Titulo: Insomnio
Paring: Sam/Dean (no relacionados-de momento-)
Warning: pérdida de memoria por parte de un personaje, seudo secuestro (?), insinuaciones de sexo, quizás insinuaciones de la 7a.
Rating: R
Resumen: Sam no sabe quien es el otro, pero dentro de su cabeza vacia de todo sabe que es su ancla hacia la no locura.
Un cosquilleo le despierta, siente vibrar la respiración ajena en su nuca y el brazo que serpentea a través de su cintura le quema agradablemente.
Sam abre los ojos aun pesados por el sueño y lentamente aparece ante sí una pared crema y unas brillantes medallas enmarcándola. Se gira haciendo temblar la cama y se topa con unas pelusas rubias y motas en la nariz que se arruga adorablemente al despertarse con la luz anaranjada del sol haciendo juegos caprichosos con la forma alargada de sus pestañas color oro.
Se queda admirando la forma en que se tensa la boca y la forma de corazón se diluye al momento en que un jadeo adormilado y feliz se desvanece al salir de los mullidos labios.
La cama vuelve a quejarse cuando la persona perezosamente se levanta y al mismo tiempo el sabor acido y matutino de un beso llega a Sam.
Se queda en la cama apoyado en almohadas y con el frescor de las sabanas en su cuerpo desnudo. Detrás de su cerebro un instinto le alerta que algo faltaba, que algo no estaba bien. Porque siquiera sabía como había llegado allí, ni siquiera quien era.
Pero todo cambia cuando el sonido de la ducha le llama y sus pies avanzan sin pensar para llegar al baño humeante, solo para mezclarse con el cuerpo cálido y atractivo que le mira con los ojos oscuros cuando aparece junto a él presionando sus cuerpos húmedos.
El mundo desaparece dentro de la mente de Sam, todo menos las manos extrañamente curtidas y suaves del extraño y su calor corporal que le absorbe hasta el alma.
Una noche en la que Sam descansa en contra de la espalda pálida y contorneada, le pregunta a él quien era. Y la voz terciopelada y goteante de satisfacción le responde que era quien quisiera que fuera.
Un nombre llega a su lengua y se dibuja contra el sudor de la nuca extranjera. Sam dijo que fuera Dean, calzaba en contra de su boca y de sus manos.
Y el extraño se transformo en su nombre.
Era Dean.
Los ojos verdes se volvieron aun más oscuros y las pecas que rociaban sus caderas se volvieron más evidentes formando un pequeño camino hacia lo que descansaba laxa en las sabanas y la mano húmeda de Sam que la ahuecaba, haciéndola temblar al igual que al dueño mientras la acariciaba mecánicamente, simplemente por el placer de hacerlo sin intenciones segundas.
Pasa el tiempo y con él, la memoria de Sam no aparece ni pareciera que tuviera ganas de aparecer. Y tampoco es que le preocupara.
Las tardes y las noches se entrecruzan con Sam viendo como las manos capaces de Dean llenas de aceite de motor, arreglando autos que seguramente tuvieron días de oro, bastante lejanos. Como si hubiese nacido para hacer aquello.
Sus ojos iban de lado a lado concentrándose en la forma en que las piezas de autos se amoldaban en los dedos largos de Dean y como el sudor se desplazaba libre por los rizos que se acumulaban en su garganta llenas de marcas de dientes, de sus dientes.
Generalmente, Sam se sentaba en el pequeño porche leyendo ávidamente un libro con hojas añejas y con la tinta desvanecida, acerca de monstruos y demonios. Rituales y latín.
Todo le parecía natural a pesar de que no tenía idea como es que ya sabía que esos monstruos ghouls morían solamente cuando quemaban su cadáver y que la sal que en vez de dar mala suerte era protectora.
Sam sentía la presión de la mirada oscura detrás de su espalda y a hurtadillas un hoyuelo se instalaba feliz en su mejilla al pensarse tan requerido y protegido por él
.
Sam al instante se acomoda contra el cuerpo cálido y vuelve a dormirse cuando por fin siente en contra de si las piernas heladas de Dean rodeándole.
No sabe porque huele a tierra húmeda y a café, pero, no le importa mientras hunde la nariz en su parte favorita de la curva del cuello y oye como la gruesa voz le canta canciones que no conoce aunque las siente parte suya.
A la mañana Sam se despierta con el cuerpo duro ajeno empujando en su trasero. No puede evitar el jadeo ansioso y el temblor de sus caderas cuando el otro se hunde lentamente en su cuerpo.
Se vuelve a quedar dormido y el olor a tortitas con su olor dulce esparciéndose por toda la habitación,
Despertó al estomago y a la nariz de Sam. La luz amarillenta le indica que era algo así como el mediodía y sus músculos del brazo izquierdo se quejan por la falta de circulación.
Sam no sabe nada de Dean, pero siente que lo conoce desde siempre. Por eso no duda de lo que hace, no se pregunta porque no le deja salir ni tampoco averiguar de su vida y de todo lo que se ha estado perdiendo.
No sabe si tiene un perro, si realmente es esa su casa, si estudia o trabaja. Para Sam solo existen los ojos verdes, inmensamente verdes de Dean.
Atrayéndole, devorándole.
Sam estaba sentado junto al otro apretando sus muslos con los ajenos casi demasiado íntimamente en el viejo y cómodo sofá azul que enmarcaba toda la habitación.
Mezclado el estupor por el calor anormal y las latas de cerveza obviamente consumidas del piso. La lengua de Sam sin riendas algunas soltó lo que se hallaba formando en su cabeza de hacía mucho tiempo y vaya que era mucho.
Casi no le dio tiempo para contestar siquiera la primera pregunta al hombre que le miraba indescifrable.
Le pregunto si realmente se llamaba Sam y si tenía algún apellido, que edad tenia, que eran.
Dean sonrió con la esquina de la boca y Sam seriamente hipnotizado observo como los regordetes labios, húmedos por la cerveza formaban “Winchester” moldeando los sonidos con su voz liquida y matices oscuros tras de ella.
Lo único que se acuerda Sam antes de devorarle la boca es: “si, Sam como la escopeta”. Además de que era cuatro años menor que el otro y que eran lo que eran.
Un día llego un tipo extraño, bastante considerando que hacían treinta y tantos grados de calor y estaba usando una gabardina totalmente cerrada. Con ojos azul hielo vigilando cada rincón pensando que en cualquier momento saldría un asesino a sueldo a matarle.
Quizás, o solamente sea paranoico.
Sam se quedo acostado en la pequeña silla de mimbre que Dean había traído unas semanas atrás y que el se había enamorado instantáneamente. Leyendo un libro sobre ángeles y con la piel de gallina por la grata sombra que provocaba el viejo sauce del patio en su espalda.
Llega Dean jugando con un paño y limpiándose el aceite que manchaba sus dedos. Sus ojos van directamente al hombre desconocido o tal vez no tan desconocido. Porque la forma en que su entrecejo se arrugo indicando otra cosa.
Sam intrigado se apoyo recto en el respaldo duro yéndose intercalado a los dos hombres esperando si alguno decía algo para aclarar la situación que comenzaba a ponerse densa.
Dean con sus movimientos rápidos y certeros, casi como un soldado lleva al extraño hacia la entrada trasera de la casa.
Sam ya no tiene ganas de seguir leyendo mientras pasan las horas, el sol y ellos aun adentro haciendo quien sabe que cosas.
Van llegando los primeros indicios del otoño.
Sam todavía no se acostumbra a las repentinas llegadas a medianoche del otro, ni tampoco el olor suave a el que se asoma cuando se desnuda para acostarse y apoyarse en el cuerpo cálido y no tan adormilado de Sam con heridas de uñas presionando en sus manos,
Sam tiene pesadillas con sangre y ojos negros recorriendo cada una de ellas. Despierta con nombres llenos de polvo y que se incrustan en su pecho cada vez más. Y no tiene quien le susurre contra su oído canciones acerca del apoyo y que va a estar bien, a pesar cuanto Sam se sienta identificado con ellas.
Porque Dean no esta para consolarle y aunque le duela admitirlo no tendría porque esperar mas si no son nada del otro.
Unas de esas noches claras en donde la luna llena todo el ambiente con su luz pálida y plateada y donde la brisa cálida añade una pincelada de verano renuente de abandonar al lugar. Los pies descalzos de Sam cruzan la blanda alfombra hacia el primer piso. Instintivamente hacia el garaje.
Lo primero con que se topan los ojos sorprendidos de Sam es la reluciente, metálica y negra pintura del auto favorito de Dean y el cual se le tiene prohibido acercarse sin que el mayor este pegado como una lapa a él.
Y siendo sincero, eso.
Eso.
Incendiaba a Sam con una ridícula e insensata curiosidad; más ahora que sabía que Dean religiosamente siempre, siempre llegaba a las tres y media de la madrugada.
Además que nunca dejaba el auto, su nena en el garaje. Como si supiera que Sam en cualquier momento iría a fisgonear y descubriría algo alarmante.
Sam abrió la puerta vidriada, todo en oscuridad y lo único que escuchaba era su respiración y los pocos autos en la lejanía.
Camino por toda la habitación rodeando al auto, inseguro y con las manos temblando casi prediciendo una tragedia levanto la tapa del maletero y casi magnéticamente su mano hizo contacto con una cuerda fibrosa.
La tiro y su mundo cambio.
La percepción de lo que era y de lo que tenía como imagen de Dean se transfiguro en algo horrible y Sam dentro de él lo aceptaba y deseaba hundirse en aquello.
Al igual que esa estilizada y familiar pistola plateada que deseaba tocar pero el horror le impedía y le convirtió en estatua viviente.
Sam paralizado y con ganas de gritar se apoyo en contra de la pared justo al lado de la puerta y de los escalones. Casi hiperventilando y conteniendo las lagrimas de ira y de vergüenza por haber creído en él y por haber sido tan idiota para pensar que esa figura idealizada de Dean era real.
Lentamente fue avanzando por la casa hasta llegar a la habitación y tomo todo lo que consideraba como suyo, a pesar de que dudaba que algo lo hubiera sido.
Y se marcho,
Así de simple.
Y así de difícil.
A Sam le dolió tanto separarse de los ojos verdes que sintió como si le arrancaran alguna extremidad del cuerpo.
Pero era necesario al igual que la baretta (tampoco se acordaba como es que se sabía eso) que guardaba entre camisetas de algodón en la roñosa mochila gris la cual se agarra con una dolorosa e inesperada familiaridad, era lo único real.
Continuación (?)…
Volvi!
pienso que seria como un verse, aun no lo se. Pero me siento feliz :)