Besos, cafés y algo de celos.
“Alguien parece estar de buen humor hoy,” la voz de la muchacha lo tomó por sorpresa.
Changmin le sonrió con un café en cada mano esperando casualmente a puertas de la escuela y robándose absolutamente todas las miradas, como siempre.
“Hola,” la saludó con una sonrisa bastante infantil, despegando su espalda de la pared para acercarse a su vez a ella.
Y una vez a menos de 15 cm de distancia, se inclinó hasta llegar a su altura y le plantó un sonoro beso en la mejilla. Sena sonrió, “alguien esta de MUY buen humor esta mañana,” afirmó.
Changmin asintió con la cabeza.
“¿Será por la persona a la que le espera ese café?” preguntó ella.
“Quizás,” respondió él.
Sena mordió sus labios por dentro. No alcanzaba a entender a Changmin ¿Qué era exactamente Jaejoong para él?
Los ojos castaños le brillaban de una manera que la cabreaba aún más.
“¿Y quién es ella? ¿Acaso es más bonita que yo?” dramatizó ella en broma.
Changmin encogió los hombros como si se lo pensara un rato. Y recibió un golpe pequeño en el hombro.
“Creo que de algún modo lo es,” le respondió el castaño finalmente, una sonrisita demasiado amplia jugueteaba en sus labios y mostrando unos dientes blancos.
La sangre de la muchacha ardió en sus venas. Sobre su cadáver perdería contra alguien tan insignificante como Jaejoong, no había querido acelerar las cosas pensando que el castaño era hasta cierto punto indiferente, pero dado que ese límite corría apeligro, tendría que empezar a moverse...y en serio.
“Yah, lo que pasa es que no lo has visto todo aún,” le dijo ella.
Changmin rió.
“¿A sí? tendrías que dejarme ver entonces...ya sabes para poder calificarlos con más base,”
La morena rió tras las gafas amarillas que había combinado con su remera esa mañana.
“Solo tienes que decir las palabras mágicas Changmin-ah,” la morocha le guiñó un ojo.
Changmin se quedó mudo.
Sena rió entonces. El brillo de su lipstick obnubiló la vista del castaño por unos momentos.
“Wow...” soltó él cuando la vio alejarse casi modelando el perfecto trasero que se dejaba ver en sus shorts blancos.
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“¿Bueno?” la rasposa voz del pelirrojo se escuchó desde el portavoz de su móvil.
“Muy buenos días, pelirrojo ¿a que no adivinas que tengo en las manos?”
A Jaejoong le tomó casi un minuto lograr que sus neuronas hicieran sinapsis.
“¿Chun, tienes idea de qué hora es?” gruñó dándole una ojeada a su reloj en la mesilla de noche.
“Sí, es hora de que levantes tu pequeño trasero de tus sábanas y me abras la puerta.”
“¿Estas fuera?” le preguntó aun semi-dormido mientras acurrucaba su cuerpo aún más entre sus sábanas.
“Congelándome el alma,” fue la respue sta de su amigo.
“Bien, porque seguirás ahí hasta que te conviertas en un ser humano normal.”
“Jaejoong-ah...” rogó.
El pelirrojo ocultó su rostro enrojecido en su almohada. Era demasiado temprano como para escuchar la gruesa voz de Yoochun y pretender que su corazón podía seguir latiendo regularmente.
“Tienes que tratar mejor si esperas que me mueva y te abra la puerta.”
“Jaejoong-ah,” Park rogó de nuevo.
Y el susodicho ya se hallaba frente a la puerta principal, con los pijamas a los hombros y una notoria cara de sueño, “te odio,” le dijo.
“Me amas,” le contradijo el pelinegro estirándole su café con una gran sonrisa.
Jaejoong escaneó el moca delante de sus ojos y tras liberar un suspiro le dijo, “vale, puede que un poco.”
Yoochun le desordenó los cabellos, “yo a ti sin embargo te amo mucho Kim,” le soltó en tono dramático, “tanto que hasta me entran ganas de besarte.”
Jaejoong le escupió un poco de café encima.
“No estoy lo suficientemente despierto para lidiar con tus mariconadas, cariño.”
Al menos no lo suficiente para que el rostro no se le encendiera y evitara que una sonrisa traicionera se dibujara en su cara, pero aquello era algo que no se atrevería a admitirle.
Yoochun parecía decepcionado.
El pelirrojo se reprendió mentalmente por sobre-analizar las cosas y apuró la cafeína hacia sus labios.
“Dice el que tiene novio,” se quejó el pelinegro entonces. Los celos claramente irradiando sus palabras y mirada.
Pero Jaejoong a estas alturas estaba condicionado a hervir en cólera cada vez que Shim era mencionado así que todo cuanto pudo hacer fue atorarse y querer gritar “ESE PUERCO NO ES MI NOVIO,” pero se contuvo a tiempo.
Respiró. Después de todo otra cosita que había aprendido a hacer en el transcurso de las últimas semanas era a controlar su ira, al menos alguito. Así que sonrió, sonrió tan falsa e irónicamente mientras le siseaba al que en estos momentos había dejado de ser su mejor amigo/el amor de su vida y había pasado a ser Park me meto tu comentario por el % Yoochun, “no voy a hacer comentarios al respecto, pero te estás ganando una jodida patada en los huevos.”
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- Creí que hoy tenías clase temprano.
- Una rata me cayó de improvisto y tuve
que encargarme de ella.”
- ¿Sacándome los cachos?
- Oh cariño pensé que ya habíamos cerrado
este capítulo.”
- Tenía una sorpresa para ti ¿sabes?
- Encantador.
- Ahora tendré que dársela a alguien más
para que no se desperdicie, Sena quizás.
“Haz lo que te plazca.”
- Pagué 7 dólares por tu jodido café princesita
así que más vale que te lo tomes.
- Creo que mi organismo ya ha ingerido
suficiente cafeína por hoy.
- ¡Oh vamos Kim! No voy a irme, hace un
frío de mierda acá afuera y como no abras
entraré en hipotermia.
- Me atrae la idea.
- Empezaré a tocar compulsivamente tu
timbre hasta que me abras, tú decides.
- Vale voy a abrirte, pero Yoochun esta
aquí y no quiero problemas ¿entiendes?”
- Copiado.
“¿Que tanto texteas?” Yoochun le preguntó desparramado sobre el sofá de su sala con el control en la mano aparentemente sin poder encontrar nada entretenido.
“Tenemos visita,” Jaejoong le avisó a su amigo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.
“¿Eres psíquico o algo?” rió Yoochun desde la sala.
“Hmp,” se lamentó Kim mientras corría el seguro y le daba paso a un alto castaño.
“Su café, princesa,” canturreó ofreciéndole el vaso con una sonrisa demasiado grande para ser bien intencionada.
Jaejoong suspiró y le arrebató el envase de las manos, “solo pasa ¿quieres?” le susurró antes de dar media vuelta en sus talones y regresar a la sala.
Yoochun alzó la mirada para ver quién había entrado y la sonrisita se le borró al instante.
“Yo también me alegro de verte,” ironizó Changmin guiñándole un ojo.
Jaejoong le pateó en los gemelos disimuladamente.
“Sobrevivamos al menos hasta las tres que empieza mi clase y pueda tener excusa para correrlos ¿vale?” suspiró el pelirrojo.
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Cuando Yoochun terminó con la mujer con la que en algún momento, entre besos, caricias castas y otras más íntimas, pensó podría llegar a tener un futuro. Fue entre la enmaraña de sentimientos que de pronto habían asaltado su alma.
Fue producto del impulso muy grande que le nacía desde el corazón, ese que de la noche a la mañana empezó a susurrar otro nombre.
El nombre del que hasta esas alturas de su vida siempre había considerado su amigo.
Y vio rosa. Aun entre el miedo que todo esto le causaba, vio solo rosas.
Hasta que su ex novia empezara a ser cortejada por otros patas delante de sus narices, porque ¡hey! ella tenía obviamente sus mismos horarios dado que habían tratado de coincidirlos a inicio de ciclo para así poder pasar más tiempo juntos.
Y no es como si tuviera derecho a sentir celos. Porque en efecto NO LOS TENÍA. Pero una parte de él, una bastante grande, que aún tenía reciente lo que era poder probar sus dulces labios no estaba para nada de acuerdo con ella sonriendo amistosamente a otras personas que no fueran él.
Pero de nuevo...no era como si pudiera levantarse de su mesa e incrustarle su lapicero al tal Yunho que venía prestándole demasiada atención desde que se había enterado de que habían cortado, porque ella tenía todo el derecho de ser feliz y se alegraba de que lo hubiera superado aunque hubiera sido EN MENOS DE DOS SEMANAS...
Sí, él se alegraba por ella. Y por eso destruía 5 lápices diarios.
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Las clases de ese jueves terminaron mucho más rápido de lo acostumbrado. Jaejoong no podía estar más feliz, texteó con Yoochun hasta tener que encontrarse con Changmin. Porque el mino le había dicho que le acompañaría a casa y si se iba antes le haría serenata y no gracias.
Esperó a que las masas se desalojaran un poco. No quería atraer demasiada atención, ya suficiente tenía con personas a las que no había visto nunca en su vida preguntándole por su vida, que era lo que había desayunado y como hacía para tener el cerquillo tan prolijo.
¿En serio que mierda sucedía con la gente de hoy en día?
Pensó en mandarle un texto a Changmin diciendo que demoraría pero tanto twitearse con Yoochun le había bajado completamente la batería y...estaba jodido al parecer.
Pasaron casi cuarenta minutos más hasta que el último de ellos abandonar el aula y Jaejoong así tuviera que dejar de pretender, al fin, leer el libro de historia del arte que tenía entre sus manos en la misma página en el que lo había abierto en un principio por cierto.
Guardó todas sus cosas en su morral y se tiró escaleras arriba en uno de los salones del cuarto piso en donde habían quedado en encontrarse.
“Como que te demoraste un poco ¿no?,” se quejó Changmin cuando lo oyó abrir la puerta.
Cuando volteó se encontró con Sena. Parecía también sorprendida.
“¿Changmin?”
El aludido arrugó el ceño, esa no era la voz de Jaejoong.
“¿Sena? ¿Qué haces aquí?”
“Venía a estudiar un rato, unos orangutanes están haciendo ruido en la biblio dado que la señora Holles está con descanso médico toda esta semana ¿y tú? ¿esperando a alguien?”
“Jaejoong,” respondió él.
Sena bufó.
“¿Sabes? A veces me es difícil creer que bateas de otro lado, desbordas demasiada masculinidad para que no te gusten las chicas...”
“Me gustan las chicas,” afirmó Changmin.
Por supuesto que le gustaban las chicas. Era sólo que... ¿qué? Sena le gustaba, le atraía. Era hermosa, inteligente y graciosa. Tenía unas piernas largas y una cintura que muy cómodamente cabría en sus dos manos.
Ella era todo lo que él había estado esperando desde que inició con todo esto.
“Entonces pruébalo.”
Y sin embargo en lo único en lo que podía pensar mientras unía sus labios era en cómo se sentirían los de Jaejoong.