Fandom: Harry Potter
Título: La Bruja Cósmica y dos muggles
Promt: Para el
san-drabbletinClaim: Hermione/Harry
Número de Palabras: 2910
Rating: K+
Notas: En algún momento perdido del 7°
Espero que lo disfrutes
dryadeh porque tus promps fueron muy guay.
Prove that you love me and buy the next round.'>
Era tan larga la calle que sus ojos no llegaban a ver el final, no obstante lo que le obligó a pegarse a su acompañante fue lo profusamente estrecho que era el sitio, con las casas apretujadas unas a las otras, a veces inclusive parecía que unas se recargaban en otras, ahí en donde el paso del tiempo había arreciado. Su compañero le apretó la mano, ella no estaba segura si para infundirle valor o para robarle algo del poco que tenía.
-¿Estás segura que encontraremos aquí lo necesario? -le preguntó Harry, en su mirada también estaba esas ganas de dar media vuelta y salir corriendo.
-En todos los pueblos deben de tener… -contestó Hermione observando una vez más el lugar. Podrían hacer magia, pero eso no les confería poderes para obtener dentífrico o jabón de la nada. Simples, básicos y absolutamente necesarios, podrían estar en guerra pero no estaban en las trincheras arrastrándose por el frente en la espera de encontrarse en campamento enemigo de un momento a otro, al menos eso quería pensar. Después de todo este era un pueblo muggle, igual a cualquier otro con una población menor a las dos mil personas, o eso decía en la entrada-. Vayamos a la tienda y salgamos de aquí.
Era demasiado ridículo temerles a los habitantes de semejante lugar, la mayoría debían de dedicarse al campo o al cuidado de animales. Sin embargo, con el mago más malvado de los últimos siglos suelto y controlando el Ministerio de Magia, uno podría sospechar que existía alguna patrulla de mortífagos en el sitio. Aunque la madre con dos niños correteando a su alrededor parecía desmentir semejante idea.
Ambos caminaron por debajo de la acera con cautela, tenían que estar preparados en caso de ataque, ser acorralados en alguna de las casas no parecía buena idea y saltar altas bardas tampoco era la especialidad de ninguno de los dos.
-No veo ninguna tienda -murmuró Harry impaciente, él se había resistido hasta el final. Aparecer en un pueblo cualquiera, sin tener mucha información del mismo, era un riesgo, no solo para ellos por si algún mago los avistaba, sino que también para las personas inocentes quienes no sabían quién era Harry Potter o que los magos aún existían. Pero un día sin jabón, champú y miserias de dentífrico habían sido suficientes para comprender que era un riesgo necesario o la próxima vez que se enfrentaran a algún mortífago, los rastrearían fácilmente por su olor.
-Caminemos un poco más -le obligó a continuar, ella tampoco se sentía cómoda en ese lugar, empero había cosas que tenían que realizar les gustara o no. Eran amigos, habían compartido muchos momentos juntos, pero aguantar el mal olor del otro por tiempo indefinido era una de esas cosas que no querían compartir.
No existía una sola calle como al principio habían creído, a unos cuantos metros de ellos estaba una perpendicular. Las casas eran mucho más modernas, además estar notablemente más habitada.
-¿Es una feria? -Harry nunca había estado en una, Duddley prefería los eventos de la ciudad, le aburría el campo, no había muchos niños a los cuales molestar y las posadas no tenían los platillos que le gustaba, además normalmente cuando salían a Harry lo dejaban con la señora Figg.
-No -replicó Hermione frunciendo ligeramente el ceño, como lo hacía cada vez que Harry preguntaba algo que debería saber-. Es solo el mercado local, es fin de semana, Harry. -El joven asintió con la cabeza, pese a las preocupaciones que pudiera traer en la cabeza, un resquicio de alegría apareció en su faz, similar al de los niños que se encuentran con algo novedoso.
-¿Crees que es una buena idea? -insistió el chico observando los primeros puestos.
-¿Cuántas posibilidades hay de que un mortífago venga por un disco de vinilo de Van the Man? -Ni siquiera Harry sabía quién era él. Aquí no había ojos de sapo o colas de salamandra, solo las cosas normales del mundo muggle quizás algunas más viejas que otras, pero no había nada fuera de lo común.
-Tienes razón, no creo que les gusten los overoles verdes -exclamó sintiéndose menos tenso.
Sus nervios ya no se crispaban con cada movimiento de la gente, su mano había dejado de apretar la varita, no obstante seguía estando alerta. En cualquier momento, todo podía estallar, había demasiada gente a su alrededor, serían blanco fácil si los mortífagos atacaban. Aún así su mente insistía en que era inverosímil, los artículos en los puestos eran variados: una vieja cámara fotográfica, diferentes embutidos, monturas grabadas, unos vasos con círculos de colores, quesos caseros, estribos de cuero oscuro, lámparas de lava, botas de ciervo, frutas en conserva, collares setenteros, pasteles recién hechos. Todo tipo de cosas se congregaban en los puestos desde instrumentos para criar ganado hasta antiguallas que parecían del siglo pasado. No había nada que pudiera interesarle a los magos.
Entraron en la tienda, las personas hacían sus compras con toda normalidad, llevando en sus cestos todo aquello que les fuera necesario. Uno de los jóvenes que trabajaba en la tienda les ofreció una cesta, Hermione la aceptó con recelo mientras Harry lo escudriñaba con la mirada. Desde el fondo unas risitas se escucharon, en cuanto ambos giraron, las adolescentes se apresuraron a esconderse tras las revistas de moda. ¿Qué podía ser cómico de aquella situación? El chico soltó la cesta antes de dar media vuelta y andar por la tienda a toda prisa entre los pasillos, no sin antes echarle una última mirada a Hermione.
-No tenemos mucho tiempo -le dijo Harry tomándola del brazo. Las jóvenes volvían a reír.
-Ve por lo que necesitemos -ordenó Granger entregándole la cesta a Harry-, yo iré por otras cosas. -El muchacho parpadeó sin comprender.
-No es bueno separarnos.
-La tienda no es muy grande -replicó sin lograr convencerlo. Hermione suspiró-. Necesito comprar cosas para chicas, Harry.
Le soltó el brazo de inmediato, no dijo nada, pero asintió con la cabeza antes de ir directamente a la sección de aseo personal. Las madres iban y venían entre los pasillos con sus hijos pegados a sus talones, algunos adolescentes se congregaban delante del refrigerador de bebidas, dos hombres platicaban cerca de las carnes frías. Nadie parecía prestarle atención y eso la ponía más nerviosa. Al llegar a su destino, una joven de cabello rubio le miró con nerviosismo casi como si la hubiera pillado haciendo algo malo. Granger se volvió hacia los diversos productos sin dejar de observar a la chica de reojo, ésta seguía alternando su mirada entre Hermione y los productos, en una ocasión casi la confrontaba con la mirada, pero la chica tomó el primero producto que se le cruzó por enfrente antes de salir corriendo del pasillo. La bruja buscó entre sus ropas la varita con desespero, caminó hacia el lugar en donde había estado la joven. La rubia platicaba en voz baja con un chico, quizás unos tres o cuatro años más grande que Hermione. Los dos parecieron discutir algo de manera acalorada, el chico de pronto alzó la mirada hacia ella, fue tan solo instante pero pudo percibir la hostilidad, luego ambos se dirigieron al joven que le había entregado la cesta a Hermione al entrar en la tienda. Buscó a Harry con la mirada, él estaba esperando a que le dijeran cuanto era por todo lo que había comprado. Los dos muchachos ahora estaban saliendo apresuradamente del lugar ¿Usarían la red flu o una lechuza para contactar con algún mago? Se volvió hacia el estante que había estado observando la muchacha rubia. Visualizó diversas pruebas de embarazo, dos adolescentes pasaron detrás de ella y rieron. Esta vez ella también lo hizo.
Con mayor tranquilidad realizó sus compras, sin dejar de buscar a Harry con la mirada, su amigo le esperaba afuera de la tienda, observando los puestos que se encontraban en la acera contraría.
-Yo tampoco le perdería la pista -le dijo la cajera antes de entregarle el ticket de su compra con el cambio. Hermione le miró perpleja ¿Qué quería decir con ello?-. Gracias por su compra, vuelva otro día.
Antes de que pudiera preguntarle algo, fue empujada por la señora de atrás que llevaba kilos de arroz y lentejas. Pretendía decirle a la mujer que había sido ruda, pero Harry estaba platicando con una muchacha castaña que le sonreía demasiado, inclusive se había atrevido a tomarle de la mano. Sin pensarlo dos veces salió apresuradamente de la tienda.
-¡Ah! Ella ya está aquí -exclamó la chica- ¡Vamos!
Hermione interrogó a Harry con la mirada, pero este solo se encogió de hombros antes de disculparse en silencio. Los dos fueron arrastrados un par de tiendas hacia la izquierda. Varias personas se congregaban en el café, la mayoría se encontraban en las mesitas puestas sobre la calle.
-Harry -le pidió una explicación cuando la mesera se esfumó dejándoles la carta encima de la mesa.
-Ella sólo empezó a hablar y… no sabía cómo decirle que no -se defendió apresuradamente-, fue muy insistente -agregó como si aquel argumento le diera mayor fuerza a su incapacidad para negarse ante una muchacha.
Suspiró, Harry era torpe con las palabras, pero era aún más torpe con las mujeres. Se cruzó de brazos, desde luego podrían irse de ahí, sin embargo, eso le parecía una grosería tremenda. Si tan solo su amigo le hubiera explicado la situación antes, se las hubiera ingeniado para librarse de semejante embrollo.
-¿Qué es chai latte? -le preguntó Harry, quien curioseaba la carta.
-Una bebida -respondió mecánicamente, aún pensando en la mejor manera de salir del lugar sin ser grosera.
-Lo sé, pero ¿de qué?
-No lo sé, empero, no creo que tenga peor sabor que el hidromiel caliente con especias. -Harry sonrió, eso había sido idea de Ron, una mala idea-. O los dulces de Hagrid -añadió Hermione torciendo los labios, parecía como si estuviera recordando el sabor.
-Y este… boba milk tea.
-¡Harry! -le regañó la muchacha quien observaba a la mesera comenzar a acercarse a ellos.
-Sólo los vi en la carta, no puedes culparme. Ya sé que estamos acostumbrados a las chupetas sabor sangre, las ranas de chocolate que sí saltan, o las píldoras ácidas que te perforan la lengua, eso sin mencionar los brebajes con escamas de dragones o alas de murciélago, pero esto también suena extraño.
-No podemos gastar el dinero -le indicó apenada-, no sabemos cuánto tiempo… y no creo que sea fácil encontrar un lugar seguro para cambiar galeones por libras.
Harry asintió con la cabeza.
-Me dieron un descuento en la tienda -soltó entusiasmado, provocando que Hermione se enderezara en la silla-, estaban rematando los artículos de aseo personal -le explicó mostrándole el ticket de compra.
-¡Es una auténtica ganga! -prorrumpió la chica al observar el precio.
-La mesera me dijo que hoy era 2x1 en las bebidas -apuntó señalando la carta.
-Y si piden algún paquete para la comida, el postre es gratis, los smoothies también entran en la promoción.
Los estaban persiguiendo, en cualquier instante alguna bruja o un mago podría verlos, incluso intentarían acercarse a ellos por algún consejo, en el peor de los casos atacarlos. No obstante a su alrededor solo había muggles, personas comunes y corrientes que podrían estar en cualquier otro lado hablando de su jardín, de que tanto había perdido en las carreras de caballos, de si los americanos habían destrozado tal o cual libro en Hollywood. Y Harry, Harry lucía relajado por primera vez en varios meses, más preocupado por descubrir qué contenía tal o cual bebida, en vez de preguntarse en dónde estaba el siguiente horcrux o cómo destruirlo.
-¿Qué es el matcha? -preguntó Hermione mirando por primera vez la carta.
En su niñez, sus padres la había llevado a diferentes lugares animándola a probar de todo, aunque solo fuera para saber a qué sabía, a veces incluso compraban tanto que se hartaban. Harry en cambio se había tenido con conformar con las sobras de Dudley, ¿cuántas veces se había quedado con las ganas de saber a qué diablos sabía algo? ¿Cuántas veces había comido algo que no le agradó? Delicias tan simples de la vida y tan ausentes en sus memorias.
-La próxima vez, compremos algo de esa tarta casera -dijo Hermione.
-Las crepas también saben bien -afirmó el chico comiéndose el trozo de una fresa.
-¡Oh! ¡Escucha eso Harry! -La guitarra sonando entre la batería, el pandero y algo más que Harry no alcanzaba a distinguir resonó en el lugar-. ¡Layla, you've got me on my knees! Papá siempre ponía a Eric Clapton los domingos por la mañana, decía que eso lo animaba para empezar el día.
-Mi tía solo escuchaba canciones lentas y románticas, nada de los Rolling Stones ni siquiera Queen, decía que eran grupos para vagos. Mi tío le creía, así que Eric Clapton estaba entre los artistas para vagos, Dudley… él solo escuchaba lo que veía en la televisión, así que escuchaba cosas que no eran de mi gusto, una vez le vi intentando cantar rap, fue espantoso.
-¿Rap? Quizás una o dos canciones… no es mi gusto.
-Fue mejor que escucharlo destrozar, Hey Jude. Sabes, a mí esa canción me gustaba, pero no mucho, ya sabes como cuando escuchas algo y dices, oh, suena bien, pero un día mi tía escuchó a Dudley cantándola, lo regañó y luego me regañó a mí, creía que yo se le había enseñado. Era una de las canciones favoritas de mi mamá, la próxima vez que la escuché, creí que era la mejor canción que había escuchado en toda mi vida.
-Es una canción hermosa, a mí me gusta Come together y papá, solía cantarme Here comes the sun, ah no ¿sabes qué canciones adoro? Mucha gente dice que los Beatles son muy lentos, muy suaves en comparación con los Rolling Stones, pero cada vez que escuchaba Yer blues o Helter Skelter, me decía ¿cómo pueden decir eso? Una vez Ron me pidió escucharlos y dijo que eran mejor los Trasgos.
-¿Cómo pudo decirlo? -exclamaron los dos al mismo tiempo.
-Sabes algo, cuando todo esto acabe, vayamos al Cavern Club y al Indra Club -propuso Hermione-, pero no vamos a llevar a Ron, solo tú y yo -Harry se echó a reír- y vamos a cantar hasta que nos quedemos afónicos.
-Y beberemos cerveza también -le dijo juguetonamente el chico, a lo cual ella contestó con una sonrisa mientras negaba con la cabeza.
Así era como debía de ser, así era como le gustaría a Hermione que fuera, los dos siendo simples adolescentes disfrutando del fin de semana, preparándose para la siguiente semana de clases. Si los dos fueran tan solo dos muggles, entonces se preguntarían si pasarían cálculo integral o si el profesor de física pondría ese problema de vectores en el siguiente examen. Irían a la biblioteca a leer a Shakespeare, Dostoievski, quizás las hermanas Brönte. Beberían coca-cola aunque se quejaran de que los americanos no hablaban correctamente, pero, hey se llevaba bien con el whiskey y el rock and roll no era tan malo. Incluso quizás irían a los estadios de futbol a cantar I'm forever blowing bubbles, pretty bubbles in the air, mientras la gente rugía cuando algún equipo anotara un gol o simplemente para molestar al equipo contrario. Si fueran dos simples muggles.
-Conozco esa canción… es muy graciosa, yo tampoco me negaría a que me regalaran un Mercedes Benz.
-¿Quién no conoce a la bruja cósmica? -preguntó Hermione con brusquedad- Ella es genial, Harry, es un ícono. Cuando era pequeña quería ser como ella, eso no le agradaba mucho a mí mamá, pero ella fue una mujer que vivió como quiso vivir… bueno, murió de sobredosis, no obstante, destacó dentro del movimiento de contracultura hippie.
-Bueno, adoptaste su estilo de cabello y te queda bien -le halagó el chico o eso creyó-. Ya eres bruja, así que solo habría que trabajar un poco en lo cósmica, la profesora Trelawney podría ayudarte en eso.
-Eso es… desagradable -le espetó la joven empujándole el hombro con su mano, aunque al final terminó riéndose con Harry. Sí, quizás se había negado a arreglarse el cabello o a maquillarse porque al igual que Janis Joplin siempre le había gustado presentarse de manera natural, sin productos químicos en el rostro que le resaltaron los ojos o que eliminaran las imperfecciones de su carácter. Ser solo ella le parecía bien.
-Café turco y chai latte para llevar -dijo la mesera llevándoles lo último de su orden-. No olviden que el día de hoy tenemos el mercado local. Tenemos regalos para todo tipo de ocasión, como flores o chocolates -les dijo a manera de despedida con un toque picaresco en su voz, incluso se atrevió a guiñarle el ojo a Harry.
Hermione se desternilló de la risa y no paró de reír mientras iban caminando por los diversos puestos del mercado, su acompañante tampoco dejó de sonreír. Quizás fuera la euforia, quizás fuera que se sentía protegidos por el anonimato, pero se dejaron seducir por los diversos artículos que se encontraban en cada uno de los establecimientos ambulantes. Harry no le compró las flores como la mesera había sugerido, pero sí un conjunto de collares multicolores. Hermione le tomó de la mano mientras iban cantando Oh Lord, won't you buy me a Mercedes Benz.
Sí por unos instantes más, solo serían dos muggles paseándose por un pueblo sin importancia.
«•»
Este es uno de esos relatos que no planeas escribir, pero sencillamente asalta tu mente y no te deja en paz hasta que se vierte en la tinta electrónica. Espero les guste, que no esté tan lleno de errores (lamento no tener beta) cualquier error pueden hacermelo notar.
Ya sé que quizás tenga errores cronológicos, pero uhm, hey lo escribí sin revisar mis libros o el lexicon, además hace años que no escribo de este fandom. Así que ignoren esos errores ¡esto es un fanfic! (lame, lame, lame).
En fin, disfrútenlo y no digo más porque llego tarde a mi clase nahuatl.