[Ookiku Furikabutte: Idiot]
Drabble.G. One-sided Izumi/Mizutani y Mizutani/Shinooka.
Si hay algo de lo que Izumi está seguro, es que Mizutani es un idiota.
Un enorme y grandísimo idiota.
Cuando Tajima se da cuenta de los sentimientos de Mizutani hacia Shinooka, Izumi no está para nada sorprendido; y no, no tiene que ver con la innata habilidad de Tajima para leer a los demás. Sencillamente es extraño, realmente, que el resto no se haya dado cuenta aún. (Ni siquiera Sakaeguchi a quien le encanta cotillear como a un ama de casa…)
Porque Mizutani es tan fácil de leer como un libro abierto: está en su sonrisa y el brillo de sus azulados ojos cuando mira a la manager. En ese sonrojo, tan fácil de notar en sus pálidas e infantiles mejillas, cuando Shinooka le presta atención o, en el mejor de los casos, le otorga uno que otro gesto de ánimo.
Izumi se pregunta si con dieciséis años, el inocente gusto de Mizutani por la chica es normal, o si el pelirrojo está un poco atrasado: porque es casi como ver a un niño pequeño.
Llega a ser adorable, en toda su idiotez.
Mizutani es un cobarde también: bastante perezoso y extremadamente torpe. Por que Mizutani nunca ha sido bueno para nada; sea jugando baseball (“¡Basura izquierda! ¿Cómo mierda no puedes atrapar un bateo como ese?! “Waah~ Lo siento Abe!”) O si se trata de… cortejar a una mujer. E Izumi siempre ha sido naturalmente bueno para todo…
“¿Crees que le gusten las…flores?” pregunta el pelirrojo, un gran racimo de ellas entre sus brazos, picándole en la nariz y haciéndole estornudar. Izumi suspira.
“Tal vez” es lo que responde. Por que las mujeres son mujeres. “Pero si no quieres parecer romanticón o hacer que crea que le gustas y solo hacerte pasar por estar siendo amistoso, es una pésima opción” concluye el de cabellos castaños, arrebatándole las flores de las manos a su amigo antes de que las rompa y tengan que pagarlas, y devolviéndolas a su lugar.”Solo cómprale unos adornos para el cabello o algo: Shinooka tiene el cabello largo, le gustarán” dice el pecoso volviendo a suspirar.
Porque, realmente, ¿Cuán estúpido puede llegar a ser Mizutani?
“Tienes razón…” Dice frotándose la nariz tímidamente, caminando hacia otra estantería con adornos para el cabello. Los tonos pasteles de la tienda comenzaban a quemar las retinas del primer bateador“ ¡Ah, estos se verían muy lindos en ella!” exclama el séptimo bateador, y un pequeño sonrojo emocionado se asoma en sus mejillas ante la fantasía de ella. Izumi solo asiente, porque en realidad, no puede importarle menos.
“Sólo no te acobardes y entrégaselos.”
“¡P-Por supuesto que sí!” dice Mizutani decidido, caminando hacia la caja registradora para pagar. Izumi sonríe.
Cuando ve a Shinooka en la siguiente práctica, llevando en el cabello los sencillos pero femeninos adornos que Mizutani eligió para ella, su sonrisa se amplía un poco: No porque esté feliz de que la chica los use en sí, si no que porque sabe que Mizutani lo estará al verla.
Pero cuando su mirada capta el nerviosismo y el sonrojo de Shinooka al cruzar palabras con Abe (Algo sobre Mihashi y comida que Izumi sabe que sólo es Abe mangoneando como siempre), su sonrisa se borra por completo. Porque no es justo: que Shinooka mire así a Abe mientras lleva el regalo de Mizutani: y no puede ni pensar en odiarla o molestarse, porque es culpa de Mizutani por no aclarar sus sentimientos correctamente hacia la chica. Y no es culpa de Shinooka enamorarse de Abe que no debe ni recordar su nombre, y menos que Izumi tenga esos sentimientos por el estúpido pelirrojo. Nada tiene sentido: nada es culpa de nadie: Izumi lo sabe.
Por lo que cuando Mizutani se acerca a él en medio de la práctica, su cabello desordenado por haberse quitado el gorro por unos momentos para refrescar su cabeza, el sudor empapándole el rostro, tan cerca… para susurrarle con incontenible júbilo un “¡Los está usando!” Izumi solo le sonríe dándole un par de palmadas en la espalda.
Mizutani era realmente, un idiota.
Pero Izumi era más idiota aún, por enamorarse de él.
Si hay algo de lo que Izumi está seguro, es que Mizutani es un idiota.
Un enorme y grandísimo idiota.
Cuando Tajima se da cuenta de los sentimientos de Mizutani hacia Shinooka, Izumi no está para nada sorprendido; y no, no tiene que ver con la innata habilidad de Tajima para leer a los demás. Sencillamente es extraño, realmente, que el resto no se haya dado cuenta aún. (Ni siquiera Sakaeguchi a quien le encanta cotillear como a un ama de casa…)
Porque Mizutani es tan fácil de leer como un libro abierto: está en su sonrisa y el brillo de sus azulados ojos cuando mira a la manager. En ese sonrojo, tan fácil de notar en sus pálidas e infantiles mejillas, cuando Shinooka le presta atención o, en el mejor de los casos, le otorga uno que otro gesto de ánimo.
Izumi se pregunta si con dieciséis años, el inocente gusto de Mizutani por la chica es normal, o si el pelirrojo está un poco atrasado: porque es casi como ver a un niño pequeño.
Llega a ser adorable, en toda su idiotez.
Mizutani es un cobarde también: bastante perezoso y extremadamente torpe. Por que Mizutani nunca ha sido bueno para nada; sea jugando baseball (“¡Basura izquierda! ¿Cómo mierda no puedes atrapar un bateo como ese?! “Waah~ Lo siento Abe!”) O si se trata de… cortejar a una mujer. E Izumi siempre ha sido naturalmente bueno para todo…
“¿Crees que le gusten las…flores?” pregunta el pelirrojo, un gran racimo de ellas entre sus brazos, picándole en la nariz y haciéndole estornudar. Izumi suspira.
“Tal vez” es lo que responde. Por que las mujeres son mujeres. “Pero si no quieres parecer romanticón o hacer que crea que le gustas y solo hacerte pasar por estar siendo amistoso, es una pésima opción” concluye el de cabellos castaños, arrebatándole las flores de las manos a su amigo antes de que las rompa y tengan que pagarlas, y devolviéndolas a su lugar.”Solo cómprale unos adornos para el cabello o algo: Shinooka tiene el cabello largo, le gustarán” dice el pecoso volviendo a suspirar.
Porque, realmente, ¿Cuán estúpido puede llegar a ser Mizutani?
“Tienes razón…” Dice frotándose la nariz tímidamente, caminando hacia otra estantería con adornos para el cabello. Los tonos pasteles de la tienda comenzaban a quemar las retinas del primer bateador“ ¡Ah, estos se verían muy lindos en ella!” exclama el séptimo bateador, y un pequeño sonrojo emocionado se asoma en sus mejillas ante la fantasía de ella. Izumi solo asiente, porque en realidad, no puede importarle menos.
“Sólo no te acobardes y entrégaselos.”
“¡P-Por supuesto que sí!” dice Mizutani decidido, caminando hacia la caja registradora para pagar. Izumi sonríe.
Cuando ve a Shinooka en la siguiente práctica, llevando en el cabello los sencillos pero femeninos adornos que Mizutani eligió para ella, su sonrisa se amplía un poco: No porque esté feliz de que la chica los use en sí, si no que porque sabe que Mizutani lo estará al verla.
Pero cuando su mirada capta el nerviosismo y el sonrojo de Shinooka al cruzar palabras con Abe (Algo sobre Mihashi y comida que Izumi sabe que sólo es Abe mangoneando como siempre), su sonrisa se borra por completo. Porque no es justo: que Shinooka mire así a Abe mientras lleva el regalo de Mizutani: y no puede ni pensar en odiarla o molestarse, porque es culpa de Mizutani por no aclarar sus sentimientos correctamente hacia la chica. Y no es culpa de Shinooka enamorarse de Abe que no debe ni recordar su nombre, y menos que Izumi tenga esos sentimientos por el estúpido pelirrojo. Nada tiene sentido: nada es culpa de nadie: Izumi lo sabe.
Por lo que cuando Mizutani se acerca a él en medio de la práctica, su cabello desordenado por haberse quitado el gorro por unos momentos para refrescar su cabeza, el sudor empapándole el rostro, tan cerca… para susurrarle con incontenible júbilo un “¡Los está usando!” Izumi solo le sonríe dándole un par de palmadas en la espalda.
Mizutani era realmente, un idiota.
Pero Izumi era más idiota aún, por enamorarse de él.