Dramatic!Empanadilla.

Mar 14, 2010 07:33




{Carla.}

Ella lo sabe. Lo ve en sus ojos, confusos.

Hace tiempo que Cesc no la mira igual. Nota sus intentos porque todo siga como antes, pero ya no puede. Porque su mente no está ahí con ella. Está dispersa, remotamente alejada de su cuerpo. Negándose lo evidente. Y aunque él le diga que està bé, que no passa res, ella sabe que su novio está muy lejos de encontrarse bien.

-Què et passa?

-Res, no et preocupis.

Carla suspira, y ve distraída cómo Francesc se aleja rápidamente hacia el coche, ajustándose la cremallera de su chaqueta para protegerse de la niebla londinense, mientras agacha la cabeza.

Se toca con cansancio el cuello mientras piensa de nuevo en él. Intuye que lo va a perder dentro de muy poco, y comprende que ya no es ella quien conseguirá hacerle sonreír de nuevo. Y que él ya no es el chaval que vino aterrorizado a un piso compartido, sin apenas saber dos palabras juntas en inglés y con la inocencia en la cara- esa que todos tienen antes de darse de bruces en el primer partido-, lanzándose a un mundo nuevo.

Cuando sube en el coche, observa su perfil, que se encuentra serio y mirando hacia la carretera. No puede evitar recordar las primeras sonrisas tímidas pintadas en ese mismo rostro, como si no creyera demasiado que ella pudiera hacer caso a un chico como él. Las miradas se cruzaban y las palabras se escondían en los gestos.

Ahora esas pupilas no expresan nada más que caos. Y dolor.

Aprecia en los ojos de Cesc el intento de no caer en esas redes, de seguir con ella. Suprimir sentimientos y hacer renacer otros ya extinguidos en ellos. Su boca no puede sonreírle  como lo hacía antes, porque esa sonrisa ha sido separada de su cuerpo, hace meses. No siente los besos cuando sus labios chocan, y ya sólo puede oler el aura de culpabilidad que le rodea. A ambos.

Van demasiadas mañanas viéndolo con la cabeza apoyada en las manos, sentado encima de la cama, despeinado y turbado, soportando la culpa sobre sus hombros. Mirando amargamente por la ventana, mientras cree que duerme. Y todo por su culpa.

Ella puede decirle que se vaya. Que persiga de una vez los sentimientos que nunca podrá lograr a su lado. (Esa impresión de fría calidez en el pecho. Los latidos incrementados con el solo recuerdo de un roce. Un imán en los labios, tan potente, que hace daño. Una mano vacía si no está unida entre los dedos necesarios para sujetarla. La alegría que nunca volverá a surgir hablando con ella. Todo eso que Carla ha estudiado en su carrera de psicología y que, sabe,  jamás ha sentido Cesc a su lado. O por lo menos nunca tan poco como ahora.)

Puede decírselo. Pero no lo hace. Decide ser egoísta un poco más, por una vez en su vida. Aunque se hace daño a sí misma, y arroja a Cesc por el precipicio de la desesperación, necesita descubrir - y descubrirle- algunas cosas antes de ver su espalda perderse entre la marea del adiós, que ya queda tan cercano.

El freno del coche detiene sus pensamientos, y Carla vuelve de la burbuja en la que se encontraba hace unos segundos. Él mira discretamente su móvil, esperando un aviso que le confirme su asistencia al próximo amistoso. Sus brazos están vacilantes, en el volante, y la cabeza se mueve al ritmo de un grupo que ella le hizo descubrir hace unos años. Cuando todo se basaba en palabras atentas y llenas de energía. Le pasa una mano por el hombro para reconfortarle, notando sus músculos tensos bajo el cuero.

Para él, todo ocurre en las convocatorias, y ella lo sabe.

-Segur que t’avisen aviat, nen.

-Pot ser que no em vulguin de titular. Pot ser que...no ho sé.

Le suena tan frustrado que decide no insistir; conoce lo suficiente a Cesc como para saber que es capaz de tener una crisis de ansiedad si le presiona demasiado. Ve pasar la rabia por su rostro, y presiente que no es precisamente por la convocatoria. Sus estudios siempre le han ayudado mucho a entender los gestos de Cesc, evitando más de una situación incómoda para alguno de los dos. Parpadea cuando se da cuenta de su nueva evasión; el móvil es lo que la ha despabilado. Está sonando y es ella quién debe atender a la llamada. Por fin encuentra la tecla para cesar el ruido del aparato, y lo aproxima a su oreja a tiempo para escuchar un ¿…Crío? con voz peculiar.

-¿Perdón?

-Ehm… ¿Estoy llamando a Fàbregas?

-Sí, sí, soy su novia. ¿De parte de quién?

-Ah, pues nada…era para decirle que está convocado y eso, que me dijeron que se lo comunicara yo…

En ese punto Carla entiende tantas cosas que Cesc aún no ha logrado descifrar, que siente pena por los dos. O por los tres. Sigue atendiendo a la voz del teléfono, que suena agresiva y nerviosa a través de la pantalla.

-Bueno, supongo que ya lo he dicho. Pues eso, que si puedes se lo dices. Un saludo.

Se queda tan ensimismada  advirtiendo la desesperación de Francesc por saber quién es -mirando de reojo y con gesto de fallida indiferencia hacia su asiento-, que está a punto de dejar colgar al murmullo que está al otro lado.

-Sí claro, yo se lo digo, pero ¿de parte de quién?

Oye un pequeño momento de duda y algo que suena como joder, mascullado contra su oreja, antes de rendirse.

-De parte de Villa. Dile que…bueno, da igual, no le digas nada. Un saludo.

Y escucha el corte de la línea antes de poder despedirse correctamente. Cesc está agitado y pone esa cara de nerviosismo que tantas veces le aparece antes de un partido. Se nota que no quiere preguntar, así ella le ahorra el mal trago.

-Estàs convocat!

-Però qui era? El Iker?

En ese punto Cesc deja de lado todo desinterés y su voz suena ansiosa contra las ventanillas del coche.

-No, era el David.

-Què t’ha dit?

-Només m'ha dit que estàs convocat.

-I res més?

-No. Després, ha penjat.

Un remolino de compasión y enojo recorre a Carla. Pero no contra él, ni contra Villa, sino contra ella misma. Sólo por el tono del asturiano ha notado toda la inquietud que siente al llamar al crío. La inseguridad. Eso es exactamente lo que había en la conversación. Ha palpado el reconocimiento que han llevado los dos, la desesperanza, en cada sílaba y en cada parpadeo. El conocimiento de que no habrá mañana entre ellos, que todo es muy distante y que son dos vidas que no se pueden unir. Y ha sido la espectadora de todo el daño que ha originado ella misma.

Intenta cegar sus pensamientos para que no se escapen las lágrimas rabiosas que se  han agolpado contra sus ojos en un instante. Cierra los párpados y deja bailar su imaginación. (Cesc. Estabilidad.) Las palabras surgen fugaces y no le dejan pensar. (Partidos. Dolor. Villa. Amor.) Está tan cansada de todo, y tan arrepentida por algo de lo que no tiene realmente la culpa, que no puede entender sus propios razonamientos. (Luz.)

Se decide tan rápido que no le da tiempo sentir el dolor. Va a dejarlo antes de irse. Y va a tener los ojos cerrados todo el trayecto al aeropuerto.

{Cesc.}

Cuando deja a Carla en el aeropuerto, no se espera lo que ella va a decirle. Le propone un café, como si fuera una primera cita. Él acepta, algo sorprendido. Tiene el cuerpo tenso de la llamada que recibió hace unas horas, y no puede dejar de maldecirse por no haber cogido él el teléfono y haber escuchado la voz de David.

Aunque puede que lo mejor haya sido no escucharlo.

Avanzan juntos por la cafetería, guardando el equilibrio para no caer sus bebidas, esquivando las otras mesas. Es diferente a cualquier otro día. Ella le transmite un cariño que hacía tiempo que no aparecía entre los dos. Parece una despedida mucho más formal de lo que realmente es. O al menos, en un principio.

Advierte su dubitación, pero no quiere apresurarla. No tiene ganas, en realidad.

-Cesc, quant hem durat?

Las palabras le salen temblorosas dentro de la firmeza en la que las dice, y su sonrisa es tirante. Y nostálgica. Lo entiende todo sin necesidad de otra explicación. Por eso ha querido a Carla durante tanto tiempo. Ella no le hace dudar. Ni hallarse inseguro, como lo hace David. Nunca le ha tratado mal, todo han sido palabras de apoyo en su relación. Y eso era lo que necesitaba Cesc hace unos años. Nada más. Pero era lo que necesitaba, no lo que quiere.

(Lo que quiere ahora está en Valencia, sin posibilidades de corresponder, ni más delicadeza que una palmada en el hombro.)

-El que hem pogut.

Ella atrapa su mano delicadamente mientras se levanta. Le da un beso en la mejilla y susurra un pequeño no t'oblidis de mi al oído cuando le suelta la muñeca. Recoge su bolso y su maletita, y vuelve a colocar la bufanda sobre su cuello. Se gira hacia la salida del café, pero antes de salir señala con la cabeza el móvil que está sobre la mesa.

-Nen, tot anirà bé.

Cesc no puede hacer otra cosa que quedarse quieto con la taza de cartón en la mano. Y sonreír, tristemente,  como hace meses que no lo hace.

{David.}

Está listo. Ha llegado corriendo al calentamiento y ni siquiera lo ha visto entre los otros jugadores. Cuando ha reconocido su pelo, hablando seriamente con Piqué, algo le ha hecho que no acercarse. Puede que el famoso tópico del nudo en el estómago. O la seriedad de Gerard.  Tal vez el largo brazo por encima de los hombros de Cesc.

Corre todo entrenamiento detrás suya, distraídamente, sin llamar demasiado la atención. Tras las duchas, se lo encuentra en el pasillo, secándose el pelo con la toalla. Él mira a David con expectación, y una inexistente sonrisa enmarca sus labios. Se sorprende de verle tan serio, ya que normalmente su aire de torpeza le da un carácter algo cómico y desenfadado. Pero está casi neutro, observándole fijamente. Antes de abrir la boca, ya se da cuenta de que lo sabe, pero le deja empezar, al menos. Siempre es más educado con Francesc.

-David, ¿Cómo est-

-Yo bien. Lo único que me preocupan son las niñas, pero Patricia seguimos con una buena relación, y no creo que haya problemas.

Lo dice todo junto y algo harto, pero al ver que la cara de Cesc muestra un gesto de sorpresa inmediato al enterarse de la noticia, Villa se siente un bocazas. Ha dicho algo innecesario cuando seguro que el crío iba a decirle otra cosa completamente distinta.

-¿Te has divorciado?

-Sí, creía que lo sabías y por eso-

-No lo sabía. Lo siento, debes de estar pasándolo mal.

Si le dijera que gran parte de la culpa la tiene él, se ofendería. Pero es tan cierto como todas las horas que ha pasado pensando en sus manos. En la manera de sonreír cuando le gana a las cartas. Los momentos que soñaba  con saber cómo suenan sus gemidos  y a qué sabe su cuello. La distancia cada vez más abismal que había con su mujer. Por él.

Sigue mirándole, con un brillo extraño en los ojos, y que no sabe identificar en ese momento. Escucha a Piqué llamarle a unos metros del pasillo en el que se encuentran, y Cesc se despide con un apretón en el brazo y ese resplandor - nuevo e indescifrable- en la mirada. Lo pierde de vista hasta la hora del partido, pero Pepe le ha dicho que el empanao también lo ha dejado con su novia. No sabe muy bien cómo sentirse, pero no puede evitar una oleada de esperanza cuando lo localiza en el medio del campo.

Porque ya no hay nada que le impida acercarse, arriesgarse, e incluso salir ganando.

{David y Cesc.}

El primer beso que comparten no es hambriento, ni caliente. Puede que algo desesperado. Están en el estrecho pasillo que da a los vestuarios, y puede pasar cualquiera por ahí, pero no les importa demasiado. Han tardado meses en poder tocarse y ahora no van a desaprovechar la alegría de haber ganado el partido ni las ansias atesoradas durante tanto tiempo. Sus palabras se entremezclan, y algún ¿de verdad no te diste cuenta antes? se confunde con qué ganas tenía de tocarte, decolorando su significado entre alientos y sudor.

Besos por los brazos de Cesc, gemidos con dueño, tranquilidad en los sentimientos y rapidez en los gestos. Vaivén acelerado, cuello expuesto. Luces de éxtasis.

A veces alguna pausa para mirarse a los ojos con incredulidad y sonreír confiadamente. O para morderse los labios, entre promesas y quejidos. Todo les vale porque ven miles de momentos que hace días creían inalcanzables y que ahora pueden disfrutar hombro con hombro. O labios contra labios. O manos entrelazadas.

PD: Las Tweetconversations me dan para muchos fics, ya irán llegando...
¡Buenas Noches!...O ¡Buenos Días! :P

me doy miedo, empanadilla, fics

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