Por una vez la tabla no va en orden. Son drabbles así que se puede leer como se quiera :3
Titulo y prompt: 4# Envidia
Claim: Nórdicos - Noruega
Clasificación: K.
Otros: ligero Noruega/Dinamarca. Suecia/Finlandia
Palabras: 634
A veces Noruega envidiaba a Finlandia. En ocasiones como aquella, cuando coincidían los cinco por cuestiones del destino, no podía evitar que pensamientos envidiosos apareciesen en su mente. Por supuesto no dio a entender nada en su rostro, ni estos pensamientos ni la rabia que le evocaba el que apareciesen de pronto. Ni siquiera tenía que esforzarse en esto, actualmente parecía costarle más la idea de esbozar una sonrisa que de contenerla, pero ese no era el tema…
Se los veía tan felices. Por supuesto Finlandia le replicaba, con un dedo en alto, al otro que no le llamase “esposa”, ni que le llevase en brazos en cuanto decía que estaba cansado. Pero, igualmente, mientras le decía aquello, había una clara sonrisa en sus ojos. Las manos de Suecia eran amplias y toscas por el trabajo de carpintería y el aire frío, pero a la vez eran sumamente cariñosas y suaves cuando se trataba de coger al finlandés. Se notaba casi físicamente la devoción que el de gafas sentía hacia su compañero.
Noruega apartó la mirada, incómodo ante la visión, ahora, de cómo Suecía le servía el agua y la comida a Tino.
Al apartarla sus ojos cayeron sobre Dinamarca, sentado a su lado. El danés ya se había servido una generosa jarra de cerveza. Ahora propondrá un brindis, pensó Noruega y, en efecto, no tardó en hacerlo, levantándose de la silla, alzando la jarra por encima de sus cabezas.
Con un gesto lánguido y desinteresado el noruego levantó su copa y bebió, como hicieron todos.
Empezada la comida por toda la mesa los países hablaban, reían -Dinamarca el que mas-, comentaban, de todo… Noruega comenzó a comer, callado. Había más parejas en la mesa, por supuesto, pero no dejaban de escapársele miradas hacia Finlandia y Suecia. Seguramente por que los conocía más.
Intentaba evitar, a propósito, al danés. Por fortuna, al estar tan aborrajada la sala, éste se divertía con todos. De cuando en cuando le abrazaba, le hacía algún comentario, pero le dejaba tranquilo la mayor parte del tiempo.
Suspiró, frustrado.
Era envidia, si. No era tan tonto como para intentar negárselo. Y eso lo hacía más frustrante. Ni siquiera quería -se dijo- los besos y abrazos de Dinamarca. Solo quería que por una vez le tratase con aquella amabilidad… Mientas Finlandia y Suecia habían escapado de casa tanto tiempo atrás él se había quedado. Parecían ahora tan felices, riéndose juntos…
Dio un sorbo más a su bebida. ¿Por qué Dinamarca no podía ser un poco más como Suecia? Se odiaban pero no estaría tan mal que aprendiese un poco más de él… a tener en cuenta a los demás. Aquello era lo que más le molestaba del danés: parecía incapaz de asumir una sola palabra que no encajase con su pensamiento. Quizá por eso era tan feliz, por tener un pensamiento tan cuadrado a veces, por creer que todo es maravilloso, que Noruega le quería de verdad y que Islandia casi lo veía como un padre.
Cerró los ojos. Mejor no pensar demasiado en aquello. Al final del día cada país regresaría a su hogar y, con un poco de suerte, no tendría que ver a Finlandia y Suecia hasta la próxima reunión; con un poco de suerte podría olvidarse un poco de cómo era Dinamarca y mantenerlo a buena distancia de una colleja o una orden a su ogro, y simplemente ocupar su tiempo en cosas mejores.
Pero antes de poder lograr su propósito, como si tratase su propia mente de boicotearlo, pensó en cómo Suecia y Finlandia habían huido de casa de Dinamarca en la noche. Noruega se lo esperaba, y podría haberles seguido, haberse unido a ellos. Y aquí estás, sin embargo, se dijo en silencio.
Bueno, alguien tenía que cuidar de que Dinamarca no hiciese daños irremediables.
Titulo y prompt: 7# Orgullo
Claim: Nórdicos - Suecia
Clasificación: K.
Advertencias: Insinuación de maltrato. Dinamarca/Suecia.
Palabras: 447
Había pocas criaturas más orgullosas que Suecia y Dinamarca lo sabía bien. Lo veía en sus ojos, como un fuego ardiendo en un desierto congelado, cada vez que su voluntad de hierro era sobrepasada por la suya.
El danés sonrió. No había por qué esconder aquella sonrisa, más bien gritaba por ser exhibida a los cuatro vientos. Solo haría que el orgullo herido de Berwald ardiese con más furia, viéndose de nuevo anulado. Ah, que sensación más satisfactoria. Algo tenía el otro país que hacía arder su sangre, que le llevaba a querer dominarlo. Quizá era todo ese orgullo, concentrado.
Incapaz de replicar al danés, el otro contuvo la rabia que ascendía por su pecho, apretando los puños en los guantes de piel. Por mucho que desease golpear al rubio debía contenerse. Aún no podía derrotarlo, lo sabía perfectamente, en más de una ocasión lo había constatado pero algún día… Algún día. Y eso parecían decirlo, con igual -o más incluso- claridad sus ojos que si lo dijese en voz alta.
Dinamarca volvió a reírse, ampliamente.
-¿No te gusta? -preguntó y Suecia lo odió de nuevo. ¿Para qué recrearse en su victoria? Por supuesto por ser ellos quienes eran. Dinamarca no podía resistirse a la tentación de humillar, de nuevo, al sueco bajo su poder y, una vez conseguido, ¿por qué no iba a disfrutar de su logro, hundiendo más y más el dedo en la yaga, retorciéndolo placenteramente? Nada podía impedírselo, de momento.
Si Berwald no fuese tan orgulloso, pensaba a veces Dinamarca, entonces no sería tan divertido someterlo. Pero lo era, caía siempre en su trampa. Tan callado y tan pensativo y, si se tocaba donde se debía, a veces podía saltar tan rápido como el propio danés.
A veces sus hermanos pequeños pensaban que eran muy iguales en aquel aspecto. Solo ocurría que, por azares del destino, Dinamarca era el que llevaba la voz cantante, el mayor y el que, por tanto, tenía el poder sobre ellos.
El sueco gruñó en voz baja, dándose media vuelta para salir de allí. Se iría al bosque, andando entre la nieve. Andar entre la nieve siempre costaba, aún con botas de piel. Levantar las rodillas constantemente para avanzar, lentamente, acababa agotando al cuerpo y eso era lo que quería Suecia, sin duda. Dinamarca volvió a reírse, viéndole salir.
Que se vaya, pensó.
Afuera, Suecia pronto se perdió en el horizonte blanco, una diminuta figura a lo lejos de tonos marrones y azules oscuros, que ya no se veía. La nieve, fría, templaría la rabia ante la humillación, pero el fuego del orgullo y del odio sería mucho más difícil de hacer desaparecer. Imposible.
Eran así. Los dos.