemos dicho la… -Michael se encogió ante la mirada de su madre.
-¡Michael! -Deb le apuntó con el índice- No me obligues a ablandarte esa cabeza dura que tienes, a base de collejas.
-Deb, ya te lo he dicho -intervino Brian, consciente de que Deb podía cumplir su promesa- No voy a ir a cenar mañana a tu casa.
-Brian, -Deb se volvió hacia él- yo conozco a mi hijo. De hecho -dijo señalando al grupo- os conozco a todos demasiado bien como para creer que eso es todo.
Se volvió de nuevo hacia Brian y explicó.
-Cada vez que has hecho un anuncio parecido, y lo has hecho unas cuantas veces, se te han tirado a la yugular, acusándote de insensible, egoísta y un montón de cosas más. Yo, la primera. Es casi una tradición ¡joder! Y tú te sacudes los reproches como un pato se sacude la lluvia, sin mojarse. En cambio hoy… hoy… Tú disimulas bastante bien, lo admito, pero los demás… ¡joder! ¡No ganaréis nunca un Oscar! Os lo aseguro. Y el remate… Michael ¡Michael! -dirigió sus manos hacia su hijo, con las palmas hacia arriba, como mostrando un desastre- Pidiéndome que te comprenda… ¡por favor!
-Piensas demasiado, Deb -Brian intentó mantenerse firme.
-No lo suficiente… ¡Tú! -señaló a Emmet- ¡Desembucha!
-¿Yo? -Emmet se sobresaltó y empezó a retorcerse los dedos por debajo de la mesa- ¿Por qué yo? -preguntó con voz de pito.
-¡Bueno, vale ya! -Ben se cansó de una situación que estaba desembocando en el ridículo- Acabarás sabiéndolo al final. Mel no traerá a JR a la cena de mañana si Brian está también invitado.
Deb palideció, retrocediendo un paso, tambaleante, como si la hubieran golpeado.
-¡La muy…. -murmuró en un susurro apenas perceptible.
-¡Mamá! -Michael se levantó apresuradamente y la abrazó, apretándola contra su pecho para consolarla.
-Está bien, está bien, ahora lo comprendo -murmuró Deb, tras unos segundos, empujando a Michael suavemente para deshacer el abrazo, mientras le palmeaba ligeramente la mejilla.
Se volvió irritada hacia Brian.
-¡Y a ti ya te vale! -acusó.
-¡Deb! -intervino Justin defendiendo a su pareja- Brian sólo lo hace para que pueda venir JR a pasar las fiestas contigo.
Deb enrojeció de rabia, ignorándolo, para seguir dirigiéndose a Brian.
-¿Tan poco te importa venir a celebrar la Nochebuena con nosotros que permites que Mel te aparte? -preguntó dolida- Y ella… ¿Cómo se atreve? -exigió, exasperada- ¿Cómo se atreve a poner condiciones sobre quién puede venir o no a cenar a mi casa? ¡Cómo si no tuviera suficiente con aguantar a la familia de Howarth el día de Navidad…
Inspiró hondo antes de continuar.
- …De acuerdo… ¡Muy bien! Puedo aceptar que no quieras venir a mi casa, puedo aceptar que prefieras pasar la Nochebuena follando por ahí, o trabajando, o… ¡lo que sea que prefieras hacer! …pero por un chantaje miserable como éste…, no voy a permitir que te escondas, Brian Kinney. Así que, ¡entérate! Cómo no te presentes a cenar, iré a buscarte dónde sea que estés y te llevaré a casa cogido de una oreja -aseguró antes de volver a la barra del Diner.
-¡Tenías que decírselo! -reprochó Michael a Ben.
-Sí, Michael -respondió Ben, tranquilamente- Tenía que decírselo.
-Pero ahora… ¿Qué vamos a hacer? -se preguntó Emmet.
Y todos miraron a Brian.
(continuará)
Feliz Navidad, Mr. Kinney (1ª parte)
¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad, Mr. Kinney!
Emmet hizo su aparición en el Diner soltando felicitaciones a banda y banda de un pasillo prácticamente vacío, mientras se dirigía a la mesa dónde solía almorzar con sus amigos.
-¡Hey! ¡Fijaros! -reclamó la atención a su alrededor, riendo- Brian Kinney se ha civilizado y no me ha mandado a la mierda cuando le he felicitado. ¡Justin querido! ¡Qué buen trabajo estás haciendo!
La mirada que le lanzó Brian fue una mezcla de enojo y displicencia, un intento de intimidación frustrado aún antes de empezar, porque detrás del gesto molesto se notaba que se esforzaba por no sonreír.
Justin se puso en pie y exageró un par de reverencias, cruzando el brazo derecho sobre su cintura y llevando el izquierdo a la espalda, para agradecer los elogios de Emmet.
-Vosotros seguid así -amenazó Brian- y os vais a enterar de lo que vale un peine. Suerte tenéis que esté de buen humor.
-¡Cómo para no estarlo! -intervino Ted, risueño- Este año vamos a cerrar el ejercicio con unos beneficios récord.
-Sí, bueno, vale -Emmet le quitó importancia al asunto con un rápido movimiento de su mano- Eso está muy bien, pero… En fin, vamos a lo que importa. ¿Ya habéis decidido cómo nos lo vamos a organizar con Deb? Porque este año se ha empeñado en celebrar la Navidad en su casa y, la verdad, no creo que esté para darse esa paliza ella sola.
-Pues a ver si la convences tú de que se deje ayudar, porque a mí ya me ha dicho que ni hablar -dijo Justin.
-¡Si! -Ted asintió preocupado- No sé qué le ha dado.
-Parece como si se estuviera preparando para correr una maratón. Lleva un montón de días comprando cosas y más cosas. Al pobre Howarth le ha hecho comprar un árbol inmenso y sacar del desván todos los adornos acumulados de los últimos veinte años. Y con la comida… ¡Dios! Si nos obliga a comer todo lo que ha comprado… ¡Cielos! Mi culo nunca volverá a ser el mismo -se lamentó Emmet.
-¡Yo creyendo que te preocupabas por Deb y resulta que todo es por tu culo! -acusó Brian- Si cuando yo digo que todo el mundo piensa solo en sí mismo…
-¡Ya salió! -Emmet puso los ojos en blanco- Tenía que salir el Brian de siempre dando la nota pragmática. Pues ya que estás en plan práctico, a ver qué se te ocurre a ti.
-¿A mí? -Brian respondió con retintín- Yo no soy el que se preocupa.
-¡Ya! -asintió Justin- ¡Claro que no! ¡Ojo que viene!
Deb hizo su aparición junto a la mesa, libreta y bolígrafo en ristre.
-A ver si lo adivino -dijo mirándolos con cariño- lo de siempre ¿No?
-Pues sí -respondió Ted por todos.
-Vale, lo traigo en seguida.
Apenas les dio la espalda y empezó a alejarse, Emmet susurró:
-¿No la veis como más cansada?
-Puede… -Justin parecía dubitativo.
-Es que ya tiene una edad… -murmuró Ted.
-¿Brian? … ¿Brian?...
Brian se había quedado mirando cómo se alejaba, perdido en sus pensamientos.
-¡Brian! -insistió Emmet.
-¿Qué? ¡Joder! Me vas a gastar el nombre.
-Te has quedado colgado. ¿A qué si? -respondió Emmet pidiendo la aquiescencia de los demás- Si no fuera porque mirabas a Deb hubiera creído que habías descubierto algún tío super-sexy… ¿En qué estabas pensando? ¿Eh?
-¡A ti te lo voy a decir! -repuso Brian secamente.
-¡Hey! Aquí llega Michael. A ver si a él se le ocurre una buena idea.
En efecto, Michael y Ben entraban en ese momento y después de saludar cariñosamente a Deb y hacer su pedido, se dirigieron a la mesa dónde estaban sus amigos, uniéndola a la mesa de al lado, para sentarse junto a ellos.
-Hola Michael -saludó Emmet- Estábamos hablando de la cena de Navidad y de cómo evitar que tu madre se agote preparándola…
Michael suspiró mirando a Ben y moviendo tristemente la cabeza.
-Tal y cómo están las cosas -dijo Ben- que se agote no será lo peor de la cena.
-¿Qué quieres decir? -se preocupó Emmet y todos se acercaron inconscientemente para oír mejor.
-Mel dice que no va a traer a Jenny Rebeca este año -soltó Michael atropelladamente.
¡¡¿Qué?!! -Emmet se escandalizó- ¡No puede hacer eso! ¡Es su abuela! ¡Pues claro que tiene que traerla para celebrar la Navidad! Si hace eso Deb… Deb… ¡Joder!
-¡Siempre han venido a pasar las fiestas con vosotros! -objetó Ted- ¿Por qué no este año?
Michael y Ben se miraron y Michael suspiró de nuevo, dejando que Ben diera la explicación.
-Mel… -empezó Ben para interrumpirse y coger aliento antes de continuar, mirando a Brian- ella dice que no… que si…
Brian comprendió al instante.
-Ella dice que si yo estoy, JR y ella no vienen -concluyó por su cuenta.
-¡No puede hacer eso! -se sublevó Justin- ¿Quién se cree que es?
-Es la madre de JR -respondió Ben, abatido- y está en Toronto, con ella.
-Pero ¿por qué? -preguntó Ted asombrado- no lo entiendo, siempre han venido. Después de todo ella es judía no practicante, así que no va a ningún sitio, ¡ni siquiera celebra Janucá!, no celebra nada si no es aquí…
-Dice que quiere pasar la Navidad con su nueva pareja y que JR, naturalmente, debe acompañarlas.
-¡Pues que la invite a venir! ¡Joder! Con tantos que somos no vendrá de uno más. Seguro que Deb no pone ningún problema, incluso se alegrará de conocerla -insistió Ted.
-Tú no lo entiendes, Ted -dijo Ben- Eso es solo una excusa. Lo que quiere es no tener que ver a Brian.
-¿Por qué? -Ted se asombró- Lleva viéndolo veinte años.
-Creo que no ha digerido aún haber perdido la guerra del pollo -intervino Justin.
-La… la guerra del… ¿pollo? -Ted los interrogó con la mirada, confundido, creyendo que había entendido mal.
-Tu no estabas, Ted, ya te lo explicaré luego -respondió Emmet, ansioso por volver al tema principal.
-Eso es muy injusto -continuó Justin- ¿Qué culpa tiene Deb?
-Creo que está descargando su rencor contra todos nosotros, porque ninguno la apoyó -respondió Ben.
-¿Dónde no la apoyasteis? ¿En la batalla de los Nuggets Chicken? -insistió Ted en preguntar, ya que no entendía nada.
-¡No seas pesado, Ted! Ya te he dicho que te lo explico luego… ¡Callad, que viene!
Deb se acercó con la bandeja llena.
-A ver… creo que está todo excepto la bebida isotónica de Ben… Sí -afirmó Deb con la cabeza en cuanto acabó de servir- Y ahora, vosotros, mierdecillas, vais a decirme qué cojones pasa.
-¿Qué pasa de qué? -intentó disimular Michael ganándose una colleja.
-Soy tu madre ¿recuerdas? Y ya tengo una edad. Os he visto las caras mientras me acercaba. Os habéis callado de golpe al verme, y habéis empezado a disimular. La primera vez… vale, pero ahora, incluso Brian se ha contagiado de vuestra sonrisa de gilipollas, más falsa que un billete de tres cincuenta, así que la cosa debe ser grave… ¡Venga! ¡Que me entere yo!
-De acuerdo, Deb -respondió Brian- Me has descubierto. Les estaba diciendo que no podré ir este año a celebrar la Navidad a tu casa.
-Tú… -Deb le señaló con el índice mientras enrojecía- ¡Brian Kinney! ¿Cómo te atreves? ¡Dijiste que vendrías! Me he deslomado para prepararlo todo. ¡Hasta he hecho que Howarth ponga los renos en el tejado! Y me he gastado un dineral en bombillas y regalos y comida y… ¡La cena es mañana, joder! ¿Qué es tan urgente que no puedas retrasarlo dos días?
-Deb, no te enfades, por favor -Justin intentó controlar su pena al ver a Brian recibiendo reproches injustificados- De verdad que no puede ir.
Brian había adoptado su antiguo gesto de indiferencia ante la andanada de Deb, como si no le diera importancia.
-Es lo que hay -afirmó indolente.
-¡Mamá, por favor! -rogó Michael- intenta comprender…
-¿Comprender? ¡Que intente comprender, me dice! -Deb suspiró disgustada- Voy a por tu bebida, Ben.
La miraron alejarse, apenados.
-¿Y ya está? -preguntó Ted, asombrado- ¿Vais a dejar que Mel se salga con la suya? ¿Sin más?
-La cena es mañana, Ted -repuso Ben- Mel lo ha planeado con cuidado, dando la noticia cuando ya no había tiempo de reaccionar.
-¡La muy zorra! -explotó Justin- Nunca lo hubiera imaginado. Nunca… ¡Joder, Michael! ¿No puedes hacer nada? Tú eres el padre.
-¿Y qué quieres que haga? -se defendió Michael- ¿Presentarme en Toronto y secuestrar a JR? ¡Ella es su madre! ¡Y están en Canadá!
-Si hubiera más tiempo podríamos… no sé -murmuró Ben- Algo podríamos haber hecho, pero ¡mañana!
-¡Ahí vuelve! -avisó Brian.
¡Plassh!
El ruido de la lata resonó sobre la mesa al ser estampada en ella por Deb.
-¡Bien! ¡Muy bien! ¡Ya he comprendido! -explotó poniendo los brazos en jarras.
-¿De verdad? -preguntó Michael entre la esperanza y el desconcierto- Quiero decir… ¡qué bien!
-Qué bien y una mierda -dijo Deb dándole una nueva colleja a su hijo- He comprendido que me estáis vendiendo el puente de Brooklyn entre todos, panda de desgraciados. ¡Ya estáis soltando lo que sea! ¡Venga! Y esta vez quiero la verdad.
-¿La verdad? Ya te hemos dicho la… -Michael se encogió ante la mirada de su madre.
-¡Michael! -Deb le apuntó con el índice- No me obligues a ablandarte esa cabeza dura que tienes, a base de collejas.
-Deb, ya te lo he dicho -intervino Brian, consciente de que Deb podía cumplir su promesa- No voy a ir a cenar mañana a tu casa.
-Brian, -Deb se volvió hacia él- yo conozco a mi hijo. De hecho -dijo señalando al grupo- os conozco a todos demasiado bien como para creer que eso es todo.
Se volvió de nuevo hacia Brian y explicó.
-Cada vez que has hecho un anuncio parecido, y lo has hecho unas cuantas veces, se te han tirado a la yugular, acusándote de insensible, egoísta y un montón de cosas más. Yo, la primera. Es casi una tradición ¡joder! Y tú te sacudes los reproches como un pato se sacude la lluvia, sin mojarse. En cambio hoy… hoy… Tú disimulas bastante bien, lo admito, pero los demás… ¡joder! ¡No ganaréis nunca un Oscar! Os lo aseguro. Y el remate… Michael ¡Michael! -dirigió sus manos hacia su hijo, con las palmas hacia arriba, como mostrando un desastre- Pidiéndome que te comprenda… ¡por favor!
-Piensas demasiado, Deb -Brian intentó mantenerse firme.
-No lo suficiente… ¡Tú! -señaló a Emmet- ¡Desembucha!
-¿Yo? -Emmet se sobresaltó y empezó a retorcerse los dedos por debajo de la mesa- ¿Por qué yo? -preguntó con voz de pito.
-¡Bueno, vale ya! -Ben se cansó de una situación que estaba desembocando en el ridículo- Acabarás sabiéndolo al final. Mel no traerá a JR a la cena de mañana si Brian está también invitado.
Deb palideció, retrocediendo un paso, tambaleante, como si la hubieran golpeado.
-¡La muy…. -murmuró en un susurro apenas perceptible.
-¡Mamá! -Michael se levantó apresuradamente y la abrazó, apretándola contra su pecho para consolarla.
-Está bien, está bien, ahora lo comprendo -murmuró Deb, tras unos segundos, empujando a Michael suavemente para deshacer el abrazo, mientras le palmeaba ligeramente la mejilla.
Se volvió irritada hacia Brian.
-¡Y a ti ya te vale! -acusó.
-¡Deb! -intervino Justin defendiendo a su pareja- Brian sólo lo hace para que pueda venir JR a pasar las fiestas contigo.
Deb enrojeció de rabia, ignorándolo, para seguir dirigiéndose a Brian.
-¿Tan poco te importa venir a celebrar la Nochebuena con nosotros que permites que Mel te aparte? -preguntó dolida- Y ella… ¿Cómo se atreve? -exigió, exasperada- ¿Cómo se atreve a poner condiciones sobre quién puede venir o no a cenar a mi casa? ¡Cómo si no tuviera suficiente con aguantar a la familia de Howarth el día de Navidad…
Inspiró hondo antes de continuar.
- …De acuerdo… ¡Muy bien! Puedo aceptar que no quieras venir a mi casa, puedo aceptar que prefieras pasar la Nochebuena follando por ahí, o trabajando, o… ¡lo que sea que prefieras hacer! …pero por un chantaje miserable como éste…, no voy a permitir que te escondas, Brian Kinney. Así que, ¡entérate! Cómo no te presentes a cenar, iré a buscarte dónde sea que estés y te llevaré a casa cogido de una oreja -aseguró antes de volver a la barra del Diner.
-¡Tenías que decírselo! -reprochó Michael a Ben.
-Sí, Michael -respondió Ben, tranquilamente- Tenía que decírselo.
-Pero ahora… ¿Qué vamos a hacer? -se preguntó Emmet.
Y todos miraron a Brian.
(continuará)